Josep Campmajó, un escritor y prolífico empresario en la cima de Tsunami Democràtic

Tsunami Democràtic estaba controlada en su máxima cúpula por el exsecretario de Organización de ERC y exconsejero de Gobernación Xavier Vendrell. No era sólo su máximo dirigente operativo, sino su ideólogo. Pero inmediatamente debajo de él tenía a cuatro o cinco activistas que dominaban cada uno a varios centenares de activistas dispuestos a todo. Uno de ellos era el empresario gerundense Josep Campmajó, que utilizaba el alias de Canalla dentro de la organización. Si la revolución sandinista tuvo su propio literato en la persona de Ernesto Cardenal, la revolución de las sonrisas y Tsunami Democràtic tuvo su propio literato en Josep Campmajó.

El prolífico y versátil empresario escribió el libro Olor de violetes, que obtuvo el premio Casero por su “potencia verbal”. Era el año 2009 y se medía con otras 24 novelas. Este galardón está convocado por la Llibreria 22 con la colaboración el Ayuntamiento de la ciudad, la Diputación de Girona, los servicios territoriales de Cultura de la Generalitat y el Grup Proscenium. Dos años después de su victoria, ya era jurado del premio, donde compartía asiento con los escritores Núria Martí Constans y Oriol Ponsatí-Murlà, que en 2017 sustituyó a Laura Borràs como presidente de la Institución de las Letras Catalanas (ILC), el organismo por el que la presidenta de JxCat fue condenada a penas de cárcel e inhabilitación.

Hoy, Campmajó ya no escribe novelas, pero sí los renglones de las acciones de Tsunami Democràtic. En 2006, creó, junto a sus hermanos, la empresa Acció Errece i Safe, dedicada a construcción de estantes y revestimientos. En 2010 presentó sus últimas cuentas relativas al ejercicio de 2008 y, desde entonces, nada: en 2016 fue dada de baja en el registro de entidades jurídicas y en 2021 se le revocó el CIF y se cerró su hoja registral. Lo mismo ocurrió con la sociedad R i C Associats Volums, que tenía el mismo objeto social (aunque luego ampliado a servicios de limpieza y al comercio al por menor de productos alimentarios y bebidas), aunque estaba domiciliada en la propia Girona. Ante la ausencia de cuentas anuales, fue dada de baja definitivamente en 2022. La falta de presentación de cuentas anuales revela, no obstante, la opacidad de las firmas creadas por el activista independentista.

Un restaurante muy caro

Hace unos años, Campmajó se apuntó a la plataforma Girona Avança y durante un tiempo, también fue el coordinador en la ciudad del Grupo de Apoyo Local de la red Urbact. Pero hoy está imputado por el caso Tsunami y es miembro de la Asamblea de Representantes, el parlamento alternativo de Carles Puigdemont. Campmajó no fue de los más votados, pero la dimisión de dos de los escogidos le dio pie a entrar en ese órgano áulico. En la biografía que envió a los activistas del Consell, señala: “Mi actividad laboral vinculada a una empresa de rotulación me llevó a especializarme en la edición digital, hasta dirigir mi propia empresa. Paralelamente, y por razones familiares, me impliqué en un negocio de alimentación familiar en el Mercat del Lleó de Girona, de donde fui presidente de la Asociación de Comerciantes por un periodo de 6 años. Al mismo tiempo, amplié mi formación en ámbito de la restauración y de la gastronomía. Hace poco más de 3 años que comparto la dirección de un restaurante en el barrio viejo de Girona”.

