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Un tesoro en las antípodas: el papel que puede jugar España en el rearme naval de Australia
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Un tesoro en las antípodas: el papel que puede jugar España en el rearme naval de Australia

El Gobierno australiano anunció recientemente un fuerte incremento del gasto en su armada que se concretará en una expansión de las fuerzas de superficie. Aquí hay lecciones para España y oportunidades para Navantia

Foto: El AOR Supply, el primero de los dos barcos que Navantia diseña y construye para la Armada de Australia. (EFE/Kiko Delgado)
El AOR Supply, el primero de los dos barcos que Navantia diseña y construye para la Armada de Australia. (EFE/Kiko Delgado)

Australia acaba de anunciar un fuerte incremento del gasto para su Armada con el que aspira a expandir de forma significativa sus fuerzas de superficie. La decisión responde a las recomendaciones hechas por un comité independiente de expertos y coincide en varios puntos con decisiones similares tomadas por otros países desarrollados para reforzar su poder naval ante el inestable panorama geopolítico y la posibilidad de enfrentar un conflicto convencional. En Australia hay lecciones que sacar para España, mientras que los nuevos planes abren una posibilidad de negocio para la empresa pública Navantia.

Algo nuevo, algo viejo y algo prestado

La última Revisión Estratégica de la Defensa australiana, publicada en 2023, establecía que los lineamientos para la flota de combate de superficie no eran adecuados y que se requería de una "letalidad mejorada". Se recomendó entonces una revisión de las capacidades por parte de una comisión independiente liderada por un vicealmirante estadounidense. El trabajo del Equipo de Análisis Independiente fue presentado al Gobierno en septiembre de ese año y permanece clasificado. En él se recogen las capacidades requeridas, su coste, la fuerza laboral empleada, un calendario de los programas, se evalúa el riesgo de los proyectos y se estudia la capacidad de construcción naval nacional.

El pasado 20 de febrero, las autoridades procedieron a difundir un documento público titulado "Flota de combate de superficie de letalidad mejorada" que recoge las conclusiones principales y las dieciocho recomendaciones del comité de expertos al gobierno, así como la correspondiente respuesta del Gobierno australiano a cada una de ellas.

El informe señala con preocupación el envejecimiento de la fuerza de combate de superficie de la Armada, formada ahora mismo por tres destructores clase Hobart basados en el diseño español F-100 y ocho fragatas clase ANZAC, basadas estas últimas en un diseño alemán para la exportación que Australia encargó en un programa conjunto con Nueva Zelanda. Mientras tanto, en Australia se está a la espera de la entrada en servicio de una nueva serie de fragatas clase Hunter que se basan en el diseño británico Tipo 26.

Cuando Australia eligió el nuevo modelo de fragata británica para su flota todavía no había sido botada ninguna en Reino Unido. Cuando arrancó el programa de construcción de las fragatas clase Hunter, los australianos empezaron a requerir modificaciones en el diseño que han ido retrasando y encareciendo la construcción. La situación ha llegado al punto en el que la Armada australiana ve cómo uno de sus programas estrella amenaza con absorber el presupuesto y, pese a ello, entraría en servicio tan tarde que el resto de la flota estaría ya excesivamente envejecida, especialmente en el caso de las veteranas fragatas clase ANZAC.

La recomendación hecha al Gobierno es que ese gran programa sea recortado de nueve a seis unidades. Mientras tanto, se debería modernizar los buques en servicio, tanto los destructores clase Hobart como fragatas clase ANZAC. En el caso de los primeros, se recomienda modernizar el sistema de defensa antiaérea AEGIS y aumentar el potencial de combate instalando nuevos misiles antibuque NSM y misiles de crucero Tomahawk. Los misiles de origen noruego NSM son precisamente los que la Armada ha elegido en España para modernizar su flota, mientras que la instalación de misiles de crucero Tomahawk en las F-100 fue algo previsto sobre el papel, pero que nunca se llegó a ejecutar.

La recomendación de modernizar los destructores clase Hobart ha sido aceptada por Defensa, mientras que la recomendación de lanzar un programa de extensión de vida de las fragatas clase ANZAC se ha rechazado. Mientras tanto, ya se ha puesto 2026 como fecha para empezar en Australia los estudios de búsqueda de sustituto a los destructores clase Hobart, un diseño que en España se tenía previsto modernizar con un programa de mitad vida que ya llega tarde.

Expandir la flota

La gran novedad de las propuestas para potenciar la flota de superficie es la de iniciar un programa de fragatas multipropósito de tamaño contenido que sirvan como unidades de segunda línea. La idea es que para desempeñar las misiones de protección de las aguas australianas y la escolta de buques para mantener abiertas las líneas de comunicación marítimas, el país necesita muchos más buques de combate. Al menos siete, pero idealmente once. Y para tenerlos en servicio lo antes posible se propone acudir al mercado internacional con una estrategia "híbrida" que combine las capacidades de los astilleros foráneos y el astillero australiano de la empresa AUSTAL en Henderson, cuya continuidad se quiere preservar por motivos estratégicos.

