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La otra Barcelona donde es más fácil encontrar trabajo si hablas alemán que catalán
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UNO DE CADA CUATRO VIENE DE FUERA

La otra Barcelona donde es más fácil encontrar trabajo si hablas alemán que catalán

La capital catalana es la ciudad española donde más trabajadores extranjeros han llegado, y está propiciando cambios que desvelan cómo será el futuro de las grandes ciudades globales

Foto: Mirjam Maarleveld (i), Elliot Locke (c) y Charlotte Wilkins posan frente al Arco del Triunfo de Barcelona. (J. L.)
Mirjam Maarleveld (i), Elliot Locke (c) y Charlotte Wilkins posan frente al Arco del Triunfo de Barcelona. (J. L.)
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Es la una y media del mediodía, la hora internacional del almuerzo, y me descubro pidiendo un menú en inglés a una camarera que me responde en catalán. Reparo que me encuentro en Poblenou, antiguo barrio industrial y, como tantos barrios industriales del norte global, hoy reconvertido en centro de negocios, ocio y restauración. Estoy en Valkyria, uno de esos entornos polivalentes que ofrecen servicio de restauración y espacios para eventos.

Si he pedido en inglés seguramente sea porque llevo un buen rato escuchando hablar solo en ese idioma a mi alrededor. En la puerta del complejo hay alrededor de 30 personas de todas las nacionalidades apurando un cigarro durante la pausa del café. Trabajan en la farmaceútica Merz, que celebra su foro estratégico global de 2023 en un barrio en el que conviven los escasos comercios supervivientes con las antiguas fábricas reconvertidas en restaurantes de ladrillo visto. Los bares de judías verdes con patatas y estofado de ternera con los restaurantes de musaka y espaguetis eco. En Valkyria, cualquiera puede sentirse en casa: podría ser Barcelona, Nueva York, Bangkok o París.

"No sabía castellano, pero había compañías 'fintech' buscando perfiles como el mío"

"Poblenou". "Poblenou". "Poblenou". Es la respuesta que he recibido una y otra vez cuando preguntaba a los locales por el lugar de Barcelona donde mejor se puede ver cómo los expats, esos trabajadores de otros países, han cambiado la ciudad. Las cifras varían porque no hay consenso acerca de qué es un expat, pero la capital catalana es la ciudad española donde este perfil es más visible. Poblenou es al mismo tiempo el Maánchester catalán y el Soho barcelonés, como lo describía hace ya 20 años un artículo de Isaac Marrero Villamón.

El teléfono de Mirjam Maarleveld no ha dejado de sonar durante las últimas semanas. Todo el mundo quiere preguntarle sobre la vida de los expats. Maarleveld es fundadora de Barcelona Expat Life, una organización que ayuda a la gente como ella que llega a la ciudad, y la embajadora de Barcelona International Community Day, que tendrá lugar a finales de mes. Nació en Países Bajos, estudió Leisure Management en la Universidad de Breda y llegó a Barcelona en 2015, donde trabajó en una compañía flamenco-holandesa. "Hablaba todo el día holandés o flamenco, pero pasado un tiempo decidí poner en marcha algo por mi cuenta que combinase la ayuda a los expats, porque vi un nicho, y los procesos de selección para extranjeros", explica.

placeholder Vista de la Sagrada Familia desde el parque de Glòries, al lado del distrito 22@. (J. L.)
Vista de la Sagrada Familia desde el parque de Glòries, al lado del distrito 22@. (J. L.)

Nos ha citado en Casa Bonay, un elegante bar en la Gran Vía de les Corts Catalanes que es lugar de encuentro de expats. Entre los sofás de club privado inglés se han instalado mesas para enchufar el portátil que están llenas de estos trabajadores de todos los países. Probablemente no haya ningún local. Todos estos clientes tienen una cualidad en común: son economía del conocimiento, solo necesitan un laptop para poder hacer su trabajo en cualquier lugar del mundo. Y ese lugar del mundo es, cada vez con mayor frecuencia, Barcelona.

