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Jugarse la vida contra el narco: "Tienen la instrucción de no parar"
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Fallece un operador de Vigilancia Aduanera

Jugarse la vida contra el narco: "Tienen la instrucción de no parar"

Por tierra, mar y aire, los agentes que en el litoral sur son la principal barrera frente al tráfico de drogas saben que cualquier día les puede tocar a ellos no regresar a casa

Foto: El helicóptero en el que viajaba el agente del SVA, tras ser rescatado del mar. (EFE)
El helicóptero en el que viajaba el agente del SVA, tras ser rescatado del mar. (EFE)

Antonio —nombre ficticio— tiene tantas horas de vuelo a sus espaldas que ni recuerda la de veces que ha “correteado” a una ‘goma’ en algunos de los puntos conflictivos de la costa andaluza. Reconoce que, desde que se enteró de la muerte de José Luis Domínguez Iborra, el operador del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) que falleció la madrugada del domingo en un accidente de helicóptero durante una persecución, no para de darle vueltas a qué pudo ocurrir. “Somos conscientes de que este drama nos puede pasar a cualquiera”, asegura, pero uno nunca se acostumbra a tener que despedir a compañeros.

Testigo privilegiado de la expansión del narco a lo largo del sur del país, es consciente de que ahora se enfrentan a un rival mucho más preparado. “Tienen infraestructura, tecnología, personas… Cualquier embarcación lleva cuatro motores de gran potencia”, resume, para ejemplificar una escalada que se inició en los noventa y que en los últimos tiempos está dejando una inasumible lista de bajas en ambos bandos.

“Estamos en 'shock'. No dejan de llegarme mensajes al móvil preguntando qué pudo pasar. Te pasas el día dándole vueltas y recorriendo una y otra vez todos los aspectos”, señala este tripulante, que rehúsa hacer cualquier tipo de valoración sobre las posibles causas del siniestro. “Lo bueno es que se ha recuperado la aeronave y los dos pilotos han sobrevivido. Nadie mejor que ellos sabe qué ocurrió”, añade.

Al margen del riesgo y la tensión aparejados a cualquier persecución de narcotraficantes, lo cierto es que el espacio aéreo que se alza sobre el Estrecho no es especialmente traicionero. “La meteorología suele acompañar y, a pesar de que cuando el mar se enfada, se enfada, el Mediterráneo no es el Atlántico”, manifiesta a El Confidencial, a quien asegura que es una zona donde “las comunicaciones suelen ser buenas” y “la seguridad aérea es total”.

Foto: Un agente derriba el acceso a una de las casas registradas.

“No hay triángulos, ni nada extraño”, sentencia, antes de detallar que cada cuerpo tiene un “plan operacional” y “procedimientos” que están sujetos a la premisa de “garantizar la seguridad propia y la de terceros”. Pero esta ley básica que siguen a rajatabla cuando se elevan por el aire está condicionada por una variable incontrolada e imprevisible: el narco.

Hace muchos años, cargaban y descargaban la droga. Hoy en día, cuentan con multitud de medios y, a pesar de que no hay ningún sitio en el que se sientan seguros, actúan de distintas formas. Unas veces llegan, se paran y se van a otro lado. Están horas esperando en el mar. Llega otra embarcación para suministrarle combustible. Vuelven a desplazarse a otro punto. Otras van vacías”. Y se revuelven.

Los narcos usan punteros láser y focos para cegar a los pilotos en las persecuciones

Los patrones clásicos han saltado por los aires. El particular juego del gato y el ratón que transcurre en el litoral sur se libra a cara de perro y, según este especialista, los agentes del SVA llevan tiempo en la diana del narco: “Con otros cuerpos, han tenido épocas en las que se paraban, otras en las que aceleraban, aunque creo que conservaban cierto respeto; pero ante Aduanas, tienen la instrucción de no parar, y eso es algo que no es nuevo”.

