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Giros ideológicos, paradojas o limitaciones: lo que Vox puede aprender del caso Le Pen
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Giros ideológicos, paradojas o limitaciones: lo que Vox puede aprender del caso Le Pen

La líder de la extrema derecha francesa ha ganado terreno como representante de la pérdida de poder adquisitivo y con un mensaje contra el islamismo que atrae al colectivo LGTBI y a las mujeres contra el "enemigo común"

Foto: Santiago Abascal y Marine Le Pen, durante la Cumbre de Madrid. (Vox)
Santiago Abascal y Marine Le Pen, durante la Cumbre de Madrid. (Vox)

Gestión, gestión y más gestión. Es el nuevo concepto fetiche de la extrema derecha a ambos lados de los Pirineos. En España, Vox logró esta semana entrar por primera vez en un Gobierno autonómico, el de Castilla y León, y conocerá muy pronto los compromisos y el desgaste del trabajo diario en las instituciones. En Francia, Marine Le Pen tratará de desmentir los sondeos adversos y culminar su órdago a Emmanuel Macron y a la V República en la segunda vuelta de la elección presidencial. Un afán que encierra paradojas y enseñanzas interesantes para sus 'parientes' españoles. Los comicios en Francia pueden ser de gran utilidad para los de Santiago Abascal.

Si algo une sobre todo a ambos partidos en esta fase de inflación elevada, incertidumbre y sufrimiento económico es el de su foco en las cuestiones del día a día, empezando por la fiscalidad y el poder adquisitivo. Un ejercicio en el que Le Pen lleva andado mucho más camino que Vox, con propuestas, por cierto, más diversificadas y audibles, y en el que ha dejado relucir también contradicciones flagrantes que pueden servir de caso de estudio a Vox.

Foto: Guillermo Fernández-Vázquez. (Foto cedida)

En el debate del miércoles con Macron, Le Pen arrancó autoproclamándose como "la portavoz" de los franceses que acusan la pérdida de poder adquisitivo. Sus intervenciones estuvieron sembradas de promesas seductoras: bajada radical del IVA sobre la energía y en 100 productos esenciales, exoneración del impuesto sobre la renta para los menores de 30 años, ventajas fiscales para hogares con personas discapacitadas, inversión de 10.000 millones de euros en mejorar los salarios del personal sanitario… En definitiva, "restituir a los franceses su dinero", no menos de entre 150 y 200 euros mensuales por hogar.

Propuestas agradables al oído que han surtido efecto en un porcentaje considerable de la población, como destacó este jueves Martial Foucault, director del Centro de Investigación Política de Sciences Po (CEVIPOF), en una mesa redonda en París centrada en la extrema derecha. "Es sorprendente ver cómo, encuesta tras encuesta, Marine Le Pen se ha instalado hoy día entre el electorado como la candidata más creíble a la hora de responder a cuestiones sociales, muy por delante del Partido Socialista o los Verdes", dos formaciones cuyos candidatos recabaron respectivamente en la primera vuelta un 1,75% y un 4,6% de votos, frente al 23% de Le Pen.

Foto: Marine Le Pen y Vladímir Putin, en Moscú en una imagen de archivo. (EFE/Michael Klimentyev)

Surgida de una familia política con una genealogía política propia, y no como una escisión de la derecha clásica, Marine Le Pen se empleó a fondo en moderar la imagen de su partido desde que su padre Jean Marie le pasó el testigo en 2011. A diferencia del patriarca Le Pen, entusiasta del libre comercio y el liberalismo económico, la líder de la extrema derecha francesa promueve el intervencionismo estatal y, en la actual coyuntura, salir del mercado europeo de la energía para poder limitar los precios, por ejemplo. En cuestiones de sociedad, identifica islam con islamismo radical y violento, hasta el punto de proponer la prohibición del velo en todo espacio público. Y frente a ese "enemigo común", se presenta como la defensora de los judíos, de la comunidad LGTBI y de las mujeres.

Dos giros de guion que le sirvieron para ganar muchos electores y romper con el legado de su progenitor. Traducidos a la política española, colocan a Vox en la prehistoria del lepenismo, cuando al patriarca Le Pen ni se le pasaba por la cabeza hacerle guiños al feminismo, las minorías o los perdedores de la globalización. Pero la "desdiabolización" de Le Pen hija deja otra enseñanza más, que es la inconsistencia de su programa económico. Aviso para navegantes, donde los haya.

