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El PSN blinda a UPN en los municipios amenazados por Bildu más allá de Pamplona
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El PSN blinda a UPN en los municipios amenazados por Bildu más allá de Pamplona

Los socialistas aprobarán los presupuestos de dos municipios en los que los foralistas gobiernan en minoría. Los regionalistas niegan una negociación y achacan la incorporación de las enmiendas a una cuestión de procedimiento

Foto: María Chivite, presidenta de Navarra. (Europa Press/Eduardo Sanz)
María Chivite, presidenta de Navarra. (Europa Press/Eduardo Sanz)

Como hizo en Pamplona, el PSN tenía en su mano propiciar un cambio de alcaldía en favor de Bildu en otros tres municipios navarros: Estella, Valle de Egüés y Barañáin. En estas tres localidades, UPN gobierna en minoría y desde que se rubricó la moción de censura en la capital navarra, la amenaza sobrevolaba. El golpe hubiese sido fatal para los foralistas, pero el Partido Socialista finalmente aprobará los presupuestos de los dos primeros ayuntamientos, mientras que negocia los del tercero. El movimiento llega después de que la relación entre las dos formaciones se rompiera por completo y socialistas y regionalistas protagonizaran un agrio cruce de reproches. La moción supuso un hito sin precedentes con el que Pedro Sánchez cruzó la última línea roja que le quedaba por traspasar en su relación con Bildu a cambio de haberse asegurado su apoyo para la investidura.

“Es un acuerdo para la ciudadanía, no para UPN”, recalcan fuentes del PSN. Las relaciones entre ambas formaciones siguen sin recomponerse, pero los socialistas defienden que ellos siempre dijeron que el caso de Pamplona era único, que se circunscribía a la parálisis del Ayuntamiento y a la supuesta incapacidad de la exalcaldesa, Cristina Ibarrola, de llegar a acuerdos. “En ningún momento ha dejado de haber comunicación en estos municipios”, argumentan en el PSN respecto a las negociaciones para cerrar un acuerdo presupuestario en Estella (14.195 habitantes), Valle de Egüés (22.121) y Barañáin (19.575), tres importantes municipios navarros, los dos últimos en la comarca de la capital.

UPN se ha garantizado el voto afirmativo de los socialistas a las cuentas tras incorporar una serie de enmiendas. No obstante, Javier Esparza, presidente de los regionalistas, insistía este lunes, cuando trascendió que Estella salvaba sus presupuestos ―este martes llegó el anuncio en Valle de Egüés―, que no se podía hablar de una negociación propiamente dicha. Esparza rebajó a una simple cuestión de procedimiento y de trámite que UPN incorporase varias de las enmiendas presentadas por el PSN.

"El Partido Socialista dijo que era imposible que se aprobaran los presupuestos porque UPN no se quería sentar y era mentira. Yo lo que dije es que los presupuestos se pueden aprobar en un procedimiento ordinario, en el trámite en el que presentas unas enmiendas y yo te las apruebo o no te las apruebo", defendió Esparza. “Hay una diferencia sustancial entre un documento firmado y la aprobación de unas enmiendas que te parece que son razonables y que ayudan”, insistió el regionalista. Sin embargo, la lectura en el PSN fue otra. El secretario de organización de la formación y portavoz en el Parlamento navarro, Ramón Alzórriz, apuntó a que los grupos locales de UPN se habían saltado la directriz del partido y habían accedido a sentarse a negociar con los socialistas. “Es un pato cojo que no tiene autoridad en su partido”, cargó Alzórriz.

Foto: Joseba Asiron saluda a los simpatizantes de Bildu. (EFE/Jesús Diges)

Desde que el 13 de diciembre saltó la noticia de que el PSN había pactado una moción de censura con Bildu para dar la alcaldía de Pamplona a Joseba Asiron, el choque entre el PSN y UPN ha sido constante. Los regionalistas anunciaron que rompían relaciones, mientras Alzórriz se felicitaba por el pacto alcanzado con la izquierda radical, calificándolo de “histórico”. Mientras Bildu se mantenía en un segundo discreto plano, el PSN buscaba el cuerpo a cuerpo con UPN, al que acusó de maniobrar para evitar que dos ediles socialistas recogiesen su acta y malograr así la votación de la moción de censura. Esparza, en una durísima intervención en el Parlamento foral, llegó a preguntar a la presidenta de Navarra, María Chivite, si no vomitaba por las noches tras haber amparado el pacto con Bildu. Previamente, llamó “escoria” a la dirigente socialista.

Un duro golpe para UPN

Si UPN hubiese perdido alguno de los tres municipios, el golpe para los regionalistas hubiese sido terrible. La formación fue la fuerza más votada tanto en las municipales como en las autonómicas del pasado 28-M, pero ha visto mermado su poder por los pactos entre el PSN, Bildu, Geroa Bai (la coalición en la que está integrado el PNV) y Podemos. Una vez perdido el Gobierno foral, en manos de Chivite gracias a una abstención de la izquierda radical, los regionalistas al menos tenían el consuelo de ser la primera fuerza municipal y gobernar al 53% de la población navarra. Sin Pamplona, el porcentaje bajó al 21%.

Foto: Jorge Crespo, el edil expulsado del PSN en Estella, con Santos Cerdán. (Cedida)

Paradójicamente, además, el PSN expulsó en 2020 a sus dos concejales de Estella por negociar con Bildu una moción de censura para desalojar a UPN de la alcaldía. La formación en la localidad acabó perdiendo a 42 militantes, los mismos que apoyaron explorar un acuerdo con la izquierda radical por las malas relaciones que entonces mantenían con el alcalde regionalista. Tres años después, sin embargo, el PSN en Pamplona no solo avaló la negociación, sino que acabó dando el bastón de mando al candidato de Bildu.

Como hizo en Pamplona, el PSN tenía en su mano propiciar un cambio de alcaldía en favor de Bildu en otros tres municipios navarros: Estella, Valle de Egüés y Barañáin. En estas tres localidades, UPN gobierna en minoría y desde que se rubricó la moción de censura en la capital navarra, la amenaza sobrevolaba. El golpe hubiese sido fatal para los foralistas, pero el Partido Socialista finalmente aprobará los presupuestos de los dos primeros ayuntamientos, mientras que negocia los del tercero. El movimiento llega después de que la relación entre las dos formaciones se rompiera por completo y socialistas y regionalistas protagonizaran un agrio cruce de reproches. La moción supuso un hito sin precedentes con el que Pedro Sánchez cruzó la última línea roja que le quedaba por traspasar en su relación con Bildu a cambio de haberse asegurado su apoyo para la investidura.

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