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A bordo del buque insignia de la Armada: lo que ustedes no pudieron ver del Día de las FFAA
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El Juan Carlos I

A bordo del buque insignia de la Armada: lo que ustedes no pudieron ver del Día de las FFAA

El Día de las Fuerzas Armadas se concibe como un punto de encuentro entre la ciudadanía y la defensa. Su celebración viene desde 1997, cuando un real decreto del Ministerio de Defensa lo instauró con carácter anual

Foto: arrier en la cubierta de vuelo del Juan Carlos I y, detrás, el resto de buques navegando en línea de fila. (Juanjo Fernández)
arrier en la cubierta de vuelo del Juan Carlos I y, detrás, el resto de buques navegando en línea de fila. (Juanjo Fernández)
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La celebración del Día de las Fuerzas Armadas se materializa en una serie de actos que, casi seguro, asociamos con el más habitual, un desfile. Sin embargo, en las ocasiones en las que hay presencia naval por celebrarse en ciudad costera, es un poco diferente. El público solo puede apreciar la parte más visible, que son los movimientos de tropas y vehículos en la playa y las exhibiciones aéreas. Más difícil es ver el trabajo en los barcos, siempre más lejanos. Por eso hemos embarcado en el Juan Carlos I, para mostrarles aquello que no siempre se puede ver.

El Día de las Fuerzas Armadas se concibe como un punto de encuentro entre la ciudadanía y la defensa. Su celebración viene desde 1997, cuando un real decreto del Ministerio de Defensa lo instauró con carácter anual. La realidad es que el objetivo se cumple, pues la acogida y asistencia de público a los actos es masiva año tras año. En las Fuerzas Armadas, en la defensa, se invierten muchos recursos y es bueno que los ciudadanos conozcan, o al menos se hagan una idea, de las capacidades y medios de los que se dispone.

Este año el evento se han celebrado en Asturias, en las ciudades de Gijón y Oviedo, estructurándose en dos actos en días consecutivos, uno en Gijón el viernes 24 de mayo, con actividades aéreas y navales y el sábado 25 en Oviedo, con un tradicional desfile terrestre.

La ventaja, como decíamos al principio, es que la costa y playa permite un mayor despliegue y presencia naval, imposible en ciudades del interior. Por ello nos embarcamos en el buque LHD Juan Carlos I, navío insignia de la Armada y el mayor de nuestra historia. Desde él podemos contemplar cómo se desarrollan las operaciones aéreas y cómo maniobran el resto de unidades navales.

Desde el buque insignia

El sábado fue jornada aeronaval, revista naval incluida y presidida por SM el Rey Felipe VI. No es la primera vez que nos integramos con la dotación del Juan Carlos I para informar de sus actividades, ejercicios y despliegues. El LHD lleva una buena temporada con mucho ajetreo. Acaba de volver de su despliegue de cuatro meses en el Mediterráneo, formando parte del Grupo de Combate Expedicionario Dédalo 24, donde ha realizado ejercicios junto a marinas de otros países.

Ahora, tras esta breve parada participando en la revista y exhibiciones aeronavales, continuará su camino hacia el norte, esta vez para integrarse en los ejercicios OTAN Baltops, unas importantes e interesantes maniobras que se realizan en el Báltico, en las que también hemos estado en años anteriores y que, esta vez, tienen el importante aliciente de contar con los nuevos miembros de la OTAN, Suecia y Finlandia.

Ver una parada naval desde dentro aporta momentos que rara vez se pueden ver. El movimiento de naves, en un baile donde la sincronización es clave, no es sencillo – aunque puede parecerlo – cuando se trata de coordinar barcos de muy diferente tamaño y tipo. Desde las 27.000 toneladas del LHD Juan Carlos I a las apenas 550 toneladas de los buques de medidas contra minas, Tambre y Tajo, por no hablar de la pequeña patrullera Río Luna, de la Guardia Civil. Pero mejor les dejamos con imágenes de lo que se ve entre bambalinas y desde el gran buque de la Armada.

