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Repensar la estrategia Wallapop de la Armada: hacia una nueva generación de buques auxiliares
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Repensar la estrategia Wallapop de la Armada: hacia una nueva generación de buques auxiliares

Podemos llevar la ambición y voluntad de invertir a modelos navales que si bien parecen secundarios, podrían llegar a jugar -si aplicamos las lecciones del pasado y algo de imaginación- un importante papel operativo, industrial y comercial

Foto: El Contramaestre Casado participa en unos ejercicios navales. (EFE/Jorge Zapata)
El Contramaestre Casado participa en unos ejercicios navales. (EFE/Jorge Zapata)

Durante los años de estrecheces presupuestarias, la Armada desarrolló varias estrategias para adaptarse al difícil entorno financiero. Entre ellas, se hizo habitual la compra de buques civiles de segunda mano para ciertas misiones auxiliares. Pero ante un nuevo ciclo inversor expansivo que permite pensar en ampliar series de buques y mejorar capacidades, quizás sería buen momento de revisitar los límites de estas prácticas. ¿Por qué no llevar esa ambición y voluntad de invertir a modelos navales que si bien parecen secundarios, podrían llegar a jugar -si aplicamos las lecciones del pasado y algo de imaginación- un importante papel operativo, industrial y comercial?

Las fuerzas armadas europeas están aumentando al unísono sus partidas de defensa. En el caso español está lejos de ser una carrera armamentística y más bien se trata de recuperar capacidades perdidas por el hachazo presupuestario tras la crisis financiera de 2008 y renovar sistemas de armamento cuya vida útil ha sido prolongada más de lo razonable. Sin duda alguna, el ánimo sobre los asuntos militares es ahora completamente diferente, como pudimos ver en el foro Desafíos Defensa organizado por El Confidencial en Córdoba el pasado 31 de enero. Por primera vez en mucho tiempo, ya no se habla de sustituir lo viejo por lo nuevo, sino que también de prolongar series y lanzar proyectos más ambiciosos.

Ese optimismo está completamente justificado para la Armada. A los planes originales de construir cinco fragatas F-110 podrían añadirse dos unidades adicionales con capacidades mejoradas. Algunas fuentes apuntan a modelos similares a los destructores Flight III presentados por el astillero público Navantia en una feria australiana el pasado mes de noviembre. Además, la serie de cuatro submarinos S-80+ podrían verse también ampliada en otras dos unidades. Aparte nuevas construcciones, hay planes para modernizar las fragatas F-100 y los cazaminas, mientras se estudian los futuros buques de asalto anfibio.

Y la renovación alcanza a otros buques que cumplen funciones auxiliares, como los hidrográficos y los de rescate y apoyo a submarinos. El proyecto de Buque de Acción Marítima–Intervención Subacuática (BAM-IS) supone un salto para la Armada, que hasta ahora contaba con un buque civil de segunda mano modificado para tareas de rescate de submarinos y apoyo a buceadores. El futuro A-21 Poseidón será un buque imponente, mucho más grande y avanzado que su antecesor.

La sorpresa saltó en enero, cuando durante una visita a El Ferrol, el presidente Pedro Sánchez anunció que el Ministerio de Defensa encargará a Navantia un nuevo Buque de Aprovisionamiento de Combate. Hasta ahora, la Armada contaba con dos: el A-14 Patiño y el A-15 Cantabria. Su función es permitir el despliegue de grupos navales lejos de España, transportando combustible y otros suministros esenciales. El primero de los dos buques fue entregado a la Armada en 1995 y todavía tenía años de servicio por delante. Pero será sustituido por tratarse de un buque monocasco que no cumple la normativa europea para prevenir vertidos, como el que provocó el Prestige en 2002.

En realidad, la normativa europea deja fuera a los buques militares. Y si bien la Armada tenía previsto en un futuro sustituir A-14 Patiño, la necesidad de generar carga de trabajo para el astillero de Navantia en El Ferrol en plena campaña electoral gallega llevó al Gobierno a destinar fondos para adelantar el proyecto.

El nuevo buque será muy parecido a A-15 Cantabria, un diseño que Navantia vendió a Australia. Al final, la construcción del nuevo buque es el resultado de una decisión política que tiene más que ver con cuestiones industriales y sociales que con las prioridades de la defensa. Pero refleja que cuando existe la manifiesta voluntad, aparece el presupuesto necesario.

Renovación de auxiliares

Mientras la Armada decide cómo serán los buques de asalto anfibio del futuro, la renovación también ha llegado a tres buques auxiliares encargados de llevar carga rodada y suministros (pero no en operaciones de combate). Se trata del A-01 Contramaestre Casado, el A-04 Martín Posadillo y el A-05 El Camino Español. Estos dos últimos fueron, hasta su reciente retirada de servicio, los buques más particulares de la Armada porque fueron comprados de segunda mano en el mercado civil por el Ejército de Tierra. El Martín Posadillo llegó a estar adscrito a la Agrupación de Apoyo Logístico 23 (AALOG 23) de Ceuta, cuyo acrónimo llegó a lucir en el casco. Finalmente, se impuso el sentido común y fueron dados de alta en la Lista Oficial de Buques Oficiales (LOBA), recibiendo entonces los numerales que los identificaba como buques auxiliares.

