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El Amazon monástico: la dulce manera de la vida contemplativa para llegar a fin de mes
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El Amazon monástico: la dulce manera de la vida contemplativa para llegar a fin de mes

La pandemia y el auge del comercio 'online' han obligado a las personas que se dedican a la vida contemplativa en España a trasladar la magia de los tornos a distintas plataformas en internet

Foto: Las hermanas Sion, Israel y Miriam, del Obrador de Belorado, en una imagen de archivo. (EFE/Kiko Huesca)
Las hermanas Sion, Israel y Miriam, del Obrador de Belorado, en una imagen de archivo. (EFE/Kiko Huesca)

La multiplicación de los panes es uno de los milagros más conocidos de Jesucristo, quien con unos pocos mendrugos y varios peces fue capaz de dar de comer a miles de personas, según cuenta la Biblia. En la actualidad, los cientos de monasterios y conventos que hay en España han cambiado estos alimentos por los polvorones o las yemas de Santa Clara y se han reinventado para llegar a los hogares de sus fieles (y no tan fieles) estas navidades.

El “renovarse o morir” que hizo popular Miguel de Unamuno es, en estos tiempos, más valioso que nunca. La pandemia y el auge del comercio 'online' han obligado a muchas de las personas que se dedican a la vida contemplativa en España a trasladar la magia de los tornos a distintas plataformas en internet. “Los monasterios y conventos no reciben ayudas de manera sistemática por parte de nadie. Tienen que ser autosostenibles”, explica a El Confidencial la directora de la Fundación Contemplare, Alejandra Salinas.

Foto: Foto: EFE.

Precisamente, esta fundación colabora con aproximadamente 120 conventos de clausura y conventos de España. “Nuestro objetivo es aplicar nuestra experiencia particular y nuestros conocimientos para ser un vínculo de unión entre la vida monástica y la población”, relata la directora. Esta premisa está detrás del Amazon de los monasterios, una plataforma 'online' que pone en contacto a la sociedad con la sobriedad y la sencillez de los productos elaborados en la clausura.

España, pulmón de la vida contemplativa

La vida contemplativa en España es parte de la esencia del rico patrimonio histórico y artístico de este país. Sin embargo, la falta de vocaciones o el cierre de muchos inmuebles por falta de uso están llevando a estas comunidades al borde del abismo. “Estas personas abandonan el mundo para rezar por él. Nosotros lo que queremos es escuchar sus necesidades para ver cómo podemos ayudar desde un punto de vista más práctico”, añade.

En la actualidad, un tercio de los monjes del mundo viven en España repartidos en los 812 monasterios que hay en activo, según los datos de la propia Fundación Contemplare. Castilla y León, Andalucía y Castilla-La Mancha son las comunidades con mayor concentración de claustros. “Es una vocación muy particular”, incide Salinas.

Foto: Albino García, prior de la extinta comunidad jesuita de Palencia. (David Brunat)

El coronavirus ha dado la puntilla y ha conseguido lo que no logró la Guerra Civil. El Monasterio de Santa Ana de Brihuega, por ejemplo, es uno de los que se han visto obligados a cerrar este 2021, tras más de cuatro siglos vinculado a la provincia de Guadalajara. Las restricciones para viajar, la incertidumbre sobre el virus o la cancelación de algunas festividades han tenido un impacto directo en la economía de la clausura, formada principalmente por monjas cuya media de edad supera los 65 años.

En 2020 cerraron en todo el país más de 30 monasterios y en 2021 la situación no ha ido mucho mejor. La subida del precio de la luz y la evolución de la pandemia suponen una nueva amenaza para esta forma de entender la vida. “Los monjes y monjas son autónomos, por lo que cada mes tienen que pagar su cuota, así como pagar la electricidad del convento o la calefacción. Es una factura muy importante, más con la realidad que estamos viviendo”, lamenta Alejandra Salinas.

placeholder Foto: Fundación Contemplare.
Foto: Fundación Contemplare.

Más allá de la oración, los miles de personas que se dedican a la vida contemplativa en España dedican su tiempo a otras actividades como la elaboración de dulces, la artesanía, la cosmética natural o la costura, entre otras iniciativas. “Las monjas utilizan estos productos para pagar las facturas, mientras que desde la Fundación Contemplare lo que hacemos es adaptar su trabajo a la demanda del mercado y ayudar en la logística para hacer llegar estos productos a los hogares”, señalan.

La aparición de iniciativas como la de la Fundación Contemplare o el Jardín del Convento en Madrid permiten subsistir a los más de 8.700 monjas y monjes de clausura que viven en España. “El negocio 'online' fue una demanda durante el confinamiento por parte de los clientes, pero también salió desde las propias monjas”, asegura Isabel Herrera Ottino, propietaria del Jardín del Convento, una tienda situada en la parte trasera del Monasterio del Corpus Christi y que en el último año ha trabajado para trasladar el gusto de lo recién hecho con calma y sosiego a su web.

Foto: Talibanes en Kabul. (Reuters)

Internet y las redes sociales se han convertido en los principales aliados de algunas de estas comunidades. Las Clarisas de Burgos, por ejemplo, han sabido amoldarse a esta realidad y cuentan con su propia web para vender sus productos, así como con una red de distribuidores para hacer llegar sus dulces a distintas partes del mundo. Y no solo eso, sino que también han adaptado sus recetas a las demandas del siglo XXI. “Las monjas de Belorado trabajan con Paco Torreblanca y con chocolate Valrhona, que es el más caro del mundo. Hay muy pocas pastelerías que pueden permitírselo. Es una maravilla que haya esas uniones dentro de los muros”, afirma Herrera Ottino.

