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PP y Cs ven en la unión la vía para recuperar Valencia, pero puede no ser suficiente
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SUS REPRESENTANTES YA SE HAN SENTADO

PP y Cs ven en la unión la vía para recuperar Valencia, pero puede no ser suficiente

Su coalición habría sumado con Vox y volcado mayorías con el resultado de autonómicas de 2019. Pero la fuga de unos pocos miles de votos lo cambia todo. La movilización es la clave

Foto: La presidenta del PPCV y el coordinador autonómico de Cs. (EFE)
La presidenta del PPCV y el coordinador autonómico de Cs. (EFE)

La derecha se mueve en la Comunidad Valenciana. Poco, pero se mueve. El mal resultado del Partido Popular y Ciudadanos en las elecciones al Parlament de Cataluña ha reabierto el debate en los cuarteles generales de los dos partidos sobre la conveniencia de sumar esfuerzos en próximas convocatorias electorales para recuperar posiciones y poder institucional. La absorción es la ambición poco disimulada en el caso de los populares, que ven a los naranjas como la competencia que ha pescado en su caladero de centro-derecha y ambicionan recuperar a sus antiguos votantes al tiempo que sufren la otra vía de agua abierta a su extrema derecha, la de Vox.

La cúpula de Ciudadanos, por contra, no cree en la fusión completa. Su líder, Inés Arrimadas, defiende la autonomía de la formación y califica como "cortina de humo" que el PP de Pablo Casado cargue sobre la fragmentación del electorado a la derecha del PSOE la responsabilidad de sus malos resultados.

Sea como sea, las ventanas del patio en común de los dos partidos se han abierto y sus lugartenientes y cuadros intermedios han comenzado a comunicarse y a lanzarse mensajes. La Comunidad Valenciana, un territorio que entre 1995 y 2015 fue un importante feudo del PP y donde Ciudadanos ha logrado penetrar a nivel autonómico y municipal con representación en casi todas las instituciones electas, no es ajena a esos movimientos.

Con los votos de abril de 2019, la suma de PP y Cs habría volcado la mayoría en las Cortes

La presidenta regional del PPCV, Isabel Bonig, y el coordinador autonómico naranja, Toni Cantó, ya se han sentado, si bien oficialmente el acercamiento busca explorar "estrategias conjuntas para debilitar" al Consell del Botànic que preside el socialista Ximo Puig con Mónica Oltra (Compromís) y Rubén Martínez Dalmau (Unidas Podemos) como vicepresidentes. De contactos para una posible fusión, por ahora, "no hay nada". "Además es salgo que no nos conviene airear, hay mucha gente del PP cabreada que se fue a Ciudadanos", explican fuentes populares valencianas sobre el complejo encaje orgánico de una posible fusión. "Está muy verde. Ahora influye mucho lo que ha pasado en Cataluña. Pero habrá que ver. Una fusión como tal parece imposible orgánicamente. Otra cosa es explorar coaliciones en el futuro", señala otro dirigente del partido conservador con base en Alicante.

Los dos partidos saben que el cambio de cromos a nivel regional estará supeditado a lo que decidan los 'jefes' en Madrid. Ambas formaciones, más aún Ciudadanos, son estructuras muy jerarquizadas y verticales, si bien la implantación territorial del PP obliga a los líderes nacionales a tener mucho más en cuenta las opiniones de sus dirigentes regionales.

En el caso de la Comunidad Valenciana, la fragmentación de voto en la derecha explica en gran parte la consolidación del Consell de izquierdas del Botànic. El PP pasó a partir de 2015 de ser la fuerza hegemónica en la autonomía a ceder el primer puesto al PSPV-PSOE en las autonómicas de abril de 2019. El bloque conservador se divide ahora en tres, con Vox acechando por la derecha. Diez escaños y 281.608 votos cosechó la formación de Santiago Abascal en su primera comparecencia a las Cortes valencianas.

Foto: ¿Debe Cs fusionarse con el PP? (Foto: Rocío Márquez)

Una simulación del reparto de diputados en la Cámara valenciana en el caso de la suma de papeletas de PP y Cs arroja un vuelvo en la composición de los bloques. Son los caprichos de la Ley d'Hondt. Con 40.000 votos menos que los partidos de izquierda, la derecha habría obtenido 51 escaños (tres más que por separado) y la mayoría absoluta frente a los 49 de PSPV+Compromís+Podemos. Los socialistas, con dos actas menos [una en Alicante y otra en Valencia], habrían sido los principales perjudicados. Los valencianistas habrían perdido una tercera por Castellón. E Isabel Bonig habría sido presidenta con Toni Cantó de vicepresidente, probablemente y con permiso de Vox.

