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"Si no fuera por mi espíritu positivo, habría acabado en el psiquiátrico"
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entrevista a rosa díez

"Si no fuera por mi espíritu positivo, habría acabado en el psiquiátrico"

La cofundadora de UPyD lamenta que en España "se sale muy poco a la calle para defender lo que nos une, siempre se hace en contra de alguien"

Foto: Rosa Díez, cofundadora y exlíder del partido UPyD. (Cedida)
Rosa Díez, cofundadora y exlíder del partido UPyD. (Cedida)

Los hijos de Rosa Díez (Sodupe, 1952) le han dicho muchas veces: “¡Mamá, qué necesidad tienes!”. Pero reconoce que inmediatamente después ha contado con ellos como cómplices en todas sus aventuras y se ha sentido protegida por ellos. En señal de agradecimiento, ha escrito su último libro, ‘Maquetos’ (La esfera de los libros), en el que narra la historia de su familia envuelta en un contexto de posguerra, inmigración, nacionalismo y terrorismo. Pero ha querido contarlo “con mucha luz y superación de por medio”.

Díez habla desde su casa de Sodupe. De fondo se oye la voz de los nietos y los ladridos de los perros. Es una mujer que sonríe mucho hasta cuando recuerda la época en la que como portavoz de UPyD sacaba de quicio a más de uno. “Rajoy se ponía muy enfermo conmigo, pero Zapatero también. Zapatero era más cínico y te perdonaba la vida. Rajoy directamente no disimulaba y me llamaba Díaz. No creo que fuera a propósito, es que se le escapaba”, afirma.

Dice que prefiere no hablar de la actualidad porque cansa y porque caduca enseguida. De hecho, durante la conversación dimitirá Teodoro García Egea como secretario general del PP. Por eso mira al pasado y asegura que no rechaza nada de lo que ha sido. “Mientras estuve en el PSOE y en la UGT, creo que era positivo estar allí. Aprendí mucho, y cuando llegué a la conclusión de que no me convencía, me fui. Hice muy buenos amigos e hice un buen servicio, la verdad”, aclara.

Foto: Rosa Díez en una imagen de archivo. (EFE)

Pero le brillan los ojos cuando habla de etapas posteriores. “Fundamos un partido y tengo un orgullo imposible de describir. Demostramos que se puede hacer política de otra manera. ¿Dejaron de votarnos? Oye, pues la grandeza de la democracia. Siento orgullo de todo lo que hicimos, como con ¡Basta ya! En España se sale muy poco a la calle para defender lo que nos une, siempre se hace en contra de alguien, y ¡Basta ya! lo hizo no después de un atentado, sino para defender la libertad y las instituciones democráticas”, cuenta.

PREGUNTA. ¿Por qué un libro sobre la familia?

placeholder Portada de 'Maquetos'. (La esfera de los libros)
Portada de 'Maquetos'. (La esfera de los libros)

RESPUESTA. Este no iba a ser un libro, iba a ser un testimonio personal para que mis hijos lo leyeran cuando yo muriera y conocieran la historia de nuestra familia y de su país. Cuando llevaba 40 folios me encargaron el libro anterior, ‘La demolición’, y eso lo dejé archivado. Un día, hablando con Carmen, mi editora, me comentó que iba siendo hora de pensar en otro libro. Le mandé esos folios que había escrito porque pensaba editarlo pero como algo íntimo. Me respondió: “¡Pero si esto es un libro!”. Y así fue. La historia de mis padres, que es una historia de superación, de amor, de lucha, de alegría y optimismo. Un recuerdo del pasado para superarlo y no para reescribirlo. Qué mal que lo pasaron y lo grandes que fueron.

P. ¿Qué ve cuando recuerda el pasado?

R. Veo el portal de aquella casa en la que teníamos alquilada una habitación con derecho a cocina. Era un tiempo en el que me sentía protegida, sentada al lado de mi madre mientras ella cosía y mi padre nos leía periódicos del día anterior porque no los podíamos comprar. También veo, y es algo difícil de explicar a la gente más joven, la emoción que sentí el día que fui con mi padre a la biblioteca municipal que habían abierto en el pueblo. La felicidad de poder leer todos esos libros. Y mi padre, con su espíritu guerrero diciéndonos: “Hijos, no sois más que nadie, pero tampoco menos”.

En las tertulias familiares mi padre hablaba mucho de la Guerra Civil, pero no me enseñó a odiar. Lo que aprendí es que tenemos que evitar que algo así pueda volver a repetirse. Nos hablaba para eso, no volvía atrás para ganarla. Creo que esa es una gran lección.