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(Juanjo Fernández)

En la revista naval los buques forman en lo que se denomina "línea de fila" y así pasan por el costado de otro navío donde se encuentra la autoridad, en este caso SM el Rey Felipe VI. Sin duda, la perspectiva de la línea, con el buque de asalto anfibio Galicia en primer término, es espectacular.

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(Juanjo Fernández)

A la izquierda, la fragata F-103 Blas de Lezo seguida de la fragata F-81 Santa María, el buque de cooperación pesquera A-41 Intermares, los cazaminas M-33 Tambre y M-36 Tajo y, cerrando la formación, la patrullera Río Luna, de la Guardia Civil.

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(Juanjo Fernández)

En pleno viraje por babor, la popa del Juan Carlos I con sus Harrier y, detrás, el L-51 Galicia. El veterano navío de asalto anfibio, al igual que su gemelo, el L-52 Castilla, se concibieron para llevar a cabo operaciones anfibias. Para ello disponen de un gran dique inundable en su interior. El Castilla, además, está especialmente preparado para ejercer como buque de mando de una agrupación naval.

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(Juanjo Fernández)

El Rey Felipe VI embarcó en el patrullero de altura P-74 Atalaya, acompañado de la Ministra de Defensa, Margarita Robles, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante Teodoro López Calderón, el Jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Antonio Piñeiro Sánchez y otras autoridades civiles y militares.

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(Juanjo Fernández)

El Juan Carlos I lleva, como es lógico, el grueso de las operaciones con aeronaves y es entonces cuando sobre su cubierta se inicia una actividad frenética. Los pilotos de Harrier van ocupando sus cabinas y preparando los aviones para el despegue. La cubierta de vuelo es un lugar peligroso donde solo está quien desempeña alguna tarea. En un lugar donde la comunicación verbal es casi imposible, todo el personal identifica su función mediante el color de su chaleco: personal de calzos y trincas (chaleco azul), patrones de aeronave (chaleco marrón), contraincendios y armeros (rojo), directores de movimiento de aeronaves (chalecos amarillos), combustibles (morado) y seguridad (blanco).

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(Juanjo Fernández)

La fragata Blas de Lezo y el Galicia evolucionan navegando de vuelta encontrada. En el caso de la fragata para lanzar su aeronave de lucha antisubmarina, un SH-60B y el Galicia para las operaciones anfibias que sus lanchas de desembarco e Infantes de Marina realizarían en la playa.

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(Juanjo Fernández)

La fragata Santa María, primera de la serie de las F-80, es un barco ya veterano que ha dado un juego extraordinario. En primer término uno de los SH-60B de la Décima Escuadrilla, un elemento importantísimo para lucha antisubmarina que se verá reforzado (algunos reemplazados) por el nuevo MH-60R, modelo evolucionado del que se van a adquirir seis ejemplares.

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(Juanjo Fernández)

Una de las cosas interesantes que pudimos ver fue un ejemplar de los nuevos H135 que comienzan a operar con la Armada y con los que se dota la igualmente nueva Duodécima Escuadrilla. Vienen a sustituir a los míticos H-500 que, antes, volaban en la Sexta Escuadrilla.

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(Juanjo Fernández)

Los cazaminas son navíos diseñados para combatir estos letales artefactos, las minas navales. Son armas muy peligrosas porque, por un lado, sus efectos son muy destructivos y pueden acabar casi con cualquier barco, a la vez que actúan de manera indiscriminada contra todo aquello que las active. Además, su escaso coste (en términos relativos) hace que estén al alcance de elementos armados de cualquier tipo, incluidos grupos terroristas. Los barcos de la clase Segura, en la imagen el M-36 Tajo y el M-33 Tambre, realizarían tareas de desminado antes de iniciarse las operaciones anfibias, asegurando así un acceso libre de estos ingenios.

