San Fernando, la cuna de la primera Constitución lleva el nombre de su mayor traidor

Es complicado encontrar un historiador que hable bien de Fernando VII. Conspiró contra su padre, entregó el país a Napoleón, gobernó pensando exclusivamente en su beneficio propio, restableció la Inquisición… No son pocos los motivos para considerarle el peor rey de España, pero hay un hito que marcó especialmente la historia del país: la derogación de la Constitución de 1812.

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Hasta en dos ocasiones, primero a su regreso a España y después en su conspiración con la Santa Alianza, tumbó un texto que podría haber situado al país a la vanguardia en derechos y libertades. La abolición de ‘La Pepa’ está considerada una de las mayores traiciones de la historia de España, pero, paradójicamente, es el municipio donde se fraguó la Carta Magna, el lugar que acogió las primeras Cortes constitucionales del país, donde se rinde homenaje perpetuo al Rey felón.

El nombre del municipio de San Fernando (Cádiz) honra la memoria de Fernando VII desde hace más de 200 años, cuando se le otorgó el título de Ciudad en reconocimiento a la heroica resistencia de la villa durante el asedio francés. Entonces estaba lejos de ser el gran núcleo poblacional que es hoy —95.000 habitantes, cada vez más cerca de la capital—, pero había jugado un papel fundamental en la proclamación de la primera Constitución y fue el único territorio junto a Cádiz que no fue conquistado por los franceses.

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La Casa Real sugirió en 1813 que la Villa de la Real Isla de León, —un antiguo terreno señorial que había adaptado el nombre de quienes fueran sus propietarios, la familia Ponce de León— fuese rebautizada con el nombre del monarca, aún considerado ‘El Deseado’. Sus deseos fueron órdenes, aunque el pueblo nunca acabó de identificarse con la denominación de San Fernando y el topónimo de La Isla ha coexistido hasta hoy con el nombre oficial. Ahora, dos siglos más tarde, una recogida de firmas promueve un referéndum para que los isleños o cañaíllas —nadie usa sanfernandino como gentilicio— elijan el nombre de su municipio.

“Fernando VII quitó el nombre de La Isla de León para poner el suyo y así borrar la historia de nuestra ciudad y la huella del proceso constitucional”, apunta Gonzalo Alías, coordinador local de Izquierda Unida. Su partido pretende impulsar una consulta ciudadana para situar a La Isla como un “referente constitucional” en todo el mundo.

Sede junto a Cádiz

A lo largo de sus cuatro años de vigencia, las Cortes intercalaron Cádiz y la actual San Fernando como sedes de la Asamblea Constituyente. La epidemia de la fiebre amarilla que asolaba la capital gaditana llevó a los diputados a mantener sus primeras reuniones en la isleña Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo, donde el 24 de septiembre de 1810 se produjo el primer juramento de los diputados.

Las Cortes siguieron reuniéndose en el Teatro Cómico de la Isla (hoy Teatro de Las Cortes), donde se redactó la Constitución que acabó siendo firmada en Cádiz. La ciudad, con una fuerte presencia militar, fue escenario de acontecimientos destacados para el liberalismo español, como La Gloriosa o la Primera República. El orgullo constitucional sigue presente en la actualidad y el 24 de septiembre es la fiesta oficial de la localidad, que cada año organiza actos conmemorativos para reivindicar su papel en la proclamación de La Pepa.

IU considera una “contradicción" celebrar estos actos mientras se mantiene la denominación en honor al rey que derogó el texto hasta en dos ocasiones. El cambio de nombre proyectaría a La Isla como “ciudad constitucional”, lo que “tendría un potencial inmenso”. “En Cádiz se nos han adelantado pidiendo que tengan allí la sede, pero el Tribunal Constitucional podría encontrar aquí un lugar idóneo para organizar encuentros, charlas, ponencias y distintas actividades culturales”, apunta el coordinador de la formación.

