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"El nuevo proyecto de Puigdemont es populista y mesiánico. Por eso me voy"
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LA CRIDA DESENGAÑA A UN SECTOR DEL PDeCAT

"El nuevo proyecto de Puigdemont es populista y mesiánico. Por eso me voy"

Vidal-Barraquer explica que ha puesto fin a "10 años de militancia en CDC primero y en el PDeCAT después" porque "la disolución del partido dentro de la Crida lo aleja de mis ideas"

Foto: Carles Puigdemont da un discurso en su casa de Waterloo tras volver de Alemania. (Reuters)
Carles Puigdemont da un discurso en su casa de Waterloo tras volver de Alemania. (Reuters)

La deriva ultraindependentista de Carles Puigdemont no contenta a algunos de los que hasta ahora han sido sus compañeros de viaje. De hecho, centenares de militantes cualificados de lo que era la antigua Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), partido del que proviene Puigdemont, han ido abandonando, sin prisa pero sin pausa, el que otrora había sido el partido más importante de Cataluña y del que hoy apenas quedan algunos rescoldos.

El último de ellos es Oriol Vidal-Barraquer, que anunció su deserción a través de las redes sociales y que huye de la Crida Nacional per la República, la plataforma de Puigdemont que llegará a partido político el próximo otoño y que, para el hasta hora cualificado militante del PDeCAT, no es más que “un movimiento populista, alrededor del liderazgo inequívoco y mesiánico de Puigdemont y de la autoridad moral de los presos, con discurso de un nacionalismo fuerte con grandes arengas pero sin proyecto alguno de país. Un proyecto pensado para atraer los votos de ERC y de los miembros de la ANC, engañando sobre sus intenciones reales y sin ninguna vocación de convencer a nadie que no esté ya convencido de las bondades de la independencia”.

Vidal-Barraquer, que llegó a ser miembro del comité ejecutivo nacional de la juventudes de Convergencia (JNC) y trabajó en la fundación del partido (CatDem) antes de pasarse al sector privado, explica: “He decidido poner fin a 10 años de militancia en CDC primero y en el PDeCAT después. Lo hice porque la disolución del partido dentro de la Crida Nacional lo aleja de mis ideas”. Es el camino que antes ya habían seguido otros prohombres como Santi Vila, exconsejero con Artur Mas y con Carles Puigdemont, o Germà Gordó, antiguo secretario del Govern y consejero de Justicia con Mas. O, anteriormente, Antoni Fernández Teixidó y varios cuadros y dirigentes de CDC, que abandonaron la formación para integrarse en el movimiento Lliures, de corte nacionalista no independentista.

Las razones de todos ellos son similares: el abandono de la centralidad, la asunción de un ideario que no era de Convergència y el escoramiento hacia posicionamientos radicales y extremistas. Convergència fue dinamitada desde dentro por los que no habían podido tener poder cuando era un partido poderoso pero que, en cuanto la cúpula política fue barrida por el tsunami independentista y los escándalos de corrupción, aprovecharon para hacerse con el control del aparato. Fue un golpe de Estado de segundones. El golpe de los tenientes, porque entre ellos no hay ni un solo capitán. Ninguno había llegado a cotas de poder importantes.

Roma no paga traidores

La única excusa para ese golpe fue el cambio de los tiempos. “Fue la ciudadanía la que se decantó por el independentismo y el partido hizo el cambio lógico hacia esos posicionamientos”, indica a El Confidencial un alto cargo del PDeCAT. Pero ese cambio fue propiciado por un ala dura desde dentro de Convergència que tuvo el poder a partir de 2011 y que fue colocando a los tenientes en lugares clave. Los tenientes que luego no pagaron traidores.

“La anunciada disolución del espacio heredero de Convergència al nuevo movimiento ‘transversal’ es el súmmum de un proceso de renuncia ideológica que comenzó con el llamamiento del ‘president’ Mas a configurar Junts pel Sí”, explica Vidal-Barraquer para justificar su ‘espantá’. Y continúa: “En pro de este supuesto ‘catch-all-ismo’, lo que hemos hecho es renunciar a marcar perfil de ideas en el discurso independentista, aceptando siempre las premisas de los partidos de centroizquierda”. Claro que también es cierto que él intentó entrar en las listas de JxS y solo pudo hacer que le incluyesen como el suplente número ocho en la lista de Tarragona, como explica uno de sus antiguos compañeros.

En otras palabras, lo que critica es que Convergència, en el año 2015, se abandonase en brazos de ERC. Afirma que debería haberse presentado con un discurso donde incluyese afirmaciones como que si se elimina el déficit fiscal, Cataluña podría bajar impuestos. Pero, asegura, “los planteamientos fueron siempre los de las izquierdas. El súmmum de esta falta de interés por gobernar que tienen los inspiradores de la Crida Nacional es el hecho de que, habiendo ganado las elecciones, JxCAT ha cedido la gestión del 70% del presupuesto de la Generalitat a ERC”. Esta acusación, machaconamente aireada por un sector del PDeCAT, no es correcta, por cuanto los posconvergentes controlan las consejerías más políticas (incluso otras, como Interior o Territorio) mientras que a ERC le tocaron en el reparto Economía, Industria y Trabajo, entre otras. Puro reparto de poder, similar al que ya existía en anteriores gobiernos.

Vidal-Barraquer asegura: “Yo no entré a militar en un partido solo porque quiero la independencia; por tanto, me parece claro que la Crida Nacional como ‘one issue party’ no es mi espacio”. Y añade: “El éxito del golpe del puigdemontismo en el PDeCAT [Puigdemont hizo dimitir a la líder, Marta Pascal, de sus cargos en el congreso del partido el pasado fin de semana] se explica por tres factores: 1) convencimiento; 2) amenaza, y 3) chantaje emocional”.

