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Sin mano de obra para vendimiar: así fletan autobuses de Bulgaria a Castilla y León
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más superficie y menos gente

Sin mano de obra para vendimiar: así fletan autobuses de Bulgaria a Castilla y León

La vendimia se junta con la recogida de patatas y la siembra de ajos en zonas como Peñafiel. Los agricultores recurren a ETTs para buscar trabajadores en Bulgaria, Senegal o Marruecos

Foto: Los agricultores españoles contratan a búlgaros, senegaleses o marroquíes a través de ETTs. (David García)
Los agricultores españoles contratan a búlgaros, senegaleses o marroquíes a través de ETTs. (David García)

Georgi Zdravkov dirige una ETT en Campaspero (Valladolid), donde hace negocios con agricultores que necesitan mano de obra para cultivar sus tierras. La tarea no es tan fácil como parece, pues desde hace años se ve obligado a buscar trabajadores fuera de nuestro país. “Cuando España estaba en crisis, los residentes estaban dispuestos a trabajar en el campo porque no tenían empleo”, relata este empresario nacido en Bulgaria y afincado en este pueblo de unos 1.000 habitantes desde 2003.

Ahora es difícil encontrarse con españoles recogiendo patatas o sembrando ajos en las tierras de Castilla y León. La mejora de la situación económica y el éxodo rural obliga a los propietarios de las tierras a recurrir a intermediarios como Georgi, con buenos contactos en Europa del Este: este año ha fletado varios autobuses desde Bulgaria y cuenta con una plantilla de unas 120 personas cada año, que van rotando en función de las necesidades de los clientes. “Dos meses antes de la vendimia, calculo cuántos trabajadores necesitan los agricultores españoles y empiezo a organizar el viaje. Los que no tienen papeles deben venir antes” para regularizar su situación, explica a este periódico.

Foto: Ninguna empresa vitivinícola tiene intención de compartir su negocio con inversores foráneos por el momento.

La ETT sufraga los gastos de transporte -unos 3.500 euros por autobús, con capacidad para una veintena- y adelanta una cantidad de dinero a los trabajadores para que tengan techo y comida al llegar a nuestro país. Los búlgaros, rumanos, senegaleses o marroquíes cubren esa falta de mano de obra durante septiembre, octubre y noviembre, meses críticos para el campo español. Máxime este año, pues las lluvias anticipan buenas cosechas y la superficie sembrada nunca fue tan amplia. "A eso se suman los retrasos en la vendimia. Se están solapando unos cultivos con otros”, advierte Alejandro García-Gasco, responsable de vino en la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA).

David no encuentra mano de obra para sembrar ajos y se ha pasado a las máquinas, muy a su pesar

En efecto, la vendimia coincide con la recogida de patatas en octubre y con la siembra de ajos a principios de noviembre en Castilla y León. David García García lo sabe bien. Este agricultor vallisoletano no encuentra gente para trabajar los ajos y ha tenido que invertir en maquinaria, pese a que prefiere la primera técnica. “La siembra manual hace que la raíz agarre bien y crezcan más fuertes, sanos, gordos… Pero el trabajo es muy duro y la vendimia se paga mejor. No hay tantos jornaleros disponibles”, explica.

Tampoco hay mano de obra en Albacete, donde los agricultores están mecanizando los procesos para sortear ese problema y ahorrar costes. “Una hectárea de vendimia se hace en una hora con una máquina. Con temporeros necesitas mucho más tiempo”, sostiene Joaquín Vizcaíno, responsable del sector vitivinícola en la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). La mayoría de los trabajadores del campo en Castilla-La Mancha son extranjeros, al igual que en Castilla y León. No ocurre lo mismo en Andalucía, donde un tercio es de la zona de acuerdo con las estimaciones de COAG.

placeholder La vendimia se solapa con las patatas y los ajos en Campaspero. (David García)
La vendimia se solapa con las patatas y los ajos en Campaspero. (David García)

¿Cuánto cobran los jornaleros?

Es difícil comprobar cuánto están cobrando realmente las personas contratadas para vendimiar, recoger patatas o sembrar ajos en España. Para empezar, la economía sumergida y la elusión fiscal son prácticas habituales en un sector donde algunos empresarios sin escrúpulos se aprovechan de los jornaleros recién llegados de Bulgaria o Rumanía. “Como no hablan castellano ni conocen la cultura española, hay quien les estafa o les paga menos de lo que corresponde. A veces se corre la voz en su país de origen, se asustan y no quieren venir más”, cuenta Georgi.

[Lea aquí: Los sobres de la gente de a pie]

Según este empresario, los jornaleros cobran un mínimo de 40 euros por ocho horas de recogida de patatas, si bien puede duplicarse hasta los 80 euros en función de la productividad. “Es más difícil si el terreno tiene obstáculos, las patatas están picadas o tienen enfermedades. Requiere más tiempo”. El salario aumenta a los 55-60 euros por jornal en el caso de la vendimia, una cantidad que coincide con las cifras aportadas por COAG. “Todos los convenios provinciales agrarios están por encima del SMI”. Otra cosa es que se respeten.

¿Qué otros factores influyen en la escasez de personal? “Los amigos, familiares o estudiantes siempre solían echar una mano en la vendimia para sacarse un dinerillo, pero esa cultura se está perdiendo entre los jóvenes”, señala Vizcaíno. Otras fuentes apuntan a los salarios de otros países como Francia, más elevados que los españoles. La consejera de Agricultura y Ganadería y portavoz de la Junta de Castilla y León, Milagros Marcos, fue una de las primeras en advertir de los problemas para encontrar mano de obra en el campo este año.

Georgi Zdravkov dirige una ETT en Campaspero (Valladolid), donde hace negocios con agricultores que necesitan mano de obra para cultivar sus tierras. La tarea no es tan fácil como parece, pues desde hace años se ve obligado a buscar trabajadores fuera de nuestro país. “Cuando España estaba en crisis, los residentes estaban dispuestos a trabajar en el campo porque no tenían empleo”, relata este empresario nacido en Bulgaria y afincado en este pueblo de unos 1.000 habitantes desde 2003.

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