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El transformismo de Sánchez para el 23-J: más centro, menos Podemos y vuelta al bipartidismo
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GIRO EN LA CAMPAÑA

El transformismo de Sánchez para el 23-J: más centro, menos Podemos y vuelta al bipartidismo

Tras la debacle de las municipales y la decisión posterior de adelantar las elecciones generales, el viraje en la estrategia de campaña y el discurso hace irreconocible al Sánchez de hace apenas tres semanas

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), durante una conversación con el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá (d), en la sede del PSOE en Madrid este miércoles. (EFE/PSOE/Eva Ercolanese)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), durante una conversación con el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá (d), en la sede del PSOE en Madrid este miércoles. (EFE/PSOE/Eva Ercolanese)
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Pedro Sánchez ha demostrado en multitud de ocasiones su capacidad de reinvención. De adaptarse a las circunstancias, asumir contradicciones y cambiar el rumbo para reorientarse mejor hacia sus fines. Su biografía política está marcada por giros de timón, tanto en la oposición y en la vida orgánica del PSOE como durante los cinco años que lleva al frente del Gobierno. Sin embargo, tras la debacle del 28-M y la decisión posterior de adelantar las elecciones generales al 23-J, el viraje de su estrategia de campaña y discurso hace irreconocible al Sánchez de hace apenas unas semanas. Un transformismo que implica un intento de reseteo de la actual legislatura en lo que a política de pactos se refiere, soltando lastre de sus aliados parlamentarios y poniendo fin al escenificado tándem con Yolanda Díaz, pero también renegar de ciertas políticas de sus socios, como la línea feminista del Ministerio de Igualdad, con la que siempre cerró filas, o mirar más al centro que a la izquierda.

El diseño de la campaña para el 23-J, además, poco o nada se parece al de las pasadas municipales y autonómicas. Sánchez ha dejado atrás los mítines para planificar un road show por los platós, incluidos los de los medios considerados menos afines y que llevaba años sin pisar, para llevar un mensaje de mayor moderación a este tipo de público. Dirigirse más a los votantes del PSOE en 2019 que ahora se inclinan por elegir otra papeleta o por quedarse en casa, que a reforzar al militante y simpatizante. De rehuir los medios, o limitar contadas entrevistas, a sobreexponerse tanto en espacios informativos como del denominado infoentretenimiento. Asimismo, ha apostado por los debates cara a cara, que rechazó celebrar en la anterior campaña de las generales, al estar en una posición de fuerza, y por enfocar la contienda electoral en clave bipartidista.

Foto: Pedro Sánchez, durante la entrevista con Wyoming en 'El Intermedio'. (La Sexta)

La necesaria muleta a la izquierda del PSOE, sobre la que la Moncloa depositaba sus esperanzas antes del 28-M para pescar en el caladero de los votantes progresistas desmovilizados y sumar así fuerzas para reeditar la coalición, es ahora otro lastre más. En el mejor de los casos, se ignora, enterrando ahora el tique electoral con la vicepresidenta segunda que se escenificó, con vistas a las generales, en la moción de censura de Vox. Hace apenas tres meses. En el peor, se hace una enmienda a la totalidad, como en el caso de Irene Montero.

Sánchez siempre fue el principal valedor en el Gobierno de las políticas de la líder morada, optando por desempatar a su favor los pulsos por leyes, como la trans, que mantuvo con la entonces vicepresidenta primera, Carmen Calvo. Incluso con la ley del solo sí es sí, cuando comenzaron a hacerse públicas el mes de noviembre las primeras revisiones de condenadas a agresores sexuales, pidió a los suyos cerrar filas con Montero tras precipitarse alguna ministra socialista a reclamar su reforma. Su máxima era mantener unida la coalición y alejar el foco del conflicto por la bandera feminista.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Juan Medina) Opinión
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Ahora, Sánchez no solo ha querido poner de manifiesto sus "públicas y notorias" diferencias con la dirigente de Podemos por leyes como la del solo sí es sí, sino que hasta ha hecho una enmienda a la totalidad a su "feminismo de confrontación". Hasta el punto de censurarla por dar "argumentos a estos líderes políticos", en referencia al negacionismo de la violencia de género de Vox. Eso sí, tras asegurar el pasado lunes en una entrevista en Onda Cero que los discursos de la ministra de Igualdad habían hecho sentir "incómodos" a amigos suyos, hombres de entre 40 y 50 años, al día siguiente reconocía en otra entrevista en La Sexta (El Intermedio) que esta conclusión derivaba de "estudios demoscópicos". La conclusión era que había alejado a votantes hombres y también mujeres.