No es la primera vez

La propuesta ha servido para reabrir un viejo debate que, aunque siempre ha estado presente en distintos foros, sólo tiene un antecedente político. Lo promovió María Jesús Castro, entonces concejala del PSOE en el Ayuntamiento y ahora senadora y presidenta de la Comisión de Interior en la Cámara Alta.

La iniciativa para promover el cambio de nombre pasó por el Pleno municipal, pero en un primer momento no respondía a una demanda popular ni a un rechazo masivo de la ciudadanía, acostumbrada a convivir con la denominación oficial y la oficiosa. El desencadenante, según explica la senadora socialista, fue una cuestión económica:

“La ciudad de Cádiz había pedido un tratamiento especial por su insularidad, respaldándose en un figura jurídica denominada ‘cuasi insularidad’. San Fernando tiene la misma circunstancia —ambos territorios conforman un tómbolo arenoso separado del continente—, pero no se le otorgaba esa consideración y se quedaba sin compensaciones. Por eso llevé el tema al Senado… ¡Y allí me dijeron que San Fernando no era una isla! Me sorprendió y recordé que el municipio se había llamado La Isla de León por eso mismo. Aquello me indignó tanto que empecé a mover la recuperación del nombre y abrimos el debate”.

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El PSOE llevó la propuesta para el cambio de nombre al Pleno municipal del Ayuntamiento, gobernado en 1998 por el Partido Andalucista. La formación aprovechó su mayoría absoluta para tumbar la propuesta, alegando los costes que supondría un cambio en la denominación oficial. “No se volvió a hablar del tema, pero nadie se ha identificado con el nombre de San Fernando. Lo mejor sería hacer una consulta… Pero hoy es complicado”, apunta Castro.

Los socialistas gobiernan ahora en el Ayuntamiento, aunque no están por la labor de abrir el debate. El Gobierno local considera que sería “un aspecto administrativo complejo” y que no responde a la Ley de Memoria histórica, sino más bien a “gustos” y “oportunidades políticas”. Lo cierto es que, pese a que el sobrenombre de La Isla sigue usándose a diario, desde el Ejecutivo local no palpan un rechazo mayoritario a la denominación oficial ni tienen constancia de ninguna petición formal de la ciudadanía.

Una cuestión cultural

Los habitantes de San Fernando se consideran isleños, utilizan en las distancias cortas el topónimo de La Isla y hasta la emisora municipal se llama Radio La Isla. El nombre de San Fernando nunca acabó de encajar, sobre todo en el casco histórico y los sectores más tradicionales: es una cuestión cultural, casi emocional, pero tiene poco que ver con el rechazo a la figura de Fernando VII ni con un ejercicio de dignidad histórica.

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“No existe un sentimiento contra Fernando VII en la ciudad”, apunta Manuel Holgado, historiador gaditano residente en San Fernando, quien califica la propuesta como “una memez” que pretende “trasladar a la toponimia de la ciudad el rechazo a la monarquía”: “La figura de Fernando VII es muy atacable, pero no se puede usar la historia como arma política. El liberalismo entonces era algo minoritario, propio de las élites culturales y económicas. ¿Cómo iba a ser Fernando VII liberal?”.

Otro de los argumentos en contra del cambio de nombre es que volver a la anterior denominación, La Isla de León, supondría recuperar el apellido de los Ponce de León, duques de Arcos que poco hicieron por la villa más allá de tenerla entre sus latifundios. En cualquier caso, IU considera que el nuevo nombre debería ser elegido por los isleños.

“Cambiar nombres rompe los esquemas tradicionales, pero la izquierda necesita transformarse constantemente”, plantea el coordinador local de IU. María Jesús Castro (PSOE) consideraría positivo hacer una consulta, aunque reconoce que no es el mejor momento: “Estamos en una situación económica muy difícil y se diría que hay otros problemas más importantes. El momento ideal hubiera sido cuando lo llevamos a Pleno”.