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Sánchez da un volantazo al centro en el final de la campaña para intentar revertir el trasvase al PP
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ELECCIONES GENERALES 23-J

Sánchez da un volantazo al centro en el final de la campaña para intentar revertir el trasvase al PP

En Ferraz, aseguran que sus 'trackings' detectaron hace una semana el freno en el trasvase de votos del PSOE al PP, que llegó al 10%. La tendencia, desde entonces, añaden, es que los están recuperando poco a poco

Foto: El presidente del Gobierno y candidato socialista, Pedro Sánchez. (EFE/Eliseo Trigo)
El presidente del Gobierno y candidato socialista, Pedro Sánchez. (EFE/Eliseo Trigo)
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El PSOE comenzó la campaña con el único objetivo de salvar los muebles. Instalado en el pesimismo y perseguido por el fantasma de no sobrepasar la barrera psicológica de los 100 escaños. De ahí que se optase por apelar al voto útil. Evitar una derrota histórica a costa de absorber el espacio a su izquierda y, por tanto, sin aspirar a una suma del bloque progresista. Se afiló así el discurso contra los "poderosos", la denominada "derecha mediática, política y económica" y se entonó el "no pasarán". En clave orgánica, Pedro Sánchez blindó el grupo parlamentario imponiendo las listas electorales a varias federaciones. En el comité federal que ratificó aquellas, se pensaba más en el día después, en ir preparando la oposición, que en cómo ganar las elecciones. Del repliegue, a la defensiva, la campaña fue evolucionando con volantazos en el diseño para acabar a la ofensiva. Con expectativas de remontada en este esprint final que demuestra el giro final.

En Ferraz aseguran que sus trackings detectaron hace una semana el freno en el trasvase de votos del PSOE al PP, que llegó al 10%. La tendencia, desde entonces, añaden, es que van recuperándolos poco a poco. Esa fue la clave del giro. Desde ese momento, se dejó de apelar al voto útil, a pesar de las protestas de los barones, y Sánchez rescató su tándem con Yolanda Díaz. Un reparto de papeles para dejar a Sumar que crezca por los abstencionistas de izquierdas, mientras los socialistas se lanzan a por los indecisos de centro. Para revertir este trasvase, se buscan esos votos desde una mayor moderación.

Foto: Los candidatos a la presidencia del Gobierno (i-d) Santiago Abascal, Yolanda Diaz y Pedro Sánchez, antes del inicio del debate en RTVE. (EFE/Juanjo Martín)

El reparto de papeles entre Sánchez y Díaz en el debate a tres de RTVE fue en esta línea. El perfil más institucional del candidato socialista, presidenciable, se combinó con llamadas directas a los votantes indecisos con el PP porque se "avergüenzan" de sus pactos con Vox. La principal baza sigue siendo la estrategia del miedo, que Feijóo solo podrá gobernar con la ultraderecha, para atraer esta bolsa de votantes. Por otra parte, se confía en un repunte de Sumar, para que se imponga en la otra batalla por la tercera plaza frente a Vox y se maximicen los escaños del bloque progresista. En el debate, Díaz fue a por el votante progresista, ahora en la abstención, que nunca apoyaría a los socialistas. Sánchez, a por el votante más centrado, para intentar revertir el trasvase de votos del PSOE al PP.

El cambio de paso en la campaña del PSOE pone el foco en ocho circunscripciones concretas. Aquellas en las que, según sus encuestas, pueden arañar diputados al bloque de la derecha al depender de un puñado de votos. Un escaño que vale doble al cambiar de manos, pues se resta a la derecha y se suma a la izquierda. Según sus cálculos, estarían muy cerca de arrebatar entre siete y ocho diputados a PP y Vox, lo que los situaría en posición de reequilibrar el peso de los bloques.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), junto a los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (d) y Felipe González (i). (EFE/PSOE/Eva Ercolanese)

El pasado domingo por la noche, la dirección de campaña del PSOE giró la estrategia focalizada casi únicamente en los platós, sin actos de partido, y apostó por improvisar mítines de su candidato en Huesca y San Sebastián. Por ir a pelear esos escaños en juego desplazándose al territorio. Palmo a palmo. Este jueves, fue el turno de Lugo, donde se congregaron 4.000 militantes para escuchar a Sánchez, quien centró sus ataques en Feijóo por su incomparecencia en el debate y alentó la remontada frente a un PP que llegaría al 23-J "absolutamente desfondado". En el PSOE creen que, de arañar estos escaños a los populares en las circunscripciones que tienen identificadas, recortarán distancias con el PP, revirtiendo la situación.

