Una quincena de 'mossos' en activo cuidaba clandestinamente de Puigdemont en Waterloo
Pedían bajas, días libres o vacaciones, se alojaban en la mansión de Waterloo y tenían prohibido salir de la casa para evitar ser fotografiados durante su estancia
El expresidente del Gobierno catalán Carles Puigdemont ha tenido hasta una quincena de agentes clandestinos de los Mossos d’Esquadra que, rotatoriamente, le han dado protección durante su fuga. Así lo creen fuentes de los servicios de información del Estado, que han estado controlando a distancia los dispositivos con los que se movía el fugado. Este jueves, declara en la Audiencia Provincial de Barcelona el sargento Lluís Escolà, que presuntamente fue el coordinador de su seguridad desde el primer momento y, según la Fiscalía, quien le ayudó a escapar de España burlando los controles oficiales. Pero al margen de Escolà, según información a la que ha tenido acceso El Confidencial, había un auténtico pelotón de agentes en activo que visitaban con frecuencia el palacete de Waterloo en que Puigdemont sentó sus reales.
Escolà está siendo juzgado junto al exconsejero de Interior Miquel Buch, quien supuestamente contrató al sargento como asesor para permitirle dar auxilio al fugado en Bélgica. Este jueves, Escolà y Buch serán interrogados en el transcurso del juicio que se realiza en su contra, antes de que las partes presenten sus alegatos finales. La Fiscalía afirma que de los 224 días que Escolà fue asesor de Buch, 103 días estuvo fuera de España, siguiendo los pasos de Puigdemont por medio mundo para garantizar su seguridad clandestinamente. Otros 101 días estuvo dentro de territorio español y de 20 días se desconoce su paradero. La Fiscalía pide seis años de cárcel para el exconsejero y cuatro para el sargento, además de 27 y 15 años de inhabilitación respectivamente.
Durante el desarrollo del juicio, que comenzó el 28 de junio y celebró sesión hasta el día 30 del mismo mes, Puigdemont aseguró, vía videoconferencia, que Escolà es “un amigo y, además, un patriota y si está aquí [ante el tribunal] es por prestar un servicio al país”. Aceptó también que el sargento solía ir acompañado por otras muchas personas, pero no despejó las dudas de si sabía que eran agentes de los Mossos d’Esquadra en activo, aunque sí aseguró que “en ningún caso estuvieron en misión oficial en la Casa de la República”.
No obstante, los servicios de información del Estado tienen informaciones que contradicen las afirmaciones de Puigdemont: una quincena de agentes, como mínimo, se turnaban para garantizar la seguridad de la casona de Waterloo en que reside el fugado. De hecho, cuando fue detenido en Alemania en marzo de 2018, Puigdemont iba acompañado de dos agentes de los Mossos, Xavier Goicoechea y Carlos de Pedro. En el coche, viajaban también el empresario amigo de Puigdemont (y al que el fugado hizo presentar como candidato a senador por Girona en las listas de JxCAT) Josep Maria Matamala y el jefe de la Oficina del expresident y, por tanto, alto cargo del Govern, Josep Lluís Alay.
Los dos agentes que le acompañaban fueron absueltos posteriormente por la Audiencia Nacional del delito de encubrimiento, puesto que en la querella de la Fiscalía figuraba ese delito por haber ayudado presuntamente a un acusado por rebelión. Pero el delito de rebelión no se le llegó a imputar nunca al fugado y, como consecuencia, la acusación a los dos mososs que le acompañaban decayó. Ambos siguen destinados en la actualidad en unidades que tienen que ver con la seguridad de personas: uno en la unidad de seguridad de expresidentes de la Generalitat y el otro en la unidad del Govern. David Goicoechea, hermano del primero de los anteriores (y destinado en una localidad de la Costa Brava actualmente), también fue vigilado por su relación con la seguridad de Puigdemont.