Ya no es tan joven como ellos, pero Elliott Locke también puede trabajar desde cualquier lugar y, por eso, hoy está en Barcelona junto a su familia, y no en su natal Nashville. "Había vivido ya en el noroeste de Europa, pero quería probar con el sur, y lo que tenía de interesante Barcelona es que, aunque no sabía apenas castellano y no digamos catalán, había compañías del sector de la fintech buscando perfiles internacionales", recuerda sobre su llegada desde Bélgica. Hoy es CEO de abroaden, una startup de wealth tech que proporciona servicios financieros y soluciones para trabajadores internacionales.

"En el centro de Barcelona ya solo encuentras internacionales, hoteles y Airbnb"

La última incorporación a Barcelona Expat Life es Charlotte Wilkins, que a sus 21 años se ha decantado por Barcelona para hacer sus prácticas. Wilkins es el mejor resumen de la vida expat. Sus padres son de origen inglés y francés, nació en Burdeos (Francia), estudia en la Universidad de Breda (Países Bajos) y trabaja en Barcelona (España). La conversación, cómo no, no tiene lugar en castellano ni catalán, sino en un inglés internacional perfecto.

Haciendo números

Los tres son buenos ejemplos de ese perfil del que tanto se habla en la capital catalana. Lo que no queda tan claro es el número exacto de personas que hay como ellos. Ante la pregunta de cuántos expats viven en Barcelona, Maarleveld responde que una de cada cuatro personas en Barcelona viene de fuera, sin tener en cuenta los estudiantes y otros trabajadores nómadas que no llegan a empadronarse. En concreto, alrededor de un 23% es población extranjera empadronada (un 29% si se incluye a las personas con doble nacionalidad), mientras que los nacidos en la ciudad apenas suponen ya un 48,8%. Los locales se marchan y los foráneos entran.

Sin embargo, muchos no considerarían a gran parte de estos extranjeros como expats, un término que no tiene una definición clara, como señala Lorenzo Gabrielli, profesor asociado del Departamento de Ciencias Políticas de la Universitat Pompeu Fabra, autor de Los condenados de la metrópoli y, a su manera, otro expat. "Es un término que empezó a utilizarse en países de Europa Central como Francia para desactivar el término migrante, mucho más racializado", explica. La principal diferencia entre un expat y un migrante es de percepción, añade. El expat podría definirse como un trabajador cualificado del norte global no racializado.

Un reciente especial del periódico Ara cifraba en 100.000 el número de expats en Barcelona, atendiendo a los trabajadores que provienen de estos países del norte global. Si a la selección se añade una criba por nivel de estudios, el número de universitarios que provienen de esos Estados es de 70.000. Pero la cantidad de sudamericanos con un título superior casi alcanza los 80.000. Aunque se reparten por toda la ciudad, el distrito con un mayor porcentaje de expats es Ciutat Vella, donde se encuentran el barrio gótico, el Raval o la Barceloneta.

"En el centro de Barcelona ya solo encuentras extranjeros, hoteles y Airbnb", responde Maarleveld. Muchos expats comienzan viviendo en barrios de moda como el Raval y más tarde se mudan a otros menos ruidosos o turísticos. La holandesa vive ahora en Casteldefells. Locke se mudó con su familia a Poble Sec. Por lo general, los expats comienzan viviendo en el más conocido centro y terminan migrando por toda la ciudad, o incluso a los municipios de alrededor. En toda Cataluña, el porcentaje de extranjeros ha pasado de un 2,9% de la población en 2016 a un 16,2%.