En la búsqueda de esta bolsa de votantes, Sánchez no tardaba en responder a Pere Aragonès para dejar claro que no pactará una hipotética investidura con los votos de ERC a cambio de un referéndum de autodeterminación. Este es parte del precio que han puesto sobre la mesa los republicanos y que el jefe del Ejecutivo ha replicado por considerarlo inviable. Los independentistas reclamaron ya durante la pasada legislatura sus máximas de "amnistía y autodeterminación", y el resultado fue que no consiguieron "ni una cosa ni la otra", recordó Sánchez este mediodía durante una entrevista en La Sexta con el periodista Antonio García Ferreras. "Entiendo que estamos en campaña", remarcó para desacreditar estas reclamaciones, para, acto seguido, aclarar con contundencia que no habrá ningún referéndum de autodeterminación si sigue al frente del Gobierno.

"Ni lo ha habido ni lo habrá", remachó. Tanto "por convicción personal y política", según argumentó, como, también, porque "ninguna constitución en el mundo reconoce el derecho a la segregación". Lo que sí puso en valor es el diálogo y su estrategia para fomentar la "convivencia" en Cataluña. Frente a defender la unión de España "desde el no", en referencia a la derecha, apostó por seguir la misma línea política de esta legislatura. Asimismo, situó al independentismo como una ideología caduca, un movimiento que pudo tener su lógica en el siglo XIX o XX, "pero no en el siglo XXI". En la actualidad, añadió, "los desafíos globales necesitan respuestas comunes, más a escala europea que nacional".

Foto: El candidato a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, antes del inicio del debate electoral de RTVE. (EFE/Juanjo Martín)

De cara a revertir los trasvases al PP, algunas voces del partido, empezando por la de José Luis Rodríguez Zapatero, han presionado en los últimos días para que Felipe González lance algún tipo de mensaje que movilice al electorado más templado. En Ferraz, evitan confirmar si han contactado con el expresidente para pedirle un gesto de apoyo o si Sánchez ha tenido alguna conversación con él. En el entorno de González, sin embargo, dan a entender que seguirá manteniéndose al margen. Un socialista, que vota socialista, pero que no muestra adhesiones al actual secretario general.

Para consumar esta remontada, en Ferraz necesitan también que el partido de Yolanda Díaz se asegure por su parte la tercera plaza frente a los de Santiago Abascal. Si no logran sumar, dejan entrever entre líneas que al menos evitarán que Feijóo logre formar Gobierno. Un escenario que llevaría a una repetición electoral y a volver a repartir cartas.

El PSOE comenzó la campaña con el único objetivo de salvar los muebles. Instalado en el pesimismo y perseguido por el fantasma de no sobrepasar la barrera psicológica de los 100 escaños. De ahí que se optase por apelar al voto útil. Evitar una derrota histórica a costa de absorber el espacio a su izquierda y, por tanto, sin aspirar a una suma del bloque progresista. Se afiló así el discurso contra los "poderosos", la denominada "derecha mediática, política y económica" y se entonó el "no pasarán". En clave orgánica, Pedro Sánchez blindó el grupo parlamentario imponiendo las listas electorales a varias federaciones. En el comité federal que ratificó aquellas, se pensaba más en el día después, en ir preparando la oposición, que en cómo ganar las elecciones. Del repliegue, a la defensiva, la campaña fue evolucionando con volantazos en el diseño para acabar a la ofensiva. Con expectativas de remontada en este esprint final que demuestra el giro final.

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