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La absolución de Laurita: un suicidio, 10.000 euros de pensión y su anciano novio muerto
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Crimen organizado en la Costa del Sol

La absolución de Laurita: un suicidio, 10.000 euros de pensión y su anciano novio muerto

Considerada por la Policía como una de las traficantes más singulares de la Costa del Sol, volvió a ser detenida después de esquivar una condena por un alijo de tres toneladas

Foto: Parte de los sistemas de comunicación y del dinero que se incautó. (EC)
Parte de los sistemas de comunicación y del dinero que se incautó. (EC)

El adolescente yacía en el suelo. La Policía Nacional había acordonado la zona, pero eso no impedía que algunos clientes se acercaran atraídos por una morbosa curiosidad. El joven decidió quitarse la vida en el centro comercial más concurrido de Marbella. Le debía haber acompañado una amiga de clase, pero ella se arrepintió en el último momento y dio la voz de alarma. Un aviso desesperado que no evitó la muerte del chico.

Laurita se presentó en el lugar con celeridad. A pesar de su carácter "frío y calculador", como la describieron gente de su entorno, se derrumbó cuando vio a el cuerpo sin vida de su hijo. Una mujer desconsolada que meses después acabaría siendo detenida en una operación conjunta de tres cuerpos de seguridad. Porque solo unos pocos de los que estaban allí sabían que era investigada como una de las narcotraficantes más activas de la Costa del Sol. Una sospechosa con un físico moldeado en quirófanos, que se desenvolvía con soltura en ambientes sórdidos en los que desplegaba todos sus encantos y cuya pericia, "por ahora", le ha permitido salir indemne a la acción de la justicia.

La inspectora de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) Costa del Sol que durante meses siguió los pasos de Laurita C.M. relata a El Confidencial que todo empezó con una llamada anónima. "Era una persona que decía que había trabajado con un grupo que estaba introduciendo grandes alijos de droga en barcos y que estaba dirigido por una mujer. Advirtió que solo hablaría con nosotros una vez y que después colgaría porque se trataba de gente muy peligrosa". Y así lo hizo. Tuvieron una conversación telefónica que duró unos cuantos minutos y nunca más volvieron a saber de este confidente.

La información facilitada no era del todo precisa, pero sí lo suficientemente sustanciosa para que los agentes comenzaran a tirar del hilo. Hablaba del Puerto Deportivo de Marbella, de embarcaciones y de una mujer que vivía en las proximidades de la discoteca Olivia Valère que se desplazaba en un coche de lujo. Datos que trasladaron a los responsables del caso a una operación pasada que permitió la incautación de 6.000 kilogramos de hachís en Estepona y donde se encontró una documentación con un nombre que entonces era una incógnita: "Bachus". Un término de inspiración enológica con el que se bautizó un barco.

En un registro anterior, los agentes hallaron un documento con una palabra: "Bachus"

Los agentes sospechaban entonces que había una organización británica que transportaba importantes alijos por las costas malagueñas y las pistas facilitadas por el comunicante anónimo reforzaron esa creencia. Así que se establecieron dispositivos de vigilancia en el citado recinto portuario que pronto darían sus frutos. Corrían los primeros meses de 2018 y arrancaba una apasionante investigación que permitiría detener a uno de los personajes más singulares del amplio espectro de narcotraficantes que operan en el sur del país.

Una pensión de 10.000 euros

Laurita nació a finales de 1967 en Sao Paulo (Brasil), "pero lleva mucho tiempo asentada en España". Siempre tuvo un perfil bajo que la mantenía alejada del radar policial y en su historial "únicamente constaba algún asunto relacionado con Extranjería". No se le conocía ocupación y su vida laboral era escuálida, por eso a los investigadores que durante semanas siguieron sus pasos les resultaba extraño que hiciera una "vida de millonaria". Ella argumentó que era posible por la pensión de 10.000 euros que supuestamente le abonaba su ex, algo que no pudo justificar documentalmente. "Vivía en casas de alquiler que costaban varios miles de euros al mes, conducía un Jaguar, se levantaba muy tarde, hacía continuas visitas a la peluquería, acudía con asiduidad a restaurantes…", recuerda la citada inspectora, que afirma que el suicidio de su hijo, ocurrido en octubre de ese mismo año, "hizo que comenzara a cometer errores".

Por aquel entonces, los agentes de la Udyco ya habían identificado a todas las personas que gravitaban en torno a ella. Christian L., su cuñado, de origen alemán, y hombre de confianza de Laurita. Era quien supuestamente 'facilitaba' las embarcaciones y negociaba con la rama británica de la organización a la que finalmente se vinculó el Bachus. Otro elemento clave era David Terence B., un gibraltareño que, junto a los españoles José David H.D. y Antonio Javier R.H., tripulaba los barcos y que presuntamente participó en algunos movimientos societarios para tratar de evaporar su titularidad. Mientras que dos habrían sido los responsables del mantenimiento y 'maquillaje' de las embarcaciones para que pareciesen distintas en cada transporte de droga e intentar confundir a las fuerzas de seguridad.

Estas eran las piezas vinculadas al entramado, pero los investigadores de la Policía Nacional comenzaron a tomar constancia de la fortaleza de esta mujer durante el velatorio y entierro de su hijo. "Observamos cómo acudieron a darle el pésame importantes actores vinculados al mundo del narcotráfico llegados de diferentes lugares", explica la investigadora, que señala que los seguimientos se centraron a partir de entonces en Christian porque ella se enclaustró durante una temporada.

"Él nos lleva hasta un barco que sería clave en el caso". ¿Se trataba del Asolamar? ¿Quizás era el Poseidón? ¿O tal vez fuese el Malibú? Por extraño que parezca, estas tres embarcaciones eran una, ya que la organización fue acondicionando, pintando y renombrándola en distintas ocasiones a lo largo de esos meses con el objetivo de cambiar su aspecto.