De esta lectura demoscópica se nutre principalmente la conversión de Sánchez tras el 28-M. Del diagnóstico sobre el desgaste de su política de pactos o algunas de las medidas sacadas adelante por la coalición. Como recogía este lunes la encuesta de IMOP-Insights para El Confidencial, analizada por Ignacio Varela, los cuatro motivos de rechazo más citados por los exvotantes del PSOE son la gestión de Pedro Sánchez (21%), los pactos (12%), la radicalización hacia la izquierda (10%) y el incumplimiento de promesas (10%).

Foto: Pedro Sánchez y José Luis Escrivá en un evento en Madrid. (EFE/Sergio Pérez)

El mismo análisis a partir de la citada encuesta pone cifras al trasvase de votantes de cara al 23-J. De los 2,8 millones de personas que dieron su voto al PSOE en 2019 y, por ahora, no muestran intención de repetir, un 21% se inclina por otro partido, un 8% por la abstención o el voto blanco o nulo y un 13% no sabe o no contesta. El trasvase neto al PP se cifra en unos 600.000 votos, pero también hay fugas entre bloques hacia Vox.

El otro gran giro de Sánchez con respecto al 28-M y a la presente legislatura con el primer Gobierno de coalición desde la vuelta de la democracia es la apelación directa al voto útil. A concentrar los apoyos progresistas en la papeleta del puño y la rosa. Un reseteo del Gobierno de coalición, que también contribuiría, según las encuestas, a mermar los apoyos de los socialistas en las urnas. Solo en la mencionada entrevista en El Intermedio, Sánchez mostró su deseo de gobernar en el futuro con Sumar.

"Un socio preelectoral"

Un mensaje para un determinado tipo de público, que se presupone más progresista, pero que no duraba mucho por el malestar expresado en Ferraz por la pinza de Díaz con Alberto Núñez Feijóo respecto al formato propuesto para los debates electorales. El líder de los populares priorizó un debate a tres en lugar de a dos si la candidata de Sumar prefería este formato para no quedarse fuera. Díaz recogió inmediatamente el guante y en Ferraz se encendieron las alarmas, con el temor a que la "estrategia de dilación" y enredos en la contrapropuesta de Génova tuviesen como fin evitar que se celebrase finalmente un cara a cara.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Juanjo Martín) Opinión

En el marco de esta conversión del Sánchez pos 28-M, más anecdóticas parecen otras contradicciones que han asomado coincidiendo este miércoles con las primeras medidas del programa anunciadas por el PSOE. La propuesta de aumentar en un mes el permiso de maternidad y paternidad, de las actuales 16 semanas hasta las 20, fue vetada desde el ala socialista al Ministerio de Derechos Sociales, que dirige la secretaria general de Podemos, Ione Belarra.

Desde este departamento, recuerdan que su propuesta inicial para la ley de familias ya incluía la ampliación del permiso de maternidad/paternidad hasta los seis meses. Un incremento que se pondría en marcha de manera gradual hasta 2026. Sin embargo, entonces el PSOE no lo permitió y finalmente se llevó al Consejo de Ministros sin esa medida, que ahora recuperan los socialistas en su programa. Una contradicción más, quizá menor, aunque la respuesta a través de un tuit de la ministra de Derechos Sociales da cuenta de la corriente de fondo: "Ojalá haber gobernado con este socio preelectoral".

Pedro Sánchez ha demostrado en multitud de ocasiones su capacidad de reinvención. De adaptarse a las circunstancias, asumir contradicciones y cambiar el rumbo para reorientarse mejor hacia sus fines. Su biografía política está marcada por giros de timón, tanto en la oposición y en la vida orgánica del PSOE como durante los cinco años que lleva al frente del Gobierno. Sin embargo, tras la debacle del 28-M y la decisión posterior de adelantar las elecciones generales al 23-J, el viraje de su estrategia de campaña y discurso hace irreconocible al Sánchez de hace apenas unas semanas. Un transformismo que implica un intento de reseteo de la actual legislatura en lo que a política de pactos se refiere, soltando lastre de sus aliados parlamentarios y poniendo fin al escenificado tándem con Yolanda Díaz, pero también renegar de ciertas políticas de sus socios, como la línea feminista del Ministerio de Igualdad, con la que siempre cerró filas, o mirar más al centro que a la izquierda.

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