Adicionalmente, se propone un nuevo tipo de buque de combate "opcionalmente tripulado" con sistema de defensa antiaérea AEGIS y 32 pozos verticales de lanzamiento de misiles. Estos buques, que pueden llevar tripulación o ser teledirigidos, acompañarían a los buques de primera línea y pondrían a su disposición los misiles que portan. El concepto de buque "opcionalmente tripulado" no es una ocurrencia australiana. Estados Unidos trabaja en el concepto y la idea es que Australia colabore con la armada estadounidense.

Foto: El portaaviones 'Príncipe de Asturias' (R-11), modelo sobre el que se basa el HTMS 'Chakri Naruebet' construido para Tailandia. (Foto: Wikimedia Commons)

Por último, el trabajo del comité de experto estudió los proyectos de patrulleros oceánicos y sus conclusiones son tajantes. El programa de patrulleros oceánicos clase Arafura supone un "ineficiente uso de recursos para operaciones de seguridad marítima civil" y se critica que "no posee los sistemas de supervivencia y autodefensa para contribuir a misiones de combate de superficie".

Estos modelos respondían la preocupación australiana por el "arco de inestabilidad" en el cinturón de países del Sudeste Asiático y Oceanía, así como la llegada de inmigrantes irregulares a sus costas. Aquel contexto llevó a encargar un total de doce patrulleros oceánicos que ahora se recomiendan queden en la mitad, mientras se estudia qué otras funciones propiamente militares podrían desarrollar estos buques para sacarles más provecho en el nuevo contexto.

Además, se señala que debería revisarse la utilidad de los programas de patrulleros, tanto en la armada como en la guardia de fronteras australiana, para realizar las mismas tareas de seguridad marítima. Lo deseable sería operar un mismo diseño de buque, el patrullero clase Cape desarrollado (ECCPB por sus siglas en inglés), responsabilizando a la armada del mantenimiento y separando los gastos de operación.

Comparaciones odiosas y una gran oportunidad

Australia es un país con el que es fácil tratar de hacer comparaciones con España. Su Armada emplea tres clases de buques diseñados en España. Y ambos países coincidieron en elegir aeronaves como los cazabombarderos F-18 y los helicópteros de ataque Tigre. Los estudios hechos en Australia para justificar ciertas decisiones son muchas veces provechosos desde un punto de vista español. Pero en este caso nos encontramos con algo inaudito. Allí se ha pedido la opinión experta de alguien de un país aliado que haga de analista frío y neutral a la hora de evaluar la situación y, llegado el caso, recomendar dar un hachazo a proyectos con problemas.

No solo eso. En el caso australiano nos encontramos con que el Gobierno ha aceptado, con más o menos convencimiento, todas salvo una de las recomendaciones hechas por el comité de expertos (modernizar las fragatas clase ANZAC). Aceptar todas las recomendaciones significa que Australia va a lanzarse a expandir su poder naval invirtiendo 11.000 millones de dólares australianos. Más de 6.500 millones de euros. Una ambición que en España es difícil de imaginar ahora mismo.

Foto: Navantia muestra este martes las nuevas instalaciones de su Fábrica de Turbinas de Ferrol. (EFE/Kiko Delgado)

Este plan de choque contiene una sorpresa que atañe a nuestra industria. La necesidad de contar lo antes posibles con las nuevas fragatas multipropósito ha llevado a que se propongan diseños que ya han entrado en servicio en otros países. Y entre los cuatro diseños candidatos encontramos uno del astillero público español Navantia. Se trata del diseño Alpha 3000 que España ha exportado a Arabia Saudita y que, debidamente modificado para las necesidades australianas, presentó en la feria naval Indo-Pacífico 2023 celebrada en Sídney en noviembre del año pasado.

En este caso le toca competir con un diseño alemán, otro surcoreano y otro japonés. En las decisiones en materia de defensa tiene mucho peso las alianzas geopolíticas y Australia podría estar tentada de atar al contrato con países de la región del Indo-Pacífico, como son Corea del Sur y Japón, con quien comparte preocupación por el auge de China.

Pero el informe de los expertos pone mucho énfasis en la importancia de potenciar la construcción naval en el país y de avanzar con rapidez en los nuevos proyectos, tras la mala experiencia con las fragatas clase Hunter. La experiencia de Navantia, ya implantada sólidamente allí a través de Navantia Australia, podría volver a dar alegrías a la industria naval española.

Australia acaba de anunciar un fuerte incremento del gasto para su Armada con el que aspira a expandir de forma significativa sus fuerzas de superficie. La decisión responde a las recomendaciones hechas por un comité independiente de expertos y coincide en varios puntos con decisiones similares tomadas por otros países desarrollados para reforzar su poder naval ante el inestable panorama geopolítico y la posibilidad de enfrentar un conflicto convencional. En Australia hay lecciones que sacar para España, mientras que los nuevos planes abren una posibilidad de negocio para la empresa pública Navantia.

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