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Génova maniobra para controlar el PP valenciano y desata la tensión entre familias
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BARAJA CONGRESOS PROVINCIALES EN JULIO

Génova maniobra para controlar el PP valenciano y desata la tensión entre familias

García Egea promueve al presidente de la Diputación, Carlos Mazón, para presidir el partido en Alicante, pero no hay consenso para el liderazgo en Valencia. El relevo de Bonig, en el punto de mira

Foto: Fernando de Rosa, Belén Hoyo, Teodoro García Egea e Isabel Bonig, en Alzira, en 2019. (EFE)
Fernando de Rosa, Belén Hoyo, Teodoro García Egea e Isabel Bonig, en Alzira, en 2019. (EFE)
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La dirección nacional ha comenzado a mover ficha para reorganizar el Partido Popular en la Comunidad Valenciana, un territorio que llegó a gobernar de forma hegemónica durante dos décadas hasta que el desgaste y los casos de corrupción lo enviaron a la oposición en 2015. La formación de la gaviota ha ido perdiendo poder institucional desde entonces y apenas conserva un puñado de ayuntamientos y la Diputación de Alicante, último reducto de lo que antaño fue un fuerte bastión popular. La institución provincial está ahora presidida por Carlos Mazón, un antiguo zaplanista con excelentes relaciones con el secretario general, Teodoro García Egea, que aspira a tomar el control orgánico en su provincia y al que muchos en el partido creen con ambición de suceder al frente de la presidencia regional a Isabel Bonig, muy distanciada de Génova.

El presidente de la Diputación de Alicante depende institucionalmente de Ciudadanos, que ha llegado a coquetear con el PSOE un posible cambio de cromos para asaltar la única palanca de poder del PP en la autonomía. Para apuntalar su posición interna, Mazón quiere celebrar en el mes de julio un congreso para renovar y tomar el control de la dirección provincial alicantina, ahora manejada de forma provisional por el alcalde de Torrevieja, Eduardo Dolón, tras la dimisión el año pasado de José Císcar, un exconsejero de Francisco Camps que respaldó a Bonig y ahora ha optado por retirarse a una segunda línea.

El presidente de la Diputación, Carlos Mazón, se perfila como presidente provincial en Alicante, pero hay mucho menos consenso en Valencia

Mazón necesita reforzarse orgánicamente por lo que pueda pasar. Tanto para crecer como para soportar un hipotético, aunque ahora improbable, giro con sus socios naranjas. El problema para Génova es que difícilmente puede convocar el congreso alicantino sin hacer lo mismo con el de la provincia de Valencia, donde la organización está tutelada de forma provisional por una gestora desde 2017, cuando la ausencia de consensos bloqueó el relevo en la dirección y congeló los procesos para evitar una confrontación.

placeholder Esteban González Pons, María José Catalá y Pablo Casado. (EFE)
Esteban González Pons, María José Catalá y Pablo Casado. (EFE)

Con estos mimbres, la posibilidad de que se reanuden los congresos provinciales ha desatado las tensiones entre las familias populares, especialmente en Valencia, donde los apoyos están muy atomizados y se ve además con cierto recelo un posible asalto de Mazón a la presidencia autonómica. Vicente Betoret, diputado en el Congreso, expresidente provincial del PP de Valencia y también cercano a García Egea, ha comenzado a promover la candidatura de Vicente Mompó, alcalde de Gavarda, un pequeño pueblo de poco más de 1.000 habitantes. La alternativa de Betoret/Mompó genera rechazo en amplios sectores del partido. Muchos ven en la operación una pinza para tomar el control orgánico en la Comunidad Valenciana, con Carlos Mazón reforzado en Alicante de cara al congreso regional y un presidente provincial en Valencia alineado con sus intereses y sin excesiva voz propia.

Foto: Reunión de la junta directiva regional del PP de la Comunitat Valenciana.

