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Antes, todo esto eran croquetas: el plan del tequeño para acabar conquistando España
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ANTOJO DE LA DIÁSPORA VENEZOLANA

Antes, todo esto eran croquetas: el plan del tequeño para acabar conquistando España

Hoy, este rollito de masa relleno de queso puede encontrarse en muchos bares, restaurantes y hasta en Mercadona. El éxito internacional del tequeño es también la desgracia de un país

Foto:  La popularidad de los tequeños ha explotado desde la pandemia (Wikimedia Commons)
La popularidad de los tequeños ha explotado desde la pandemia (Wikimedia Commons)
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La gente se saluda y abraza con esa fraternidad auténtica que procura el exilio, aunque también la cerveza pone de su parte. Quienes frecuentan este pasillo del Mercado de Maravillas (Madrid) un sábado a la hora de comer desde luego no desprecian una buena aglomeración, o, como dirían aquí, un bululú. En apenas 30 metros, pueden encontrarse media docena de establecimientos venezolanos, prestos para proveer a los miles de compatriotas que han ido recalando en la capital en los últimos años. Los puestos de comida caliente ofrecen productos como humitas, arepas o cachapas. La frutería vende malanga o ají dulce, la carnicería ofrece combos para hallacas —un pastel de maíz relleno de un guiso— y la quesería vende leche en polvo por kilos o queso guayanés, inédito para los compradores españoles que acaban extraviados en este rincón del mercado.

Así van rebotando, como en un pinball, de La Taguara a El Empanadazo, y de ahí a la barra de La Tequeñería, absolutamente gentrificada al filo de las dos. Las encargadas visten un traje de faena con la bandera tricolor y dicen continuamente "cariño". Su producto estrella son los tequeños, pequeños rollitos de masa rellenos de queso blanco que acompañan con jamón, guayaba o plátano.

Sin embargo, es más frecuente ver a los parroquianos sentarse frente a una enorme empanada de pollo o carne mechada, lo cual delata la paradoja del tequeño: se ha convertido en el nuevo emblema internacional de la cocina venezolana sin ser excesivamente popular en el país sudamericano.

placeholder La Tequeñería, en el Mercado de Maravillas de Madrid (A.V)
La Tequeñería, en el Mercado de Maravillas de Madrid (A.V)

"Sin duda, se comen muchos más tequeños en España que en Venezuela", afirma con rotundidad Carlos Rangel, director de la Revista Venezolana y propietario de un pequeño economato de comida latina en el mercado. "Tenemos dos tiendas de alimentación y el boom del producto es innegable, creo que va a seguir creciendo por todo el mundo: primero por su tamaño, son dos bocados, y segundo por su sencillez: al ser solo dos ingredientes, harina y queso, puede ser consumido por chinos, musulmanes o judíos, y además es sabroso acompañado de muchas formas, desde la salsa de guayaba al ajo".

Los auténticos reyes del tequeño

En los lineales del supermercado no existe la casualidad, y si estos rollitos de queso han llegado hasta aquí es gracias a la visión de una pareja de emprendedores venezolanos, Fernando Rodríguez y Joanna Marín. Él llegó a Rivas-Vaciamadrid hace 15 años siguiendo a su pareja y comenzó empleándose como camarero. Pronto montó, con ayuda de su suegro, su propia fábrica de quesos frescos. Alquilaron una nave de 60 metros cuadrados y así echó a andar Antojos Araguaney.

Empezaron con el boca a boca, vendiendo en el metro y yendo a publicitarse en el puñado de tiendas latinas que por entonces importaban productos de Venezuela para atender la creciente demanda. Rodríguez hacía los quesos por la tarde y los despachaba la mañana siguiente. El chamo de los quesos, le llamaban. Luego vino una tiendecita en Las Tablas y de ahí pasaron a vender el producto que los sacaría de pobres: los tequeños.

Su historia de emprendimiento no es muy conocida entre el público español, pero sí entre los venezolanos que han llegado a España en los últimos años. Hace cinco años, Rodríguez y Marín todavía andaban con su pequeño carricoche friendo tequeños de feria en feria, pero su suerte estaba próxima a cambiar.

Todo sucedió el año antes de la pandemia. Antojos Araguaney había crecido hasta alcanzar los 60 trabajadores y una facturación anual de 4,5 millones de euros cuando su compatriota Andoni Goicoechea, el fundador de la cadena de hamburgueserías Goiko, se fijó en ellos. El olfato comercial de Rodríguez, que era publicista antes de salir de Venezuela, había llevado los tequeños hasta Costco, su primer gran pelotazo. Estaban fabricando 30.000 al día, pero aún era un producto muy de nicho para la comunidad latina.