La misión de los buques logísticos que la Armada opera en beneficio del Ejército de Tierra es transportar a unidades militares entre el territorio peninsular y los territorios extrapeninsulares, además de transportar material a misiones internacionales como la del Líbano. Nunca se ha esperado de estos buques que operen en zona de conflicto, ni están diseñados para ello.

El A-04 Martín Posadillo y A-05 El Camino Español se dieron de baja en 2019 y 2020, respectivamente. La pandemia descalabró el transporte marítimo mundial, dejando a muchas compañías con un excedente de buques. Fue un momento óptimo para acudir al mercado civil y el Ministerio de Defensa encontró una oportunidad en el buque Galicia de la naviera Suardiaz, que adquirió por 7,5 millones de euros. El nuevo buque fue bautizado A-06 Ysabel y dado de alto en la LOBA en junio de 2021.

De pronto, el Ejército de Tierra se encontró que podía contar con un buque de 16.000 toneladas que era más grande que dos anteriores combinados y mover de golpe más vehículos y material. Pero también descubrió algo que se pasa por alta cuando se debate sobre proyección del poder naval. El buque podría ser más capaz que la suma de los dos anteriores, pero no podía estar en dos sitios a la vez. Algo a tener en cuenta cuando se defienden buques más grandes, caros y capaces, pero de series cada vez más cortas.

El precio pagado por el buque A-06 Ysabel, afirman fuentes del sector, fue un buen precio gracias a la coyuntura internacional. Pero enseguida hubo que ejecutar modificaciones de adaptación a las necesidades de su nuevo operador, desde la eliminación de una cubierta a la ampliación de camarotes para albergar más conductores. Están previstas nuevas modificaciones del buque, que incluyen nuevas grúas, pescantes y una nueva zona de habitabilidad a proa, lo que viene a suponer que a aquel precio original conseguido de forma ventajosa tras la pandemia hay que sumarle una larga lista de trabajos y obras.

En noviembre de 2023 la Armada, a través de una empresa intermediaria, compró un nuevo buque civil de segunda mano para acompañar al A-06 Ysabel. El buque elegido fue el Cadena 4, que costó 19,5 millones de euros. El buque fue bautizado A-07 El Camino Español y causó alta en la LOBA el 20 de enero de 2024. Ya en manos de la Armada fue llevado a los astilleros de Navantia en El Ferrol para ser adaptado a su nuevo cometido. Está previsto que entre en servicio a finales de este año. Con sus más de 12.000 toneladas de desplazamiento bruto, el nuevo buque también supera a la suma del desplazamiento de los dos buques retirados.

Por último, quedaba pendiente la sustitución del A-01 Contramestre Casado. Se trata de un viejo carguero botado en 1953 que, tras ser incautado en una operación contra el contrabando en aguas gallegas, fue comprado en subasta pública por la Armada en 1982. Desde entonces ha cumplido funciones de buque de transporte logístico para la propia Armada. Aunque no ha sido raro verle desempeñar el papel de buque hostil en ejercicios navales y su silueta es bien conocida en Málaga porque desde él desembarcaba habitualmente la Legión en Semana Santa.

El pasado mes de diciembre, la Jefatura de Apoyo Logístico de la Armada anunció que declaraba desierto el concurso de adquisición de un sustituto para el que se había presupuestado 20 millones de euros, incluyendo los trabajos de adaptación para su nueva vida militar. Sólo se presentó un candidato, que fue descartado porque no cumplía todos los requisitos. El concurso se volverá a repetir, por lo que la Armada espera tener reemplazo del A-01 Contramestre Casado este año o el próximo.

Un nuevo concepto de buque auxiliar

El resultado final del proceso de modernización de los tres buques de transporte civil es que la Armada contará con tres buques civiles completamente diferentes y comprados de segunda mano. Durante su vida militar no se espera de ellos que participen en operaciones militares, ni que tengan un intenso calendario de navegaciones, por lo que acudir al mercado de segunda mano para adquirir buques civiles se considera justificado y suficiente. Pero no ha tenido que ser así necesariamente.

En octubre de 2018, en el blog Foro Naval se presentó una propuesta de buque de transporte logístico para el Ejército de Tierra que tomara como base el diseño del buque Super Fast Galicia, que el astillero vigués Hijos de Barrera construyó para Transmediterránea en 2003. El colectivo de autores planteaba modificaciones en el diseño original para adaptarlo a las necesidades del Ejército de Tierra, incluyendo un hangar y plataforma de vuelo para helicópteros.

placeholder Txema Prada (ForoNaval.com)
Txema Prada (ForoNaval.com)

La propuesta de Foro Naval contaba con la ventaja de partir de un diseño civil conocido y ya probado, pero introduciendo las modificaciones específicas que lo hicieran óptimo para su vida militar. Como hemos visto en el caso de las obras necesarias en el buque Y-06 Ysabel o el problema de falta de idoneidad del sustituto propuesto para el A-01 Contramestre Casado, es difícil encontrar buques civiles que respondan a las necesidades de las fuerzas armadas.

