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El PSOE andaluz intriga sobre el futuro de Susana Díaz si Pedro Sánchez pierde el 20-D
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“Nos jugamos el todo”, añaden desde Ferraz

El PSOE andaluz intriga sobre el futuro de Susana Díaz si Pedro Sánchez pierde el 20-D

La orden de la baronesa de cerrar filas hasta que pasen las elecciones se ha tambaleado en varios desencuentros sonados que llevan a temer que el vaso rebose antes de las elecciones generales

Foto: Susana Díaz y Pedro Sánchez. (EFE)
Susana Díaz y Pedro Sánchez. (EFE)

“Hace falta ganar y ganar bien. Echarse a la calle y en los próximos 50 días explicarle a la gente que no es lo mismo que sigan los que nos han traído hasta aquí que si gobierna el PSOE. Salir con un mensaje inconfundible”. La arenga de Susana Díaz en la reunión del Comité Director del PSOE andaluz ante los militantes más destacados de su partido no dejó lugar a malas interpretaciones. Con un discurso muy medido en el que mencionó a Pedro Sánchez en más ocasiones de lo habitual, llamó a “arrimar el hombro” y “dejarse la piel” para conseguir una victoria el próximo 20 de diciembre, la baronesa andaluza podría haber logrado contener la brecha abierta con su secretario general. O por lo menos, no echar más leña al fuego. Sin embargo, apenas hora y media después de esta intervención los socialistas andaluces enviaban un nuevo recado a su secretario general en forma de enmiendas a su programa electoral. En un tema tan sensible como el empleo, exigían al candidato la derogación total y urgente de la reforma laboral del PP. Un nuevo pulso en asunto que irrita a muchos en el PSOE, ante el que Ferraz ha advertido de que no hará promesas que no pueda cumplir y el coste del despido está entre esas líneas rojas.

El vaso está a punto de desbordarse pero entre la militancia andaluza y los cuadros orgánicos de Susana Díaz está más que claro que durante la campaña electoral no se pueden permitir más desaires. Tanto que ya hay dirigentes del PSOE andaluz que se muestran en privado preocupados por la deriva de las relaciones entre Susana Díaz y Pedro Sánchez en estos días de precampaña y empiezan a mostrar hartazgo ante un pulso que asumen que no se cerrará hasta que hablen las urnas. “Si perdemos se cargan a Pedro. Si ganamos, serán más ‘sanchistas’ que nadie y habrá pacto. Así funcionamos. Los cuchillos no es que se estén afilando es que llevan mucho tiempo afilados”.

placeholder Pedro Sánchez junto a sus barones. (EFE)
Pedro Sánchez junto a sus barones. (EFE)

La reflexión de un cualificado militante de los socialistas andaluces mientras Susana Díaz posaba el pasado viernes con los integrantes andaluces de las listas electorales resume la idea generalizada que existe en el PSOE andaluz. El esquema, advierten quienes conocen bien al partido, será el mismo que se empleó con Alfredo Pérez Rubalcaba. Ante un mal resultado, invitarán al secretario general a tomar la puerta de salida y empezarán los movimientos entre bambalinas para forzar un relevo cuanto antes. Y Pedro Sánchez lo sabe. Desde su círculo de confianza admiten que el secretario general “ha aprendido lo que es partido en el último año” y asumen que se la juega al todo o nada. “Sabemos que necesitamos un buen resultado o Pedro lo va a pasar muy mal”, declaran. “Nos jugamos el todo”, añaden desde Ferraz.

Dicen que Susana Díaz se incorporó al curso político el pasado septiembre con la idea firme de no saltarse la tregua o el pacto de no agresión sellado con su secretario general. Y eso a pesar de que la gira del pasado verano por Andalucía del líder federal, sin avisar a la dirección regional andaluza, fue interpretado como un intento de Sánchez de reclutar en Andalucía miembros para su ejército en caso de una batalla interna. Tanto fue así que la respuesta del PSOE andaluz fue vetar cualquier nombre propuesto o sugerido por la dirección federal en las listas electorales.

El caso más sangrante es el de María Luisa Faneca, miembro de la ejecutiva de Sánchez y excluida de las listas por no ser de la cuerda de Díaz. La inclusión de Irene Lozano en las listas de Madrid hizo crujir el partido de arriba abajo. La secretaria general de Andalucía supo que no estaba sola. Otros barones, más allá de sus fieles habituales como Ximo Puig o Emiliano García-Page, como el presidente de Asturias, Javier Fernández, o el de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, con fama de hombres moderados y cercanos a Sánchez, dejaron claro su descontento. Dirigentes del PSOE andaluz y el núcleo duro de confianza de Susana Díaz aprovecharon rápidamente para vender ese mensaje de que Sánchez había conseguido ponerse en su contra a todos los barones, alejando la temida fotografía de una Susana Díaz peleando sola contra su secretario general.

Pasado el altercado de las listas, de nuevo el PSOE andaluz se conjuró para cerrar filas. Anunció los actos conjuntos de Díaz y Sánchez en precampaña, uno, y campaña, dos. La cordialidad duró poco. Susana Díaz, por supuesto, sigue centrando toda su agenda política y su proyección mediática en Madrid. Las diferencias en el debate territorial, un asunto clave en esta campaña electoral, están superadas, aseguran al unísono los socialistas. Por primera vez, insisten, el PSOE tiene un mensaje claro y contundente frente a Cataluña sin peligro de veleidades del PSC.

