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Raimon y el nacimiento de la canción de autor: 60 años de 'Al Vent'
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Raimon y el nacimiento de la canción de autor: 60 años de 'Al Vent'

Se cumplen 60 años desde la grabación de 'Al Vent', el debut discográfico del valenciano Raimon que inició la historia de la canción de autor en la España de 1963

Foto: Raimon posa en el Poblenou barcelonés en 1963. (Oriol Maspons)
Raimon posa en el Poblenou barcelonés en 1963. (Oriol Maspons)

Aunque él tuerza el gesto ante el símil, en un ejercicio ligero de historia comparada el primer Raimon fue el Dylan valenciano que nunca electrificó su guitarra. Este mes se cumplen 60 años desde que, en febrero de 1963, el compositor de Xàtiva grabara su primer vinilo, en los estudios de la discográfica barcelonesa Edigsa. Aquel Raimon canta les seves cançons incluiría Al Vent. Tres meses después, aparecería en el mercado The Freewheelin' Bob Dylan, encabezado por Blowin' In The Wind, adelantada como single en 1962. Dos canciones espirituales, tan rotundas como juvenilmente ingenuas en su génesis, convertidas en himnos generacionales por dos opiniones públicas reactivadas por nueva sangre militante. Las cuatro canciones del debut de Raimon (Xàtiva, 1940) no eran sino un compendio de góspel a guitarra rabiosa, albaes, canto tradicional valenciano y blues en un registro vocal poético que superaba las dos octavas y que, más allá de cualquier insustancial análisis musical aplicable, iniciaron una revolución cultural.

placeholder Raimon en su camerino. (Cedida)
Raimon en su camerino. (Cedida)

En 1958, Raimon aún era Ramon Pelegero El Pele. Aquel año la Universitat de Valencia conmemoró el quinto centenario de la muerte de Ausiàs March con una serie de actos entre los que incluyó el poema XXIII del trovador medieval, recitado por el joven de la comarca de La Costera. No eran sus primeros versos. En 1947, el Ramon niño ya subía a los escenarios teatrales. Las bandas de pueblo son esa forja que vincula la identidad valenciana con la música desde el siglo XIX. “Mi padre era el presidente de la Societat Musical La Nova de Xàtiva y a los cinco años empecé tocando el oboe, pero como sangraba por la nariz por el esfuerzo, me pasaron al flautín y después a la flauta. Desde niño tuve gusto por la poesía, recitaba versos en el Gran Teatre del pueblo y tiempo después, en la adolescencia, antes de la hora de entrar al instituto, me iba al montículo de Sant Josep, bajo el castillo de Xàtiva, a componer mis primeros versos. Que, por cierto, eran horrorosos”, recuerda el setabense.

En su primera juventud fue locutor en Radio Xàtiva. Raimon se ocupaba de pinchar discos dedicados y de radiar música ligera y clásica: “La Casa de las Américas, es decir, la embajada estadounidense, enviaba cada quince días una cinta magnetofónica con los últimos éxitos en las listas de los Estados Unidos. Yo tenía acceso a ese material que iba de Pat Boone a Harry Belafonte, blues, jazz y música ligera, cuando era muy complicado encontrar estos vinilos en España”, incide el cantautor, “obviamente, al radiarlo por la emisora, todo el pueblo podía escucharlos, pero yo, que poseía la cinta, me permitía varias escuchas con detenimiento. No me llegó nada de folk al estilo Woody Guthrie o Pete Seeger, conocí su música más tarde”.

Foto:  Joaquín Prats, de espaldas, con Nino Bravo, Yaco Lara y Bruno Lomas. (Ana Mafé García)

Durante el segundo curso de sus estudios universitarios de Historia, su hermano Rafael le regala una guitarra. El Pele tocaba para amigos en pequeñas reuniones del Club Universitario de Valencia. Allí coincidió de pasada con otros pioneros, los incunables del rock 'n' roll valenciano, que en su mayoría provenían de la escasa clase media acomodada valenciana. “No tuve mucha relación con aquella generación de primeros roqueros en el Club Universitario. Apenas algo de contacto con Emilio Baldoví (Bruno Lomas) porque habíamos jugado juntos de niños en Xàtiva, y con Vicente Castelló, pero antes de que ellos formaran Los Milos”, explica Raimon, “empecé a tocar en Casa Pedro, donde Joan Fuster y Vicent Ventura realizaban unos concursos literarios, y a través de Eliseu Climent les llegó que yo tenía unos temas y pasé por allí a cantar porque me pagaban cuarenta duros. Yo estaba pelado. En casa no teníamos un duro. Fui a la universidad becado. A mi calle llegó el agua potable a mediados de los años 50, hasta entonces la sacábamos de un pozo cerca del taller de ebanista de mi padre”.