Poco después de esta publicación en Foro Naval, se conoció que Navantia tenía también una propuesta de diseño para los futuros buques del Ejército de Tierra. El proyecto fue bautizado con las siglas TLET y aunque coincidían perfectamente con Transporte Logístico del Ejército de Tierra se presentó en público como Transporte Logístico Ecológico y Trivalente. Se dijo entonces que personal del astillero de Navantia llevaba trabajando año y medio en el diseño con las esperanzas puestas que el Ministerio de Defensa encargara los dos buques para darle carga de trabajo a los astilleros de Puerto Real (Cádiz), que en aquel entonces sufrían la falta de encargos. A pesar de las protestas sindicales, del proyecto TLET nunca más se supo.

La idea de diseñar ex profeso un buque de transporte logístico podría ir más allá de modificar un modelo civil. La premisa de compra de estos buques ha sido siempre que no están pensados para ir a la guerra. Pero la realidad es que España tiene un número pequeño de buques de asalto anfibio: el L61 Juan Carlos I, el L51 Galicia y el L52 Castilla.

Proyectar el poder naval

La experiencia enseña que cuando estalla una crisis la cifra de buques disponibles es siempre inferior a la teoría. Hay buques fuera de servicio por mantenimiento o hay buques navegando lejos de su base, como pueden ser en el caso de España operaciones en el Cuerno de África o maniobras en Noruega. Otra lección que se repite en todos los conflictos es que el consumo de municiones y las necesidades de material siempre desbordan las previsiones hechas en tiempo de paz. Por tanto, podemos anticipar que, en caso de crisis, la Armada va a necesitar contar con la mayor cantidad de buques posibles si quiere proyectar fuerzas más allá de la Península.

Tenemos el caso histórico de la Guerra de las Malvinas. Para poder desplegar una fuerza expedicionaria en la otra punta del planeta, Reino Unido se vio obligado a requisar buques civiles bajo una fórmula denominada en inglés Ships Taken Up From Trade (STUFT). Nada menos que quince petroleros, ocho ferries, ocho remolcadores, cinco portacontenedores y tres buques de crucero hicieron falta para proyectar una fuerza naval que permitiera el desembarco de ocho batallones de fusileros.

Desde luego no hay escenarios de conflicto para España en que sus fuerzas armadas tuvieran que desembarcar ocho batallones en la otra punta del mundo. Pero si la brigada de Infantería de Marina Tercio de Armada tiene tres batallones de desembarco, cabe preguntarse si no sería necesario reforzar los medios para al menos tener la capacidad de llevar esa fuerza a zona de operaciones.

Podemos encontrar en el mercado buques logísticos con estándares militares pensados para participar en operaciones, como por ejemplo el diseño 7 312 de la empresa canadiense Vard Marine. Se trata de un buque con capacidad de llevar carga rodada que accede a la bodega a través de una rampa, y no como en el caso de A-01 Contramestre Casado izado con una grúa. Puede llevar además carga en contenedores, tiene alojamientos para infantería de marina y cuenta con hangar y plataforma de vuelo. Es un buque que en caso de crisis o conflicto puede sumarse a una fuerza naval llevando vehículos, suministros y personal.

Vard Marine ha recibido encargos de los astilleros públicos ASMAR de Chile para construir buques para la Armada de Chile. En el caso de España no haría falta comprar un diseño extranjero. Los astilleros españoles tienen capacidad de sobra para diseñar un buque así. Y no sólo la empresa pública Navantia, también los astilleros privados que han exportado buques a armadas y agencias gubernamentales de todo el planeta.

Foto: El buque escuela Kri Bima Cuci de Freire construido para Indonesia. (Astilleros Freire)

Encargar un buque de nueva generación para la Armada tiene sentido miliar, económico e industrial. No solo daría la tan demanda carga de trabajo que piden los astilleros españoles, sino que también serviría para ampliar el catálogo de exportación de buques ofertados por la industria española, que ha ido creciendo a lo largo de los años, con fragatas, submarinos y que podría incluir modelos de transporte logístico de grado militar. Y dotaría a la Armada con un buque que cumpliera exactamente con sus necesidades, dejando de considerar el apoyo logístico una tarea secundaria que se cubre con buques civiles de segunda mano.

Durante los años de estrecheces presupuestarias, la Armada desarrolló varias estrategias para adaptarse al difícil entorno financiero. Entre ellas, se hizo habitual la compra de buques civiles de segunda mano para ciertas misiones auxiliares. Pero ante un nuevo ciclo inversor expansivo que permite pensar en ampliar series de buques y mejorar capacidades, quizás sería buen momento de revisitar los límites de estas prácticas. ¿Por qué no llevar esa ambición y voluntad de invertir a modelos navales que si bien parecen secundarios, podrían llegar a jugar -si aplicamos las lecciones del pasado y algo de imaginación- un importante papel operativo, industrial y comercial?

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