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UP bate récords: el 25% de sus diputados ha dejado el grupo y dos salieron de la disciplina
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Vaivenes en la formación

UP bate récords: el 25% de sus diputados ha dejado el grupo y dos salieron de la disciplina

Los miembros del Gobierno no han dejado sus escaños, como sí han hecho los ministros socialistas. En el PSOE, el porcentaje es del 14%, y la inmensa mayoría perdió su condición para ostentar otros cargos

Foto: Ione Belarra e Irene Montero en el Congreso. (EFE/Mariscal)
Ione Belarra e Irene Montero en el Congreso. (EFE/Mariscal)

Ocho de los 35 diputados de Unidas Podemos han abandonado sus escaños desde que arrancó la XIV legislatura, hace tres años. Y nueve han salido del grupo, un 25% del total, lo que supone todo un récord en comparación con otros grupos como el PSOE o el PP, que registran una proporción de relevos muy inferior. En el caso de los socialistas, el porcentaje de bajas es del 14%, descontando a los ministros, y la inmensa mayoría se ha ido a ocupar otros cargos. Desde Dolores Delgado, ex fiscal general del Estado, a Isabel Celaá, embajadora en El Vaticano. En el caso de los populares, solo siete de sus 88 parlamentarios han entregado sus actas y dos de ellos, Pablo Casado y Pablo Montesinos, lo hicieron tras la salida de la política del primero.

Los vaivenes de la legislatura han hecho mella en un grupo que sobrevive hoy en un tenso equilibrio, fruto de la pugna entre Podemos y Yolanda Díaz, líder del espacio en el Gobierno, pero sin claro control del grupo confederal, donde cuenta con Izquierda Unida y los comunes como férreos aliados.

Foto: La vicepresidenta Yolanda Díaz, en el Congreso. (EFE/Mariscal)

De hecho, estos números se dan a pesar de que ninguno de los ministros de Unidas Podemos que ostenta también la condición de diputado —Díaz, Irene Montero, Ione Belarra y Alberto Garzón— ha renunciado a su escaño al hacerse con su cartera. Enrique Santiago, líder del PCE y diputado, no dejó su asiento cuando se convirtió en secretario de Estado, si bien accedió al cargo —del que fue relevado en julio— cuando la legislatura llevaba tiempo en marcha.

Tampoco Noelia Vera, ex secretaria de Estado de Igualdad, o la propia Belarra, antes secretaria de Estado y hoy ministra de Derechos Sociales, entregaron sus actas al ser designadas para estos cargos. Solo Victoria Rosell, delegada del Gobierno contra la violencia machista, renunció al llegar a este puesto. Lo hizo porque resultaba incompatible con sus nuevas funciones.

Por Rosell entró la canaria Meri Pita, exintegrante de la dirección del partido y hoy dentro del Grupo Mixto, tras abandonar Unidas Podemos entre críticas por la ausencia de democracia interna. Al haber dejado el grupo, no le es achacable la disciplina de voto y hay varios ejemplos en los que Pita ha votado en sentido distinto a los morados.

Foto: El candidato Enrique Arnaldo Alcubilla comparece ante la Comisión Consultiva de Nombramientos del Congreso de los Diputados. (EFE/Chema Moya)

Sí reconoció haberse desmarcado de su grupo la vicepresidenta tercera de la Cámara, Gloria Elizo, también exdirigente morada, con el nombramiento de Enrique Arnaldo como magistrado del Tribunal Constitucional. Una designación que, a la luz de la actuación del tribunal de garantías en respuesta al reciente recurso de inconstitucionalidad del PP, aún escuece en la izquierda y en la que grupos como ERC, PNV, EH Bildu, CUP o BNG ni siquiera participaron, como también se han encargado de destacar estos días.

La descapitalización del grupo la representa, en mayor instancia, la salida del que fuera su secretario general, Pablo Iglesias, que tampoco había entregado su escaño para convertirse en vicepresidente del Gobierno. Solo dejó el Congreso para concurrir como candidato a las elecciones a la Comunidad de Madrid de mayo de 2021, en las que barrió Isabel Díaz Ayuso. Tras los comicios, Iglesias abandonó la política institucional.

