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Quince días sin noticias de Mario, el español apresado en Ucrania: "No sabemos si está vivo"
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APAGÓN INFORMATIVO DE LOS RUSOS

Quince días sin noticias de Mario, el español apresado en Ucrania: "No sabemos si está vivo"

Los rusos rechazan las gestiones del Gobierno y dejan sin información a sus allegados y a los intermediarios sobre el paradero y el estado del jubilado valenciano desaparecido en la ciudad de Jersón

Foto: Mario García, con militares ucranianos. (Cedida)
Mario García, con militares ucranianos. (Cedida)

La última vez que Mario abrió su 'WhatsApp' fue el pasado 19 de marzo a las 11.11 horas. Sábado. Esa fecha y esa hora siguen marcadas, inmóviles, en el perfil de su número de teléfono desde hace quince días. Aquella mañana, Mariano García Calatayud, conocido como Mario en Ucrania, salió de su piso alquilado para manifestarse con sus amigos ucranianos contra la ocupación rusa en las calles de Jersón, la ciudad del sur del país, situada a orillas del Mar Negro. La protesta en la Plaza de la Libertad fue reprimida con dureza por los soldados, que apresaron a algunos de los manifestantes. Este jubilado valenciano de 74 años, pasional y comprometido con la causa ucraniana, fue uno de ellos. Desde entonces, ni su familia en España ni sus amigos y conocidos en Ucrania saben nada de él. Las tropas rusas han aplicado un inquietante apagón informativo sobre su estado y su paradero que alimenta los peores temores de sus allegados.

Olena es una ucraniana que hizo amistad con Mario cuando el español estuvo colaborando con las milicias ucranianas en la zona de Donetsk. El funcionario retirado de Carlet llegó a Ucrania en 2014, justo cuando se inició el conflicto de baja intensidad con los grupos prorrusos y separatistas del Donbás. De aquella experiencia procede el carnet de voluntario veterano de guerra que Mario podría llevar encima cuando fue detenido y que puede haberle complicado la situación con los ocupantes. El detenido se ha fotografiado en numerosas ocasiones con militares y milicianos desde que comenzó el conflicto en la región de frontera este con Rusia. Incluso ha aparecido empuñando fusiles de asalto.

Foto: Mario García, con una bandera ucraniana ante soldados rusos en Jersón.

"Los rusos han detenido a mucha gente. Y tienen sus propias listas de soldados y de voluntarios a los que han estado siguiendo en redes sociales. No sabemos nada de él. No sabemos si está vivo o no, y además no hay manera de saberlo porque hay gente que está intentando hablar con los rusos, pero no dan información", dice Olena en conversación telefónica con El Confidencial. Esta antigua compañera, con quien colaboraba en el reparto de ayuda humanitaria, asegura que ella ha podido salir de Jersón, pero prefiere no dar su actual ubicación por temor a ser apresada. Ahora colabora en otro punto del país con la defensa territorial, asegura.

La persona que está haciendo de intermediario entre los rusos y la población ucraniana de Jersón es alguien "de mucha influencia social que ha venido sacando a otros detenidos", según explica Julio Suárez, un empresario español que lleva años haciendo negocios de importación y exportación con España desde Jersón. Su hijo, Vitaly, que dirige la oficina ucraniana, sigue allí y ha abierto un canal de ayuda humanitaria para tratar de comprar alimentos que reparte entre sus vecinos. No es que haya flujo de suministros. La ciudad está bloqueada. Lo que hay es una especie de mercado negro en el que los 'stocks' almacenados se revenden cinco y seis veces más caros de lo normal, lo que dificulta el acceso a muchos de los habitantes a productos básicos.

"Enviamos otra persona a preguntar por Mario; le dijeron que lo habían liberado, que seguramente estaba escondido. Mienten de nuevo"

Suárez prefiere no desvelar la identidad del intermediario, pero asegura que hace varios días este hombre trató de negociar la salida de Mario de la prisión policial, donde creen que estaba detenido. "Cuando le pedimos que intercediera, los rusos le dijeron que esperara dos o tres días. Le llamaron diciéndole que lo iban a liberar, pero cuando volvió a la comisaria no encontró a Mario y ya no le dieron más explicaciones", señala. Esta falsa promesa explica que el pasado 24 de marzo fuese difundida la noticia de forma apresurada de que el valenciano había sido liberado, algo que no llegó a ocurrir. La realidad fue que los rusos comunicaron al intermediario que no soltarían al preso "hasta que Jersón no se haya integrado en la Federación Rusa".

Las gestiones discretas realizadas de buena fe por el Gobierno desde los servicios de emergencia consular para tratar de liberar al valenciano podrían haber tenido un efecto perverso ante las autoridades rusas, que han visto en el ciudadano español otro instrumento de presión diplomática. Desde entonces, los intermediarios han tratado de interesarse por su estado de salud, de llevarle comida y ropa, sin éxito. "No sabemos dónde está. Ni si está bien de salud, no podemos darle ropa ni cosas de aseo ni medicinas", explica Olena, que contrapone su caso con el de otros detenidos que sí han sido liberados. La familia de Mario en España tampoco tiene ningún dato ni ha recibido ninguna noticia por el Ministerio de Exteriores. "Ni siquiera estamos seguros de que esté en Jersón", añade preocupada su antigua compañera.

"Enviamos otra persona influyente a preguntar por Mario; le dijeron que lo habían liberado, que seguramente estaba escondido. Mienten de nuevo. Esta persona ya duda si se lo han llevado a la Federación Rusa", explica el empresario. Su hijo se acercó al apartamento del jubilado y preguntó a los vecinos, y estos le indicaron que los dueños del piso entraron para ver si Mario estaba dentro, pero se lo encontraron vacío. Mario se ha esfumado tras el telón de acero del ejército ruso.

La última vez que Mario abrió su 'WhatsApp' fue el pasado 19 de marzo a las 11.11 horas. Sábado. Esa fecha y esa hora siguen marcadas, inmóviles, en el perfil de su número de teléfono desde hace quince días. Aquella mañana, Mariano García Calatayud, conocido como Mario en Ucrania, salió de su piso alquilado para manifestarse con sus amigos ucranianos contra la ocupación rusa en las calles de Jersón, la ciudad del sur del país, situada a orillas del Mar Negro. La protesta en la Plaza de la Libertad fue reprimida con dureza por los soldados, que apresaron a algunos de los manifestantes. Este jubilado valenciano de 74 años, pasional y comprometido con la causa ucraniana, fue uno de ellos. Desde entonces, ni su familia en España ni sus amigos y conocidos en Ucrania saben nada de él. Las tropas rusas han aplicado un inquietante apagón informativo sobre su estado y su paradero que alimenta los peores temores de sus allegados.

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