Mentiras y traiciones

El convencimiento viene dado por el hecho de que mucha gente que sigue a Puigdemont solo tiene una “única razón de estar en política: la independencia de Cataluña”. La amenaza vino dada por la capacidad del ‘expresident’ de dinamitarlo todo, “haciendo peligrar alcaldías, cargos y proyectos en los cuadros del partido. La amenaza en política puede ser elegante o no serlo. Puigdemont no ha sido especialmente elegante”. Y, por último, el chantaje emocional vino dado porque, en el congreso del PDeCAT, nadie se atrevió a votar en contra de enmiendas o ideas “que vienen de Lledoners”, es decir, de la cárcel donde los presos decantaron la balanza, al negarse a apoyar a Marta Pascal y alinearse con Puigdemont. “A mí, la verdad, es que el uso que se hizo del padecimiento de los presos políticos en el congreso me revolvió el estómago”.

Ante el nuevo rumbo del PDeCAT hacia su disolución, Vidal-Barraquer asegura que la estrategia que se plantea ahora “es como volver a 2012. No hay absolutamente nada que dé respuesta al escenario pos 1-O o 27-O. ¿O es que hay alguien que se cree que esto de ‘hacer efectiva la república’ es más que una frase hecha?”. Coincide el ya exmilitante del PDeCAT con un amplio sector de esta formación (y de otras) que ya ha abandonado la idea de que Puigdemont quiera la independencia. “Solo busca un pacto personal con el Estado español. De todos los protagonistas del actual escenario, posiblemente solo haya uno que crea en la posibilidad de una república: Quim Torra”, subraya a este diario una persona muy cercana al ‘expresident’ y en contacto permanente con él.

De ahí que Vidal-Barraquer no dude en que el otro elemento clave que le hace “huir del nuevo invento” sean “las mentiras y engaños descarados. Todo después de un último trimestre de 2017 donde se descubrió el farol”. Y enfatiza: “Mirad: que en política se dicen mentiras, lo sabemos todos. Ahora, que tu manifiesto fundacional gire en torno a un proyecto que sabes que no tienes la fuerza ni la intención de llevar adelante, es delirante. Delirante e irresponsable, porque en este país hay mucha gente de buena fe que tiene muchas ganas de que les expliquen un cuento según el que estamos mejor que nunca”.

Y continúa luego: “Tanto es así que el independentismo ha pasado de estar contento porque se declara la república a decir que todo va como estaba previsto porque Puigdemont no entrará en prisión”. Es como si en un restaurante te dicen que no te ponen la comida, tú te conformas con un vaso de agua y encima haces una buena crítica en Tripadvisor”. Una puñalada en toda regla a los abogados de Puigdemont, para los que todo gira en torno a las cuestiones jurídicas que ellos plantean y defienden, y que supeditan toda estrategia de partido o de movimiento a los intereses puntuales de su cliente, por lo que han levantado una ola de indignación entre los propios ‘indepes’.

Detractores y afines

Desde las filas cercanas a Puigdemont, se critica a Vidal-Barraquer porque sus críticas hacia el ‘expresident’ y hacia la Crida “coinciden con los argumentos de ERC”. Agustí Colomines, exdirector de la Fundación CatDem y exdirector de la Escuela de la Función Pública hasta que hace unos meses fue cesado por la aplicación del 155, hombre muy cercano a Puigdemont y uno de los que sembraron la semilla de la plataforma Crida Nacional, contesta a Vidal-Barraquer argumentando implícitamente un supuesto beneficio “del país”, superando el corsé de los partidos: “¿Por qué no te diste de baja cuando trabajabas en la CatDem para la Gran Casa del Catalanismo? El problema fue siempre este: los convergentes que solo entendían superar su espacio si lo dominaban ideológicamente. Buscar el beneficio del partido se llama partidismo”.

Otros militantes, en cambio, justifican la desaparición del PDeCAT: “A partir del momento en que la Audiencia Nacional (sic) incluye al PDeCAT en el sumario del 3% por sucesión de CDC, el partido queda tocado de muerte. ¿O por qué pensáis que se liquidó CDC? La Crida es un intento de no perder fuerzas por el camino”. Algunos apoyan los argumentos de Vidal: “No entiendo por qué tenéis fe ciega en Piugdemont si no para de engañaros. Suspende la república, no prepara estructuras de Estado, no vuelve para ser investido… Todo bla, bla, bla de momento”. Y otros comprenden el posicionamiento: “Cataluña necesita gente valiente como tú, que expone sus pensamientos de manera razonada y crítica. Yo no creo que la independencia sea ninguna solución, pero es una postura legítima siempre y cuando se defienda respetando las leyes. Tienes mi respeto y admiración”. Pero los acérrimos al régimen no tienen compasión: “Poca diferencia entre tu discurso y el de ERC. Ve a probar suerte con los ‘botiflers’ [traidores] de Santi Vila y Marta Pascal. ¡Adeu!”.

La deriva ultraindependentista de Carles Puigdemont no contenta a algunos de los que hasta ahora han sido sus compañeros de viaje. De hecho, centenares de militantes cualificados de lo que era la antigua Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), partido del que proviene Puigdemont, han ido abandonando, sin prisa pero sin pausa, el que otrora había sido el partido más importante de Cataluña y del que hoy apenas quedan algunos rescoldos.

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