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La última cruzada de los historiadores del independentismo para confrontar con Aragón
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POLÉMICA POR EL MONASTERIO

La última cruzada de los historiadores del independentismo para confrontar con Aragón

El litigio en los tribunales por las obras de arte expoliadas a Sijena (Huesca) deriva hacia un conflicto político promovido por el sector más intransigente del soberanismo

Foto: La entrada al Monasterio de Sijena. (Cedida)
La entrada al Monasterio de Sijena. (Cedida)
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Los historiadores fake catalanes han emprendido una cruzada contra los tribunales porque obligan a la diócesis de Lleida y a la Generalitat de Cataluña a devolver al monasterio de Sijena, en Aragón, las obras de arte que se había llevado hace años. El conflicto, más allá de la polémica, ha generado también un choque político entre las administraciones que va a más y amenaza con enquistarse todavía más tras décadas de litigios.

El episodio comienza hace décadas, pero no es hasta 1995 cuando se anuncia la intención de reclamar las más de 100 obras que se habían llevado subrepticiamente a Cataluña. Entre las piezas, estaban la tumba de Isabel de Aragón, la de Beatriz Cornel, multitud de pinturas, puertas policromadas, una caja fuerte de hierro, palmatorias de plata, relicarios, libros, escudos, baldosas y documentos varios. En 2021, el Supremo anuló las ventas de 97 piezas del tesoro artístico a la Generalitat y al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Un juez de Huesca hizo también que se devolviesen en 2017 piezas que había en el Museo Diocesano de Lleida.

Los servicios jurídicos de la Generalitat habían planteado un conflicto positivo de competencias ante el Constitucional. La Generalitat compró en 1997 a las hermanas de la Orden de Malta piezas por valor de unos 70 millones de pesetas (unos 420.000 euros), pero poco después se dictó que el Gobierno de Aragón tenía derecho de retracto.

Por esta causa, están acusados de desobediencia los exconsejeros de Cultura Lluís Puig, fugado en Bélgica, y Santi Vila. Al primero, el independentismo le pagó todo su proceso y lo avaló. El segundo, considerado un traidor por rechazar la unilateralidad del soberanismo radical, tuvo que hipotecar su casa para hacer frente a las reclamaciones de responsabilidad civil.

Foto: Las pinturas del monasterio de Sijena, expuestas en el MNAC. (David Brunat)

Tras la petición de las instituciones aragonesas, en 1998 fue el Ayuntamiento de Sijena el que pidió la devolución de su patrimonio histórico-artístico. Ese mismo año, el Nuncio Apostólico en España, Lajos Kada, ordenó devolver las obras, pero el Obispado leridano se opuso, interponiendo recurso ante la Santa Sede. El Vaticano rechazó las tesis del Obispado y la situación se pudrió.

El año pasado, el Museo de Lleida organizó una exposición bajo el lema Expolio, en la que acusaba poco menos a los aragoneses de expoliarles las obras de arte. Allí presentaron obras con títulos significativos, como San Martín secuestrado, La aberración, Lérida ultrajada, Virgen del Expolio o El complot. En Aragón, las críticas arreciaron y denunciaron que las autoridades catalanas sólo perseguían "fomentar el odio, el rencor y la división entre comunidades hermanas. Lo vienen haciendo desde hace décadas, reescribiendo la historia según sus intereses políticos y elaborando falsos mitos que sus medios repiten sin cesar".

Reescribir la historia

Esas reinvenciones de la historia vuelven ahora por sus fueros y desde el Institut Nova Història (INH), el mismo que abona las teorías más peregrinas sobre la presunta catalanidad de personajes históricos como Miguel de Cervantes, Francisco Pizarro, Cristóbal Colón, Leonardo da Vinci o William Shakespeare o sobre estrambóticos imperios y falsificaciones históricas para silenciar a los catalanes, se ha puesto en marcha una intensa campaña publicitando los posicionamientos de presuntos estudiosos contrarios a la devolución de las obras de arte expoliadas a Aragón.