Superado el fondo del asunto, la pugna se libra por la puesta en escena. Susana Díaz bajó del AVE este miércoles en Madrid con la intención clara de marcar el discurso de su partido. Como presidenta del Consejo de Política Federal del PSOE siempre ha querido llevar la voz cantante en este tema de Estado. De hecho, desde un principio, aseguran que fue parte de su acuerdo con Sánchez cuando aterrizó, gracias a Susana Díaz y al PSOE andaluz, en la secretaría general. Ella descartó entrar en la ejecutiva federal pero pidió tener esta parcela del debate territorial bajo su poder. Ferraz niega ese acuerdo. Una vez más la baronesa andaluza logró hacerse con el mando. Su liderazgo político ante la prensa en Madrid, donde ha tejido concienzudamente toda una red de apoyos, sigue estando al alza. Cuando la lideresa andaluza habla, deslumbra. El miércoles casi le salió redonda la jugada. El problema es que el titular le duró muy poco tiempo. Pedro Sánchez había acudido a La Moncloa a reunirse con Mariano Rajoy y no se lo comunicó a sus barones pese a estar todos reunidos en el Consejo de Política Federal. Al parecer, solo lo sabía el catalán Miquel Iceta.

placeholder Reunión de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en La Moncloa. (EFE)
Reunión de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en La Moncloa. (EFE)

El gesto indignó y mucho a Susana Díaz y su equipo. Rápidamente recordaron que hasta Rubalcaba, cuando ya sabía que Andalucía había pedido su cabeza política, confió a Susana Díaz el secreto de la abdicación del rey Juan Carlos y le pidió tiempo para que la sucesión en la Corona no coincidiera con el relevo en el PSOE. Según el relato que hacen desde Ferraz, fue el secretario general del PSOE quien llamó a Rajoy tras el desafío secesionista del Parlamento catalán y el presidente le propuso un encuentro “discreto”. Una vez en La Moncloa, ambos acordaron hacer pública la entrevista con la idea de lanzar “un mensaje de tranquilidad y unidad”. Sólo después, Sánchez llamó uno a uno a todos los barones, para comunicarles el contenido de esta reunión con el presidente del Gobierno. Susana Díaz trató de suavizar el roce pero no se privó de comentar a su círculo de confianza que el secretario general se había equivocado cuando vio como Albert Rivera o Pablo Iglesias sí hacían una comparecencia pública en La Moncloa.

Es verdad que el PSOE andaluz está en tensión y dispuesto a ganar las elecciones y aportar el mayor número de votos a Pedro Sánchez. Tan cierto como que esta cuarta victoria andaluza en las urnas será, sin duda y en caso de que el resultado del partido en las generales no sea bueno, el principal aval de Susana Díaz para desembarcar en Ferraz. Ya lo intentaron en las municipales y el plan político hizo aguas.

El síntoma más claro de lo que ocurre en el PSOE está siempre en sus militantes. El ambiente del comité director del PSOE andaluz del pasado viernes no dejó lugar a dudas. Están en la campaña, por supuesto, pero también en las cábalas sobre cuál será el futuro de su lideresa. Muchos empiezan ya a defender la posibilidad de que la baronesa andaluza aterrice en la secretaria general del PSOE y compatibilice, a medio plazo, este cargo con la presidencia de la Junta. Ya hay incluso quinielas sobre a quién dejaría “la regencia” en caso de que dé el salto a Madrid que lleva negando ya año y medio. En septiembre de 2014, en Andalucía saltaron las alarmas. En un comité director ya los socialistas andaluces comenzaron a trasladar su decepción con el liderazgo de Sánchez y no llevaba ni cien días en la secretaría general. En octubre, Díaz empezó a marcar distancias públicamente. Desde entonces, los desencuentros han sido muchos y sonados. Por más que Díaz diga que esto es “salsa rosa” y acuse a los periodistas de estar entretenidos en este tema mientras ella se dedica “a los problemas de la gente”, cada vez está más cerca el desenlace de una crónica más que anunciada.

“Hace falta ganar y ganar bien. Echarse a la calle y en los próximos 50 días explicarle a la gente que no es lo mismo que sigan los que nos han traído hasta aquí que si gobierna el PSOE. Salir con un mensaje inconfundible”. La arenga de Susana Díaz en la reunión del Comité Director del PSOE andaluz ante los militantes más destacados de su partido no dejó lugar a malas interpretaciones. Con un discurso muy medido en el que mencionó a Pedro Sánchez en más ocasiones de lo habitual, llamó a “arrimar el hombro” y “dejarse la piel” para conseguir una victoria el próximo 20 de diciembre, la baronesa andaluza podría haber logrado contener la brecha abierta con su secretario general. O por lo menos, no echar más leña al fuego. Sin embargo, apenas hora y media después de esta intervención los socialistas andaluces enviaban un nuevo recado a su secretario general en forma de enmiendas a su programa electoral. En un tema tan sensible como el empleo, exigían al candidato la derogación total y urgente de la reforma laboral del PP. Un nuevo pulso en asunto que irrita a muchos en el PSOE, ante el que Ferraz ha advertido de que no hará promesas que no pueda cumplir y el coste del despido está entre esas líneas rojas.

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