Para el antropólogo urbano José Mansilla, profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona y autor de Los años de la discordia. Del modelo a la marca Barcelona, el de los expats es un movimiento minoritario que la prensa y los políticos se han encargado de sobredimensionar por distintos intereses que se retroalimentan. Para unos, porque se trata de un tema llamativo; para otros, porque les interesa ofrecer una imagen de Barcelona como una ciudad global en la que los expatriados de alta cualificación y poder adquisitivo son bienvenidos.

placeholder Ciclistas en 22@: empresas y superillas. (J. L.)
Ciclistas en 22@: empresas y superillas. (J. L.)

Quizás ese sea el término más importante para definir la palabra expat, como señala Gabrielli: bienvenido. "Quizás el expat podría definirse como el migrante bienvenido". "Hay un cierto tejido de multinacionales y personas con mucho dinero que vienen a vivir aquí, pero a nivel cuantitativo no son representativos, ni siquiera son lo normal: esto del expatriado que gana una pasta y se va por la tarde a jugar al tenis y por la noche a tomar copas a los lugares de moda es minoritario", matiza Mansilla.

Una Barcelona paralela a la local

Charlotte reconoce que, en todo el tiempo que lleva en Barcelona, solo ha conocido a una chica catalana. "El resto de mis amigos son expats o de otras partes de España", añade. Maarleveld reconoce que, por las características de su trabajo, ella tampoco tiene mucho contacto con los locales. "Todo cambió después del covid, porque antes no tenía mucha relación con la comunidad internacional, pero cuando puse en marcha mi negocio empecé a integrarme más y hoy paso todo el día hablando con internacionales", explica. "Aunque tengo que admitir que conozco a catalanes muy amistosos que me han ayudado desde el principio".

"Tendemos a juntarnos por defecto con la comunidad internacional"

Tiene sentido. Llegar a un nuevo país genera dudas y aislamiento, por lo que estos trabajadores tienden a juntarse con personas que hablen su mismo idioma, con las que mantengan referencias culturales comunes. Locke, por ejemplo, trabajaba en una empresa en la que el 90% eran españoles y aún conserva amigos de aquella época, pero gran parte de sus relaciones personales y profesionales se llevan a cabo en inglés: "Creo que tendemos por defecto a juntarnos con la comunidad internacional, ya que, como ocurre con todas las comunidades, tiendes a reunirte con gente de mentalidad semejante que te pueda ayudar si tienes algún problema".

El resultado es la emergencia de un mercado laboral casi alternativo formado por todas esas empresas internacionales que buscan perfiles globales y en las que, con frecuencia, ni siquiera es necesario hablar castellano o catalán, como explica Maarleveld. "Creo que es un gran reto para la ciudad, porque si hablas alemán, francés o noruego, puedes encontrar trabajo y empezar mañana mismo, pero para los locales, si no hablas inglés u otro idioma extranjero, es mucho más difícil", añade. "Entiendo que para la gente local puede ser frustrante, porque entre los turistas y los internacionales, te puedes sentir sobrepasado".

placeholder 'Afterwork' a las 17:30. (J. L.)
'Afterwork' a las 17:30. (J. L.)

Una de las zonas donde esta realidad alternativa se hace visible es en los alrededores de la torre Glòries, donde tiene su sede Facebook, rodeada por compañías como Indra, Microsoft o RBA. La zona recibe el nombre de Distrito 22@, un antiguo barrio popular donde hoy se concentra la mayor parte de empresas tecnológicas. Pero más revelador que el ajetreo de primera hora de la mañana lo es que a las cinco y media de la tarde ya apenas quede nadie por ahí, más que algún que otro grupo de afterwork. El síntoma de que gran parte de sus trabajadores no han nacido en España.

Viviendo la vida de Barcelona

Entre los debes de la ciudad que suelen asomar en los discursos de los expats se encuentran los que los afectan a ellos, pero también los que condicionan a toda la población barcelonesa. Por un lado, una burocracia compleja que dificulta la integración de los expatriados en España, y a la que dedican gran parte de sus esfuerzos personas como Locke o Maarleveld. En los últimos años, reconoce esta, es cada vez más fácil y sencillo instalarse en España gracias a los esfuerzos del Ayuntamiento de Barcelona para facilitar la llegada a los expats.

