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Feijóo se pone la meta de superar los 150 escaños ante un Sánchez que se aferra al bloqueo si PP y Vox no suman
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Los populares creen que darán las cuentas

Feijóo se pone la meta de superar los 150 escaños ante un Sánchez que se aferra al bloqueo si PP y Vox no suman

Los candidatos asumen que un error en el cara a cara puede cambiar el escenario de las encuestas, donde los populares parten con una ventaja holgada. Los de Abascal patearán las provincias pequeñas para ser terceros

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en el acto de inicio de campaña. (Reuters/Albert Gea)
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en el acto de inicio de campaña. (Reuters/Albert Gea)
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Una campaña atípica. Más allá de votar un 23 de julio, en los cuarteles generales de los partidos reconocen que el ambiente es muy diferente al de otras citas: los candidatos tienen un peso determinante, la batalla no está en los programas y las plazas se han sustituido por los platós. Pedro Sánchez ha vuelto a convertir en un plebiscito el llamamiento a las urnas después de un adelanto electoral que, según las expectativas de los sondeos, puede pasar de ser una “genialidad” a un “desastre”, advierten fuentes socialistas, que dan por hecho que la remontada es una quimera. En el PP, también han colocado al presidente del Gobierno en el eje de su acción electoral. "Echar a Sánchez" es el principal atractivo para su electorado. Una vez más, los españoles votarán a la contra en lugar de a favor.

“A lo máximo que aspiramos es al bloqueo”, afirman desde el entorno del presidente. El candidato Sánchez va a fiar todo al cara a cara que tendrá el próximo lunes con Alberto Núñez Feijóo. Consciente de que su partido está desmovilizado, mantendrá la estrategia que ha llevado a cabo hasta el momento: presentarse como una víctima. Si en 2016 el enemigo era el aparato del partido, ahora son los medios de comunicación conservadores que le han “demonizado” bajo el paraguas del sanchismo. En esta línea, el único relato posible es el de volver al no es no. El PSOE no sale a ganar, sino a aguantar y frenar las expectativas del bloque de derechas. Si el PP y Vox no logran sumar una mayoría absoluta, Sánchez tendrá una última baza que jugar. Aquí, el mensaje será “frenar a la ultraderecha” y agitar el retroceso que supondría una coalición para el país.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante un acto sectorial del Partido Popular en Cataluña el pasado 26 de junio. (Europa Press/David Zorrakino)
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Retroceder siete años en el túnel del tiempo, cuando Mariano Rajoy logró 137 escaños y, tras firmar un acuerdo con Ciudadanos, obtuvo la luz verde de los socialistas tras un duro proceso en el que Sánchez acabó fuera de la dirección socialista. Si se repitiese este escenario, el presidente lo lideraría con la fuerza de haber “frenado a la ultraderecha” y con un PP que habría obtenido unas cifras muy por debajo de las que el propio Feijóo ha vaticinado. La repetición electoral estaría sobre la mesa. El líder de los populares se ha puesto el listón muy alto. Arranca la campaña con la aspiración de llegar a los 160 diputados. Ninguna encuesta le da tanto, aunque desde la pasada semana en Génova manejan trackings que los colocan en números que hace meses eran impensables.

En las filas populares hay optimismo, pero también contención. Rebajan la euforia de la dirección nacional, aunque dan por segura la victoria. Los más conservadores llaman a la prudencia, porque advierten de que tanto el debate como la campaña son “armas de doble filo”. Asumen que no hay margen para errar. "Sánchez es un killer y si Feijóo le da espacio en el cara a cara, nos puede matar", pronostican desde la perspectiva de que la principal cualidad de su líder es la “credibilidad”.

Feijóo no va a arriesgar. Su equipo ha optado por el storytelling, contar cómo es el candidato. Presentar un alter ego de Sánchez. El gallego es un hombre hecho a sí mismo que ha nacido en una aldea, comprometido con su país y de palabra, frente a un presidente que “ha engañado a los españoles”. En esto incidirá en el debate con Sánchez, que preparará con su núcleo duro. El domingo, a diferencia del presidente, no se ha despejado la agenda y estará en un mitin en Pontevedra con Mariano Rajoy.

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal, interviene durante un acto electoral en Burgos, este lunes. (EFE/Santi Otero)

El talón de Aquiles es, como se ha visto en el Senado, que el popular se enrede en los datos. "Debe ir a la economía de las familias, dirigirse al que no llega a fin de mes y obviar la macroeconomía", señalan los que prepararon a Rajoy cuando le tocó enfrentarse a Sánchez. También llaman la atención sobre que el líder del PSOE “jugará sucio” y si a Rajoy le espetó aquello de “no es usted decente” esperan que a Feijóo le intente vincular a casos de corrupción del pasado. “No descartamos que rescate la famosa fotografía”, en alusión a la imagen del gallego en un barco con el narcotraficante Marcial Dorado. Los populares esperan que en los próximos días el PSOE "embarre" la agenda política porque los ven "desesperados".

