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"Diez personas dependen de mí en Senegal": sueños y angustias con plumón en Costa del Sol
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CRISIS MIGRATORIA

"Diez personas dependen de mí en Senegal": sueños y angustias con plumón en Costa del Sol

Los primeros inmigrantes trasladados desde Canarias al municipio malagueño de Torrox ya han abandonado el hotel para alcanzar el 'sueño europeo'. Muchos ya no quieren ir a Francia. Los que llegaron antes que ellos, los esperan

Foto: Inmigrantes alojados en el hotel Urban Beach de Torrox Costa, en la Axarquía malagueña. (EFE/Daniel Pérez)
Inmigrantes alojados en el hotel Urban Beach de Torrox Costa, en la Axarquía malagueña. (EFE/Daniel Pérez)

La carretera de Almería atraviesa Torrox Costa como un puñal. A ambos lados de la calzada, viviendas y negocios que dibujan un urbanismo con aires turísticos. En sus accesos, algún invernadero. Huella del pasado agrícola de un municipio malagueño que con el paso del tiempo se ha convertido en la mayor colonia de residentes alemanes del país. Con 1.200 censados, y aproximadamente 6.000 con segunda residencia, tiene ganado el sobrenombre de la pequeña Alemania.

Son algo más de las tres de la tarde. El tráfico es intenso pero fluido. Y dos manteros cruzan a la carrera portando sus expositores tras alcanzar el sueño europeo. A poco más de 300 metros, el hotel Urban Beach. Uno de los puntos de la bronca política derivada de la última crisis migratoria. Un establecimiento de cuatro estrellas que desde la noche del pasado martes acoge a 240 inmigrantes subsaharianos y magrebíes trasladados por el Gobierno desde las Islas Canarias a la península.

El sol aprieta a pesar de la llegada del otoño. 26 grados concretan los teléfonos móviles. Por eso llama la atención que muchos vistan sudaderas, gorros de lana y plumones. Sobre todo en una localidad que tiene como eslogan El mejor clima del Mediterráneo. "Es que en Senegal hace tanto calor, que para nosotros esta temperatura es frío", explica Lamin Touré, un joven de 24 años de edad, con nombre futbolero, al que delata un vendaje en su tobillo izquierdo. "Una entrada jugando un partido", confiesa en francés.

Al igual que Osman Sorr, un compatriota de 21 años, no tiene muy claras las fechas de su viaje. Sabe que partió de su país a mediados de mes, que pasó una semana sobre aguas atlánticas y otra siendo asistido en Canarias. Estirando la manga para cubrir sus espigados brazos, se muestra cohibido cuando se le preguntan detalles del viaje. "Mucho", responde al ser cuestionado por el precio de su pasaje en el cayuco. "Varios años", contesta cuando nos interesamos por cuánto tiempo estuvo reuniendo el dinero. Únicamente da a entender que colaboraron cinco amigos.

Osman recurre al wolof, una lengua senegalesa, para explicar que, tras casarse con una cristiana, le dieron dos opciones: "El divorcio o mi vida"

A Osman le acompañaban más de 60 personas en una travesía que duró —cree recordar— cinco días. Con una sonrisa, y rotundidad, afirma que no tuvo miedo durante ese tiempo a merced del océano. Algo que sorprende cuando te adentras en una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo. Pero seguidamente revela su historia y se entiende su respuesta. El joven, que con sus cerca de dos metros busca los rayos del sol para entrar en calor, recurre al wolof, una lengua senegalesa, para relatar que "me vi forzado a abandonar mi país porque me casé con una mujer cristiana". "Yo soy musulmán y mi familia solo me dio dos opciones: el divorcio o mi vida". Así que decidió recorrer los más de 1.500 kilómetros que separan Senegal de Canarias.

Espera que su destino final sea Barcelona, donde tiene a unos conocidos. Como Abdu, que muestra un mensaje de WhatsApp con una dirección de la calle Madre de Dios de esta ciudad. "Allí, allí", gesticula. Porque la mayoría de estos inmigrantes son francófonos, apunta Samuel Linares, coordinador provincial de Cruz Roja, organización que está brindándoles una ayuda transversal y multidisciplinar. Desde asesoramiento administrativo y jurídico, hasta atención médica y psicológica.

placeholder Algunos de los 240 inmigrantes llegados en una playa próxima al hotel en el que han sido alojados. (EFE)
Algunos de los 240 inmigrantes llegados en una playa próxima al hotel en el que han sido alojados. (EFE)

Aclara que, a pesar de que son personas que arrastran daño emocional, su estancia está transcurriendo "sin incidentes". Y así está convencido de que seguirá pasando. El dispositivo está proyectado hasta el próximo 31 de diciembre, pero ya se han marchado los primeros acogidos. "El primer día vinieron a recoger a un chico" y este viernes otro se despedía de sus amigos a las puertas del hotel. "Mucha suerte", le desea un trabajador de Cruz Roja, mientras el joven da las gracias y dice adiós. A pocos metros le esperaba un coche en cuyo maletero deja sus bártulos.