En la Asociación de Funcionarios de Vigilancia Aduanera (AFVA) del Campo de Gibraltar, a pocas horas del entierro la tarde de este lunes de su compañero fallecido, analizaban este razonamiento y lo matizaban haciéndolo extensible a todos los agentes, sin excepción del uniforme que vistan. “La pérdida del principio de autoridad”, como demuestran los ataques sufridos por agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil contra los que dejan ir todoterrenos llenos de droga.

Foto: Foto: Guardia Civil.

El nuevo escenario de violencia en que se mueven los traficantes se exhibe en todos los elementos. Tierra, mar y aire. “Van con grandes embarcaciones, cargadas con tres toneladas de hachís y con las que te embisten. Siempre vamos a salir mal parados”, reconoce un portavoz de la asociación, que explica que los pilotos de helicópteros deben estar muy atentos, y tener la sangre fría, “porque los narcos llevan en las ‘gomas’ focos potentes y punteros láser con los que intentan cegarlos y lograr que dejen de perseguirlos”. Métodos y estrategias que despliegan sin importarles estar poniendo en peligro la vida de toda la tripulación.

Naufragios, colisiones, ahogados

Lo cierto es que, desgraciadamente, la lista de fallecidos en las costas andaluzas por el tráfico de drogas ha crecido notablemente en este pasado reciente. A finales de 2016, se produjo uno de los casos con más víctimas y, al igual que ocurrió recientemente con el ahogamiento de dos ‘petaqueros’ —suministradores de combustible—, fue el germen de disturbios sociales en Algeciras (Cádiz). En él fallecieron cuatro supuestos narcos cuya embarcación colisionó con una patrullera del Servicio de Vigilancia Aduanera.

Un episodio similar se produjo el pasado mes de enero frente a las costas de Sotogrande. Una embarcación que presuntamente prestaba labores de apoyo en una operación de narcotráfico frenó en seco y fue embestida por la lancha del SVA que la perseguía. Perdió la vida el patrón de la nave, al que acompañaba un histórico traficante gallego, experto en el manejo de ‘gomas’.

Entre estos dos graves sucesos, el naufragio del Rúa Mar. Un pesquero con base en el puerto de Algeciras que supuestamente se fue a pique cuando transportaba un gran alijo. Ocurrió el 23 de enero del pasado año y sus seis tripulantes fueron dados por muertos tras unas tareas de búsqueda que únicamente permitieron recuperar dos cuerpos. Seis meses después, la Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera reventaban la operación Matraca, en la que era detenido el armador de la embarcación, Pedro Maza, hijo del entonces presidente de la Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras.

Foto: Imagen de los dos coches accidentados fuera de la vía.

En los meses posteriores, se produjo una secuencia de ataques a agentes cuyos vehículos eran embestidos por traficantes que huían en todoterrenos después de alijar y que puso de relieve un incremento de la violencia de la que ya venían advirtiendo expertos en la delincuencia organizada.

En mayo de 2019, moría arrollado el guardia civil Fermín Cabezas, mientras que a principios de septiembre del año pasado un presunto narco impactó con su vehículo contra un coche policial. Un inspector resultó gravemente herido y tuvo que pasar varias semanas ingresado. Su acompañante también sufrió lesiones.

Los accidentes de ‘narcohelicópteros’, cuyos tripulantes suelen volar a baja altura, de noche y en otras condiciones complicadas, también han dejado varios muertos en la comunidad andaluza. Uno de los más recientes, en el que dos personas perdieron la vida, un ciudadano colombiano y otro español, se registró hace un año en Pedrera (Sevilla).

placeholder Minuto de silencio en memoria del agente fallecido en acto de servicio. (EC)
Minuto de silencio en memoria del agente fallecido en acto de servicio. (EC)

El mismo número de bajas se contabilizó en un caso similar acontecido en la Serranía de Ronda años antes. En aquella ocasión, los agentes no tuvieron dudas, ya que la aeronave iba cargada de fardos de hachís.

