Un plató de grúas y acero: Navantia abre sus puertas al rodaje de la última temporada de 'Rapa'

Una tapia blanca separa históricamente Ferrol en dos mitades: la civil y la militar. Es un muro de unos cuatro metros de altura a lo largo de kilómetros tras el que se esconden los muelles y almacenes del Arsenal Militar y los diques y gradas del astillero ferrolano de Navantia. Un paisaje industrial mastodóntico donde todo es XXL: diques, bloques de acero, grúas y talleres de bloques o naves de ensamblaje.

Actores y técnicos comparten espacios de trabajo con soldadores o armadores enfaenados en la construcción de la primera de las cinco fragatas F-110, buques de última generación para la Armada española. Por primera vez, la empresa naval pública presta su imponente escenario a un rodaje de cine: la tercera y última temporada de Rapa, la serie de crímenes emocionales de Javier Cámara y Mónica López ambientada en el Noroeste gallego y producida por Portocabo que emite Movistar+.

Los espectadores podrán ver en la pantalla lo que esconden tras las murallas de una factoría estratégica para la Seguridad Nacional y estricta en los protocolos de acceso y visita. La paradoja es que también los propios ferrolanos podrán ver desde el sofá lo que hay tras el muro que tienen enfrente de sus casas. "No ha sido fácil llegar hasta aquí", confiesa Alfonso Blanco, productor ejecutivo de Portocabo, entusiasmado y rendido a la fuerza visual de la factoría naval.

"Estamos en el Tinglado, el edificio de oficinas más grande de Europa en el siglo XVIII. "Esto es como un museo en uso con rincones imposibles de encontrar", señala el productor en un recorrido guiado por el set de rodaje que alterna pasillos con techos en bóveda y tecnologías de un astillero 5.0. Es un escenario "potente y con personalidad", refuerza Jorge Coira, el director. "Nos dimos el lujo de hacerle un guiño a la goleta Amistad", que Steven Spielberg llevó al cine en 1997 y que se construyó en las gradas ferrolanas en 1799.

El rodaje de la segunda temporada en el interior del Arsenal Militar de Ferrol, otro recinto blindado al personal civil, les sirvió a los productores de ensayo general para ser "más ambiciosos" con las localizaciones y avanzar hacia una trama "más laberíntica". Compatibilizar las necesidades e imprevistos de rodaje con los tiempos de trabajo y la actividad de un astillero con dos mil trabajadores en plena construcción de las fragatas F-110 de la clase Bonifaz y sus gemelos digitales no ha sido sencillo, apuntan fuentes de la empresa, que designaron a un coordinador de enlace con la productora.

Una apuesta arriesgada por ambas partes en la que han salido ganando: la serie muestra el potencial del astillero y la empresa pública se permeabiliza y interacciona con la ría de Ferrol donde tiene una de sus bases nodrizas desde hace siglos rompiendo la dinámica de bloques dentro y fuera del muro.

"Ha sido una ciudad vilipendiada y muy herida", reflexiona Cámara, reconocido este año con el premio Feroz como mejor actor protagonista. "Esta misma empresa (Navantia, antes Bazán) fue testigo de muchas batallas y lucha obrera". La trama de la tercera temporada recoge los ecos de aquellas peleas sociales contra el caciquismo que encarna una poderosa familia-ficción.

Rodaje en el centro de la Tierra

A Rapa le dan forma (y ponen alma) los personajes de Tomás, el profesor de Literatura al que encarna Javier Cámara y Maite (Mónica López), como concienzuda agente de la Guardia Civil. Los dos han sido parte viva de la ciudad durante los tiempos de rodaje —y embajadores inesperados— de la comarca haciendo de Rapa la mejor promoción turística da Serra da Capelada. Un reducto (todavía) salvaje del Ortegal, que geológicamente fue el centro de la tierra, y donde el manto verde termina abruptamente y cae al mar.

"Aquí nos hemos sentido como en casa. Todavía húmedos de tanta lluvia", bromeaba Cámara entre toma y toma. La trama arranca en Cedeira, al borde de los acantilados más altos del continente, en Vixía de Herbeira (613 metros verticales sobre el mar) con el asesinato de su alcaldesa y se estira por una docena de localizaciones de Ferrolterra a través de una serie de macabros sucesos donde la vida y la muerte van barajando sus cartas. "Los espacios son tan espectaculares que fuimos reescribiendo muchas escenas para poder encajarlas con los planos", cuentan a dúo sus creadores, Pepe Coira y Fran Araújo, que también firmaron el guion de Hierro.

"Aquí nos hemos sentido como en casa. Todavía húmedos de tanta lluvia", bromeaba Javier Cámara entre toma y toma

El rodaje de los seis capítulos de esta tercera y última temporada arrancó el 1 de agosto, pero la sucesión de ciclones y borrascas de octubre —Celine, Ciarán y Domingos—, alargó los tiempos y elevó el coste de la producción a 13 días por capítulo, tres por encima de la media. "Ha sido laborioso e intermitente", admite el productor. "Tuvimos que recurrir a un sistema coreano pionero para eliminar las gotas de lluvia", cuenta Alfonso Blanco.

Queda por delante la posproducción y fijar fecha de estreno para 2024 en el teatro Jofre, para terminar de sellar la historia de amor que el equipo ha forjado con la ciudad a lo largo de cuatro años de rodaje. "Amamos Ferrol con todos sus defectos y contradicciones. Es amor verdadero", termina Mónica López. La serie ha sido un revulsivo de autoestima colectiva para una ciudad más acostumbrada al pesimismo crónico que una nueva generación se sacude.