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“Que la próxima pandemia nos pille con jardín”: el covid-19 nos empuja a la periferia
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EL FIN DEL ‘LOCATION, LOCATION, LOCATION’

“Que la próxima pandemia nos pille con jardín”: el covid-19 nos empuja a la periferia

A simple vista, es una situación de las que suelen categorizarse como tormentas perfectas. Por un lado, una implantación relativamente exitosa del teletrabajo que conducirá a

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

A simple vista, es una situación de las que suelen categorizarse como tormentas perfectas. Por un lado, una implantación relativamente exitosa del teletrabajo que conducirá a que muchas empresas lo adopten a largo plazo. Por otro, una nueva percepción social que da más importancia a los lugares espaciosos, cercanos al campo y la naturaleza, que a vivir cerca del centro. Evidentemente, mucho menos dinero para destinar al hogar. El resultado, un previsible éxodo hacia el extrarradio, incluso más allá.

Un proceso que ya estaba en marcha desde hacía décadas, como recuerda Juan Antonio Módenes Cabrerizo, profesor de Geografía de la Universitat Autònoma de Barcelona y especialista en movilidad residencial, por diversas razones: la formación de hogares jóvenes con menos capacidad económica que se trasladaban a la periferia más económica; el atractivo de las viviendas unifamiliares para las capas sociales con mayor poder adquisitivo; o la llegada de una inmigración que daba salida a ese parque inmobiliario del centro de las ciudades que no encajaba con los nuevos estándares.

Si no necesitamos comprar en persona ni acudir a la oficina, el emplazamiento de la vivienda pierde importancia

La nueva coyuntura ha provocado que se especule con un nuevo escenario en el que este centrifugado habitacional fuera de los centros urbanos se acelere, especialmente en lo que se refiere a los cambios laborales. Un hipotético cinturón del teletrabajo que se sitúe en los terceros o cuartos anillos urbanos, donde se instale la población que abandona el corazón de la ciudad para disponer de campo y aire libre en un entorno más económico por metro cuadrado, pero que no renuncia a la posibilidad de llegar a la capital en menos de una hora.

Más que un cambio de tendencia, una aceleración. Como recuerda Fernando Rubiera, profesor de Economía Urbana de la Universidad de Oviedo, si la situación se alarga más de lo esperado –es decir, entre un año o un año y medio–, puede provocar un cambio de mentalidad que nos separe del modelo europeo de densidad y cercanía y nos acerque al americano. Es decir, el de “casa, coche y compra por internet”. Si gran parte del consumo y el trabajo puede llevase a cabo desde el hogar, el emplazamiento de la vivienda pierde importancia.

Como añade Rafael Gil, director del servicio de estudios de Tinsa, “tanto la reciente experiencia de teletrabajo, que probablemente se vea consolidada en el futuro en mayor medida, como la experiencia habitacional de muchos ciudadanos durante el confinamiento, además de otros factores, como la reconsideración de transporte público o privado, pueden llevar a cambios de preferencia permanentes entre determinados compradores potenciales. En ese sentido, la opción de vivir en la periferia de la ciudad puede salir reforzada”.

La ubicación ha dejado de ser el primer factor a la hora de elegir vivienda, ya que las mejores ubicaciones se pagan caras, como reconoce Samuel Población, director nacional de residencial y suelo de CBRE. “Los precios y rentas en el centro de las grandes urbes manifestaban signos de agotamiento en su evolución durante los últimos trimestres. Si a esto añadimos que en ciertas promociones se replicaban posiciones del ciclo expansivo anterior, es decir, viviendas con dimensiones menores para mantener un euro por metro cuadrado elevado y un valor absoluto de compra todavía asumible por cierta demanda, el efecto covid-19 ha acelerado algunos cambios en la demanda de vivienda, primando superficies mayores, terrazas, jardín, luz natural, zonas comunes, espacio interior para el teletrabajo, etc., donde la máxima de inmobiliario residencial 'location location location' ha disminuido su prevalencia”.