Entonces apareció Goicoechea, que acababa de vender el 80% de sus participaciones en Goiko por 120 millones de euros a L Catterton, el fondo de Louis Vuitton. En una negociación muy rápida y amistosa, adquirió un 40% de Antojos Araguaney a través de su family office, Etxea. Pero además hizo algo más: colocó los tequeños como los entrantes estrella de sus hamburgueserías, presentándoselos por primera vez al público español. De todo esto hace apenas cuatro años.

Y aún faltaba la guinda del pastel, el día en que una deidad venezolana se les apareció en un evento de emprendimiento.

placeholder Lorenzo Mendoza, presidente de Polar, durante una conferencia en un centro de distribución en Maracay, Venezuela. (Reuters)
Lorenzo Mendoza, presidente de Polar, durante una conferencia en un centro de distribución en Maracay, Venezuela. (Reuters)

Se trataba de Lorenzo Mendoza, presidente de la corporación de empresas alimentarias Polar, la más grande de Venezuela. Pese a las desgracias acaecidas en el país sudamericano durante el último siglo, Polar se ha establecido como un buque acorazado que da empleo a más de 100.000 personas allí. La fortuna de Mendoza está estimada en más de 2.500 millones de euros y su carisma lleva a la gente a manifestarse pidiéndole que se presente a presidente del país. Y, miren por donde, ese día se levantó con ganas de tequeños.

La compra de Antojos Araguaney por parte de Polar es, en el mundo de los tequeños, equivalente a cuando Facebook compró Instagram para las redes sociales. Rodríguez pasó así de ser el chamo de los quesos a director regional de Empresas Polar para Europa y Asia. El plan de la empresa matriz pasaba por multiplicar por 20 la producción de tequeños. Un millón de rollitos diarios pueden parecer muchos, pero es que después de Costco, el teléfono de Araguaney-Polar siguió sonando. A finales de 2021, alcanzaron un acuerdo con Mercadona para fabricar los tequeños Hacendado y ahí explotó la supernova comercial de este aperitivo. Los deditos de queso congelados, en paquetes de 12 unidades, se acababan continuamente.

Tras ellos llegaron Carrefour, Alcampo o Hipercor. Hoy, en el Mercado de Maravillas se siguen viendo esos mismos quesos de mano que la pareja comenzó a hacer en su casa de Rivas, pero se comercializan bajo la marca de harinas PAN (acrónimo de Producto Alimenticio Nacional​), una de las filiales de Polar.

El tequeño como entrante comercial perfecto

El éxito del tequeño no se entiende sin el tirón de otro alimento de moda: la hamburguesa. Muchos de los bares y restaurantes que han crecido en España con firma venezolana lo hicieron aprovechando el tirón de la hamburguesa de calidad, un fenómeno global que crece entre la comida rápida y el restaurante tradicional. Es el ejemplo de Goiko Grill, pero también de Juanchi's Burgers, Lara Grill o Porneat. Todos ellos han hecho de la hamburguesa su sello, pero colocaron los tequeños como un guiño a su tierra natal y como acompañamiento perfecto al plato principal. Con el añadido de que la tapa casi supera ya en fama al segundo plato.

Así lo recuerda SezarBlue, uno de los foodies más famosos de nuestro país, por sus reseñas de casas de comida locales y por la defensa del producto del terreno. Él no ve con buenos ojos la expansión del tequeño en España, y lo coloca como otro golpe de la llamada cocina internacional. Llama así a un tipo de restauración que cocina una serie de platos (entre los que incluye la paella, la pizza o los nachos) convirtiéndolos en "sucedáneos" para todos los públicos, pero sin alma. "Hay que valorar la iniciativa de los emprendedores venezolanos que han invertido para hacer crecer sus negocios y posicionar su producto. Han sabido ver el tirón de, por ejemplo, las redes sociales, para conseguirlo. Pero eso no quiere decir que este éxito sea bueno para la gastronomía", comenta.

Foto: SezarBlue con su Tesla Model 3. (Cedida)

César lleva muchos años subiendo a su canal de YouTube contenidos sobre comida y recuerda cómo empezó a crecer la fama del tequeño. "Fue hace unos seis años, cuando empezaron a abrir locales venezolanos en nuestro país y eran de los pocos que se animaban a promocionarse en redes e invitar a foodies. El tequeño es un producto que se vende muy bien, es fácil y con un buen marketing lo han colocado a la perfección. Pero en su mayoría no es algo de calidad, ni siquiera sabemos de qué es o cómo se hace. La mayor parte de los restaurantes que lo ponen tiran de piezas ya congeladas. Y añado una cosa, seguramente lo que comemos aquí no se parece en nada a los tequeños que hacen los venezolanos allí".