Foto: Debate de las elecciones presidenciales en Francia. (Reuters/Christian Hartmann)

"Ella integra en cierto modo en su discurso la noción de desigualdad, lo cual no era el caso de su padre", apuntaba Eric Heyer, del Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE), en la mesa redonda junto con Martial Foucault. El gran problema, según él, está en que Marine Le Pen "no logra salir de la paradoja" que desmonta sus propuestas: "En su discurso se reducen los impuestos, se reducen las cotizaciones y todo eso reduce el peso del Estado", incapacitado así para invertir más en servicios públicos y corregir los desequilibrios. De manera que, proclamas y consignas aparte, el suyo es al fin y al cabo "un discurso neoliberal bastante clásico". Traducción para Vox en su intento por aumentar su base electoral y pescar votantes por la izquierda, ahora que Feijóo viene decidido a taponar la sangría: cuidado con los giros sociales y las promesas económicas y fiscales que los acompañan.

La gestión

"En otros países europeos donde estos partidos están gestionando, en general lo hacen en coalición con formaciones conservadoras, de manera que no pueden aplicar sus políticas al 100%. Además, deben promover sus políticas dentro del margen institucional existente. La gestión es ese momento en el que los partidos de extrema derecha se encuentran con que las grandes proclamas deben aterrizarse en medidas concretas, y de manera limitada por los acuerdos con los socios de Gobierno y el marco legal. Y esto precisamente erosiona el discurso que tanto cultivan contra el 'establishment'", expone la politóloga Cristina Monge.

Como última enseñanza, los amigos en el extranjero y con el efecto 'boomerang' en casa. A Santiago Abascal y a Jorge Buxadé les gusta hacerse fotografiar con Viktor Orban y Mateusz Morawiecki, los primeros ministros de Hungría y Polonia, acusados por Bruselas de atacar el Estado de Derecho con sus intromisiones en la Justicia y la prensa. Ninguno de ellos es Putin. Pero Putin es el macho alfa de la extrema derecha europea. Y el amigo de Marine Le Pen, que en 2014 contrajo un préstamo con un banco ruso cercano al Kremlin, y en 2017 voló a Moscú para recibir el apoyo de Vladímir Vladímirovich a su candidatura presidencial. Una cercanía que en el debate de este martes le valió un ataque definitivo por parte de Macron, justo cuando acababa de regalarle el oído a sus simpatizantes con promesas sociales: "En esto, usted no puede defender correctamente los intereses de Francia, porque sus intereses están ligados a gente cercana al poder ruso".

Foto: Debate de investidura de Alfonso Fernández Mañueco en las Cortes de Castilla y León. (EFE/Nacho Gallego)

Por el momento, Vox puede presumir de algo que el partido de Marine Le Pen no ha logrado en sus 50 años de historia, gobernar una región. Y es que, pese a su fortaleza, la Agrupación Nacional -la renovada denominación del Frente Nacional- se topó siempre con el 'frente republicano', es decir, la unión en su contra de todos los demás partidos, incluida la derecha clásica, en la segunda vuelta de cada elección. Ambos partidos se mueven, eso sí, en dos sistemas difíciles de quebrar. "España, Portugal, Italia o Francia son democracias maduras, donde el modificar aspectos más sustanciales requiere un esfuerzo especial, y mayorías cualificadas que necesitan del concurso de otros partidos", matiza Monge.

Foto: El presidente de Vox, Santiago Abascal (d), y el candidato de esta formación a la Presidencia de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo. (EFE//Pablo Requejo)

"Este Gobierno se ha convertido en la principal esperanza y el principal motivo de ilusión para muchísimos españoles, que lo ven como una posible alternativa para toda España, y que van a estar muy atentos a nuestros aciertos y a nuestros errores", advertía el martes Santiago Abascal, para enfatizar la trascendencia histórica que tiene para Vox su entrada en el gabinete de coalición con el Partido Popular de Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León.

Los de Abascal llegan decididos a llevarlo todo adelante: la gestión y la ideología, como demuestran el perfil técnico de sus tres consejeros y las áreas obtenidas. Agricultura más Industria y Empleo, por un lado; Cultura y Turismo, por otro. Para manifestar alto y claro que lo uno no está reñido con lo otro. ¿Adanismo político? Tal vez.

Gestión, gestión y más gestión. Es el nuevo concepto fetiche de la extrema derecha a ambos lados de los Pirineos. En España, Vox logró esta semana entrar por primera vez en un Gobierno autonómico, el de Castilla y León, y conocerá muy pronto los compromisos y el desgaste del trabajo diario en las instituciones. En Francia, Marine Le Pen tratará de desmentir los sondeos adversos y culminar su órdago a Emmanuel Macron y a la V República en la segunda vuelta de la elección presidencial. Un afán que encierra paradojas y enseñanzas interesantes para sus 'parientes' españoles. Los comicios en Francia pueden ser de gran utilidad para los de Santiago Abascal.

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