Hace apenas un mes, el INH publicaba unas declaraciones de Albert Velasco, que acaba de publicar el libro En busca de la obra perdida. Eso da pie a una entrevista en el portal del INH en el que Velasco, exconservador del Museo de Lleida, asegura que la devolución de las obras a su legítimo dueño es fruto de "una operación de anticatalanismo furibundo". Para explicar su parecer, asegura que hay piezas de Sijena en otras partes, como el Museo de Huesca, el del Prado, el Arqueológico o el de Escultura de Valladolid y no se ha pedido su devolución. "Es muy curioso, porque uno de los argumentos utilizados para justificar toda esta reclamación de piezas conservadas en territorio catalán es que quieren recuperar el esplendor original del monasterio. Me parece correcto, por tanto se debería hacer lo mismo con las muchas piezas repartidas entre otros museos. Pero está claro que no lo hacen ni lo harán". Claro que obvia que nadie se hizo con centenares de piezas, como sí hicieron las instituciones de Cataluña.

Velasco era conservador del museo el 11 de diciembre de 2017, cuando la Guardia Civil, por orden judicial, se llevó 44 piezas a Aragón. "Fue el peor día de mi vida. La sensación de aquel día fue de ultraje, de robo, de violación de nuestra intimidad (…) fue un dolor tremendo, un dolor emocional, pero también académico". Reconoce que el Supremo sentenció que los bienes de Sijena eran del monasterio de esa localidad porque la priora de Valldoreix no estaba autorizada para venderlos y no avisaron a Roma, al registro de congregaciones religiosas. En suma, todo se hizo bajo mano y en el más absoluto oscurantismo. “Todo pasó porque no se envió este papelito a Roma”, se queja el exconservador. Pero por ese negocio redondo, se expoliaba un patrimonio millonario a cambio de unas cuantas migajas (una sola pieza subastada hace años en Italia acabó llegando al Museo de Dallas por medio millón de euros).

Foto: 'Corpus de Sang' retrata la revuelta de segadores de 1640. (Wikimedia Commons)

Velasco no se atreve a decir que el Museo de Lleida ha sido expoliado. "Según el diccionario, el expolio es la acción de desposeer a alguien de algún bien que le pertenece. En este caso, había una sentencia judicial que se había de cumplir y que decía que no te pertenecía. Desde un punto de vista estricto, no te permite usar la palabra expolio. Desde un punto de vista no tan estricto, creo que sí se puede utilizar esta palabra, porque los tribunales lo aprovecharon para que esas piezas fueran ahí. Al final, se agarraron al primer hierro candente, entraron por la primera rendija que pudieron para argumentar que las piezas pudieran volver allá".

Un relato espantoso

El INH ha publicado también este mes de diciembre las teorías del catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Lleida, Flocel Sabaté, posicionado en contra de la devolución del patrimonio aragonés. “No entendemos que la Guardia Civil hubiese entrado de noche en un museo para trasladas unas obras a sólo 65 kilómetros y, además, a un lugar que no es ni un museo, sino un monasterio privado”. Claro que era el monasterio privado del que habían sido expoliadas. “Fueron 80 guardias civiles vestidos con ropa de asalto, con la metralleta en mano y a paso militar entrando en un museo, es decir, una escenografía intimidatoria”.

Sabaté asegura que "el nuevo paradigma es problematizar las relaciones con Cataluña y así crear una identidad de Aragón que no existía". También afirma que "desde el punto de vista es absurdo y si alguien ha sido colonizado somos nosotros en el sentido de cómo se ha reescrito la historia de manera sistemática desde el siglo XIX". Asegura que nunca existió Aragón como monarquía "y si se le llamaba así es por el nombre de la dinastía, como hay la dinastía de los Anjou o la dinastía de los Borbones.

Foto: Una protesta a favor del independentismo catalán en Escocia. (EFE/Ian Georgenson)

Toda la formación de esta dinastía se basa, sobre todo, porque le da más prestigio, en la cultura catalana. Los reyes son catalanes. La expansión mediterránea se hace en catalán. En todos los sitios son conocidos como catalanes. Esta es la historia y nos la han borrado". Y sentencia, para redondear su discurso, que “el asalto al Museo de Lleida lo autoriza un juez de primera instancia que sólo hacía un mes que había asumido el cargo”.