Crisis migratoria

"No es fácil gestionar las fechas", señala Linares sobre en qué momento todos habrán podido abandonar este centro de acogida improvisado. "Estamos en un contexto de crisis migratoria", advierte, por lo que cabe la posibilidad de que lleguen más personas cuando vayan quedando huecos. Dependerá de la decisión del Gobierno, criticado por la gestión que está haciendo sobre este asunto.

La operativa se está desarrollando ajena al ruido partidista derivado de la postura del Ejecutivo central y las acusaciones de comunidades y municipios por la escasa información que ha facilitado sobre estos traslados. Ninguno de los huéspedes del hotel Urban Beach sabe quién es José Luis Escrivá, Isabel Díaz Ayuso y, menos aún, Salvador Escudero, el concejal de Cultura y Tradiciones Populares del Ayuntamiento de Torrox que realizó unas desafortunadas manifestaciones sobre la llegada de inmigrantes a su localidad. "Como no les pongan una marca como a los animales, una pulserita o eso...", comentó sobre la imposibilidad de control del grupo, que tiene libertad de movimientos. PSOE y Málaga Acoge han anunciado que denunciarán al edil como delito de odio.

Lamin reconoce cierta angustia porque no sabe a dónde ir. Solo tiene claro es que debe trabajar cuanto antes para enviar dinero a los suyos

Y lo cierto es que en este municipio de la comarca de la Axarquía malagueña no se observa ningún gesto de rechazo hacia estas personas. "Me enteré anoche de que estaban aquí. Porque me lo dijo mi sobrino", comenta una vecina cuatro días después del traslado, a la que no le han llamado la atención tantas camisetas de la NBA y el rapero Tupac. "No he mirado las noticias", se disculpa, mientras espera en una parada de autobús próxima a que la recoja una amiga.

Ulises, un empresario torroxeño que destila pose rockera, se acerca a la entrada del hotel y pregunta si puede hablar con alguien del dispositivo de asistencia. "Queremos ayudar, que nos digáis si os podemos traer algo. La gente de Torrox no somos como está saliendo en televisión", explica a uno de los voluntarios, con quien se desahoga tras el revuelo que han causado las manifestaciones del edil del PP. Le dan las gracias por su ofrecimiento, pero le explican que todo está bajo control.

El coordinador de Cruz Roja precisa que la organización acumula una gran experiencia en asistencia de este tipo y que tienen protocolos para atender rápidamente a estas personas. "Tratamos de prestar un servicio individualizado" y acorde a las necesidades de cada uno. Una labor que nunca dejan de agradecerles. Lamin recuerda cómo sus compañeros de cayuco que estaban heridos recibieron todo tipo de cuidados y fueron llevados a un hospital quienes lo precisaban.

placeholder Dos jóvenes magrebíes posan ante el objetivo de una fotógrafa. (P.D.A.)
Dos jóvenes magrebíes posan ante el objetivo de una fotógrafa. (P.D.A.)

"Me he sentido muy bien tratado desde que llegué a España", manifiesta el joven, que confiesa cierta "angustia" por su futuro inmediato. Al contrario que otros de los inmigrantes, no tiene su rumbo preestablecido. Su única preocupación es encontrar trabajo cuanto antes porque "hay diez personas en mi país que dependen del dinero que les pueda enviar". Por eso intenta sacudirse el bloqueo que siente. "Necesito reaccionar pronto", añade.

Tradicionalmente, por el idioma, la mayoría de estas personas optaban por ir a Francia, pero Linares explica que esa tendencia está cambiando. Familiares y compatriotas que llegaron años atrás se han convertido en una red de ayuda que hace que muchos valoren quedarse en territorio español. Es el caso de Thierno Faye, de Gambia, que va directo a Galicia porque le está esperando "my brother". Otro joven senegalés, que parece que tiene los 18 años recién cumplidos, se atreve con el español para contar que quiere ir a Murchia —Murcia—. Con chanclas y calcetines, un corte de pelo a lo Muhammad Ali, dice que está "feliz". Allí le espera su padre.

Osman Sorr, mientras tanto, espera llegar cuanto antes a la Ciudad Condal. Durante la travesía perdió el móvil. Y con él, todos sus contactos telefónicos. Aún no ha podido hablar con su esposa. Y eso le preocupa. "Espero el día en que pueda conseguir la documentación y un trabajo para intentar traerla", se despide.

La carretera de Almería atraviesa Torrox Costa como un puñal. A ambos lados de la calzada, viviendas y negocios que dibujan un urbanismo con aires turísticos. En sus accesos, algún invernadero. Huella del pasado agrícola de un municipio malagueño que con el paso del tiempo se ha convertido en la mayor colonia de residentes alemanes del país. Con 1.200 censados, y aproximadamente 6.000 con segunda residencia, tiene ganado el sobrenombre de la pequeña Alemania.

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