Gallego en Lugo y español en Barcelona: ¿qué se habla más donde hay lenguas cooficiales?
Más allá del constante uso político, ¿qué dicen los datos sobre cuánto se habla cada lengua en aquellas regiones donde el castellano convive con otros idiomas?
La gestión de las lenguas cooficiales es una de las cosas que más se han politizado en España. Sin ir más lejos, este curso escolar comenzó en Cataluña sin que fuese obligatorio aplicar el 25% de las clases en castellano. Esta decisión del Govern ha sido recurrida al Tribunal Constitucional (TC) tanto por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña como por el Partido Popular y Ciudadanos. No es la primera vez, ni será la última, que se recurre a la vía judicial para desencallar un asunto relacionado con derechos lingüísticos. Junto a la ley del aborto o la de la eutanasia, esta será una de las cuestiones sobre las que tendrá que deliberar el renovado TC, ahora con mayoría progresista.
Otro ejemplo reciente: para apoyar los presupuestos de 2022, el Gobierno pactó con ERC blindar el catalán en la ley audiovisual. La norma, en vigor desde julio de este año, exige a plataformas como Netflix, YouTube o HBO, entre otras prestadoras de servicios audiovisuales, un esfuerzo mucho mayor que el exigido hasta ahora para fomentar los contenidos en lenguas cooficiales.
Pero más allá del constante uso político, ¿qué dicen los datos sobre cuánto se habla cada lengua? En aquellas regiones donde el castellano convive con otros idiomas, el uso de ambos se extiende tanto en el ámbito familiar como en el laboral o el de las amistades. Sobre la frecuencia de uso de una u otra lengua ha preguntado el Instituto Nacional de Estadística (INE), y las preferencias son muy distintas dependiendo del lugar.
Como siempre, no todo es blanco o negro. En las regiones con dos idiomas, es normal que la gente sea capaz de hablar ambos y los intercale a conveniencia. Pero, al final, buena parte de la población sí que se decanta siempre por una de las dos lenguas. Cuando se analizan estos datos, se ve dónde es más determinante cada una.
En Galicia, el empleo del gallego y el castellano va muy a la par, y solo en Pontevedra se observa mayor predilección por la segunda entre aquellos que no mezclan los idiomas, sino que escogen "siempre" uno de ellos. No obstante, el porcentaje de personas que usan una única lengua no llega al 50%, lo cual indica que es normal que la gente salte del gallego al castellano y, por tanto, no haya una opción mayoritaria clara. Esto se ve bien en el gráfico anterior: un tamaño más reducido de las áreas de ambos triángulos indica mayor equilibrio entre los idiomas.
A la luz de estos datos, tanto el gallego como el catalán son las lenguas cooficiales más asentadas en sus respectivas sociedades, pero la evolución de su uso sí preocupa a los que luchan por su idioma. "La reducción de hablantes es realmente alarmante", advierte Marcos Maceira, presidente de la plataforma A Mesa pola Normalización Lingüística, que busca una mayor integración de la lengua gallega en todos los ámbitos de la sociedad. "Hay estimaciones que hablan de que a principios del siglo XX era más del 90% de la población el que usaba habitualmente el gallego. Y a principios de la democracia era del 70%".
Las cifras del Instituto Gallego de Estadística apuntan también en ese sentido: entre 2003 y 2018, última cifra disponible, el porcentaje de población que aseguraba que hablaba habitualmente en gallego cayó 13 puntos, del 43% al 30%. Y también la Real Academia de la Lengua Gallega asegura en uno de sus últimos informes que la desgalleguización comienza cada vez a edades más tempranas. "Hoy está prohibido impartir en gallego matemáticas, física y química y tecnología, que son las que más carga horaria tienen. O, por ejemplo, la presencia en dibujos animados o en series infantiles y juveniles es anecdótica", comenta Maceira.
El activista apunta directamente a la gestión de la Xunta. Según él, de las medidas propuestas por el Plan general de normalización de la lengua gallega, aprobado en 2004, "no hay nada hecho". "Con esta situación, es muy difícil que la situación de la lengua mejore, sería un milagro", añade. El catedrático de Filología Gallega de la Universidad de Santiago de Compostela Xose Henrique Monteagudo señala directamente al decreto del plurilingüismo de Feijóo: "Si el objetivo era ayudar a proteger el gallego, está claro que no se ha conseguido", zanja.
El uso del catalán presenta una distribución similar al del gallego. De forma general, en la comunidad autónoma hay más personas que optan siempre por el español; pero en el nivel provincial, la cosa cambia. Girona y Lleida son más catalanoparlantes, mientras que en Tarragona hay mayor equilibrio entre ambos idiomas. Solo en Barcelona, la provincia más poblada, el castellano supera en frecuencia de uso al catalán con claridad. El peso de la población hace que a nivel autonómico la lengua propia quede por debajo.
"Con esta situación, es muy difícil que la situación de la lengua mejore, sería un milagro"
En las provincias vascas, la preferencia está más clara, especialmente en Álava y en Vizcaya, donde cerca del 80% habla siempre en español en todos los ámbitos de su vida. Sí se ve que, tanto en esta región como en Navarra, el empleo del euskera es más común en el entorno laboral que en el familiar o con los amigos, lo cual puede explicarse por la condición de obligatoriedad del idioma propio para desempeñar puestos de empleo público.
