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Bonig o Catalá: la batalla del 26-M en Valencia decidirá el liderazgo regional del PP
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PP y Ciudadanos quieren la alcaldía

Bonig o Catalá: la batalla del 26-M en Valencia decidirá el liderazgo regional del PP

Catalá (PP) cree tener a mano la ciudad de Valencia, trampolín para disputar la presidencia a Bonig. Pero el auge de Ciudadanos en autonómicas y la resistencia de Compromís complican el plan

Foto: La candidata del PP a la alcaldía de Valencia, María José Catalá, junto a Isabel Bonig (i). (EFE)
La candidata del PP a la alcaldía de Valencia, María José Catalá, junto a Isabel Bonig (i). (EFE)

Los resultados en las elecciones municipales de la ciudad de Valencia se perfilan como un hito clave para el futuro del liderazgo de la derecha en la Comunidad Valenciana. La nueva mayoría de izquierdas liderada por el PSPV-PSOE de Ximo Puig en la cita de las autonómicas, la irrupción de Vox en las Cortes Valencianas con diez escaños y la mejora del resultado de Ciudadanos con Toni Cantó han confirmado el importante corrimiento de tierras en la estructura electoral valenciana que tuvo un primer episodio hace cuatro años. El Partido Popular, antaño fuerza hegemónica en el territorio y coleccionista de mayorías absolutas de más del 50% de respaldo, ha pasado en ocho años a situarse por debajo del 20% [un 18,88% de los sufragios y doce escaños menos que en 2015] y un magro grupo parlamentario de apenas 19 parlamentarios.

Isabel Bonig confirmó en abril de 2017 su presidencia regional en el Partido Popular de la Comunidad Valenciana. Ungida a la búlgara por el 94,49% de los compromisarios en el XIV congreso autonómico celebrado en Valencia, con la entonces secretaria general María Dolores de Cospedal como maestra de ceremonias, la dirigente conservadora no está en teoría obligada a celebrar una nueva convención para renovar la dirección de la formación de la gaviota hasta dentro de dos años. Su intención, tras el desastroso resultado del PP del pasado domingo, es pelear una segunda oportunidad para recuperar la Generalitat. La dimisión o renuncia no está en su hoja de ruta. Así lo manifestó en una entrevista con El Confidencial en plena campaña. Si Pablo Casado sigue, ella se cree con derecho a hacerlo también.

Pese al incremento de participación hasta el 78%, la izquierda no logró reunir más votos en las autonómicas que hace cuatro años en municipales

Pero una cosa es querer y otra es poder. Pese al deseo de Bonig y su equipo, la batalla por el liderazgo regional de los populares valencianos podría reactivarse en menos de un mes. El próximo 26 de mayo se juega una segunda vuelta en la que los conservadores tienen puestas muchas esperanzas para recuperar algunas posiciones. Las municipales ponen en suerte los gobiernos de las principales ciudades españolas. Madrid y Valencia están el radar. La capital de España, la tercera ciudad en población del país y otras capitales de provincia como Alicante serían trofeos que ayudarían a inyectar algo de autoestima y a fabricar nuevas referencias políticas e institucionales.

placeholder El alcalde de Valencia y candidato de Compromís a la reelección, Joan Ribó. (EFE)
El alcalde de Valencia y candidato de Compromís a la reelección, Joan Ribó. (EFE)

Hasta la fecha, los sondeos daban opciones al PP de apuntarse estas plazas, pero los resultados de generales y, en particular, de autonómicas en la Comunidad Valenciana han hecho saltar las alarmas. Ciudadanos crece y ha cosechado más votos que los populares para situarse como tercera fuerza en Valencia, por detrás de Compromís y PSOE, y como segunda opción más votada en Alicante, después de los socialistas. Pese a no ser ganadores, la irrupción de Vox daría la suma y convertiría a los candidatos de la formación naranja, Fernando Giner y Mari Carmen Sánchez, en alcaldes en caso de un pacto a tres a la derecha y de repetirse la correlación de fuerzas.

