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Fernando VII, el primer rey español moderno: campechano, tirano y deseado
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Fernando VII, el primer rey español moderno: campechano, tirano y deseado

Fernando VII sólo tiene una pequeña calle en el barrio de San Blás en Madrid. Y reciente. Nada que ver con la presencia de otros reyes

Foto: Fernando VII
Fernando VII

Fernando VII solo tiene una pequeña calle en el barrio de San Blas en Madrid. Y reciente. Nada que ver con la presencia de otros reyes en el callejero ni tampoco con la de sus enemigos, los políticos liberales como Espoz y Mina o Díaz Porlier. A su muerte y con el transcurso de la Historia, Fernando se ha convertido en una de las ovejas más negras de la monarquía española. Sin embargo, eso no le ocurrió en vida cuando era considerado por el pueblo como un rey querido y deseado. El héroe ausente que llevó a tantos a defender España de los franceses mientras estaba apresado en Francia. En realidad, todo mentira. Pura magia creada por un hombre que supo ver en la propaganda populista una de las mejores herramientas políticas de todos los tiempos y que, como cuenta el historiador Emilio La Parra (Palomares del Campo, Cuenca, 1949) en la reciente, y estupenda, biografía 'Fernando VII: un rey deseado y detestado' (Tusquets), con la que ha ganado el XXX premio Comillas, inaugura al político moderno y actual.

placeholder 'Fernando VII'. (Tusquets)
'Fernando VII'. (Tusquets)

PREGUNTA. Como cuenta usted, Fernando VII fue un gran fumador, un glotón, un hedonista, un hombre al que le gustaba soltar tacos y hablar “como el pueblo”. Y eso gustaba. ¿Fue el primer rey campechano?

RESPUESTA. Yo no me atrevo a decir que sea el primero, pero es verdad que la distancia entre los reyes y el pueblo fue menor con Fernando VII. Tuvo un sentido de la propaganda extraordinario. Por tanto probablemente sí sea el rey que inicia un acercamiento con las masas con toda la intención política.

P. Un rasgo Borbón que hemos visto después…

R. Sí… El rey Juan Carlos tenía mucho de rey simpático como este.

P. Fernando VII, en cualquier caso, fue un político populista, como dice en el libro.

R. Sí, él cuando ve que el pueblo quiere algo, trata de satisfacer esas aspiraciones. Siempre y cuando, claro, no vaya en detrimento de su poder y su majestad. Pero él no tiene inconveniente en hacer concesiones.

P. En su propaganda fueron muy importantes las mujeres. De hecho, las movilizó para sus fines.

R. La mujer es determinante, primero, para incitar al hombre a luchar. De hecho, fueron fundamentales en la primera y la segunda guerra mundial. Desde luego, la concepción que se tenía de la mujer era arcaica: en la casa, no debía meterse en política etc, pero cuando se llegó a una situación como la Guerra de la Independencia se revaloriza el papel de la mujer. Se la utiliza para que cree ese ambiente de beligerancia. Y eso mismo hizo Fernando cuando vuelve en 1814 y necesita que las ideas reales se impongan sobre la Constitución. Ahí potencia a las mujeres, pero únicamente como instrumento.

placeholder Emilio La Parra
Emilio La Parra

P. Al fin y al cabo, fue un dictador.

R. Yo no diría tanto dictador, porque el concepto de dictador es una cosa diferente aplicable al siglo XX, pero sí es un tirano. No es un rey absolutista como los del siglo XVII, XVIII, porque los absolutistas tenían su poder limitado. Pese a que los llamamos absolutistas, no podían hacer lo que quisieran. Sin embargo, Fernando VII rompe con esa idea y gobierna con plena autoridad comportándose como un tirano.