Tanto en la Comunidad Valenciana como en las Islas Baleares hay mayor proporción de población que se decanta siempre por el castellano, aunque en Castellón las fuerzas entre ambos idiomas están más equilibradas, sobre todo en el ámbito familiar, donde hasta un 30% habla siempre en valenciano.
Mayor conocimiento entre los jóvenes
Uno de los datos para la esperanza de aquellos que ven peligrar el uso del idioma es que el conocimiento de las lenguas cooficiales es más amplio entre la población joven que en el resto de grupos de edad. Tanto en Cataluña como en País Vasco y Comunidad Valenciana, la proporción de gente que asegura que habla "bien" el idioma es mayor entre los menores de 20 y la tasa de conocimiento desciende a medida que la edad se incrementa.
Galicia es la única comunidad que escapa a esta tendencia. Una investigación de Henrique Monteagudo, Anik Nandi y Xaquín Loredo, publicada en 2020 sobre la transmisión intergeneracional del gallego, ya vislumbraba algunas de las posibles causas. El idioma inicial (aquel en el que empiezan a aprender a hablar) de los nacidos a partir de 1994 ya es de forma mayoritaria el español, algo que no sucedía en las generaciones anteriores y que afecta en buena medida a la transmisión del idioma.
Además, el perfil lingüístico se inclina más hacia el castellano en los municipios de más de 50.000 habitantes, donde cada vez vive más gente en detrimento del mundo rural. Por otra parte, al contrario de lo que ha sucedido en Cataluña, que históricamente ha sido una región tractora de mano de obra, durante el siglo pasado tuvo lugar en Galicia una emigración masiva de población rural a otros puntos de España o a zonas más industriales, donde el castellano es más habitual.
"La España castellanohablante tiene una especie de miedo a los modelos que dan preferencia a las lenguas cooficiales"
Pero Monteagudo, uno de los autores de la citada investigación, explica que los datos del INE hacen referencia a una cuestión de competencia lingüística y que en ese sentido hay que mirar al sistema educativo. "El modelo de Cataluña o País Vasco se ha mostrado más eficaz para garantizar la competencia de la lengua cooficial", argumenta.
"La España castellanohablante tiene una especie de miedo a que los modelos que dan preferencia a las lenguas cooficiales acaben redundando en un detrimento del español. Esto es un miedo irracional, infundado", considera el catedrático de Filología. "Un chaval gallegohablante va a aprender a hablar bien el castellano sin necesidad de que tenga una gran presencia en el sistema educativo, pero si un chaval castellanohablante no tiene una buena presencia del gallego en el sistema educativo, nunca lo va a aprender bien", considera.
El experto entiende el debate político, pero advierte de que con los datos en la mano se puede comprobar hasta qué punto esa politización guarda, a su juicio, cierta "irracionalidad". "El castellano no se va a perder. Lo que sí se puede perder son las otras lenguas. Hay que saber, como país, si nos importa mantener la pluralidad lingüística o no, y si nos importa, hay que ser consecuentes, con respeto a los derechos de todo el mundo. Eso está claro".
El INE ofrece también información sobre el conocimiento de las lenguas cooficiales a nivel municipal para grandes localidades. El organismo no mide en este caso la frecuencia de uso, sino que estima la cantidad de gente que habla "bien" o "con dificultad" cada lengua. Siete localidades gallegas copan el ranking de los municipios donde más se conoce la lengua cooficial propia: Ourense, Lugo, Santiago de Compostela, Vigo, Pontevedra, Ferrol y A Coruña, por ese orden, presentan tasas de hablantes por encima o muy cercanas al 90%.
El siguiente en la lista es Alcoi, en Alicante, donde hasta un 89% de los residentes son capaces de hablar o chapurrear el valenciano. Y, sin embargo, es otra localidad alicantina, Torrevieja, la que presenta una tasa más baja de conocimiento de su lengua cooficial: apenas el 30% lo habla "bien" o "con dificultad".
En el caso del euskera, Pamplona supera a cualquiera de las principales ciudades vascas en este baremo. Un 73,4% afirma hablarlo en mayor o menor medida, mientras que la primera ciudad del País Vasco es San Sebastián, con un 67,8% de conocimiento de su idioma cooficial.
La gestión de las lenguas cooficiales es una de las cosas que más se han politizado en España. Sin ir más lejos, este curso escolar comenzó en Cataluña sin que fuese obligatorio aplicar el 25% de las clases en castellano. Esta decisión del Govern ha sido recurrida al Tribunal Constitucional (TC) tanto por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña como por el Partido Popular y Ciudadanos. No es la primera vez, ni será la última, que se recurre a la vía judicial para desencallar un asunto relacionado con derechos lingüísticos. Junto a la ley del aborto o la de la eutanasia, esta será una de las cuestiones sobre las que tendrá que deliberar el renovado TC, ahora con mayoría progresista.
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