"Una de las aspiraciones de mi padre era ir a Europa, porque para él era el sueño democrático. En el libro cuento ese primer viaje"

P. Una ha escuchado muchas historias de esa España, llenas de silencio y contención. Eso de que es mejor no hablar y no saber. Pero cuenta que en su casa se daba lo contrario. Hablar, discutir…

R. En casa se hablaba, pero sabíamos que fuera de ella había cosas que no se podían decir. Siempre decíamos que vivir en democracia sería cuando se pudieran decir. Poner en la calle lo que hemos aprendido en casa. Fíjate que una de las aspiraciones de mi padre era ir a Europa, porque para él era el sueño democrático. En el libro cuento ese primer viaje, cuando pudieron pasar a Francia, antes de que España formara parte de la Unión Europea. Se podía pasar solo con el DNI siempre que no te quedaras a dormir y fueron ambos con mi hermano mayor y su mujer. Y al llegar a la frontera se dieron cuenta de que a mi madre se le había olvidado el carné de identidad. Estaban a punto de volverse y vieron a un guardia civil de Sodupe que se acercó a ellos que les dijo: “María, Heraclio, ¿qué pasa?”. Fue a la garita y dijo: “Estos son de mi pueblo, buena gente”.

placeholder Rosa Díez, durante un mitin con el PP. (YouTube)
Rosa Díez, durante un mitin con el PP. (YouTube)

Un guardia civil ayudando a mi padre, que en los sesenta acababa muchas noches en el cuartelillo, con un comunista y un nacionalista del pueblo [sonríe]. Siempre hay buena gente por ahí, con o sin uniforme, con o sin ideología.

P. En el libro también habla de inmigración. ¿Cuánto se parece la de antes a la de ahora?

R. Es algo íntimamente ligado a la educación. El racismo tiene mucho que ver con el nivel económico de las personas. A un negro millonario no le rechazas, lo que rechazas es al pobre. La raza deja de ser importante si tienes buen nivel económico. Yo empecé a sentir que me trataban de forma diferente ya en la dictablanda, tenía mis añitos. Antes me había sentido diferente por ser pobre, porque mis padres no llevaban rosquillas a las monjas ni flores, como sí hacían los padres de otras niñas. No iban a misa ni formaban parte del espectro social donde se constituía la sociedad que te protege. Tampoco eran nacionalistas. A mis hermanos, sin embargo, sí les llamaban maquetos en la escuela, pero yo lo viví de otra manera.

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado (2d), y la fundadora de UPyD, Rosa Díez (2i), durante la clausura de las jornadas 'Españoles en Defensa de lo Común'. (EFE)

P. El nacionalismo ha estado muy presente en su vida y lo sigue estando en la actualidad política…

R. No soy optimista a ese respecto, pero la experiencia nos demuestra que las batallas hay que librarlas. Tengo 69 años, así que si no tuviera espíritu positivo, habría acabado en el psiquiátrico. El nacionalismo no es una ideología, es una religión insaciable. Busca homogeneizar la sociedad, que es lo contrario de una sociedad normal. Como son una tribu, quieren que todos formemos parte de ella.

A veces se habla de nacionalismo español, pero no hay un partido político que se reconozca como tal. ¿Por qué nos empeñamos en esa idea? En España confundimos el nacionalismo con el patriotismo. Las mismas personas que acusan de nacionalistas a quienes no tienen vergüenza de ser españoles son las que sí son nacionalistas. Si eres nacionalista vasco, gallego, catalán o andaluz, sin embargo, es muy bueno. Nacionalismo y patriotismo son como el agua y el aceite. El patriotismo es una cosa seria, porque significa la defensa del interés general, no necesita enemigos.

El nacionalismo siempre necesita adversarios. El vasco tiene una raíz racista que explica toda su historia de marginación, de tacharte de la vida civil. No te mata, pero te excluye. Qué fascinación tenía el PNV con el Führer, hasta que en la Segunda Guerra Mundial vieron cómo iba a acabar aquello y se pusieron del lado de los aliados.

"Ir al 'batzoki' es una forma de que te acepten, por eso la gente más humilde y con más necesidades era la primera que iba"

P. ¿Cuáles diría que son los mandamientos de esa religión?

R. El primero es que si no eres de la tribu, no eres nadie. Te pueden perdonar la vida y te dejan formar parte del paisaje, te invitan a casa a comer, pero el caserío es suyo. El PNV decide quiénes son vascos de primera y de segunda. Cuando un nacionalista quiere reivindicar privilegios y te dice “somos diferentes”, en realidad quiere decirte “somos mejores”. Eso está totalmente interiorizado.

