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"La amnistía no merece la pena por siete votos. Hay que ir a ganar las elecciones, si se repiten"
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Declaración oficial de Felipe González

"La amnistía no merece la pena por siete votos. Hay que ir a ganar las elecciones, si se repiten"

El expresidente del Gobierno, en una declaración divulgada por la fundación que lleva su nombre, defiende que el perdón a los implicados en el 'procés' sin consenso político "deshará la convivencia"

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Con el PSOE a expensas de Carles Puigdemont y el país dividido en torno a la amnistía, el expresidente del Gobierno Felipe González plantea la vía de escape de unas nuevas elecciones para que los españoles decidan si quieren o no pasar página a las consecuencias penales del procés. Después de que el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, justificara ante el comité federal del partido que con el resultado de las elecciones generales del 23-J ha tenido que "hacer de la necesidad virtud" y cambiar su postura sobre una amnistía, González, en una declaración difundida por su fundación, rechaza de plano que la necesidad de aprobar esa ley sean los "siete votos para una investidura". "Ni siquiera para gobernar".

"Yo, de verdad les digo a todos los ciudadanos, empezando por mis compañeros, que no merece la pena". La salida, en su opinión, es "ir a ganar las elecciones, si se repiten". "Los cambios en la posición del partido no se justifican", sostiene. De este modo, el dirigente socialista defiende unas nuevas elecciones en vez de ceder a las pretensiones del independentismo y aprobar una amnistía que, además, censura, se está "redactando en Bruselas". Esto, subraya, "me tiene avergonzado", dice sobre el hecho de que elaboren la ley los mismos que se van a beneficiar de ella.

González ha hecho este pronunciamiento en un momento de máxima expectación política, en el que la ultraderecha ha utilizado el malestar social con la aprobación de una ley de amnistía para prender las calles y horas antes de que Junts y el PSOE lograsen el acuerdo para la investidura de Pedro Sánchez. Y esto, según González, creará "un agujero de impunidad imposible de parar". Se refiere así a la pretensión de perdón general que persiguen los independentistas, que incluye las acciones de los comités de defensa de la república (CDR) y Tsunami Democràtic.

"Si amnistían delitos de violencia, ¿cuántos les quedan por delante que amnistiar porque lo hacían por razones políticas?", se pregunta en una referencia velada a la banda terrorista ETA. "Ya saben ustedes a quién me refiero", apunta el expresidente antes de defender que ese "agujero de impunidad" puede acabar por "romper nuestra Constitución". "Parece que cada 40 años tratamos de hacer nuestra convivencia más tormentosa", ironiza el veterano mandatario socialista, que ensalza los últimos "45 años de convivencia razonable" después de dos siglos, el XIX y el XX, "convulsos".

"Deshará la convivencia"

Más allá de su rechazo “jurídico y político” a la amnistía, el expresidente está convencido de que una amnistía sin el consenso mayoritario del Congreso “deshará la convivencia”. “Nunca funcionará”, zanja González, que rechaza cualquier comparación con los acuerdos del Viernes Santo que zanjaron el conflicto en el Ulster entre unionistas y republicanos irlandeses. En ese caso, recuerda el exmandatario, conservadores y laboristas lo hicieron por unanimidad. "Si se quiere hacer una amnistía, que hagan una consulta", defiende el político sevillano.

González también se muestra muy crítico con la apuesta de los independentistas por “internacionalizar” el procés y recuerda que en ese intento de involucrar a otros países es donde está “la malversación” de los casos de corrupción vinculados al mismo. En ese contexto también llama la atención el rechazo tajante a la figura del relator internacional. “No aceptaré, sea quien sea, que venga alguien a hacer de supuesto mediador o veedor del conflicto que tenemos con los independentistas”, zanja el expresidente.