Reivindicaciones

La muerte de José Luis Domínguez ha reactivado las reivindicaciones de los sindicatos policiales y asociaciones profesionales de la Guardia Civil que trabajan en la zona. Transcurridos unos pocos días después de que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se complaciera por los resultados de la lucha contra el narcotráfico en Málaga, Huelva y la provincia gaditana —3.769 detenidos, 457,9 toneladas de droga incautadas y 4.745 operaciones—, desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles le recordaron que han solicitado un “aumento de la plantilla”, “más medios técnicos”, “cumplimiento íntegro de las condenas” o “la catalogación del ‘petaqueo’ como un delito tipificado en el Código Penal”.

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Su secretario de Comunicación y Relaciones Institucionales en Cádiz, Miguel A. Ramos, explicó a este periódico que, “desde 2018 hasta la actualidad, ha habido 256 ataques a cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado”. Y eso sin contar las embestidas sufridas por el SVA o las policías locales.

En esos 256 episodios violentos, 167 agentes sufrieron lesiones que requirieron baja médica, de los que 67 han pasado al retiro por “pérdida de condiciones psicofísicas”, pero “no les han reconocido que ha sido en acto de servicio”. Esto provoca que se les reduzca el porcentaje de discapacidad, se queja Ramos, que reprocha la actitud del ministerio con los que no han cumplido los 20 años de servicio y que ven mermados notablemente sus ingresos. “No esperan ni a que se celebre el juicio. En dos años, te quitan de en medio”, lamenta, para añadir que sufrir el zarpazo del narco “te arruina la vida personal y profesional”.

La AUGC asegura que 67 agentes han causado baja por secuelas tras ataques de narcos

Justicia Policial (Jupol) se expresa en términos parecidos contra los responsables políticos y les espeta que “la realidad del narcotráfico es completamente diferente a la que refleja en el papel y la estadística, y las noticias de prensa sobre persecuciones, alijos y atentados contra agentes de la autoridad se suceden día a día en el Campo de Gibraltar”.

El sindicato, en un comunicado hecho público en las últimas horas, considera que “se ha podido comprobar” que las medidas adoptadas “han sido insuficientes” y que “muestran graves carencias” para atajar la problemática del crimen organizado. “Pese a que el Gobierno se esfuerce en normalizar la situación e intente hacer ver que se ha restablecido el principio de autoridad, la realidad es totalmente distinta y las continuas agresiones demuestran lo contrario”, añade, para afirmar que estamos ante un problema que afecta a toda Europa y que “lleva décadas castigando la comarca”.

“Aquí el trabajo es diario, siempre están buscando la forma de entrar, por lo que pérdidas como la de José Luis son cuestión de tiempo y probabilidad”, concluyen con dureza desde la Asociación de Funcionario de Vigilancia Aduanera, conscientes de que una vez llorado su compañero, volverán a enfrentarse cara a cara con la lacra del narco.

Un dron de cuatro metros para transportar droga de Marruecos a España

Y buena muestra de que la lucha contra el narcotráfico se libra por tierra, mar y aire, y que las organizaciones delictivas utilizan cada vez sistemas más complejos, es la operación conjunta que han llevado a cabo las autoridades españolas y francesas que ha permitido desmantelar un grupo organizado que introducía hachís desde Marruecos con un dron.

La Comisaría Provincial de Málaga acogerá este martes una rueda de prensa en la que se exhibirá la aeronave intervenida. Con unos cuatro metros de envergadura, no se trata del clásico dron con hélices, sino de un aparato similar al que utilizan los ejércitos para “intervenciones militares quirúrgicas”.

El aparato cruzaba el Mediterráneo con distintas cantidades de droga que transportaba en su bodega, que era recogida en la Península por parte de la organización cuando tomaba tierra.

Antonio —nombre ficticio— tiene tantas horas de vuelo a sus espaldas que ni recuerda la de veces que ha “correteado” a una ‘goma’ en algunos de los puntos conflictivos de la costa andaluza. Reconoce que, desde que se enteró de la muerte de José Luis Domínguez Iborra, el operador del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) que falleció la madrugada del domingo en un accidente de helicóptero durante una persecución, no para de darle vueltas a qué pudo ocurrir. “Somos conscientes de que este drama nos puede pasar a cualquiera”, asegura, pero uno nunca se acostumbra a tener que despedir a compañeros.

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