Génova contempla echar a Vox del Gobierno de Castilla y León tras el 28-M: "Todo tiene un límite"

"Todo el mundo puede comprender que si Gallardo sigue haciendo tonterías, la paciencia de Mañueco se agote. Todo tiene un límite". La dirección de Génova ha dejado "total autonomía" a Alfonso Fernández Mañueco a la hora de decidir qué hacer con Vox tras la guerra abierta en Castilla y León, que amenaza con cronificarse por la amenaza del Gobierno de Pedro Sánchez de judicializar y exprimir el asunto a pocos meses de las elecciones autonómicas y municipales. Pero eso no implica que Madrid no tenga una opinión sobre la hoja de ruta a seguir en el único territorio en que los de Santiago Abascal tienen cuota de poder. Fuentes de la cúpula del PP subrayan que Alberto Núñez Feijóo respaldaría la decisión de cesar al vicepresidente castellanoleonés si sigue tensando la cuerda en la región, tal y como informó El Confidencial este martes. Con todo, instan a Mañueco a desvincularse del "ruido" y "dejar morir" el asunto, al menos hasta que pase el 28-M. "Antes de mayo no va a pasar nada", confían.

Aunque quiere recortar al máximo la influencia de Vox, el PP sabe que arrebatar al PSOE algunos de sus feudos históricos pasa por un pacto con los de Abascal, ya estén dentro o fuera del Ejecutivo autonómico o municipal, en función de la aritmética. La oferta para que gobierne la lista más votada se da por fracasada, por la negativa de Ferraz a abrirse a un pacto global, por lo que una ruptura total en Castilla y León antes del 28-M influiría necesariamente en la confección de posibles alianzas territoriales.

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Fuentes del PP en la Junta coinciden con la tesis de Génova, y avalan que "no tiene sentido" tomar una decisión drástica con García-Gallardo antes de las municipales y autonómicas, "que van a dar lugar a que se vuelva a hablar de pactos con Vox". "Siempre vamos a necesitar algo de ellos. Una guerra de esas características no tiene sentido, menos antes de las elecciones. Ni nuestro votante ni el suyo lo entenderían", sostiene un dirigente popular cercano al líder nacional.

No obstante, esta circunstancia no quita que el "hartazgo" de Fernández Mañueco con su vicepresidente haya llegado a una cota inusitada hasta la fecha. "Él está muy enfadado", señalan en el entorno del barón popular, donde insisten en que nunca ha entrado en sus planes forzar un adelanto electoral para hacer coincidir unos nuevos comicios en Castilla y León con el resto de autonomías que se examinan el próximo 28 de mayo. Tampoco son los deseos de Génova. Las fuentes consultadas insisten en que plantear siquiera ese escenario sería "descabellado", puesto que no ha pasado ni un año desde que Mañueco abrió las urnas para deshacerse de Ciudadanos, que hasta entonces ocupó el lugar en que ahora se encuentra Vox. "No puede haber elecciones, porque volveríamos al mismo escenario que entonces", indican.

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El 13 de febrero de 2022, Alfonso Fernández Mañueco se enfrentó a un examen electoral que él mismo había provocado al romper con Francisco Igea y el resto de su equipo, un experimento que se saldó con un resultado un tanto desagradable para el PP, que aspiraba a un gobierno en solitario que nunca llegó. Mañueco se quedó a 10 escaños de la mayoría absoluta, y solo sumó dos procuradores respecto a 2019. Tras varios tira y afloja y una negociación in extremis, firmó un acuerdo inédito con los de Abascal que facilitó a la formación ultra sus primeros sillones. El pacto se cerró en plena crisis del PP a nivel nacional y sin un mando aún definido en la séptima planta de Génova.

Pese a que el PP no se plantea repetir aquel vodevil, el presidente de la Junta ha amagado con la posibilidad de adelantar elecciones para "bajarle los humos" a Vox, según explican fuentes de su confianza, aunque en el fondo, y al menos de momento, no lo contemple. La formación de Abascal amenazó el pasado martes con una ruptura en Castilla y León si Mañueco no aplicaba el protocolo provida en los términos en que los definió García-Gallardo, que reiteró que PP y Vox habían firmado un documento con una serie de medidas para desincentivar los abortos en la región, obligando a los médicos a ofrecer a las mujeres que quisiesen interrumpir su embarazo escuchar el latido fetal o ver una ecografía en 4D.

En el PP, insisten en que no existe tal documento, y se remiten a la nota de prensa que publicó la Consejería de Sanidad el pasado jueves con una serie de propuestas para fomentar la natalidad y asegurar el proceso de gestación en todas las embarazadas. "Alfonso debe acotar a nuestros socios y dejar clara su autoridad ante la opinión pública", opinan fuentes del PP en Castilla y León, donde tampoco descartan la posibilidad de forzar una ruptura con García-Gallardo e, incluso, con Vox, e intentar gobernar con minoría en lo que resta de legislatura en caso de que Vox siga tensando la cuerda y no corrija su "deslealtad". Pero, como sostienen también en Génova, esto no ocurriría en el corto plazo.

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El escenario predilecto para el PP sería que Vox fuese quien rompiese de forma voluntaria y unilateral el acuerdo con Fernández Mañueco, un escenario que dejaría "manos libres" al barón popular, incluso para justificar una eventual apertura de urnas. Pero es un escenario utópico que no se contempla en las filas populares, sobre todo porque Castilla y León se ha convertido en el único reducto de poder de Vox y es el escaparate perfecto de los de Abascal para desarrollar su agenda ideológica. De hecho, el partido ultraconservador ha insistido esta semana en que no liquidaría el acuerdo de gobierno en la región.

La estrategia en las filas populares pasa por tratar de desvincularse en la medida de la posible de una polémica que el PSOE se empeña en "alargar", así como mantenerse firmes en la idea de que en Castilla y León no se aplicará protocolo alguno que afecte a la "libertad de las mujeres". "Tanto Mañueco como Génova han puesto pie en pared y han puesto límites a Vox. Ellos ya saben cuál es su límite de acción", se congratulan en la dirección nacional, donde se niegan a dar más pábulo al asunto. Otras voces cercanas a Feijóo ratifican la hoja de ruta. "No vamos a implantar ese protocolo que defienden. Si se quieren ir, que se vayan (...). Si tiene que romper alguien, que rompa Vox".