El teletrabajo ha venido para quedarse, lo que puede provocar que mucha gente puede llegar a plantearse vivir a las afueras de Madrid

Este experto observa que existe una demanda que, a igualdad de precio o presupuesto, optará por vivir en zonas más alejadas del casco urbano, ya que además no tendrá que trabajar cinco días a la semana en su centro de trabajo u oficina. “El teletrabajo ha venido para quedarse y esto impacta en el residencial y la localización del hogar”. Opinión que comparte Carlos Smerdou, consejero delegado de Foro Consultores. “El teletrabajo se ha implantado a la fuerza. Ha tenido que suceder algo tan grave como el coronavirus para que las empresas hayan apostado por él y ha venido para quedarse, lo que puede provocar que mucha gente puede llegar a plantearse vivir a las afueras de Madrid”.

Menos confiado se muestra Módenes, que considera que el efecto del teletrabajo no será tan acentuado. “Quizá buena parte de los hogares que potencialmente pueden pasarse fácilmente al teletrabajo ya tienen ubicaciones periféricas con un nivel de calidad alto”, matiza. “En el centro el perfil de la población es relativamente maduro y es dudoso que entren en esta nueva estrategia residencial. Los barrios con menos poder adquisitivo, donde se ha instalado la población inmigrante, combinan esta población con población autóctona y bastante envejecida. Ninguno de estos perfiles se verá afectado por el teletrabajo”. Al fin y al cabo, el teletrabajo es de cuello blanco, no azul.

¿Cómo de lejos?

La prevalencia de la localización disminuye, pero no desaparece. Rubiera suele recordar que las ciudades no expulsan, sino que generan una concentración radical que atrae la creatividad o el emprendimiento y una desconcentración contenida que expulsa a los trabajadores a una distancia razonable, que suele cifrarse en una hora de desplazamiento. No cree que la situación vaya a cambiar mucho respecto a la distancia, puesto que aunque se imponga el teletrabajo, las relaciones personales seguirán siendo necesarias. “Muchos arquitectos que conozco trabajan en sus casas pero tienen un pequeño despacho en Madrid donde recibir a los clientes”, explica.

placeholder ¿Retorno al pueblo? Foto: Reuters/Susana Vera.
¿Retorno al pueblo? Foto: Reuters/Susana Vera.

Frente a las hipótesis que sueñan una reactivación de la España vaciada gracias al coronavirus, la realidad es menos idílica. En situaciones críticas siempre tenemos la sensación de que las cosas van a cambiar más de lo que lo terminan haciendo, y en el medio plazo, el teletrabajo complementa y no sustituye. “Siempre se exige un mínimo de presencialidad, aunque se incremente el volumen”, recuerda Rubiera. Aun así, siempre se va a producir cierta desconcentración” A la periferia, pero no, advierte, “a Extremadura”. Módenes añade que “ciertos flujos de movilidad residencial que lleguen a áreas rurales más alejadas serán muy pequeños en dimensión vistos desde la ciudad, pero un impacto considerable vistos desde las áreas de destino”.

Este también sitúa el límite en la periferia más cercana: “Los individuos que lo harían serían relativamente jóvenes, y la inmensa mayoría no renunciarían a la proximidad con la ciudad”, explica. “Se supone que la nueva normalidad seguirá permitiendo cierto contacto social y actividades sociales, económicas y de ocio típicamente urbanas. No hay que olvidar que nuestro sistema de bienestar es básicamente familiarista. Estar próximo a la red familiar es muy importante, porque la red de ayuda intergeneracional no es fácilmente sustituible ni por el mercado ni por prestaciones públicas. Esa necesidad de proximidad será una restricción para una movilidad residencial de largo radio”.

Muchos se han dado cuenta estas semanas que vivir en un piso de cincuenta metros cuadrados en el centro no era la mejor opción

Otra cuestión es que la ciudad de repente haya dejado de presentar las ventajas que las hacían más deseables, como la vida cultural, considera Rubiera. “El sector que más se va a ver dañado va a ser el pequeño comercio, la hostelería y el turismo, que son el corazón de la ciudad”, explica. “En el peor de los casos, se habla de año y medio, y muchas tiendas directamente no van a volver”. Por eso, “si dañas el corazón de la ciudad, dañas todo el centro, que es el que la mantiene unida”.