Las anteriores citas electorales han demostrado que cada vez hay un mayor número de votantes que deciden a última hora. Tanto Sánchez como Feijóo apelarán al voto útil, si bien deben medir bien cuánto roban a sus aliados naturales. El PP aspira a mantener el flujo de electores socialistas que hoy apostarían por Feijóo y también desinflar a Vox, como ocurrió en Andalucía. El camino lo marcó Juanma Moreno. Para que la ecuación funcione, el gallego debe "arrasar" y los sondeos internos que hoy manejan dicen que será así. El PSOE se mantiene y ellos van al alza. El objetivo es lograr un mínimo de 40 escaños por encima de Sánchez. En la distancia con el PSOE está la opción de un Gobierno en solitario al que Feijóo apelará machaconamente y que Sánchez rebatirá con los ejemplos de los pactos con Vox en las comunidades autónomas.

El otro ring es en el que Yolanda Díaz y Santiago Abascal pugnan por ocupar el tercer y cuarto puesto. Vox va a centrarse en pelear en las provincias pequeñas, donde necesita mantener su escaño. Donde se reparten tres o cuatro diputados en esta ocasión, a diferencia de hace cuatro años, pueden ir al PP y restarles. En las municipales y autonómicas, se evidenció la fuerza de la ultraderecha en la España rural. Esto le da una ventaja frente a Sumar, que entra en las grandes ciudades y en provincias en las que se reparten muchos escaños y también están los de Abascal.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante la apertura de campaña en Castelldefels (REUTERS/Albert Gea)

Que el líder de la ultraderecha arranque en El Ejido no es baladí. El ala dura que se ha impuesto en Vox, liderada por Jorge Buxadé, quiere hacer de la inmigración ilegal un catalizador del descontento social. Llevarán el discurso político a la inseguridad, con la mirada puesta en los disturbios de Francia. Abascal espera contar con algún líder de la ultraderecha europea en sus actos. Presentarse como el único partido capaz de abordar estos temas “sin complejos” frente a un PP “blando”. El riesgo es que los populares triunfen en el llamamiento al voto útil y les hagan retroceder. Del número de diputados que obtengan dependerá la fuerza para negociar una futura coalición que no todos los dirigentes de Vox comparten. Hay sectores que apuestan por "controlar" al PP desde la oposición y no "achicharrarse" en el Consejo de Ministros.

Por el contrario, para Yolanda Díaz, su única garantía es mantenerse en la bancada azul del Congreso. Sumar necesita igualar los 35 diputados de Podemos y que Pedro Sánchez aguante. Si no hay Moncloa, la amalgama de partidos corre el riesgo de desintegrarse tras el 23-J. El adelanto electoral les ha pillado por sorpresa y han estado más centrados en las luchas internas que en el programa. Ahora, adelantan desde el entorno de la vicepresidenta, el reto es “ilusionar” a los desencantados con Podemos y el PSOE. A Yolanda Díaz le queda presentarse como “lo nuevo”, pero con el lastre de haber gobernado. En los últimos días, las encuestas le sonríen, pero ese espacio está demasiado achicado a la izquierda del PSOE. Previsiblemente, el PP logrará más escaños que el PSOE y Sumar juntos.

Tanto para Sánchez como para Feijóo, solo hay una bala. El primero confía en su manual de resistencia, pese a que el PSOE se da por vencido y ya trabaja en la sucesión, el segundo está convencido de que habrá tsunami azul, pero si sus deseos no se cumplen, tendrá el reto de gobernar con la ultraderecha, algo que en privado ha reconocido que no sería bueno para España. Sin la Moncloa, Feijóo volverá a su aldea.

Una campaña atípica. Más allá de votar un 23 de julio, en los cuarteles generales de los partidos reconocen que el ambiente es muy diferente al de otras citas: los candidatos tienen un peso determinante, la batalla no está en los programas y las plazas se han sustituido por los platós. Pedro Sánchez ha vuelto a convertir en un plebiscito el llamamiento a las urnas después de un adelanto electoral que, según las expectativas de los sondeos, puede pasar de ser una “genialidad” a un “desastre”, advierten fuentes socialistas, que dan por hecho que la remontada es una quimera. En el PP, también han colocado al presidente del Gobierno en el eje de su acción electoral. "Echar a Sánchez" es el principal atractivo para su electorado. Una vez más, los españoles votarán a la contra en lugar de a favor.

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