P. ¿Y por qué a él se le permite lo que no se le permitió a otros reyes?

R. En parte porque era deseado, y porque no podían hacer otra cosa. Y porque eliminó a todos sus enemigos. La represión que practicó fue tal que cualquiera que estuviera en contra de sus actuaciones se exponía a la cárcel o se iba al exilio para salvar la vida. Pero es que la gente le tenía una gran simpatía, sobre todo como consecuencia de la Guerra de la Independencia, ya que él actuó, cuando estaba ausente, como el nexo de unión de los españoles. Es la persona clave que incita a la lucha y que justifica esa lucha, y esa fue una idea que quedó en la masa de la población. Por lo tanto, todo parte de una idea artificial que se crea sobre el monarca.

Cualquiera que estuviera en su contra se exponía a la cárcel o al exilio para salvar la vida. Pero la gente le tenía una gran simpatía

P. No obstante, no parece un hombre inteligente.

R. No era inteligente, pero sí hábil. Era un individuo con capacidad para el regate corto. No grandes visiones, no un planteamiento global a largo plazo, pero sí para resolver situaciones concretas en beneficio propio siempre.

P. Me parece muy moderno. Es decir, que ahora tenemos algunos que se le asemejan.

R. Efectivamente. Es que él inaugura unas formas de gobernar muy modernas. Y sí, claro que hay personajes actuales así… Y eso que no había elecciones.

P. Lo que sí había era una sátira hacia la monarquía enorme con estampas de los reyes Carlos IV y María Luisa y Godoy en posiciones pornográficas… Y eso pasaba de mano en mano. Llama la atención, con el debate que existe actualmente sobre la libertad de expresión, que parezca que es más difícil reírte de alguien ahora que en el siglo XIX.

R. Desde mi punto de vista es un debate antiguo. Primero porque la libertad de expresión es un derecho del que no se puede privar a los ciudadanos y en segundo lugar, porque es muy difícil de suprimir. Si se suprime legalmente sigue subterráneamente. Y eso es lo que pasaba entonces, incluso con reyes absolutistas. Esas estampas que citas se hacen en un momento en el que no había libertad de expresión, pero circulaban. Eso demuestra que la libertad de expresión es imposible de suprimir. Por otro lado, Fernando VII fue el primero que creó la policía y fue bastante eficaz, sin embargo también hubo críticas hacia él.

La libertad de expresión es muy difícil de suprimir. Si se suprime legalmente, sigue subterráneamente. También con reyes absolutistas

P. En 1814 acaba con los constitucionalistas de Cádiz y los liberales se tienen que marchar al exilio. ¿El principio del fin del liberalismo en España?

R. Es verdad que en el reinado de Fernando VII se produjo el primer impulso liberal, pero el liberalismo de las Cortes de Cádiz y el trienio era revolucionario. Efectivamente, tiene mucho que ver en su política la liquidación del liberalismo revolucionario, pero no pudo acabar con el liberalismo porque algunos se van al exilio y en el momento en el que muere, regresan. Lo que ocurre es que después ya no va a ser un liberalismo revolucionario, sino conservador y además, bastante conservador. Pero eso es lo que pasa en Europa en general. Yo creo que en este punto la situación no es diferente en España a la de Europa.

P. Pero hay pensadores que indican que el liberalismo no cuaja en España como en Inglaterra debido precisamente al conservadurismo monárquico, a que no se creara una burguesía sino que el poder estuviera en la realeza y aristocracia.

R. No estoy de acuerdo con eso. El liberalismo cuaja. Lo que pasa es que es un liberalismo conservador. Y es el mismo liberalismo que se da en Inglaterra, Francia etc. España es más conservadora pero no fue por ese motivo, sino por otros.

P. ¿Por otros como el nacionalcatolicismo? De hecho, Fernando VII recupera la Inquisición, es un ferviente católico…

R. Yo creo que aplicado a Fernando VII no es adecuado el concepto de nacionalcatolicismo. Fernando VII es un rey católico como lo son todos los españoles entonces. Y además, protege a la Iglesia, pero fue un rey regalista, es decir, trató de imponer el poder civil, el de la monarquía, sobre el poder de la Iglesia. En esa línea se había actuado en el siglo XVIII y el sigue actuando así. Es el Estado el que controla a la Iglesia y no al revés. Y por supuesto, es católico porque la concepción que existe en España es que la monarquía y el catolicismo son los rasgos definitorios de España. Pero no es lo mismo que el nacionalcatolicismo de Franco, pero vamos, porque básicamente Fernando VII estaba por encima de todo eso. La alianza entre el trono y el altar en su época fue retórica pura. No tuvo una aplicación en la práctica.