Móviles por la ventana

Las pesquisas se focalizaron en esta embarcación y los agentes tuvieron conocimiento de que, a través de una de las empresas con las que operaba la organización, se había tramitado un contrato de alquiler a nombre de David Terence. Esto ratificaba que los intentos de Laurita y su socio por intentar borrar cualquier rastro que condujese a ellos no se reducía al 'maquillaje' de los elementos logísticos, sino que también incluía supuestas sociedades pantalla.

Aunque esta línea de trabajo revelaría un aspecto fundamental para la investigación, una información que acabaría vinculando a los principales investigados con un gran alijo que sería interceptado el 15 de diciembre de ese año: un número de teléfono. Este fue el contacto que los miembros de la red al parecer dejaron en la compañía que iba a reformar una de las embarcaciones, pero lo más importante, fue desde el que supuestamente se intentó contactar con la tripulación de un barco que transportaba casi tres toneladas de hachís. Los agentes cerraron el círculo cuando hallaron en el jardín de la casa de Laurita tres terminales, de los que la mujer presuntamente trató de deshacerse lanzándolos por la ventana cuando el alijo había sido interceptado y los investigadores llamaban a la puerta de la casa que compartía con su cuñado.

placeholder Parte de la droga incautada por los agentes en el barco Malibú. (EC)
Parte de la droga incautada por los agentes en el barco Malibú. (EC)

En el maletero de su lujoso coche, además, se descubrieron dos cajas con documentación destruida sobre las sociedades vinculadas a la organización, y en distintas partes de la vivienda —una caja fuerte, una maleta...— se encontró más de medio millón de euros. Laurita y otras seis personas fueron arrestadas por un delito contra la salud pública y asociación ilícita. Era el resultado de una intervención conjunta con la Guardia Civil que se había iniciado horas antes cuando efectivos del Servicio de Vigilancia Aduanera abordaron en el mar al Malibú y descubrieron en sus entrañas 2.922 kilos de hachís.

Laurita evitó la prisión al convencer al juez de que estaba mal por la muerte de su hijo

Laurita, considerada entonces por los investigadores como la cabecilla del entramado, logró sortear la prisión preventiva después de "convencer al juez de que estaba afectada por la muerte de su hijo" y regresó a su vivienda a preparar la defensa. Pero durante esos meses de impase se iba a producir otro suceso que llamaría la atención de los policías. Dejaron de ver a la pareja sentimental de la investigada, un australiano de muy avanzada edad sin familia en Marbella cuyo nombre supuestamente aparecía en algunas de las sociedades relacionadas con la organización.

No supieron nada de él hasta que una esquela en un periódico anunció su muerte. Los agentes hicieron gestiones que apuntaron a "que había sido incinerado tras fallecer de forma repentina". "Decían que había sufrido un infarto", señalan las fuentes consultadas.

Vuelta a las andadas

La mujer siguió disfrutando de la libertad mientras proseguía la instrucción del caso, pero el amargo trance de su detención y el fallecimiento de su hijo no hicieron que cambiara sus planes. "Un año después, a finales de 2019, se inició una investigación con Guardia Civil en torno a una red que al parecer estaba introduciendo alijos de droga por el mar y el nombre de Laurita volvió a saltar". Supuestamente había trazado una nueva alianza con un narco que pretendía alquilar barcos en el puerto El Candado de la capital malagueña.

Foto: Imagen: Irene de Pablo.
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Pablo D. Almoguera. Málaga Ilustración: Irene de Pablo

Las pesquisas se prolongaron durante meses hasta que los responsables del caso tuvieron conocimiento de que la red estaba llevando a cabo una operativa y decidieron actuar. Se incautaron más de 200 kilos de hachís y arrestaron a los principales implicados, entre los que se encontraba Laurita, considerada como la presunta "financiadora".

Este nuevo revés para sus 'negocios', no obstante, no influyó en el proceso judicial que debía afrontar meses después en la Audiencia Provincial de Málaga. Junto a su cuñado y a otros tres acusados —la causa se archivó para los dos arrestados restantes—, se sentaba en el banquillo en junio de 2020. Y a pesar de que el tribunal de la Sección Octava expresó sus "vehementes sospechas" de su implicación en las operaciones de tráfico de drogas, consideró que los datos inculpatorios eran "muy débiles" y decidió absolverla.

A pesar de las "vehementes sospechas", la mujer fue absuelta por el tribunal

"La participación atribuible a la acusada en los hechos enjuiciados es muy puntual y subordinada a la del principal organizador —Christian L.—, al que simplemente auxilia de manera no esencial" en tareas como el cambio de titularidad de los barcos, "que no suponen necesariamente tener un cabal conocimiento de la actividad ilícita que se pretende encubrir".

Los agentes que persiguieron a Laurita siguen manteniendo que ella era la lideresa de esta organización y entienden que su arresto en el segundo caso refuerza esta creencia. Están convencidos de que volverán a cruzarse en su camino "tarde o temprano" y que volverá a brindarles una nueva oportunidad para tratar de convencer a la justicia de que es una de las narcotraficantes más singulares del sur de España. Mientras tanto, "seguirá con su vida".

El adolescente yacía en el suelo. La Policía Nacional había acordonado la zona, pero eso no impedía que algunos clientes se acercaran atraídos por una morbosa curiosidad. El joven decidió quitarse la vida en el centro comercial más concurrido de Marbella. Le debía haber acompañado una amiga de clase, pero ella se arrepintió en el último momento y dio la voz de alarma. Un aviso desesperado que no evitó la muerte del chico.

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