El historiador Lluis Roldán ya había sentado las bases, hace dos años, de que la sentencia sobre el litigio "puede ser interpretada como un agravio del Estado español hacia Cataluña" y abonaba la teoría de que todo se debe a un conflicto profundamente político. "Si sobrevolamos sobre el conflicto judicial y observamos los movimientos que se ha producido en su entorno, nos damos cuenta de que este caso forma parte de una operación organizada por el Estado español con el objetivo de borrar a la nación catalana de la historia de España eliminando, en el caso que nos ocupa, el pasado medieval de la Corona Catalano-aragonesa", dice Pascual en un informe publicado por el INH.

Relato reelaborado políticamente

El historiador afirma que el hecho de que el pleito se haya transformado en un punto de confrontación entre Cataluña y Aragón "no es casual. La demanda inicial, impulsada por las instituciones aragonesas, ha acabado transformándose en un áspero litigio judicial que ha sido reelaborado políticamente. La demanda aragonesa se ha sustentado en un relato histórico falseado sobre la propiedad de unas obras de arte que, sin la intervención catalana por su conservación, actualmente no existirían o estarían en manos privadas". Pascual relata que el primitivo recurso de tanteo y retracto derivó en un litigio judicial contra la Generalitat, el MNAC y el Museo Diocesano de Lleida

El desquiciante relato de este historiador del INH hace aparecer a la Guardia Civil como "la institución armada del ejército". Según su informe, "desde el poder militar, actuó la Guardia Civil. Su entrada en el Museo Diocesano de Lleida no tiene precedentes en España desde la Transición y no encontramos en Europa, después de la Segunda Guerra Mundial, una situación similar". y achaca las sentencias favorables a Aragón (obviando que incluso la Santa Sede se ha pronunciado de ese modo) a una operación "para retirar las obras de arte de los museos catalanes y llevarlos precipitada y forzadamente a Aragón".

Foto: Un grupo de independentistas en Girona. (EFE/Quique García)

Además, acusa a las instituciones aragonesas de actuar "con un discurso ultranacionalista de nueva creación utilizando un relato histórico que se ha demostrado falso y basado en la catalanofobia para ganarse a la opinión pública". También afirma: "La dinámica de exaltación nacionalista en la que se encuentra inmerso actualmente el gobierno aragonés [en ese momento era presidente Javier Lambán] necesita reencontrar los orígenes fundacionales que perdió en el Compromiso de Caspe del siglo XV, cuando se alineó con Castilla y prohibió su posicionamiento con la Corona Catalano-aragonesa. Desde entonces, ha permanecido en la historia sin aspiraciones nacionales". No deja de ser curioso que un independentista radical acuse de una reclamación jurídica con suficientes fundamentos (como lo demuestran las sentencias) al nacionalismo de sus rivales.

De momento, 53 obras de arte de la Generalitat que estaban en el MNAC ya han sido devueltas, lo mismo que las 44 que estaban en el Museo Diocesano de Lleida. Pero las pinturas murales depositadas también en el MNAC aún están en Cataluña pese a las sentencias ordenando su devolución. La polémica sigue. El independentismo ultramontano ha hecho bandera de una causa que ha perdido ante los tribunales y ante la opinión pública y ha intentado dar la vuelta a la tortilla haciendo ver que el expolio es quitar a Cataluña las obras de arte conseguidas subrepticiamente y que significó despojar a una comarca aragonesa de su patrimonio histórico-artístico por la vía de los hechos consumados.

Los historiadores fake catalanes han emprendido una cruzada contra los tribunales porque obligan a la diócesis de Lleida y a la Generalitat de Cataluña a devolver al monasterio de Sijena, en Aragón, las obras de arte que se había llevado hace años. El conflicto, más allá de la polémica, ha generado también un choque político entre las administraciones que va a más y amenaza con enquistarse todavía más tras décadas de litigios.

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