Quien decide mudarse al centro de las grandes ciudades lo hace por la proximidad a un lugar dinámico, donde puedes salir de compras o disfrutar de oportunidades de ocio o restauración, pero también de creatividad y enriquecimiento. Como en la ‘ciudad creativa’, de Richard Florida. Ello suele llevar en circunstancias normales “a sacrificar otros aspectos, como el tamaño del inmueble”, explica Rubiera. Factores que ahora se ven revalorizados. “Muchos se han dado cuenta estas semanas que vivir en un piso de cincuenta metros cuadrados en el centro no era la mejor opción”, concluye. “La perspectiva de la gente ha cambiado: el centro ha muerto de repente, y mucha gente preferiría poderlo cambiar por una vivienda de 200 metros”.

El discreto encanto del jardín

Así que nos iremos más o menos lejos, siempre que podamos disfrutar a cambio de otras ventajas. Smerdou no cree que se vaya a producir un éxodo hacia otras ciudades cercanas, y “mucho menos al pueblo. Posiblemente apostarán por un modelo de vida muy diferente al que llevan actualmente, en un entorno de mayor tranquilidad”, explica. “De hecho, pienso que más que un desplazamiento hacia la periferia se va a producir un desplazamiento respecto al tipo de producto. Más bajos con terraza, chalet con jardín. Si vuelve a repetirse la situación y volvemos al confinamiento, mucha gente prefiere que le pille con terraza”.

De hecho, desde que se decretó el estado de alarma, la búsqueda de viviendas más espaciosas y más luminosas se han disparado en internet. En el portal Fotocasa.es, por ejemplo, desde enero hasta abril las consultas sobre fincas rústicas han aumentado un 46%, mientras que las de los chalets han crecido un 36% y las de las casas adosadas, un 24%. Ninguna otra tipología de vivienda ha crecido con tanta fuerza durante el confinamiento. Por su parte, la búsqueda de pisos ha caído un 14% en cuatro meses.

Lo que muestra el interés de muchos ciudadanos por viviendas grandes, alejadas de grandes núcleos y en las que las zonas exteriores como los jardines o las terrazas son importantes. Y este tipo de viviendas acostumbran a ubicarse a las afueras de las grandes ciudades o lejos de los núcleos más poblados. “Obviamente, a todo esto se suma el tema de los precios. Es decir, mucha gente está siendo expulsada del centro de la ciudad. Pero no solo de Madrid, también Getafe y otros municipios están expulsando a sus vecinos”, concluye Smerdou.

La búsqueda de chalets y fincas rústicas se ha disparado, pero la de pisos ha caído

Como añade Módenes, “es indudable que quizá se añada como un factor más en la demanda que la vivienda tenga más elementos de calidad, pero esto ya era algo muy presente en la demanda actual, sobre todo la más solvente. Pero quizá estas nuevas exigencias tengan que ver más con la posibilidad de futuros confinamientos que con el teletrabajo. O una combinación de ambos”. Ahí está otra clave a corto plazo: en posibles rebrotes.

Un apunte final

Cabe pensar en otros efectos colaterales de la nueva situación, recuerda el profesor de la UAB. Por ejemplo, el empeoramiento de las condiciones económicas de muchas familias puede provocar que muchos jóvenes retrasen su abandono del hogar familiar o vuelvan a él, como ocurrió durante la crisis de 2008: “Esto genera otras preguntas desde el punto de vista de la nueva normalidad, la corresidencia de diferentes colectivos de riesgo de contagio en hogares numerosos, etc.”

Una de las particularidades españolas es, como hemos explicado, la convivencia de diversas generaciones en un mismo domicilio, un factor clave “en relación con futuros confinamientos y los riesgos de transmisión dentro del hogar”. “Tenemos hogares relativamente grandes (en comparación con el norte de Europa) en viviendas peor preparadas (más presencia de vivienda en bloques de vivienda en áreas densas), con más corresidencia intergeneracional y menos presencia de ocupaciones que pueden valerse del teletrabajo”, concluye el profesor. Otra tormenta perfecta que puede descargar lluvia en cualquier momento.

A simple vista, es una situación de las que suelen categorizarse como tormentas perfectas. Por un lado, una implantación relativamente exitosa del teletrabajo que conducirá a que muchas empresas lo adopten a largo plazo. Por otro, una nueva percepción social que da más importancia a los lugares espaciosos, cercanos al campo y la naturaleza, que a vivir cerca del centro. Evidentemente, mucho menos dinero para destinar al hogar. El resultado, un previsible éxodo hacia el extrarradio, incluso más allá.

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