Nadie en el PP duda de que si María José Catalá logra la alcaldía de Valencia disputará el liderazgo del PP regional a Isabel Bonig

Un cambio político en Valencia, capital de la Comunidad Valenciana, sin duda contribuiría a despejar de verdad cuál de los dos partidos, PP o Ciudadanos, toma ventaja como alternativa opositora al nuevo Consell del Botànic en la Generalitat. La posibilidad de que Joan Ribó (Compromís) desaloje el despacho de la alcaldía no es una ensoñación conservadora. El bloque de Cs, PP y Vox cosechó el domingo 216.895 votos frente a las 214.613 papeletas de la izquierda en un escenario de altísima participación, el 78% en las autonómicas. Una proyección de estos resultados al Ayuntamiento asigna 17 concejales al primer tripartito frente a los 16 ediles del actual Govern de la Nau.

Una repetición de los resultados del 28-A permitiría a Ciudadanos alcanzar una plaza institucional de primera división y dejaría en un segundo plano a una de las aspirantes más prometedoras del PP, su candidata municipal, María José Catalá. Los populares creen que una parte importante del voto fugado a Vox podría regresar a la disciplina popular el 26 de mayo. La formación de extrema derecha, escasa de cuadros y referentes con ascendencia, ha situado a un candidato muy desconocido para la sociedad valenciana, el abogado y vicesecretario de Vox en la provincia de Valencia, José Gosálbez. También Fernando Giner está por debajo de las valoraciones de Catalá en los sondeos, por lo que no es descartable una redistribución de apoyos en la urna municipal.

Si es Fernando Giner quien obtiene la vara de mando, Ciudadanos se confirmará como oposición del centro-derecha frente al Botànic de izquierdas

Si Catalá lograse escalar hasta la alcaldía de Valencia, muy pocos en el PP dudan de que sería un primer paso para tomar el control de la organización a nivel regional. Bonig tuvo que aceptarla como número seis de su lista autonómica, por lo que la joven dirigente conservadora tendrá escaño en las Cortes Valencianas y plataforma para medirse con los adversarios Ximo Puig y Mónica Oltra y con los competidores de su mismo espacio electoral, Toni Cantó y José María Llanos (Vox), que se estrenan en la Cámara cuando se constituya el próximo 16 de mayo.

Sin embargo, todo este cuento de la lechera que ahora mismo alimenta las expectativas tanto de PP como de Ciudadanos podría pincharse como un globo si, como ocurrió en 2015, la participación cae a cifras menos extraordinarias (72% en las locales de hace cuatro años). No en balde, con 214.613 votos, el domingo pasado Compromís, PSPV-PSOE y Podemos con Esquerra Unida fueron capaces de fidelizar casi todos los votantes obtenidos hace cuatro años (216.018). El 28-A fue la derecha la que movilizó más papeletas, al sumar 216.895 sufragios (45.308 más). Una movilización que, a la vista de la victoria del PSOE de Pedro Sánchez y la renovación de la mayoría del Botànic el 28 de abril, podría no repetirse si los electores conservadores llegan a la conclusión de que su esfuerzo no tiene recompensa y deciden quedarse en casa.

En el sostenimiento de esa movilización y en captar votantes progresistas descontentos con la gestión de Joan Ribó tiene sus esperanzas puestas la joven candidata socialista Sandra Gómez, que este sábado presentaba su lema de campaña 'Aire Fresco' con el objetivo de pelear por la primera plaza y aspirar a ser alcaldesa. Gómez juega con el handicap de, incluso con la notable afluencia de electores socialistas a las urnas el domingo 28 en las autonómicas, su formación quedó por debajo de Compromís. Es un síntoma de que la formación de Mónica Oltra ha logrado consolidarse en la ciudad, uno de sus retos pendientes hasta hace apenas unos años.

Los resultados en las elecciones municipales de la ciudad de Valencia se perfilan como un hito clave para el futuro del liderazgo de la derecha en la Comunidad Valenciana. La nueva mayoría de izquierdas liderada por el PSPV-PSOE de Ximo Puig en la cita de las autonómicas, la irrupción de Vox en las Cortes Valencianas con diez escaños y la mejora del resultado de Ciudadanos con Toni Cantó han confirmado el importante corrimiento de tierras en la estructura electoral valenciana que tuvo un primer episodio hace cuatro años. El Partido Popular, antaño fuerza hegemónica en el territorio y coleccionista de mayorías absolutas de más del 50% de respaldo, ha pasado en ocho años a situarse por debajo del 20% [un 18,88% de los sufragios y doce escaños menos que en 2015] y un magro grupo parlamentario de apenas 19 parlamentarios.

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