Labores patrióticas
Son solo la punta del iceberg de un grupo que se conjuró para realizar “labores patrióticas” de garantes de la seguridad del expresident. Para ello, solicitaban días de permiso, de vacaciones o de asuntos propios para desplazarse a Bélgica y colaborar con “la causa”. F.C.H. es otro de los agentes en activo que formaban parte de esta operación. En este caso, recurría a bajas médicas para poder trabajar en Bélgica a las órdenes del fugado. En la actualidad, está destinado en una localidad del Pirineo. De la misma manera, A.B.R. ocupaba sus días libres en vigilar el palacete de Waterloo. Y así hasta una decena más engrosan una lista en la que figuran datos detallados de cada uno de ellos.
En el Cuerpo de los Mossos d’Esquadra se conocían las labores que realizaban algunos de sus agentes en activo. “Durante el mandato de Esquius, la prestación del servicio era descaradamente oficial”, señalan fuentes conocedoras de los intríngulis de las misiones de los afectados. Se refiere la fuente a Miquel Esquius, a quien Quim Torra nombró jefe de los Mossos en julio de 2018. Ese nombramiento coincidió aproximadamente con la época en que Puigdemont se trasladó a vivir a Waterloo y abandonó Alemania. Curiosamente, Esquius es primo carnal de Lluís Escolà, el sargento al que esta semana se juzga en la Audiencia de Barcelona.
En el año 2019, fue ascendido a jefe de los Mossos Eduard Sallent y los servicios en Bélgica, aunque no eran oficiales, fueron severamente prohibidos. A partir de entonces, según las fuentes consultadas, “los agentes recurren a su semana de fiesta y luego a las bajas médicas”. Las semanas de fiesta eran las que se conocen como derivadas de Q5, que es un cuadrante de servicio de cinco semanas en las que un agente trabaja cinco días, tiene un fin de semana libre, se incorpora otra semana de noche y a continuación tiene una semana de fiesta para reincorporarse de nuevo con una semana de turno de mañana y otra semana libre. Esta agenda se aplicaba especialmente a los agentes que trabajaban en seguridad ciudadana o en las ARRO, una especie de brigadas antidisturbios territoriales.
Los agentes que prestaban servicio en Waterloo se desplazaban en sus coches particulares y se hospedaban en la propia mansión
Según ha podido conocer El Confidencial, los agentes que prestaban servicio en Waterloo se desplazaban en sus coches particulares y se hospedaban en la propia mansión del expresident, donde tenían una estrecha habitación a su servicio. Ello provocó algunas protestas, porque consideraban que las condiciones de su labor eran muy precarias o “excesivamente humildes” y demandaban alguna comodidad adicional. Esas quejas, según han manifestado a este diario fuentes conocedoras de los detalles, llegaron a oídos de algunos de los jefes del cuerpo. Además, algunas unidades de los Mossos eran perfectamente conocedoras de los horarios que hacían y de la labor que desempeñaban los desplazados a Bélgica, aunque jamás se abrió ningún expediente sobre el particular.
Su labor en Waterloo, por otro lado, era muy pesada. “Lo que hacían durante todo el día era ir del camastro a la sala de las cámaras, una labor muy pesada y monótona”, subrayan las fuentes. Además, tenían prohibido salir afuera de la mansión por dos motivos: para evitar que pudiesen ser fotografiados, aunque fuese inocentemente, y para evitar que se viesen envueltos en algún episodio en el que interviniese la policía belga y se descubriese la doble vida de los agentes.
El expresidente del Gobierno catalán Carles Puigdemont ha tenido hasta una quincena de agentes clandestinos de los Mossos d’Esquadra que, rotatoriamente, le han dado protección durante su fuga. Así lo creen fuentes de los servicios de información del Estado, que han estado controlando a distancia los dispositivos con los que se movía el fugado. Este jueves, declara en la Audiencia Provincial de Barcelona el sargento Lluís Escolà, que presuntamente fue el coordinador de su seguridad desde el primer momento y, según la Fiscalía, quien le ayudó a escapar de España burlando los controles oficiales. Pero al margen de Escolà, según información a la que ha tenido acceso El Confidencial, había un auténtico pelotón de agentes en activo que visitaban con frecuencia el palacete de Waterloo en que Puigdemont sentó sus reales.
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