Los valencianos nunca han votado a la Generalitat sin tener otra urna al lado. ¿Anticipadas en 2022?

Pero una cosa es proyectar sobre la Ley d'Hondt resultados de elecciones pasadas con combinaciones de candidaturas y otra muy distinta saber cómo reaccionaría el electorado en una nueva cita con las urnas y ofertas electorales diferentes. El clásico de que en política 2+2 no suman 4 no es una quimera. Los 'focus group' o análisis cualitativos elaborados por los populares tienen claramente detectado que la mayor parte de votantes de Ciudadanos son antiguos electores del PP decepcionados por el desgaste derivado de los casos de corrupción. ¿Volverían en caso de fusión o coalición de las dos marcas? ¿Cuántos? No está nada claro.

Esto es algo que sabe el barón socialista Ximo Puig. Sus acercamientos a Cantó a propósito de la negociación de los presupuestos autonómicos en otoño iban dirigidos claramente a pescar en aguas del votante más centrista de Ciudadanos, un partido que pasa por su momento más complicado. Es una de las obsesiones del 'president': ampliar la base del PSPV-PSOE por el centro a sabiendas de que su flanco izquierdo está muy competido con Compromís y Podemos disputándose el espacio.

"Está muy verde. Una fusión orgánica parece imposible. Habrá que ver en coalición", dice el PP

Un elemento clave en la distribución de escaños es el de la movilización. Las últimas autonómicas valencianas coincidieron con las elecciones generales del 28 de abril de 2019. Se celebraron en un contexto de alta polarización. La participación se situó en el 73,7% en la urna a las Cortes valencianas y en el 74,3% en la del Congreso. Apenas un mes después, en las municipales de mayo, la concurrencia se desplomó al 64,6%, casi diez puntos menos. La gran beneficiada fue la izquierda, que arrasó en la mayor parte de ayuntamientos valencianos.

El mejor ejemplo de esto es la ciudad de Valencia. Una traslación de generales, donde fue a votar el 78,2% del censo, situaba al bloque de la derecha en Gobierno municipal, con Ciudadanos por delante del PP. Pero todo esto cambió en la cita verdadera del 28 de mayo, cuando Compromís ganó las elecciones y pudo sumar con los socialistas pese a que Podemos se quedó fuera al no superar el listón del 3%. Ni siquiera la suma de PP+Cs habría volcado el ajustado reparto de concejales, con uno en favor del bloque progresista, según la simulación efectuada por El Confidencial. La participación había caído al 66,3%. La derecha, menos estimulada que en unas generales, se había quedado en casa.

Este fenómeno será clave para determinar que ocurriría en una nueva cita autonómica. Aunque el experimento del anticipo de abril de 2019 salió bien por los pelos, a Ximo Puig y al Botànic les interesa alejar la cita autonómica de las generales. La pregunta es si les conviene forzar los plazos para hacerla coincidir de nuevo con las municipales o lanzarse a una inédita convocatoria en solitario, quizás con un anticipo que coja a las derechas con el pie cambiado y reconfigurándose. Sería la primera vez que los valencianos votan a la Generalitat sin tener otra urna al lado. Habría que ver entonces cuál sería el nivel de participación del electorado y a quién beneficia. ¿Elecciones anticipadas en la Comunidad Valenciana en la primavera de 2022? Ya hay quien no lo descarta. Pero el botón rojo lo tiene Ximo Puig.

La derecha se mueve en la Comunidad Valenciana. Poco, pero se mueve. El mal resultado del Partido Popular y Ciudadanos en las elecciones al Parlament de Cataluña ha reabierto el debate en los cuarteles generales de los dos partidos sobre la conveniencia de sumar esfuerzos en próximas convocatorias electorales para recuperar posiciones y poder institucional. La absorción es la ambición poco disimulada en el caso de los populares, que ven a los naranjas como la competencia que ha pescado en su caladero de centro-derecha y ambicionan recuperar a sus antiguos votantes al tiempo que sufren la otra vía de agua abierta a su extrema derecha, la de Vox.

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