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La aldea gala de la sequía en España es la cuenca del Júcar por las DANA del Mediterráneo
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MEJORES CIFRAS EN AÑOS

La aldea gala de la sequía en España es la cuenca del Júcar por las DANA del Mediterráneo

Con media España con restricciones de agua, esta zona registra las mejores cifras de las últimas tres décadas. Los climatólogos no creen que sea estructural

Foto: El aliviadero del embalse de Benagéber, al límite. (Confederación del Júcar)
El aliviadero del embalse de Benagéber, al límite. (Confederación del Júcar)

Como el desagüe sin tapón de una gigantesca bañera, el aliviadero del embalse de Benagéber asoma a duras penas su contorno de piedra a unas cuantas decenas de metros del muro de contención. El viejo pantano, proyectado primero en la II República y construido con mano de obra de presos franquistas tras la Guerra Civil, exhibe generosamente su contenido líquido en el corazón del Alto Turia, rodeado de laderas de pinos, algunos en crecimiento tras el incendio sufrido hace una década, y como antesala de los estrechos cañones del río valenciano en la comarca de los Serranos. Un entorno privilegiado para los amantes de la naturaleza y los deportes de montaña.

Han sido ya varias las ocasiones en que el pantano ha tenido que abrir compuertas este año para descargar la presión hídrica hacia los embalses situados por debajo. El último parte de la Confederación Hidrográfica del Júcar, fechado el pasado 5 de diciembre, situaba el nivel del agua por encima del 91% de la capacidad. Lleva algunos años así. Ya hay que hacer memoria para recuperar una imagen mental de las faldas amarillas, secas y sin prácticamente vegetación que aparecen cuando pierde volumen de agua. En una España interior ahogada por la sequía y los embalses bajo mínimos, la exuberancia hídrica de Benagéber resulta casi insultante.

Foto: Vista del paseo Marítimo de Barcelona. (EFE/Enric Fontcuberta)

No es el único pantano de la cuenca gestionada por la Confederación Hidrográfica del Júcar —que agrupa las tres provincias de la Comunidad Valenciana, Albacete, Cuenca, Teruel y una muy pequeña porción de Tarragona por el río Sènia— que registra acumulaciones históricas. Contreras, El Naranjero, Alcora, Balagueras o Ulldecona están por encima del 80%. El enorme pantano de Alarcón, con una capacidad de 1.118 hectómetros cúbicos, aparece casi al 50% de su capacidad, un porcentaje que contrasta con los magros registros del centro y el sur de España, con la cuenca del Guadiana al 22,88%, la del Guadalquivir al 18,67% y el Duero, Tajo o Ebro por debajo del 40%. A excepción de los sistemas gallego y cantábricos, habitualmente sin restricciones, la cuenca del Júcar es la aldea gala contra la sequía española. La única de todo el país, incluida la atlántica, que supera la media de embalsamiento de los últimos 10 años, según estadísticas del portal iagua.es, recogidas a partir de los boletines del Ministerio de Transición Ecológica.

"Está ocurriendo en la cuenca del Júcar y parte del Segura. La acumulación de lluvias y agua que se dio la pasada primavera, en marzo y abril, ha permitido sortear condiciones de sequía más intensas en otras cuencas del centro y sur de España", explica Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante y especialista en climatología. En abril, la Confederación del Júcar explicó que la cuenca estaba registrando cifras nunca vistas en los últimos 30 años. Olcina señala las últimas lluvias otoñales como factor que explica que los niveles se hayan mantenido. "Son meses de poca evaporación. Cualquier lluvia frontal que llega bienvenida sea, porque humedece el suelo y ahorra riegos. Favorecen condiciones excepcionalmente favorables", añade.

Unas condiciones de cierto "privilegio", dice el profesor, que han permitido que no se hayan tenido que activar mecanismos de restricciones de agua para la agricultura, y menos aún para el consumo humano, como ha ocurrido en otros puntos del país. Para entender el contraste: en Almagro, en el Campo de Calatrava de Ciudad Real, se han visto obligados a conectar este verano la red de suministro al agua naturalmente carbonatada de algunos acuíferos para cubrir las restricciones en el Alto Guadiana. Se notaba en el sabor efervescente, mientras la provincia batalla para intentar poner a salvo el Parque Natural de las Tablas de Daimiel.

Foto: Foto: iStock.

El clima tiene estas paradojas. La acumulación de gotas frías, las famosas depresiones aisladas en niveles altos (DANA), con efectos devastadores en algunos casos en una parte del litoral mediterráneo, han tenido como consecuencia positiva un importante almacenamiento de agua en el sistema de embalses de casi toda la Comunidad Valenciana. "Hubo cinco gotas frías entre marzo y abril que dieron registros récord de precipitaciones en las comarcas del norte de Alicante y el sur de Valencia. Esto es lo que explica la situación de 2022", detalla Olcina, que augura meses de "relativa tranquilidad", también en parte de Murcia, por el efecto sobre el sistema del Segura. "Las demandas urbanas están cubiertas y las agrarias, en gran medida, también", insiste. Curiosamente, una situación que se produce en plena guerra del agua por los recortes aplicados en el trasvase Tajo-Segura para garantizar los caudales ecológicos en la cabecera, aprobados recientemente por el Consejo Nacional del Agua.

La pregunta que queda en el aire es si el fenómeno de gotas frías y acumulación generosa de embalses es coyuntural o estructural y si está relacionado con el cambio climático. Olcina lo pone en duda. Cree que la del año 2022 ha sido una situación "excepcional". "Sí, es cierto que cada vez hay más gotas frías en el Mediterráneo. El mar está más cálido durante más meses del año y esto provoca inestabilidad más meses del año. Pero la tendencia marca menos lluvia en primavera y más en otoño. Este año, ha sido al revés, algo excepcional. Como tendencia, creo que es algo más coyuntural", opina.

Como el desagüe sin tapón de una gigantesca bañera, el aliviadero del embalse de Benagéber asoma a duras penas su contorno de piedra a unas cuantas decenas de metros del muro de contención. El viejo pantano, proyectado primero en la II República y construido con mano de obra de presos franquistas tras la Guerra Civil, exhibe generosamente su contenido líquido en el corazón del Alto Turia, rodeado de laderas de pinos, algunos en crecimiento tras el incendio sufrido hace una década, y como antesala de los estrechos cañones del río valenciano en la comarca de los Serranos. Un entorno privilegiado para los amantes de la naturaleza y los deportes de montaña.

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