Aquel acercamiento a la intelectualidad antifranquista del nuevo valencianismo político marcó su devenir. “Al Vent y Som las compuse en 1959, y La pedra en 1960. En la reunión cultural del Aplec, en Castelló de La Plana, en octubre de 1962, conocí a Miquel Porter, al recientemente fallecido Josep Maria Espinàs y a Delfí Abella, fundadores del grupo musical Els Setze Jutges. Llegué tarde por un retraso del tren y tuve que cantarles en una taberna. Mi repertorio era de tres canciones”, comenta Raimon. Espinàs quedó entusiasmado y le propuso grabar un disco en Barcelona.

placeholder Disco debut de Raimon. (Cedida)
Disco debut de Raimon. (Cedida)

Algo después, Raimon tomaba el tren nocturno Valencia-Barcelona para registrar su terna compositiva en la discográfica catalana, comandada en lo artístico por el musicólogo Enric Gispert. Como faltaba un tema para completar aquel epé de 45 revoluciones por minuto, el cantante compuso a la carrera A colps. Hasta aquella fecha, las únicas grabaciones en catalán eran dos discos de Josep Maria Espinàs (Canta a Brassens y Cançons tradicionals catalanes) y el álbum de Remei Margarit Canta les seves cançons. Las tres de 1962. “Hubo un problema en la grabación del disco. Por aquellos tiempos estaban de moda los arreglos orquestales con un poco de cuerdas, algo de metal y batería. Al escucharlo, desaparecía la esencia de mis temas, me negué a grabar mi parte, e insistí en que las canciones debían registrarse con mi voz y mi guitarra exclusivamente, excepto los arreglos suaves de Som, que sí me gustaban. La casa de discos declaró unas ventas de 30.000 copias, creo que fueron más de 40.000, pero claro, así pagaban menos. No era mala cifra de todos modos para un disco en catalán en aquella época”, sentencia el de La Costera. La irrupción de un joven valenciano de clase trabajadora, que gritaba como Ray Charles, alborotaba el seno de la burguesa cultura catalana.

En una portada icónica, Raimon posa para el fotógrafo Oriol Maspons en un muro del Poblenou de Barcelona: “Oriol Maspons me metió en su Seat 600, trucado con una bocina de camión, e iba asustando a la gente cada vez que pitaba. Era un hombre muy divertido. No me había escuchado nunca, así que me pidió que cantara mientras él conducía hasta Poblenou. Una vez allí, me puse junto a la pared y sacó las fotos. Nunca supimos quién era el niño que aparece la portada”, apostilla el cantante.

placeholder Raimon en París en 1966. (Cedida)
Raimon en París en 1966. (Cedida)

Aquel disco cambió la vida del rebautizado Raimon. El que iba a ser licenciado en Historia, con vocación docente, se convirtió en pionero de la canción de autor contemporánea. Además de las grabaciones de Espinàs y Margarit en 1962, pocos lo hicieron antes: en 1956, pero desde su exilio parisino, Paco Ibáñez (Valencia, 1934) musicalizando a poetas españoles. El otro lo haría en el transcurso de 1963, Chicho Sánchez Ferlosio (Madrid, 1940), con sus Canciones de la Resistencia Española desde la absoluta clandestinidad de un magnetófono casero, cuyas grabaciones aparecerían en Suecia, lanzadas bajo anonimato para proteger al madrileño.

En 1966, las carreras de Raimon y Dylan vuelven a converger por última vez. El valenciano firmó con la discográfica multinacional CBS, la misma compañía para la que grababa el de Minesota. Ambos actuarían en el Olympia de París en el margen de dos semanas. Raimon ocupó una de las localidades reservadas a los artistas para contemplar al futuro premio Nobel, un 24 de mayo de aquel año. “Estuve muy cerca del escenario. La primera parte del concierto apareció solo con la guitarra y la segunda con acompañamiento eléctrico. Dylan iba colocado y no fue muy agradable. Algunos periodistas franceses comparaban nuestras trayectorías. A veces hay conexiones generacionales que traspasan fronteras y él es un año más joven que yo, pero qué sé yo, la gente escribe cualquier cosa, el paper és molt sofrit, que decía mi madre”, concluye el mito de la canción.

Aunque él tuerza el gesto ante el símil, en un ejercicio ligero de historia comparada el primer Raimon fue el Dylan valenciano que nunca electrificó su guitarra. Este mes se cumplen 60 años desde que, en febrero de 1963, el compositor de Xàtiva grabara su primer vinilo, en los estudios de la discográfica barcelonesa Edigsa. Aquel Raimon canta les seves cançons incluiría Al Vent. Tres meses después, aparecería en el mercado The Freewheelin' Bob Dylan, encabezado por Blowin' In The Wind, adelantada como single en 1962. Dos canciones espirituales, tan rotundas como juvenilmente ingenuas en su génesis, convertidas en himnos generacionales por dos opiniones públicas reactivadas por nueva sangre militante. Las cuatro canciones del debut de Raimon (Xàtiva, 1940) no eran sino un compendio de góspel a guitarra rabiosa, albaes, canto tradicional valenciano y blues en un registro vocal poético que superaba las dos octavas y que, más allá de cualquier insustancial análisis musical aplicable, iniciaron una revolución cultural.

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