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Se rompe el idilio en Cataluña entre la prensa soberanista y los políticos independentistas
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TV3 estalla contra Interior

Se rompe el idilio en Cataluña entre la prensa soberanista y los políticos independentistas

Como ha pasado con el relevo de Trapero, el secesionismo se ha encontrado haciendo política sin red, sin el apoyo que le daba una parte muy relevante del periodismo

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)
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La prensa soberanista y los políticos catalanes ya no se quieren como antes. El idilio llevaba meses tocado después de años de una relación intensa, pero ayer estalló el comité profesional de TV3 contra la intención de la Consejería de Interior de vetar a diversos trabajadores para un 'off the record' de presentación de los nuevos mandos de los Mossos, entre ellos la periodista de la televisión autonómica Fàtima Llambrich, una redactora de reconocido prestigio. La crisis provocó que el comité publicase un comunicado bajo el título 'Ni vetos ni injerencias'. Eso, la misma semana en la que se ha sabido que el Parlament, esa Cámara del 52% de mayoría soberanista, había tardado nueve meses en entregar una información parcial y defectuosa al diario 'Ara', tan próximo al secesionismo como TV3, sobre los altos cargos que estaban cobrando sin trabajar. La larga relación de complicidades que impulsó el 'procés' ha terminado. Y en el vínculo entre políticos y periodistas, Cataluña también vuelve a la normalidad.

El 'off the record' de Interior tuvo lugar el jueves de la semana pasada. Ahora ha trascendido que la 'conselleria' planteó un listado de asistentes un tanto polémico. No estaba 'ElDiario.es', que había publicado informaciones muy críticas con el relevo, incluyendo acusaciones de falseamiento de pruebas. Pero el problema estalló cuando intentaron que no participasen ni Fàtima Llambrich, especialista en temas policiales de TV3, ni Mayka Navarro, de 'La Vanguardia'. E incluso se propuso a sus respectivos medios que enviasen a otros periodistas. Ambas protestaron y acabaron acudiendo, pero el malestar ya había quedado patente.

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La situación se había acotado al entorno de los periodistas de policial de Cataluña, pero entonces el comité profesional hizo pública su nota: “No solo se pretendía vetar a Llambrich —especialista en temas policiales y judiciales de TV3— sino también otras profesionales que como ella hacen este trabajo en otros medios y tienen como denominador común haber explicado con todos los detalles el relevo del mayor Trapero”. El enfoque fue torpe porque en una sola decisión ofendieron a TV3, 'La Vanguardia' y 'El Programa de Ana Rosa', donde Mayka Navarro es colaboradora.

Sin embargo, la situación demuestra algo más que un desajuste puntual. Hasta ahora, la prensa soberanista se había mostrado como un bloque homogéneo con la clase política. Desde 2012, lo que se denomina 'el espacio de comunicación catalán' cerró filas con los dirigentes secesionistas y compró todo lo que vendían los líderes del 'procés', incluyendo que la independencia estaba a la vuelta de la esquina en 2017. Era el lema 'ho tenim a tocar', que se podría traducir como 'en la punta de los dedos'. Pero ahora ya está claro que la ruptura con el resto España no será algo inminente y los medios están empezando a marcar distancias con unos cargos públicos a los que ya no se les acepta cualquier cosa.

Foto: Manu Sánchez, en 'Antena 3 Noticias'. (Atresmedia) Opinión
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El precedente de Rius

El precedente de Xavier Rius ya apuntaba que el clima había cambiado. Cuando la Generalitat vetó su acceso a la rueda de prensa del Consell Executiu, buscó la complicidad del resto de la profesión. Pero esa cercanía ya estaba muy tocada, como demostraron los recelos de algunas entidades, como fue el caso del Sindicat de Periodistes de Catalunya. Además, Rius acabó ganando unas cautelares y humilló al Govern al conseguir volver a participar en las convocatorias por la vía de los tribunales.

El caso del diario 'Ara' también resulta paradigmático. Buena parte del independentismo los acusa de traidores por cosas como no publicar la columna de un colaborador que tildó de “enemigos” a los catalanes que hablaban castellano.

El diario 'Ara' es criticado por tibio por los sectores independentistas más radicales

Sin embargo, el 'Ara' está haciendo buen periodismo. Muy bueno. Que, como en el caso de los planes de pensiones del Parlament, deja en evidencia prácticas abusivas que pervivieron con diversos presidentes independentistas al frente de la Cámara catalana, como pagar a altos cargos que dejaban el puesto, literalmente, con un plan de pensiones tan generoso que estaban cinco años percibiendo salarios astronómicos sin trabajar. Laura Borràs ha pasado su peor crisis desde que es presidenta de la institución por culpa de un medio independentista. Y el Parlament bajo su mando deja mucho que desear en términos de transparencia.

Sin red

De repente, como ha pasado con el relevo de Trapero, el independentismo se ha encontrado haciendo política sin red, sin el apoyo que hace años le daba una parte muy relevante de la prensa catalana. La renovación de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales y el chalaneo de cargos entre los partidos este pasado mes de diciembre supusieron el punto y final para que muchos periodistas hayan vuelto al lugar del que no deberían haber salido por muy soberanistas que fuesen. El periodismo catalán critica de nuevo a los políticos al margen de la ideología de unos y de la militancia de otros.

La prensa soberanista y los políticos catalanes ya no se quieren como antes. El idilio llevaba meses tocado después de años de una relación intensa, pero ayer estalló el comité profesional de TV3 contra la intención de la Consejería de Interior de vetar a diversos trabajadores para un 'off the record' de presentación de los nuevos mandos de los Mossos, entre ellos la periodista de la televisión autonómica Fàtima Llambrich, una redactora de reconocido prestigio. La crisis provocó que el comité publicase un comunicado bajo el título 'Ni vetos ni injerencias'. Eso, la misma semana en la que se ha sabido que el Parlament, esa Cámara del 52% de mayoría soberanista, había tardado nueve meses en entregar una información parcial y defectuosa al diario 'Ara', tan próximo al secesionismo como TV3, sobre los altos cargos que estaban cobrando sin trabajar. La larga relación de complicidades que impulsó el 'procés' ha terminado. Y en el vínculo entre políticos y periodistas, Cataluña también vuelve a la normalidad.

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