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El nuevo rentismo: crecen los españoles con varios pisos en alquiler (y las familias sin piso)
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UN PROCESO ACUMULATIVO

El nuevo rentismo: crecen los españoles con varios pisos en alquiler (y las familias sin piso)

La desigualdad ha aumentado en nuestro país durante los últimos 20 años, sobre todo, porque hay más españoles sin vivienda en propiedad y españoles multipropietarios

Foto: Foto: Reuters/Jon Nazca.
Foto: Reuters/Jon Nazca.

Los anuncios instalados en los andenes del metro recuerdan a los viajeros algo que probablemente ya tengan interiorizado desde la infancia: no hay mejor inversión en España que el ladrillo. La compra de vivienda es, como recuerdan las investigaciones, la herramienta que utilizan la mayoría de hogares para acumular riqueza, especialmente los de menor renta.

Quien tiene un piso tiene un tesoro y quien tiene varios pisos, tiene varios tesoros. Es decir, distintas fuentes de ingresos: durante los últimos quince años el multipropietario español ha configurado una nueva y pequeña clase rentista. En 2002, el 42% de la riqueza española se concentraba en manos del 10% de la población. Hoy, ese mismo 10% controla el 53% de la riqueza. Gran parte de ese crecimiento se explica a través de la vivienda.

Para que esto haya sido posible han tenido que ocurrir dos procesos paralelos que explican esta polarización. Por un lado, que la proporción de españoles con varios pisos en propiedad haya aumentado. En 2002, el porcentaje de hogares con dos o más propiedades era de un 29%. En 2017, la cifra había aumentado hasta el 42%. Es más, el porcentaje de hogares con cuatro propiedades o más en alquiler creció desde el 5 al 11%. Más del doble.

Entre 2011 y 2017, el porcentaje de hogares con casa en propiedad bajó del 87% al 82%

Por otro, que la proporción de españoles sin ningún bien inmobiliario en propiedad, y que, por lo tanto, se ven obligados a alquilar, haya aumentado. En 2011, el 87% de hogares tenían una casa en propiedad. Apenas seis años después, al salir de la crisis económica, la cifra era del 82%. Un 6% menos de propietarios.

El resultado, un aumento de la desigualdad económica entre españoles. Es lo que explica una investigación recientemente publicada en European Sociological Review por Diederik Boertien y Antonio López-Gay, del Centre d’Estudis Demográfics de la Universidad Autònoma de Barcelona, que ha utilizado los datos de la Encuesta Financiera de Familias.

“España, en comparación con otros países, siempre había tenido poca desigualdad de riqueza”, explica Boertien. “Pero desde la crisis económica España ya se encuentra al nivel de otros países europeos”. El motivo de esta baja desigualdad eran los altos niveles de propiedad en España, una de esas herencias del franquismo. Si en los años cincuenta apenas un 20% de los hogares tenían una vivienda en propiedad, en 1970 la cifra era de un 70% en los entornos urbanos. Sin embargo, eso cambió con la crisis económica y el final de la edad de oro de la propiedad española.

Fue entonces cuando empezó a dificultarse el acceso a la primera vivienda. Los hogares que disponían de renta para comprar comenzaron a adquirir propiedades inmobiliarias a un precio mucho más barato. El descenso del precio de la vivienda de un 30% entre 2008 y 2014 provocó la concentración de los bienes inmuebles en menos manos, pero también la dificultad para acceder a un piso a causa de la crisis económica: paro, acceso más difícil al crédito, etc. La polarización estaba en marcha.

El resultado final, el aumento del porcentaje de hogares con vivienda en alquiler del 4 al 11%. “Antes eran un grupo muy pequeño, y ahora es algo cada vez más común”, explica el investigador. “Hace 15 años, para entender la desigualdad de riqueza, había que mirar si un hogar tenía un piso en propiedad y si disponía de acciones o negocios, el resto de propiedades no eran tan importantes. Ahora tener más viviendas es un componente tan importante o más que los otros dos”.

Pero ¿quién tiene muchos pisos?

Los autores abren una de las cajas de Pandora de la economía española al recordar que estos multipropietarios no son únicamente los grandes tenedores, sino también las familias que han acaparado posesiones inmobiliarias. En ocasiones a través de herencias, pero también a través de la inversión de las rentas del trabajo ganadas con el sudor de la frente. “Ese es parte del problema, que se ve como una inversión muy segura y para la clase media-alta es una estrategia: en el momento que puedo, me compro otro piso y así me aseguro el futuro”, recuerda el investigador.