Ante esta perspectiva, cuadros populares han comenzado a moverse para trasladar a la dirección nacional la conveniencia de buscar perfiles de mayor consenso.

El exdiputado nacional Juan Vicente Pérez es el único que había manifestado por ahora públicamente su deseo de asumir el liderazgo provincial y presentar candidatura. Se apoya en algunos ex altos cargos intermedios de los años dulces de poder institucional.

Al tiempo, diputados y senadores valencianos como Belén Hoyo o el que fue vicepresidente del Consejo General del Poder Judicial Fernando de Rosa, afines al líder nacional, Pablo Casado, apuestan a su vez por una presidencia provincial de transición y consensuada hasta el próximo congreso regional, previsto inicialmente en 2021, que permita reiniciar el trabajo de reconstrucción del partido desde los niveles municipales y comarcales y redefinir un mensaje de oposición al Consell del Botànic, que preside el socialista Ximo Puig en coalición con Compromís y Podemos. El propio De Rosa podría dar ese perfil, con 60 años y una carrera judicial y política ya curtida, de persona capaz de reiniciar la reconstrucción y preparar el terreno para quien finalmente asuma el reto de intentar asaltar el Palau de la Generalitat en 2023.

El exvicepresidente del CGPJ Fernando de Rosa es uno de los nombres que suenan para la presidencia en Valencia como hombre de transición

También la actual portavoz popular en el Ayuntamiento de Valencia, María José Catalá, es partidaria de celebrar un congreso provincial sin confrontación, y ha trasladado a la dirección nacional que no respaldará un proceso de elección sin garantías de evitar un choque entre los cuadros. Catalá es, junto a Mazón, otro de los nombres que siempre están en boca de los populares valencianos a la hora de enumerar posibles relevos de Bonig al liderazgo regional. 'Exconsellera' de Educación, apareció como gran promesa para tratar de recuperar para el PP el consistorio de la capital valenciana, pero se quedó a un concejal de quebrar la mayoría de izquierdas que lidera Joan Ribó (Compromís) en alianza con el PSPV-PSOE. Con 39 años y una amplia experiencia política, mantiene el crédito en su partido.

Por contra, la actual presidenta regional ha ido perdiendo apoyos internos. La 'exconsellera' y exalcaldesa de la Vall d'Uixó ni siquiera tiene el control sobre su provincia, Castellón, donde Miguel Barrachina, presidente provincial, también es cuestionado por los cuadros históricos del partido, como Vicente Aparisi o Marisol Linares. Pero Isabel Bonig todavía tiene cosas que decir. No duda en expresar en público y en privado su deseo de repetir como cartel autonómico y en concurrir a unas primarias internas para defender la plaza si tiene enfrente una alternativa en la próxima convención regional. De ahí que en el caso de que Pablo Casado opte por ejecutar un relevo, tendrá que ofrecerles una salida digna a ella y a parte de su equipo para evitar que el cambio sea traumático.

Las incógnitas sobre el futuro de Bonig estarán mucho más despejadas cuando se resuelvan los congresos provinciales, si es que finalmente se resuelven. Esa será la primera de las batallas que se avecinan en el PP de la Comunidad Valenciana. Paso a paso.

La dirección nacional ha comenzado a mover ficha para reorganizar el Partido Popular en la Comunidad Valenciana, un territorio que llegó a gobernar de forma hegemónica durante dos décadas hasta que el desgaste y los casos de corrupción lo enviaron a la oposición en 2015. La formación de la gaviota ha ido perdiendo poder institucional desde entonces y apenas conserva un puñado de ayuntamientos y la Diputación de Alicante, último reducto de lo que antaño fue un fuerte bastión popular. La institución provincial está ahora presidida por Carlos Mazón, un antiguo zaplanista con excelentes relaciones con el secretario general, Teodoro García Egea, que aspira a tomar el control orgánico en su provincia y al que muchos en el partido creen con ambición de suceder al frente de la presidencia regional a Isabel Bonig, muy distanciada de Génova.

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