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Dejar la carrera para ser monja de clausura: "¿Quién no quiere un amor para siempre?"
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Dejar la carrera para ser monja de clausura: "¿Quién no quiere un amor para siempre?"

Marisa Macicior tiene 22 años y hace un mes que entró de postulante en el monasterio de las Clarisas de Monzón para llevar una vida de clausura tras dejar sus estudios de Psicología

Foto: Marisa tiene 22 años, pero ya tiene claro que quiere dedicar su vida a la vida contemplativa. ('Iglesia de Aragón')
Marisa tiene 22 años, pero ya tiene claro que quiere dedicar su vida a la vida contemplativa. ('Iglesia de Aragón')

Hace solo cuatro semanas que Marisa Macicior entró como postulante en el monasterio de las Clarisas de Monzón, en Huesca, pero asegura que ya ha sido más feliz de lo que lo ha sido en toda su vida. La madrileña estaba a punto de acabar la carrera de Psicología cuando decidió que lo que necesitaba era encontrarse consigo misma y, para hacerlo, debía volver a encontrarse con Dios. A sus 22 años, tiene claro que su lugar está en un convento de clausura. Lo ha contado en una entrevista realizada por el medio digital 'Iglesia en Aragón' y su vídeo, publicado en Facebook, ya cuenta con más de 11.000 reproducciones.

Marisa es de familia cristiana, pero no fue hasta que se mudó a Madrid y empezó a relacionarse con su tía cuando comenzó a vivir la religión de forma practicante. “Al primer retiro que fui lo hice casi engañada, porque mi tía dijo que se iba al retiro pero yo creía que se refería al parque de Madrid”, ríe.

En el vídeo, Marisa aparece enfundada en un hábito marrón y hablando tras unos barrotes: las monjas de clausura tienen la obligación de no salir de su monasterio o convento, al igual que las personas ajenas a él tienen prohibido entrar. En total, en 2015 había 125 postulantes en toda España y 9.154 monjas y monjes de clausura. Una cifra descendente respecto a los 10.899 de 2013, según la primera 'Memoria anual de actividades de la Conferencia Episcopal Española' que registraba este dato.

Marisa explica que siguió acudiendo a los retiros y desde entonces “ha sido un camino de conocer a Dios”. “A ver, creo que es importante partir de una base y es que yo creo que Dios existe, que Dios me quiere y que Dios me ha hablado”, insiste cual protagonista de 'La llamada'. En la película de Los Javis que ha causado sensación entre el público 'millennial', la protagonista comienza a creer en Dios cuando se le aparece cantando canciones de Whitney Houston en un campamento religioso.

“La felicidad no es subir una foto y tener 'likes”

En cuanto a la gente de su edad, Marisa asegura que es una generación que no está siendo feliz y manda a los jóvenes el mensaje de que no se conformen. “Creo que vivimos conformados con que no podemos ser felices. Si nos planteáramos de verdad la felicidad, no nos conformaríamos con una felicidad que se acaba o que dura un fin de semana". "La gran tristeza del joven de hoy en día es que se ha conformado con que se puede no ser feliz y que no pasa nada, en que vale con subir una foto en la que se te vea contenta, ver quién te da 'like' y ya está”, insiste. “Que no se conformen porque, jo, Dios está deseando con tantas ganas tocar el corazón de la gente”.

Combinando su fe con sus aficiones personales, como la música o el teatro, Marisa entró en una productora para “llevar a Dios al mundo del arte”. “Yo me sentaba en la oración y decía: ‘Mira, Señor, todo lo que estoy haciendo por ti, y sin embargo te siento muy lejos”, recuerda. “Si estoy haciendo tantas cosas por Dios, ¿por qué no estoy cerca de Dios?”. Así que Marisa, que en aquel momento tenía novio, entró en la congregación religiosa de los Oblatos de María Inmaculada y decidió que quería irse de retiro unos días al monasterio de las Clarisas. “Iba simplemente con la pretensión de encontrarme con Dios”, dice de forma despreocupada. Sin embargo, fue aquí donde terminó quedándose.

placeholder Marisa dejó sus estudios de Psicología y ya lleva un mes en el convento. ('Iglesia de Aragón')
Marisa dejó sus estudios de Psicología y ya lleva un mes en el convento. ('Iglesia de Aragón')

“Lo que tocó mi corazón fue la coherencia, bajé de aquí queriendo ser muy coherente con mi fe. No se puede decir ‘yo soy cristiano y quiero a Dios’ pero no rezar”, explica. Tras una semana con las Clarisas, Marisa volvió a su vida diaria sabiendo que quería ir a misa todos los días, comulgar y rezar todos los días. Justo entonces, llegó la JMJ de Polonia. “Fue un momento de decir ‘es que el Señor se está poniendo serio’, quiere algo de mí”. Entonces dejó a su novio y decidió entrar como postulante.

A pesar de estar en clausura, Marisa asegura tener toda la libertad que desea. “Es que no eres más libre por tener más opciones de hacer cosas que no quieres hacer, eres libre cuando eliges lo que quieres hacer”. La joven clarisa se ríe cuando la gente le dice que es valiente por dejarlo todo atrás. “Que no, que no va de eso. No me considero especialmente valiente, me considero especialmente querida", afirma. "¿Quién no quiere un amor para siempre?”.

Hace solo cuatro semanas que Marisa Macicior entró como postulante en el monasterio de las Clarisas de Monzón, en Huesca, pero asegura que ya ha sido más feliz de lo que lo ha sido en toda su vida. La madrileña estaba a punto de acabar la carrera de Psicología cuando decidió que lo que necesitaba era encontrarse consigo misma y, para hacerlo, debía volver a encontrarse con Dios. A sus 22 años, tiene claro que su lugar está en un convento de clausura. Lo ha contado en una entrevista realizada por el medio digital 'Iglesia en Aragón' y su vídeo, publicado en Facebook, ya cuenta con más de 11.000 reproducciones.

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