Desde que empezó a ser un clamor que Pedro Sánchez estaba dispuesto a aprobar una ley de amnistía, el expresidente se ha prodigado en declaraciones públicas de rechazo. No cree que sea constitucional ni asumible políticamente. Ni que el PSOE se tenga que acomodar solo porque el presidente en funciones necesita los votos de Junts para su investidura. Además, fue prácticamente el único que advirtió del malestar social que podía generar. La tensión "todavía no ha bajado de las élites a la ciudadanía, pero me preocupa que desde arriba se esté incidiendo en romper la convivencia", manifestó.

Esta declaración adquiere relevancia después de que, tras el acoso a las sedes socialistas, el secretario general del PSOE haya señalado que demuestran la necesidad de que salga adelante el pacto de investidura y haya un nuevo Gobierno liderado por su partido. En ese contexto, González afirma que "igual España no se rompe", que es el discurso de la derecha, pero está "en peligro la convivencia, el funcionamiento institucional y el papel del Tribunal Supremo". Repite así el expresidente, por segunda vez, la apelación a la convivencia porque, destaca, "que estén pensando como se le ata las manos al TS para que no cumpla su función no parece ni aceptable ni tolerable". González también se enfrenta a quienes critican el funcionamiento de la justicia por el bloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial. “Es una obligación constitucional y lo vengo reclamando, pero el Consejo no es la Justicia, es el Gobierno de los que hacen justicia”.

Defiende los indultos

También responde al ámbito judicial el posicionamiento de González sobre los indultos. Y en la declaración reconoce que funcionaron como "elemento de pacificación en Cataluña". Pero al mismo tiempo marca distancia con el perdón a los dirigentes que estaban en prisión. “Muchos de los amigos catalanes que votaban independentismo ven hoy como un error volver a resucitar ese espantajo”, sentencia antes de criticar a los “trolistas” por intentar confundir a la gente: "Que expliquen lo que es un indulto y lo que es una amnistía".

Distanciado de Sánchez desde el comienzo de su mandato, los progresivos intentos de acercamiento entre ellos —el último, en el congreso del partido en el otoño de 2021— han quedado en agua de borrajas. En septiembre, dijo que el 23-J le "costó" votar el PSOE, pero lo hizo, y que la amnistía "no cabe" en la Constitución.

La presentación del libro de Alfonso Guerra, Las rosas y las espinas, le valió para incidir, junto a quien fue su vicepresidente, en que esta decisión es un "chantaje" y que solo se plantea por el "interés personal" del actual dirigente del PSOE. Aprobarla, defendió, a lo largo de sus intervenciones estas semanas "supondría borrar la huella delictiva de las leyes de desconexión y el referéndum y permitiría hacer que lo ilegal hubiese sido la actuación del Gobierno central, la instrucción del juez Llarena y el juicio del Tribunal Supremo".

Foto: Felipe González interviene en la presentación del libro de Alfonso Guerra, en el Ateneo de Madrid. (EFE/Fernando Alvarado)

Inicialmente, sus críticas se dieron por descontadas, pero abrieron la veda de una contestación interna en el PSOE, con la que la dirección no contaba. Para frenar los reproches, de dentro y fuera del partido, Sánchez decidió pedir a la militancia el aval a las negociaciones que mantiene con Junts y ERC en la consulta para aprobar el acuerdo de gobierno con Sumar. A pesar de que obtuvo un amplísimo respaldo, el 87%, la larga espera del pacto con Carles Puigdemont ha desgastado a la organización.

Con el PSOE a expensas de Carles Puigdemont y el país dividido en torno a la amnistía, el expresidente del Gobierno Felipe González plantea la vía de escape de unas nuevas elecciones para que los españoles decidan si quieren o no pasar página a las consecuencias penales del procés. Después de que el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, justificara ante el comité federal del partido que con el resultado de las elecciones generales del 23-J ha tenido que "hacer de la necesidad virtud" y cambiar su postura sobre una amnistía, González, en una declaración difundida por su fundación, rechaza de plano que la necesidad de aprobar esa ley sean los "siete votos para una investidura". "Ni siquiera para gobernar".

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