Lo que el cadáver de un frailecillo en una playa de Huelva nos cuenta de la (no) crisis de los 'pellets'

El pasado mes de enero, en el contexto de las elecciones autonómicas gallegas, una extraña palabra se volvió cotidiana. Pellets, era el término en cuestión. Un anglicismo que inundaba titulares después de que un buque con bandera de Libia perdiera frente a las costas portuguesas seis contenedores que contenían sacos de este microplástico.

Tres meses después de una alerta medioambiental que algunos quisieron comparar con el vertido del Prestige, los pellets —o pélets, como recomendó la Real Academia Española (RAE) que se escribiera— han desaparecido de nuestras vidas. Ya no hay políticos tamizando la arena de una playa en busca de bolitas de plástico. Ni tampoco resuenan las acusaciones entre dirigentes de distintos partidos. La crisis quedó sepultada por otra polémica inmediata más rentable en ese momento.

Alejado de ese ruido partidista, los expertos han seguido trabajando en la presencia de estos microplásticos en las costas y su posible impacto medioambiental. Como los que forman parte del Centro de Análisis y Diagnóstico de la Fauna Silvestre (CAD) de Andalucía, que abrieron una investigación tras hallarse restos en playas de Cádiz y Huelva, que ha sustanciado un exhaustivo informe.

El documento, de 34 páginas, y al que ha tenido acceso este periódico, se centra en las necropsias, análisis radiológicos y virológicos realizados a diez aves cuyos cuerpos sin vida fueron recuperados en los litorales de ambas provincias andaluzas. También se remitieron al laboratorio tres "muestras de material inerte (pellet)" para su estudio.

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Los restos y residuos fueron recogidos entre el 10 y el 16 de enero en cinco playas gaditanas —Bolonia (Tarifa), Sancti Petri (Chiclana de la Frontera), Los Bateles (Conil de la Frontera), La Costilla (Rota) y Castilnovo (Conil de la Frontera)— y en 12 onubenses —Punta Umbría, El Espigón (Huelva), Espacio Natural Doñana (Almonte) o Torre del Loro (Almonte), entre otras—.

En lo que respecta a las aves pelágicas, siete ejemplares de alca común, uno de alcatraz atlántico, otro de pagaza piquirroja y uno de frailecillo, fueron encontradas muertos o moribundos en distintos puntos de la costa. Y una de las conclusiones más rotundas del estudio del CAD es que ninguna de ellas falleció por ingesta de microplásticos procedentes del accidente en aguas de Portugal.

Las necropsias no hallaron pellets —"ni restos compatibles con estas estructuras"— en los organismos y no se observaron "signos de obstrucción en ningún punto del aparato digestivo". Los expertos tampoco apreciaron "lesiones claras de ahogamiento", por los que en la mayoría de los casos se concluyó que la causa del óbito fue consecuencia "de un estado crónico de debilidad y desnutrición".

Los 'pellets' hallados en las playas onubenses no coincidían con los recogidos en Galicia. En el caso de Cádiz, el resultado "no es concluyente"

Solo hubo una excepción a este diagnóstico: el caso de la pagaza piquirroja, cuya muerte la provocó la ingesta de un anzuelo que le "perforó el estómago, provocando hemorragia y fibrosis en el lateral derecho de la cavidad celómica". El fallecimiento no fue inmediato.

La ficha del frailecillo —un ejemplar macho de 0,28 kilos de peso hallado en la playa de Matalascañas— refleja el exhaustivo trabajo de los autores del informe. El análisis se realizó el 25 de enero y en él se comprobó que el ave presentaba una "fractura abierta de cubito y radio".

En el esófago y el ventrículo no hallaron microplásticos y solo se detectaron restos de pescado. Mientras que las pruebas radiológicas no revelan proyectiles, "ni otros elementos radiodensos".

Los PCR realizados a la Fratercula arctica —nombre científico— dan negativo, por ejemplo, en virus del oeste, influenza aviar o enfermedad de Newcastle.

Muestras de pellets

Los análisis microscópico y químico de las bolitas de plástico arrojaron que las recogidas en Huelva y Cádiz mostraban densidades distintas y diferentes concentraciones del aditivo AV622. Lo que lleva a los autores del informe a concluir que "se considera muy improbable" que las muestras tomadas en el litoral onubense "tengan relación con el vertido en Galicia".

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Esa rotundidad se disipa en el caso de los residuos recogidos en la costa gaditana y que coinciden con los observados en playas gallegas en que "están compuestos de polietileno de baja intensidad" y tienen una concentración de AV622 del 9%. Circunstancia por la que el veredicto es "no concluyente".

"La principal conclusión del análisis es que, según la ficha técnica y de seguridad de este producto, no es peligroso", se plasma en el documento, en el que se recoge un informe realizado por el doctor en Ciencia y Tecnología de polímeros, Santiago García Pardo.

Sobre el aditivo hallado en las muestras estudiadas se especifica que no es biodegradable y formado por dos componentes: "ácido succínico", una solución orgánica "sin problemas toxicológicos"; y "una sustancia sintética de la familia de las aminas aromáticas que le confiere su carácter antioxidante".

Esta se encuentra clasificada por la Agencia Europea de Sustancias Químicas como "una sustancia irritante para los ojos y con toxicidad crónica". Es decir, solo sería tóxica en una exposición prolongada.