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De hecho, su restaurante se llama Can Canalla y de ahí su apodo dentro de la red de Tsunami. La Guardia Civil considera a Josep Campmajó Caparrós uno de los dirigentes más importantes de Tsunami Democràtic. El 20 de noviembre de 2019, en plena tensión por las acciones de la entidad, la cúpula de la plataforma clandestina se reunía en el restaurante Senyor Parellada: allí estaban Xavier Vendrell, alias Indivo, Josep Campmajó, alias Canalla, y Marta Molina, alias Mandela. El primero es señalado en los informes policiales como el cerebro y el ideólogo de Tsunami. Los otros dos eran sus lugartenientes sobre el terreno, los dirigentes que manejaban a cientos de activistas y que les transmitían las órdenes concretas para crear alborotos callejeros. Esa cumbre se produjo casi un mes antes de que se celebrase el clásico entre el FC Barcelona y el Real Madrid, el partido que Tsunami intentó boicotear haciendo bajar una pancarta al terreno de juego e inundando el mismo con pelotas inflables y el lema Spain, sit and talk.

En uno de sus informes señalan que Campmajó parecía estar “al mando de un grupo de personas sobre las que ejerce una labor directiva y organizativa sobre el terreno y que habrían participado en, al menos, las siguientes acciones de la plataforma Tsunami Democràtic”. Enumera el intento de bloqueo del aeropuerto de Barajas, en Madrid, la huelga general del 18 de octubre de 2019, el corte de la autopista AP-7 a la altura de La Jonquera en noviembre de 2019 y los incidentes durante la celebración el partido entre el FC Barcelona y el Real Madrid celebrado en diciembre de ese año en el Camp Nou y que intentó ser boicoteado.

En poder de información confidencial

“Las labores que ejercía Campmajó estarían encaminadas a la gestión del grupo operativo que actuaba en las acciones, así como la coordinación con otros responsables de grupos, como Marta Molina, en todo lo concerniente a la monitorización y seguimiento de la acción y de los posibles incidentes que se derivaron de la misma”. Las conversaciones sobre temas calientes son numerosas. En el teléfono de Campmajó se encontraron mensajes a través de las aplicaciones que utilizaba Tsunami con la ubicación de los efectivos durante la ejecución de acciones, como la del corte de la AP-7 “y tras la finalización de las mismas”, como en el intento de boicot en Barajas. También le enviaban la distribución de efectivos de su equipo en puntos estratégicos para ejecutar las acciones encomendadas.

Por tener, incluso llegó a disponer del número de efectivos policiales, cuarteles y vehículos policiales que estaban disponibles. Tsunami funcionaba bien y tenía financiación. Según los mensajes que le cazaron, Campmajó “pudiera haber centralizado la gestión de los gastos generados por su grupo operativo derivados de la ejecución de acciones (se le han reportado varios gastos)”, dice el informe policial.

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Hay claras evidencias de que Campmajó estaba en la estructura de Tsunami. “Se han hallado conversaciones que, según metadatos, están fijadas en fechas previas a la ejecución de acciones y en los lugares exactos de ejecución de las acciones de Tsunami Democràtic. Eso denota no sólo el evidente conocimiento previo de la acción de la plataforma, sino también la posesión de un cierto cargo de responsabilidad en tanto en cuanto son labores de índole preparativas”.

Esas labores consistían en “el estudio de controles policiales en la zona de ejecución del corte de la AP-7, agentes y vehículos policiales avistados los días previos a la acción, transmisión de necesidades previas a la ejecución de las movilizaciones como búsqueda de grupos de vehículos para llevar a cabo las primeras acciones tanto del intento de bloqueo del aeropuerto como del corte de la AP-7; y estudio sobre el terreno de los lugares en los que se colocarían las barricadas, los escenarios y puntos de avituallamiento”.

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Campmajó también se reunió el 9 de octubre de 2019 con Xavier Vinyals, presidente de la Plataforma Pro Selecciones Esportives Catalanes. La reunión se llevó a cabo en el domicilio particular de este último y, según reseñó la Guardia Civil, “esas eran fechas próximas a la publicación de la sentencia del Tribunal Supremo y al partido de fútbol que habría de disputarse en el Camp Nou entre el FC Barcelona y el Real Madrid el 26 de octubre de 2019”. Ese partido se aplazó pata el 18 de diciembre, debido a los disturbios que vivió Barcelona en el mes de octubre de ese año. “No es descartable que todos ellos estuviesen perfilando la ejecución de la estrategia de protesta a la sentencia del Tribunal Supremo”, dice la Guardia Civil.