Fernando VII fue un rey regalista, es decir, trató de imponer el poder civil, el de la monarquía, sobre el poder de la Iglesia

P. En 1827 tuvo que hacer frente a un sublevación en Cataluña de los llamados ‘agraviats’. Qué significado tuvo esta sublevación? ¿Quiénes eran estos ‘agraviats?

R. Es una corriente ultraconservadora que se da en el interior de Cataluña, no en Barcelona y Tarragona, y tiene ciertos paralelismos con la situación actual. Lo que pretenden es mantener sus usos y costumbres, y sobre todo salvaguardar las formas de vida catalanas, artesanía, agricultura, del sistema capitalista que los liberales están intentando implantar. Es una reacción contra el capitalismo liberal. Fue un movimiento conservador y muy condicionado por la Iglesia. Defiende sus formas de vida frente a la modernidad. Es anti-moderno. Por eso algo tiene que ver con la actualidad.

P. ¿El germen del nacionalismo catalán está ahí? Porque la represión de Fernando VII, que se plantó en Cataluña, fue dura.

R. No, eso sería un poco exagerado. Llegar a tanto me parece excesivo. El nacionalismo catalán no aparecerá hasta finales del XIX con el Romanticismo… Y será otra cosa. El nacionalismo político, claro. Pero esas tendencias de defender lo propio frente a lo exterior que es pernicioso, eso sí se da, pero también se dio en el artesanado y el campesinado en otras partes de España

P. ¿Qué España deja Fernando VII y cómo es la reacción del pueblo a su muerte?

R. Una España que ha quedado descapitalizada humanamente por el exilio de los liberales. Ha creado un ambiente de represión tan duro que va a ser difícil recuperar la normalidad en la expresión de la disidencia política. Desde el punto de vista económico y social no hay reformas importantes. En consecuencia, deja una España atrasada políticamente y económicamente. Pero hasta el último momento la gente consideraba bien a Fernando VII, si excluimos a liberales y ultraconservadores. La masa en general estaba muy a favor.

P. La masa a favor, pero tuvo en contra a liberales revolucionarios y ultraconservadores. Un signo que parece haber acompañado siempre a la monarquía borbónica…

R. [Risas] Hombreeee, habría que matizar mucho. Es una brocha gorda, pero lo que sí han dicho muchos es que Fernando VII estuvo en el centro. Bueno, él no estuvo en el centro porque tuviera una concepción política de centro sino porque era la única vía que tenía para mantenerse como él quería

Fernando VII solo tiene una pequeña calle en el barrio de San Blas en Madrid. Y reciente. Nada que ver con la presencia de otros reyes en el callejero ni tampoco con la de sus enemigos, los políticos liberales como Espoz y Mina o Díaz Porlier. A su muerte y con el transcurso de la Historia, Fernando se ha convertido en una de las ovejas más negras de la monarquía española. Sin embargo, eso no le ocurrió en vida cuando era considerado por el pueblo como un rey querido y deseado. El héroe ausente que llevó a tantos a defender España de los franceses mientras estaba apresado en Francia. En realidad, todo mentira. Pura magia creada por un hombre que supo ver en la propaganda populista una de las mejores herramientas políticas de todos los tiempos y que, como cuenta el historiador Emilio La Parra (Palomares del Campo, Cuenca, 1949) en la reciente, y estupenda, biografía 'Fernando VII: un rey deseado y detestado' (Tusquets), con la que ha ganado el XXX premio Comillas, inaugura al político moderno y actual.

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