Dos tercios de los hogares con más de tres propiedades heredaron al menos una

“En nuestro trabajo hablamos de hogares, y todos conocemos a personas que tienen pisos en propiedad que alquilan a otras personas, lo que lo puede hacer más controvertido”, explica Boertien. “Por eso, cuando sacas el tema, te responden ‘¿y qué problema hay en tener pisos en propiedad?’. Pero ahí entramos en cuestiones más éticas”.

La investigación señala que en muchos casos estos pisos han sido obtenidos gracias a herencias familiares. Por ejemplo, dos tercios de los hogares que tenían tres o más propiedades habían conseguido al menos una de ellas a través de la herencia. Gran parte del aumento de la desigualdad económica española se debe a motivos que contradicen la cultura de la meritocracia, según la cual la riqueza personal depende del esfuerzo propio.

“Es verdad que cuando hablamos de ingresos también podemos hablar de qué parte es mérito propio y qué parte se debe al apoyo de tu familia, pero aquí queda claro que gran parte de estas propiedades proviene de las generaciones anteriores, así que si queremos igualdad de oportunidades deberíamos intentar que ese factor tuviese un peso menos importante”, añade Boertien.

placeholder Diederik Boertien, autor principal de la investigación.
Diederik Boertien, autor principal de la investigación.

Una de las peculiaridades de nuestro país es que el bienestar económico depende menos de los ingresos que en otros países. Como recuerda el investigador, la riqueza de todos los hogares españoles ha llegado a ser siete veces lo que generan los hogares españoles en un año, una ratio mucho más alta que en otros lugares. En otras palabras, hay mucha más riqueza “inmóvil”, lo que provoca un aumento de la desigualdad, ya que “dependemos mucho más de la riqueza que de los ingresos, y en España procesos que no son ‘justos’ como las herencias, que a menudo provienen de personas con las que apenas se tenía relación, son mucho más importantes”. No es meritocrático vivir de las rentas de los pisos que tu tía abuela te dejó en herencia.

¿Y qué hacemos?

España no es la excepción en ese proceso de acceso cada vez más difícil a la primera vivienda que se reproduce en la mayoría de países, como Reino Unido u Holanda. “Quizá aquí sea más visible porque como ser propietario era tan universal, choca aún más comparado con un país como Alemania, donde es muy normal no serlo”, recuerda el investigador. “En España era normal tener un segundo hogar, lo que no lo era tanto era utilizarlo para alquilar, un elemento de cambio que difiere del pasado”.

"Deberíamos fijarnos en la distinción entre vivienda para vivir y para invertir"

Es un proceso acumulativo que resulta difícil revertir, pues el dinero obtenido en el alquiler de esas multipropiedades se invierte a su vez en nuevos bienes inmuebles que alquilar a precios cada vez más altos. “Es cada vez más difícil romper el ciclo, porque con la crisis financiera se pensaba que los ricos también perderían dinero, pero nos dimos cuenta de que la gente que tiene mucho dinero puede moverlo con facilidad y adaptarse a los movimientos en el mercado: compraron muchos pisos cuando bajaron de precio”, recuerda Bortien. “En las crisis, los que tienen más recursos son los que sacan más beneficio”.

placeholder ¿Quién posee más pisos en este edificio? (Reuters/Isabel Infantes)
¿Quién posee más pisos en este edificio? (Reuters/Isabel Infantes)

Ese carácter aspiracional de la vivienda dificulta las intervenciones políticas: incluso muchos de aquellos que no son propietarios no solo piensan en serlo algún día, sino en adquirir otras propiedades para garantizar su jubilación. “Hay que hacer una distinción importante: hasta ahora se ha hablado siempre de alquiler y propiedad, por lo que se dice que hay que invertir en el parque público de viviendas; es importante, pero quizá mejor fijarse en la distinción entre una casa para vivir y otra para invertir”, razona el investigador.

Canadá, por ejemplo, aprobó a principios de año una ley que impedía la compra de vivienda a extranjeros que no residan en el país, algo que podría ser imitado por regiones españolas como Baleares. “Hay que ayudar a los hogares a comprar vivienda, pero solo la primera, y que haya otras herramientas que hagan menos atractiva la adquisición de las siguientes”, concluye Boertien. La gran pregunta es quién se atreverá a dar el primer e impopular paso en un país de propietarios que anhelan ser multipropietarios.

Los anuncios instalados en los andenes del metro recuerdan a los viajeros algo que probablemente ya tengan interiorizado desde la infancia: no hay mejor inversión en España que el ladrillo. La compra de vivienda es, como recuerdan las investigaciones, la herramienta que utilizan la mayoría de hogares para acumular riqueza, especialmente los de menor renta.

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