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Rebelión en el campo valenciano contra la naranja de Sudáfrica: "Nos está arruinando"
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pérdidas millonarias en el sector citrícola

Rebelión en el campo valenciano contra la naranja de Sudáfrica: "Nos está arruinando"

La sobreproducción, el crecimiento de las importaciones sudafricanas y la presión de una gran distribución cada vez más concentrada ahogan un sector caracterizado por el minifundio familiar

Foto: Protesta de agricultores frente a la Conselleria de Agricultura. (AVA)
Protesta de agricultores frente a la Conselleria de Agricultura. (AVA)

El campo valenciano, como del gran parte de la costa mediterránea, es una rara avis en el sector primario español, continental y, casi podría decirse, del grueso de los países avanzados. Se nutre en buena parte de pequeñas explotaciones o minifundios familiares que agrupan sus cosechas en cooperativas o sirven a almacenistas mayoristas, responsables de negociar con el comprador final. El modelo es especialmente paradigmático en el caso del cultivo de cítricos, con cerca de 60.000 productores (100.000 en toda España), muchos de ellos no profesionales o que tienen otras vías de generación de ingresos. Existen los grandes productores, pero el pequeño mantiene una importante cuota de mercado.

La atomización de la propiedad, una ventaja en la distribución de rentas en comparación con los grandes latifundios, tiene como contrapartida escasa capacidad de negociación de precios y menos eficiencia a la hora de controlar los costes, lo que hace al sector especialmente vulnerable cuando vienen mal dadas. Esto es exactamente lo que ha ocurrido en el arranque de la temporada citrícola en la Comunidad Valenciana, segunda actividad exportadora de la autonomía tras el automóvil y complemento de riqueza para miles de familias.

"Ha sido una tormenta perfecta. Se ha generado un clima comercial adverso en el que el que sale perjudicado es el agricultor", dicen desde AVA

A un incremento de la producción del 21% con respecto al año pasado y la presencia cada vez mayor de la competencia de países de la ribera sur como Marruecos, Egipto o Turquía, con los que la Unión Europea tiene acuerdo preferenciales, se ha sumado una menor demanda por factores climáticos, con temperaturas más moderadas en el continente, y el fenómeno creciente de la entrada de mandarinas de Sudáfrica.

placeholder Mandarinas de la variedad patentada Nadorcott
Mandarinas de la variedad patentada Nadorcott

Situada en el hemisferio contrario, como ocurre con otros productores como Argentina, el país africano nutre al mercado europeo y español durante los meses de verano, pero su apuesta por variedades tardías con patentes como Nadorcott o Tango ha producido un efecto de solapamiento con las primeras mandarinas españolas que ha terminado por hundir los precios a niveles en los que la rentabilidad de muchas de estas pequeñas explotaciones ha quedado comprometida. Las asociaciones del sector estiman en 163 millones las pérdidas acumuladas en la presente campaña.

Foto: Carrefour y Tesco cuentan con filiales en España que realizan compras millonarias en frutas y hortalizas.

La semana pasada, 2.000 agricultores afiliados a las principales asociaciones del sector se manifestaron frente a las puertas de la Conselleria de Agricultura en Valencia para exigir soluciones a la Generalitat, al Gobierno central y la Comisión Europea. Este martes, en una treintena de municipios valencianos, plataformas de productores se concentraron con el mismo objetivo. Reclaman la retirada por parte del Gobierno de 250.000 toneladas de producción, nuevas medidas fiscales de respaldo a las explotaciones, una reforma de la PAC y una mayor vigilancia de las autoridades españolas sobre las decisiones que se adoptan en el ámbito comunitario. Entre otras propuestas, exigen además que se activen las cláusulas de salvaguarda para frenar el impacto del acuerdo comercial con Sudáfrica.

La presión de los agricultores ha llevado al Gobierno y la Generalitat a mover ficha. La semana pasada, la 'consellera' de Agricultura, Elena Cebrián, arrancó el compromiso al ministro del ramo, Luis Planas, de buscar ayudas para transformar 200.000 toneladas del mercado fresco en zumo y de elevar a Bruselas la petición de activación de la cláusula de salvaguarda del acuerdo comercial con Sudáfrica. La respuesta del Ejecutivo de Pedro Sánchez, sin embargo, ha sido ambigua. Ha activado un plan para retirar 50.000 toneladas, pero no cree que pueda activarse de forma inminente o automatica la suspensión temporal del pacto comercial.