'Ora et labora'

Mazapanes, turrones, polvorones, mermeladas y mieles o licores y cervezas son tan solo algunos de los productos que se elaboran en la clausura bajo la premisa de ‘ora et labora’. Esta locución latina que se atribuye a la Orden de San Benito plasma el equilibrio entre la vocación y el trabajo. “Estas personas viven en oración por la humanidad. El trabajo que hacen mientras tanto es artesanal, manual y, en muchas ocasiones, se hace desde el silencio con el fin de que se pueda vender para poder subsistir. Nosotros lo que hacemos es ayudar en ese proceso”, incide Alejandra Salinas.

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Foto: Fundación Contemplare.

Durante siglos, este tipo de productos se han vendido a través de tornos, uno de los elementos más representativos de la clausura. El torno ha sido a lo largo de la historia el nexo de unión entre la vida contemplativa y la cotidianidad. Las monjas del Convento de las Carboneras en Madrid, llamado así por una imagen de la Virgen de la Inmaculada encontrada en una carbonería y que fue donada al convento, siguen vendiendo sus dulces a través de este método. Esta tradición se ha convertido en los últimos años en un reclamo turístico y ha permitido a las monjas de este convento subsistir económicamente.

La Fundación Contemplare ha trasladado el encanto de esta costumbre a su página web. “Lo primero que pensamos es que la plataforma online tenía que honrar toda esa delicadeza y ese proceso de elaboración vocacional”, recalca Salinas. “Hay que cuidar desde la descripción del producto hasta las fotografías para transmitir ese cuidado”, explican desde El Jardín del Convento.

Una filosofía que también transmiten en sus tiendas físicas en Madrid. “Es la antesala de un monasterio donde se puede empezar a degustar la paz y el silencio que existe al otro lado del muro, y recrea las celdas de madera de las nuevas órdenes religiosas”, incide la directora de la Fundación Contemplare. Además de contribuir a la economía de los monasterios, esta organización también colabora con la Fundación A la Par, institución especializada en la inclusión sociolaboral de personas con discapacidad, para el montaje y empaquetado de las cestas de Navidad. “Es una colaboración muy estrecha que nos permite ayudar también a estas personas”, afirma Salinas.

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Foto: Fundación Contemplare.

¿El principal reto? Reducir la estacionalidad

Detrás de cada dulce elaborado en estos monasterios hay una historia. Desde recetas de hace tres siglos que han sido recuperadas hasta elaboraciones muy concretas que se realizan en silencio. “Nuestro objetivo es que la gente pregunte. Es algo muy extraordinario en un mundo tan frenético en el que necesitamos más silencio”, agrega.

Para lograr este objetivo, es muy importante tener una relación muy estrecha con los monasterios, una colaboración que se fragua “muy a fuego lento y con el paso de los años”, subrayan tanto desde El Jardín del Convento como desde Contemplare. “Cada convento tiene su realidad, ya que no todos tienen la misma capacidad de producción. Nosotros pretendemos ayudar a la medida de cada uno. Hemos ido adecuando cada estrategia a sus circunstancias”, explica Salinas. La confianza en este proceso es esencial, según Isabel Herrera. “No están en contacto con el mundo exterior y necesitan confiar: saber cuánto les vas a pagar, dónde van a ir a parar sus productos o dónde están expuestos”, afirma.

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Foto: El Jardín del Convento.

Sin embargo, hay periodos más fértiles que otros. “Uno de los retos que tenemos es reducir la estacionalidad. En Navidad es cuando más venden y para ello tienen que trabajar a destajo, pero saben que lo que ganan ahora les sirve para todo el año o, al menos, intentan que sirva”, coinciden. “Además, ellos tienen sus tiempos y nunca hay nada en stock, ya que si se genera esa producción industrial pierde su esencia”, recalca la propietaria del Jardín del Convento.

Los conventos son unos proveedores atípicos. Hay que saber cuáles son los tiempos, sus reglas y el motivo por el que hacen ese trabajo

La organización en estas fechas es clave. Con el aumento de la producción en Navidad tienen que hacer frente a etapas en las que apenas hay ingresos. “Los conventos son unos proveedores muy atípicos y hay que saber cuáles son los tiempos, sus reglas y el motivo por el que están haciendo ese trabajo. Hay que tener mucho respeto”, agrega.

La crisis económica y la ausencia de vocación espiritual han llevado a muchos conventos a echar el cierre en las últimas décadas. En este proceso, la mayoría se han dado cuenta de que en la repostería y su venta 'online' es donde hay una salida más rápida y directa para poder hacer frente a sus facturas y mantener así la tradición más viva que nunca.

La multiplicación de los panes es uno de los milagros más conocidos de Jesucristo, quien con unos pocos mendrugos y varios peces fue capaz de dar de comer a miles de personas, según cuenta la Biblia. En la actualidad, los cientos de monasterios y conventos que hay en España han cambiado estos alimentos por los polvorones o las yemas de Santa Clara y se han reinventado para llegar a los hogares de sus fieles (y no tan fieles) estas navidades.

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