Es una autoestima de tribu, pero si les diseccionas uno a uno, no son nada. Ir al 'batzoki' es una forma de que te acepten, por eso la gente más humilde y con más necesidades era la primera que iba si querían que en el pueblo los acogiera. Me acuerdo de que cuando murió Franco se abrió uno en Sodupe, que lo llamaban sociedad gastronómica. Invitaron a la inauguración a mi padre, pero volvió enseguida y le preguntamos qué había pasado. “¿Que qué ha pasado? ¡Pero si estaban todos los que nos denunciaban a la guardia civil, si ahora son todos del PNV!”.

placeholder Rosa Díez, en el Congreso de los Diputados. (EFE)
Rosa Díez, en el Congreso de los Diputados. (EFE)

P. También habla de ETA. De su llegada y de lo que supuso. ¿Cree que queda algo de aquello?

R. Sí, quedan la injusticia y la traición. Quedan 372 asesinatos sin juzgar, y mientras eso no se resuelva, no podremos cerrar la historia. Hay un Gobierno que está acercando presos sin exigirles que colaboren con la Justicia, hay unos medios de comunicación que tapan eso que se está produciendo. Queda educar en la verdad a todos los niños que no saben que ETA asesinó a 857 inocentes, la mayoría de ellos durante la democracia. Queda tener conciencia de nuestra propia historia.

De cuando ETA empezó a matar, yo tengo de recuerdo la luz de mi casa, porque mi padre nunca dudó lo que eran, nunca coqueteó con la idea de que como habían empezado a matar durante el franquismo eran antifranquistas. Cada vez que había un atentado, decía: “Fascissstas”, con la ese muy pronunciada.

Foto: Andoni Ortuzar (i), el lehendakari, Iñigo Urkullu (d), Montserrat Candini (2d), Alcaldesa de la localidad catalana de Calella, y Eduard Pujol (2i), Diputado de Junts Per Cat.(EFE)

P. ¿Cuántas veces ha tenido miedo? ¿Cuántas veces ha pensado que no merecía la pena?

R. Una vez, cuando nació nuestra hija Olaya, que tiene ahora 39 años, lo hablamos. Lo de irnos de aquí. Fue la única vez. ¿Teníamos derecho a obligar a los niños a vivir en ese ambiente? Nos pintamos las manos de blanco y nos manifestamos para evitárselo a ellos, aunque acabaron haciéndolo. Ojalá mis nietos no tengan que hacerlo nunca.

En cuanto al miedo, no. No porque sea valiente, más bien por pura inconsciencia. Y porque no había espacio para tenerlo. Una vez que lo has decidido, no le das más vueltas. Si hay un sentimiento que me queda de todo esto es si habré sido justa con mis hijos. Si hay derecho al miedo que les he hecho pasar a ellos por mí.

placeholder Rosa Díez, en Salamanca, en una imagen de archivo. (EFE/J.M. García)
Rosa Díez, en Salamanca, en una imagen de archivo. (EFE/J.M. García)

P. Habíamos quedado en que no íbamos a hablar de actualidad, pero no me resisto a preguntarle cómo ve la clase política actual.

R. El principal problema que tiene es que ha convertido en un mérito ser mediocre. Lo de que el mérito sea no tener historia es algo que empezó con Zapatero, porque casi todo lo malo de la política moderna empezó con él, hasta con su forma de ser elegido; [en el Congreso del PSOE de 2000] yo no hubiera ganado de ninguna de las maneras, pero me acuerdo de una reunión con quien entonces era secretario de la UGT en Cataluña, que es el actual secretario general nacional, que me dijo: “Va a ganar Zapatero”. Le dije: “¿Cómo va a ganar, si no le conoce nadie?”. Me respondió: “Por eso”. Llevaba mil años en el Congreso de los Diputados y no se le conocía pensamiento propio, ni intervención ni nada.

Se valora a la gente que no haya trabajado en ningún sitio, que no haya cobrado una nómina, que no sabe lo que es pagarla tampoco. Personas que no tienen enemigos ni amigos porque no tienen historia. Y eso alcanza a todo, no solo a la política. A las empresas, a los medios de comunicación… Lo peor hoy es eso. No hace falta tener 25 títulos, basta con tener algo de experiencia profesional. Porque si te dan un cargo y ganas un dinero con veintitantos y te lo quitan a los cuatro años, matas a tu padre si es preciso con tal de quedarte. Por eso tienes hoy en el Gobierno a un montón de gente que solo la nombraría de ministro Pedro Sánchez.

Los hijos de Rosa Díez (Sodupe, 1952) le han dicho muchas veces: “¡Mamá, qué necesidad tienes!”. Pero reconoce que inmediatamente después ha contado con ellos como cómplices en todas sus aventuras y se ha sentido protegida por ellos. En señal de agradecimiento, ha escrito su último libro, ‘Maquetos’ (La esfera de los libros), en el que narra la historia de su familia envuelta en un contexto de posguerra, inmigración, nacionalismo y terrorismo. Pero ha querido contarlo “con mucha luz y superación de por medio”.

Rosa Díez Partido Popular (PP) UGT PNV
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