"Lo que comemos aquí no se parece en nada a los tequeños que hacen los venezolanos allí"

Lo cierto es que un vistazo por las redes apuntala la versión de César. Es fácil dar con decenas de reseñas de restaurantes venezolanos con sus tequeños y arepas, hechas por influencers españoles con bastantes seguidores. Además, es un plato que queda muy bien en recetas grabadas y el tirón de grandes franquicias ha ampliado su popularidad. Incluso el streamer ElXokas llegó a tener sus propios tequeños en su menú de La Gran Familia Mediterránea, una cocina fantasma que montó el chef Dani García y que contaba con menús de varios influencers para ganar adeptos.

El furor no ha parado de crecer y en la red es posible hasta encontrar agencias de publicidad especializadas en posicionar negocios de tequeños en todo el mundo. Solo en TikTok, el hashtag #Tequeños acumula más de 300 millones de visualizaciones y #TequeñosMadrid, casi dos millones. Entre los vídeos destacados de esos tags se encuentran recetas caseras, pero también muchos restaurantes e incluso locales especializados en este alimento que hacen todo tipo de variedades o mezclas, como los tekebowls.

Foto: William Cárdenas, abogado de la diáspora venezolana. (EC)

En su cruzada por defender los productos españoles, SezarBlue no quiere ni oír hablar de que esto pueda sustituir a las croquetas, y compara más lo que ocurre con el caso de las paellas fuera de España. "Al final, son platos que alguien fuera del país de origen entiende que pueden tener salida y ser rentables y los adapta al gusto del lugar con una idea puramente comercial. Son estrategias que se asemejan más a la comida rápida y procesada que a otra cosa, porque son productos industriales que se hacen a cholón con la idea de vender, no de dar calidad", detalla. "Hay gente que viene a España diciendo que la paella no le gusta porque la ha probado fuera. Ve la diferencia con lo de aquí y alucina. Aunque lleven el mismo nombre, son platos distintos, con ideas y objetivos diferentes".

Pese a todas las críticas al tequeño, el youtuber también deja un recado para los restaurantes patrios. "El tequeño, al final, es un ejemplo de que para emprender y crecer ahora mismo necesitas darte a conocer y moverte por todos los canales. Aquí la gente sigue siendo bastante reacia a hacer este tipo de movimientos o innovar en el mundo de la comunicación o la publicidad".

Lo llamativo es, como decía Rangel, que el tequeño ni siquiera era un plato tradicional en toda Venezuela, apenas en la ciudad de Los Teques. "Era común tomarlos como aperitivo solo en fiestas, en celebraciones familiares", dice el periodista, "si ahora es conocido en todo el mundo, es a partir de lo que ha pasado en España".

Quizá, el plato venezolano más obvio para ocupar el lugar al que ha ascendido el tequeño habría sido la arepa. Ciertamente, tuvo su momento hace unos años, con la llegada de los inmigrantes expulsados por el régimen de Maduro que abrieron algunos locales especializados en este platillo, pero —salvo por la provincia de Santa Cruz de Tenerife, donde la arepa sí tiene arraigo— no pasó de ser una comida de nicho. El tequeño, sin embargo, ha tenido una historia de éxito análoga al cachopo en Asturias: ha llegado al panteón de la gastronomía comercial, lugar adonde nunca había sido invitado, tirando la puerta abajo.

La gente se saluda y abraza con esa fraternidad auténtica que procura el exilio, aunque también la cerveza pone de su parte. Quienes frecuentan este pasillo del Mercado de Maravillas (Madrid) un sábado a la hora de comer desde luego no desprecian una buena aglomeración, o, como dirían aquí, un bululú. En apenas 30 metros, pueden encontrarse media docena de establecimientos venezolanos, prestos para proveer a los miles de compatriotas que han ido recalando en la capital en los últimos años. Los puestos de comida caliente ofrecen productos como humitas, arepas o cachapas. La frutería vende malanga o ají dulce, la carnicería ofrece combos para hallacas —un pastel de maíz relleno de un guiso— y la quesería vende leche en polvo por kilos o queso guayanés, inédito para los compradores españoles que acaban extraviados en este rincón del mercado.

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