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Empresarios y políticos dan por hecha la investidura de Sánchez
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En el civet de Luis Conde

Empresarios y políticos dan por hecha la investidura de Sánchez

Actores principales en la negociación como el ministro Bolaños, Turull, Ortuzar o Illa trasladan un "optimismo prudente" en un almuerzo en el que hubo corrillos de Junts y el PP

Foto: Manifestación contra la negociación con ERC y JxCAT para la investidura. (Europa Press/Lorena Sopêna)
Manifestación contra la negociación con ERC y JxCAT para la investidura. (Europa Press/Lorena Sopêna)
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Si desde las pasadas elecciones del 23 de julio la política mira a Cataluña, este fin de semana ha sido el escenario donde medir en qué punto se encuentran las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez. El pasado sábado, actores clave en la partida como el dirigente de Junts Jordi Turull; el ministro de Presidencia, Félix Bolaños; el líder del PSC, Salvador Illa, o el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, compartieron almuerzo y corrillos en el acto organizado por el presidente de la empresa de cazatalentos Seelinger y Conde, Luis Conde, que volvió a reunir a centenares de políticos y empresarios para recaudar fondos destinados a personas con discapacidad.

El veredicto más compartido por varios de los asistentes con los que ha hablado El Confidencial es que en este momento hay un "optimismo prudente" tanto en la Moncloa como en el mundo independentista sobre la posibilidad de cerrar un acuerdo que permita a Sánchez someterse a la confianza del Congreso a principios de noviembre. "Está hecho, salvo que a Puigdemont le dé una pájara", resumen de forma coloquial los que están en la pomada.

Foto: Manifestación en contra de la amnistía en Barcelona. (Reuters/Albert Gea)

El grado de entusiasmo se modula en función del interlocutor. Entre los más eufóricos, según algunos de los que compartieron sobremesa con él, se encontraba el presidente del PNV, que hacía valer el papel de "mediador" entre Carles Puigdemont y los socialistas para un "Gobierno progresista". Los nacionalistas vascos son conscientes de que el protagonismo lo tiene el prófugo, pero se saben pieza indispensable y así lo trasladan. Ortuzar estuvo acompañado por Joseba Aurrekoetxea, y fue uno de los más demandados para ejercer de analista político. Llamó la atención el largo aparte que ambos mantuvieron al final de la velada con la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, y el vicesecretario, Juan Bravo.

También "hubo cola" para hablar con el líder del PSC. Los socialistas catalanes son de los más escépticos en cuanto a las posibilidades de evitar una repetición electoral. Siguen hablando de que existe un "50% de posibilidades de éxito y un 50% de fracaso". Una vez más, el escollo está en "el carácter imprevisible" de Puigdemont. El PSC no esconde que Sánchez está dispuesto a "darlo todo", pero lamentan que eso, como ya se ha visto en otras ocasiones, no es ninguna garantía con el expresidente catalán.

No preocupa la amnistía, que dan por "amortizada", sino que sea "insuficiente", dado que desde el Gobierno se está trabajando en un redactado que deje poco margen a que el Tribunal Supremo encuentre grietas de cara a la presentación de una previsible cuestión de inconstitucionalidad. El hecho de que ni siquiera se denomine amnistía puede acabar incomodando a Puigdemont. La mayoría de políticos y empresarios que compartieron mesa y mantel asumen que la medida de gracia se llevará a cabo, pero hay quienes temen que Sánchez acabe transitando hacia un referéndum en una legislatura que prevén "convulsa" y que "no aguantará cuatro años".

Puigdemont "está con ganas de rehacer su vida", argumentaba un empresario ante representantes del PSC

Esta es la principal incógnita para los socialistas. ¿Acabará exigiendo Junts una consulta para dinamitarlo todo? La respuesta va unida en un sentido o en otro a escudriñar la psicología y el momento vital de Puigdemont. Los que dicen que aceptará el "alivio penal" defienden que el objetivo del líder de Junts es volver a Girona con su familia y que eso pesará en su decisión. "Está con ganas de rehacer su vida", argumentaba un empresario ante representantes del PSC a los que emplazaba a "aguantar" la presión y a aplicar una "investidura dura".

El otro bando, los que aventuran que Puigdemont no hará presidente a Sánchez, trasladaba en su corrillo que su único objetivo "personal y político" es "destruir a ERC". La explicación que dan es que se convocarán elecciones en Cataluña el próximo año después de Semana Santa y la pugna volverá a estar entre las fuerzas soberanistas. Junts no puede ir de la mano de Sánchez, argumentan, porque estaría en la misma posición que Oriol Junqueras cuando aceptó la mesa de negociación. "Si pactan ahora, se acabó su discurso. Es el fin", sentencian los que reniegan de la actitud dialogante del prófugo.

Turull ni confirmó ni desmintió, aunque "estaba contento", siguiendo con los estados de ánimo como termómetro político. El hombre de Puigdemont se sentó junto a la eurodiputada popular Dolors Monserrat y charlaron "amigablemente" durante el almuerzo. La imagen fue uno de los chascarrillos más comentados y dio pie a que se volviese a especular con las conversaciones entre Esteban González Pons y el emisario de Junts. Algunos asistentes llegaron a contar que "hubo dos en Barcelona y una en Bruselas". El PP nunca ha confirmado estos encuentros. Los bien pensados ciñen la conversación entre Monserrat y Turull al ámbito futbolístico, dado que ambos son seguidores del Espanyol.

Foto: Banderas españolas en los balcones. (EFE/Borja Sánchez Trillo) Opinión

No fueron los únicos a priori antagonistas que departieron. La diputada Ana Pastor charló con el expresidente del Parlamento catalán Roger Torrent. También la delegación del PP cruzó saludos con Jordi Sànchez después de "renegar de los indultos", matiza un empresario que expresa su "asombro" ante tanta "cordialidad". El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, declinó acudir y de sus barones solo estuvo el presidente de Murcia, Fernando López Miras. Feijóo acudió ayer a la manifestación convocada por Sociedad Civil Catalana en Barcelona contra la amnistía y la autodeterminación, que reunió a 300.000 personas, según los organizadores, y a 50.000, según la Guardia Urbana. No se dio la fotografía con Santiago Abascal que azuzó la Moncloa durante la semana para deslegitimar una marcha que, en 2017, en el punto álgido del desafío independentista, lideró el PSC con Salvador Illa y Miquel Iceta.

Quien sí estuvo en el civet fue Pablo Casado, que se prodiga poco en reuniones de este tipo. El expresidente de los populares se sentó a la mesa presidencial junto a la líder de Vox en Madrid, Rocío Monasterio, que acudió con su marido, el exdiputado Iván Espinosa de los Monteros, que "no soltó ni palabra" de la crisis que atraviesa la formación de ultraderecha. Casado, que ha dado el salto a la empresa, saludó "cordialmente" a sus ex del PP, pero se le vio más en sintonía con los representantes de grandes empresas como ACS, Abengoa o KPMG. Evita hablar de política y las provocaciones como "te echaron para esto".

Si desde las pasadas elecciones del 23 de julio la política mira a Cataluña, este fin de semana ha sido el escenario donde medir en qué punto se encuentran las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez. El pasado sábado, actores clave en la partida como el dirigente de Junts Jordi Turull; el ministro de Presidencia, Félix Bolaños; el líder del PSC, Salvador Illa, o el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, compartieron almuerzo y corrillos en el acto organizado por el presidente de la empresa de cazatalentos Seelinger y Conde, Luis Conde, que volvió a reunir a centenares de políticos y empresarios para recaudar fondos destinados a personas con discapacidad.

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