La ministra de Economía, Nadia Calviño, recordó este jueves al portavoz de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, que las cifras que el Gobierno maneja hasta ahora "no permiten inferir un aumento de las importaciones de cítricos de Sudáfrica tan espectacular que pueda estar causando los daños como para solicitar a la Comisión Europea la introducción de contingentes arancelarios u otras medidas". La activación de la cláusula de salvaguarda está justificada por el artículo 34 del Acuerdo de Asociación en cantidades que causan un grave perjuicio a los mercados de productos agrícolas europeos, algo que el sector valenciano cree que ya se está produciendo.

Poco más de una decena de grandes de la distribución marca los precios del grueso de la producción española para toda Europa

La tendencia es que la competencia sudafricana, que hace tres años renovó con la Unión Europea un acuerdo comercial de cítricos que prácticamente la libera de aranceles, vaya a más en los próximos años. Los grandes latifundistas, muchos de ellos afrikáners descendientes de los agricultores blancos holandeses que colonizaron el país, han incrementado exponencialmente la plantación de las variedades tardías. Solo entre 2002 y 2017, los plantones de Nadorcott o Tango han crecido un 218% al pasar de un millón a 3,65 millones, según datos que maneja de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA).

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Naranjos

"Ha sido una tormenta perfecta. Se ha generado un clima comercial adverso en el que el que sale perjudicado es el agricultor, que no tiene ninguna capacidad de negociación", señala Sergio Carbó, portavoz de AVA-Asaja y periodista especializado en el sector.

Llueve sobre mojado. La escasa rentabilidad de muchas explotaciones está derivando en un abandono progresivo de tierras. Según datos del Ministerio de Agricultura entre 2008 y 2017 se han perdido casi 30.000 hectáreas de cítricos, un descenso del 15%.

El modelo de formación de precios está expulsando a los productores menos profesionalizados y las pequeñas explotaciones familiares, que no pueden soportar las condiciones que marca la gran distribución. Un pequeño grupo de poco más de diez compradores finales dicta los precios campaña tras campaña. Mercadona, Carrefour (Socomo), Alcampo, Lidl, Aldi, Tesco, Casino o Consum copan el grueso de la distribución no solamente en España, sino también en Europa en un sistema en el que ocupan la parte de la pirámide. El siguiente escalón lo forman los grandes almacenistas y mayoristas, entre 500 y 600 en el país, con firmas como Antonio Muñoz, Martinavarro, Anecoop o Cañamás a la cabeza. Estos almacenistas ejercen de mediadores comerciales y se encargan de recoger, seleccionar, clasificar y, en su caso, empaquetar el producto que se ofrece en los lineales del súper. Cuentan cada vez con más hectáreas de producción propia, pero siguen comprando una parte importante del género a los minifundistas.

El Gobierno se ha comprometido a solicitar en Bruselas que se aplique la clásula de salvaguarda del acuerdo comercial con Sudáfrica

Al ser bastantes pero manejar cifras de producción notables es habitual que los grandes distribuidores acaben encontrando almacenistas que acepten sus precios, si bien Carbó señala que en los últimos ejercicios los responsables de las compras han empezado a ser conscientes de que puede ser peor que comiencen a desaparecer más todavía las explotaciones. "Hay que tener en cuenta que tenemos un sector que es capaz de poner un camión de naranjas de gran calidad, enceradas y bien clasificadas en Varsovia en menos de 48 horas. Esto no pueden hacerlo ni Egipto ni Turquía y sigue siendo una gran ventaja competitiva", dice el portavoz de AVA.

"A mi juicio, la cuestión dramática es el modelo de sector primario hacia el que vamos. Está claro que la agricultura no va desaparecer. Pero en el Mediterráneo tenemos un modelo milenario que viene de Roma y es un privilegio: la empresa familiar agraria. Es un modelo que ha generado riqueza cuando las cosas han ido bien, que se complementa con otros negocios familiares y locales y que permite repartir la riqueza", señala el portavoz de AVA. Y añade: "Los grandes van haciendo camino y esa estructura tan arraigada en nuestros pueblos, con una economía diversificada está en riesgo. De lo contrario iremos a un país de camareros a asalariados del campo. No hay que subestimar lo que supone en términos de generación de riqueza la empresa agraria familiar", reflexiona.

El campo valenciano, como del gran parte de la costa mediterránea, es una rara avis en el sector primario español, continental y, casi podría decirse, del grueso de los países avanzados. Se nutre en buena parte de pequeñas explotaciones o minifundios familiares que agrupan sus cosechas en cooperativas o sirven a almacenistas mayoristas, responsables de negociar con el comprador final. El modelo es especialmente paradigmático en el caso del cultivo de cítricos, con cerca de 60.000 productores (100.000 en toda España), muchos de ellos no profesionales o que tienen otras vías de generación de ingresos. Existen los grandes productores, pero el pequeño mantiene una importante cuota de mercado.

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