Foto: Pablo Iglesias. (EFE)

Le sustituyó Juan Antonio Delgado, que ya había sido diputado en anteriores legislaturas, y que apenas estuvo ocho meses en el escaño, hasta las elecciones andaluzas de 2022, en las que se alzó como candidato de Podemos en primarias. Sin embargo, Yolanda Díaz apostó por Inmaculada Nieto (IU) para liderar la candidatura conjunta. El batacazo en esos comicios, a los que concurrieron lastrados por la guerra interna, es otra herida abierta, tanto para Podemos como para Díaz.

Tampoco lo tienen nada fácil en Canarias. El exdiputado Alberto Rodríguez, que fue apartado de su escaño a finales de 2021, está dispuesto a presentarse contra el que fuera su partido en las próximas elecciones de mayo. Tras ser condenado en firme por el Tribunal Supremo por dar una patada a un policía, la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, decidió apartarle de su acta, generando una profunda crisis con Unidas Podemos, que incluso amenazó con llevarla a los tribunales. A la espera de que el Constitucional se pronuncie sobre su caso —la Fiscalía sí avala sus argumentos—, Rodríguez ha lanzado su propia candidatura, bajo la atenta mirada de un cercano asesor de Díaz.

Foto: El exsecretario de Organización de Podemos Alberto Rodríguez, junto a varios aliados presentando proyecto Drago. Entre ellos, Héctor Morán, muy cercano a la ministra de Trabajo. (EFE/Ángel Medina G.)

El impulsor de Proyecto Drago ha dejado claro que no está dispuesto a integrarse en la candidatura de Noemí Santana, consejera de Derechos Sociales del Gobierno regional y líder del partido en las islas. El enfado de los morados, que ven injustificable la actuación de Rodríguez después de su esfuerzo por defenderlo —su escaño sigue sin ocupar a día de hoy—, llevó a la secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, a criticar su "beligerancia", en una reciente entrevista en Europa Press.

Menos polémica fue la salida de Noelia Vera, pero sí fue relevante a efectos de trayectoria política. Vera decidió dejar su acta y su cargo como secretaria de Estado por motivos personales, después de haber formado parte del núcleo duro morado y de ejercer la portavocía de su partido. La misma razón alegó en junio de 2021 María Márquez Guerrero para ser sustituida por Miguel Ángel Bustamante, de IU, que ha tenido que dejar el cargo poco más de un año y cuatro meses después, tras ser denunciado por su esposa por presunta violencia machista. Fue inmediatamente suspendido de militancia y se vio obligado a abandonar el escaño, como marcan los estatutos de IU, afirmando que la denuncia es falsa.

Foto: El diputado de Podemos Miguel Ángel Bustamante. (EFE/Sergio Barrenechea)

La renuncia de Héctor Illueca, hoy vicepresidente segundo de la Generalitat Valenciana, está entre las más apacibles. Illueca abandonó la Cámara escasos días después de la formación del Gobierno de coalición, para liderar la Inspección del Trabajo, dependiente del ministerio de Díaz. Un año y ocho meses después, dejó este puesto para saltar al Gobierno de Ximo Puig.

Son muchos cambios para cualquier grupo parlamentario. Más para uno que en la legislatura anterior ya vio cómo 22 de los 46 diputados de Podemos que antes conformaban su grupo parlamentario ni siquiera se presentaron a primarias para tratar de revalidar sus escaños. En solo tres años, la formación ha sufrido muchas más bajas que las tres primeras fuerzas, PSOE, PP y Vox (solo tres bajas, de 52 diputados). Muchas, además, han sido especialmente convulsas.

Ocho de los 35 diputados de Unidas Podemos han abandonado sus escaños desde que arrancó la XIV legislatura, hace tres años. Y nueve han salido del grupo, un 25% del total, lo que supone todo un récord en comparación con otros grupos como el PSOE o el PP, que registran una proporción de relevos muy inferior. En el caso de los socialistas, el porcentaje de bajas es del 14%, descontando a los ministros, y la inmensa mayoría se ha ido a ocupar otros cargos. Desde Dolores Delgado, ex fiscal general del Estado, a Isabel Celaá, embajadora en El Vaticano. En el caso de los populares, solo siete de sus 88 parlamentarios han entregado sus actas y dos de ellos, Pablo Casado y Pablo Montesinos, lo hicieron tras la salida de la política del primero.

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