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(Juanjo Fernández)

Los Harrier —en general el ala fija embarcada— constituyen un elemento esencial para proteger y apoyar las operaciones anfibias. Sin ellos, o se verían muy limitadas o serían sencillamente imposibles. Todas las operaciones de estos aviones son espectaculares y complejas. En la imagen, este Harrier acaba de abandonar la cubierta de vuelo lanzado a toda velocidad por la rampa. Es justo en ese momento, cuando pasa por la raya amarilla del final, que el piloto acciona el mando que orienta las toberas y las coloca casi en vertical, para aumentar el efecto sustentador.

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(Juanjo Fernández)

Si los despegues son impresionantes, las tomas no son menos. El avión llega al costado del buque casi parado en el aire, sustentado tan solo por el efecto de su turbina con las toberas prácticamente a 90º. Es una maniobra muy delicada donde no cabe ningún error. El piloto va controlando el descenso de su aparato hasta posarse en el spot o punto de toma indicado.

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(Juanjo Fernández)

Todas las operaciones con aeronaves siguen un riguroso proceso. Todo es una sucesión de pasos que no se deben saltar. Casi como en una liturgia, todo el personal conoce su labor y su momento. En la imagen, por ejemplo, un detalle curioso. Antes de apagar la turbina y dar por concluido el vuelo, se procede a una limpieza de álabes. El ambiente salino, ya se sabe, no encaja muy bien con la tecnología. Para ello se rocía con agua dulce por ambas tomas de aire. Lo hace uno de los patrones de aeronave con una manguera.

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(Juanjo Fernández)

Con el Juan Carlos I se embarcaron tres AB-212 de la Tercera Escuadrilla. Son unas aeronaves a las que les queda muy poco tiempo con la Armada, pues a finales de julio la Escuadrilla cesará sus actividades y sus aparatos serán cedidos al Ejército de Tierra, que los utilizará con el BHELMA VI en Canarias. Otra emblemática Escuadrilla, que inició su andadura en 1965, ve el momento de su final. El tiempo pasa para todos.

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(Ángel del Peso)

La llegada de los Infantes de Marina a la playa de desembarco se puede realizar por diversos vectores. Pueden ser helitransportados, llegar en lanchas de desembarco LCM, en sus propios vehículos anfibios o, como es el caso, en lanchas rápidas Duarry Supercat. Se trata de unas embarcaciones inflables de fondo rígido (RHIB), muy veloces, capaces de dar 40 nudos (74 km/h) gracias a su motor de 90 caballos.

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(Ángel del Peso)

Más allá del ámbito naval, la Guardia Civil siempre recibe una gran acogida por el público que asiste a este tipo de actos. En la imagen, uno de sus helicópteros H135; detrás, la patrullera Río Luna, moderna embarcación, ágil y rápida, con apenas 130 toneladas de desplazamiento.

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(Ángel del Peso)

El Ejército de Tierra y las aeronaves de sus Fuerzas Aeromóviles son también un referente. Llevaron helicópteros de ataque Tigre y los grandes aparatos de transporte pesado CH-47 Chinook, ya modernizados a la versión Fxtrot. Todo muy interesante, pero hoy queremos destacar las pasadas en vuelo táctico de los helicópteros de maniobra NH90.

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(Ángel del Peso)

Quien nunca defrauda es la Patrulla Águila. Es obligado mencionarla, por más que sea habitual en todo tipo de exhibiciones y actos. Es, además, la encargada de poner siempre el broche de oro final.

La celebración del Día de las Fuerzas Armadas se materializa en una serie de actos que, casi seguro, asociamos con el más habitual, un desfile. Sin embargo, en las ocasiones en las que hay presencia naval por celebrarse en ciudad costera, es un poco diferente. El público solo puede apreciar la parte más visible, que son los movimientos de tropas y vehículos en la playa y las exhibiciones aéreas. Más difícil es ver el trabajo en los barcos, siempre más lejanos. Por eso hemos embarcado en el Juan Carlos I, para mostrarles aquello que no siempre se puede ver.

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