"Algunos extranjeros culpan a los turistas de la subida de precios de la vivienda"

La segunda queja, además de los problemas de transporte en la región, la inestabilidad política o el aumento de la inseguridad que ellos también han percibido, tiene que ver con el encarecimiento del precio de la vivienda, que hace cada vez más difícil para muchos de estos expatriados residir en Barcelona. La media de los nuevos contratos firmados durante el último trimestre en Barcelona ronda los 1.123 euros.

Locke recuerda que ellos también son víctima de esta escalada de precios. "El mercado de alquiler es una locura", añade. "Me resulta divertido que muchos de los extranjeros empecemos a culpar seis meses después de llegar a los turistas de la subida de precios de la vivienda". Para el estadounidense, la solución pasa por construir más viviendas, tanto en los alrededores como en los solares vacíos del centro de la ciudad. Mientras tanto, muchos de ellos se desplazan a los barrios de la periferia, o a las ciudades de toda la región, donde encuentran más espacio a precios más baratos.

Esta primavera se viralizó un vídeo de @iamdeanmartin en TikTok en el que siete modelos internacionales mostraban su "piso patera de 5.000 euros". En él, las entrevistadas contaban que pagaban 700 euros cada una por una habitación en una casa compartida en L’Eixample. Para Mansilla, se trata del otro lado de la vida expat, en la que "mucha gente se autoexplota para vivir la experiencia de Barcelona".

En la calle de Ramón Turro, explica Mansilla, al lado de un pub inglés que ha sustituido los caracteres latinos por celtas, hay un call center donde trabaja ese perfil de expatriado, que cobra salarios razonables que rondan los 1.600 euros y cuyo objetivo es vivir la experiencia de Barcelona antes de volver a su país. Barcelona es un lugar habitual para los que quieren vivir un segundo Erasmus.

Esta clase de visitantes han cambiado zonas como el Poble Nou. Cada vez hay menos comercio local, como recuerda Gabrielli, y más restaurantes "de cierto perfil". No hace falta que aclare cuál es ese perfil. Es la clase de restaurante en el que uno puede pedirse una musaka de primero y unos espaguetis eco de segundo. El mismo menú que en Londres, Hong Kong o París. El Poble Nou podría ser el Poble Nou, pero también Williamsburg o King’s Cross de Londres, donde Google ha instalado su nueva sede.

placeholder Trabajadores en un 'coworking' WeWork de Barcelona. (J. L.)
Trabajadores en un 'coworking' WeWork de Barcelona. (J. L.)

"Hace 10 años, la gente venía a Barcelona porque era una ciudad bonita y divertida, famosa por el deporte", concluye Maarleveld. "Ahora Barcelona es una ciudad más atractiva para el talento y las empresas internacionales. Puede ser fintech, pero puede ser también gaming. Barcelona está trabajando muy duro para cambiar su imagen en todo el mundo y convertirse en una ciudad atractiva para que abras tu startup. Vendrá más gente, pero hay que trabajárselo, tanto a nivel de trabajadores como de empresas".

Por ahora, ninguno de estos expatriados tiene ganas de volver a su lugar de nacimiento. Son la avanzadilla de un futuro en el que la gente vivirá en la ciudad en la que desee vivir (o pueda permitirse económicamente), como sugería el urbanista Richard Florida en The New Urban Crisis. La diferencia, ser bienvenidos o no. Cuestión de percepciones.

Es la una y media del mediodía, la hora internacional del almuerzo, y me descubro pidiendo un menú en inglés a una camarera que me responde en catalán. Reparo que me encuentro en Poblenou, antiguo barrio industrial y, como tantos barrios industriales del norte global, hoy reconvertido en centro de negocios, ocio y restauración. Estoy en Valkyria, uno de esos entornos polivalentes que ofrecen servicio de restauración y espacios para eventos.

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