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El supermercado en el que solo pueden comprar sus trabajadores
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El supermercado en el que solo pueden comprar sus trabajadores

Los socios, interesados en productos ecológicos y de proximidad, forman parte de la cooperativa y participan del funcionamiento del negocio

Foto: Villa señala el precio elevado de un producto ecológico frente al convencional. (G. M.)
Villa señala el precio elevado de un producto ecológico frente al convencional. (G. M.)

La encargada de la sección de frutas y verduras tiene 79 años recién cumplidos, quien gestiona las compras del súper trabajó 9 años como administrativa en una gestoría y el coordinador del turno es un educador especializado en medios de comunicación. Todos se conocen, tienen sus vidas, pero durante tres horas cada cuatro semanas coinciden en 'La Osa', el punto neurálgico de aquellos que quieren un consumo responsable, de proximidad y ecológico, tal y como afirma José Antonio Villarreal, aunque allí todos le conocen como Villa.

Organizados en una cooperativa, 'La Osa' parece un supermercado más, pero solo desde fuera. Un portón para la recepción de los pedidos, grandes escaparates que dan la espalda a la amplia Avenida de Asturias y dos puertas automáticas flanquean un interior en el que las cosas no funcionan como en cualquier establecimiento. Siempre que alguien entra, otro comprueba que ha realizado las tareas que tiene asignadas para poder acceder al derecho a compra, y baja una pequeña rampa que abre los pasillos en los que se encontrará un 80% de productos ecológicos.

placeholder María José coloca los carteles en el departamento de frutas y verduras. (G.M)
María José coloca los carteles en el departamento de frutas y verduras. (G.M)

Así lo ha hecho Ana López, quien se esfuerza en encontrar un bote de canela que le ha encargado su hija: “Normalmente compro la verdura y la fruta, pero también leche y yogures. Mi hija se ha vuelto un poco loca de lo ecológico y a mí me interesa más que los productos sean de proximidad”. Ubicada en el barrio de Manoteras, en el distrito de Hortaleza, López pasea 50 minutos hasta llegar a 'La Osa', de donde sale cargada con su mochila para volver en metro. Es una de las 760 personas que pueden acceder al súper al haber cumplido con sus tareas: “Cuando vengo hago de todo. Estoy en la caja, en el almacén, reponiendo los productos y comprobando su caducidad”, agrega la compradora de 54 años.

'La Osa', en realidad, funciona así. Un pago de 100 euros que se destinará al capital social de la cooperativa hace que entres a formar parte de la empresa. Una vez dentro, tendrás que participar en el súper tres horas cada cuatro semanas realizando las funciones asignadas, desde la recepción de los pedidos hasta el cobro en caja. “Ahora mismo somos 1.156 cooperativistas, pero no todos están en activo. Para ser sostenibles tendríamos que ser unos 2.000 socios con una cesta de la compra media de 125 euros al mes”, concretiza Villa, responsable de participación y de la superficie de venta.

placeholder María José espera sentada a que alguien se acerque a la frutería. (G. M.)
María José espera sentada a que alguien se acerque a la frutería. (G. M.)

Crecer para ser más baratos

Conscientes de que lo ecológico todavía sale algo caro, la principal pretensión de la cooperativa es crecer hasta alcanzar la tan ansiada sostenibilidad en un proyecto social de estas características. “Buscamos un socio funcional, que quiera buenos productos a buenos precios, pero para eso debemos crecer. Tenemos muchas cosas positivas, como eliminar la yincana de tiendas que había que hacer para encontrar varios productos ecológicos porque ahora los concentramos aquí, pero si queremos que la gente se acerque, lo tiene que saber”, continúa el propio Villa desde la planta baja del supermercado que en mayo cumple su primer semestre.

La confección del espacio deja la segunda planta para tres grandes cámaras frigoríficas y el arcón congelador, además de la sala de envasado y el almacén, donde se encuentra José María Jiménez. Él es el único cooperativista que no está en un lugar fijo durante su turno, pues de 9 a 12 horas cada cuatro jueves se encarga de coordinar las tareas. “Soy un vecino del barrio y compro de todo. Mucha fruta y verdura, pero también bebida, cereales, leche y productos de cocina”, relata este vecino madrileño de 54 años mientras ordena las cervezas.

placeholder Nati Piotrokowska se dirige a uno de los cooperativistas. (G.M.)
Nati Piotrokowska se dirige a uno de los cooperativistas. (G.M.)

Aquí los productos artesanales, ecológicos y de proximidad inundan las estanterías, aunque no son los únicos: “También ofrecemos marcas convencionales, pero sabemos que no podemos ser competitivos en sus precios”, dice Villa. Puede ser el único supermercado en el que el verde del Fairy y las botellas de dos litros de Coca-Cola impacten al consumidor. Donde no hay ningún producto que no sea ecológico es en la sección carnes, pescados y frutas y verduras. En esta última está María José Gómez desinfectando los carteles con el nombre de cada uno de los alimentos. Esta cooperativista afincada en Chamartín y que fue profesional de la edición de libros infantiles en firmas como Alfaguara, Austral y Edelvives, ahora se encarga de pesar y etiquetar las frutas y verduras que cada comprador se llevará para que otro compañero se las cobre en la caja.

El único supermercado participativo

En mitad del pasillo, yendo y viniendo, utilizando un walki-talkie cuando es necesario, está Nati Piotrowska. Ella es otra de las seis cooperativistas con nómina, al igual que Villa, y se encarga de gestionar las compras del súper, además de participar en la comisión de operaciones y ser la responsable de seguridad alimentaria. “Siempre había estado dando tumbos, estudiando y trabajando en otras cosas hasta que conocí 2D”, dice aludiendo al negocio que se convirtió en el embrión de 'La Osa' hace algún tiempo. Desde entonces, sus conocimientos en desarrollo de aplicaciones web y de administración pasaron a un segundo plano.

placeholder Nati Piotrokowska habla con otro cooperativistas. (G. M.)
Nati Piotrokowska habla con otro cooperativistas. (G. M.)

Esta cooperativa de ahorro directo, pues los socios verán las ventajas en la bajada de precios de los mismos productos que consumen, es un proyecto sin ánimo de lucro, aunque no todos los socios pueden consumir. Para ello, deben estar al día con sus tareas. “Para nosotros es imprescindible la participación, y así recuperamos la antigua idea de los economatos”, dice Villa. Casi 400 cooperativistas no se han activado a pesar de haber pagado los 100 euros: “El covid ha hecho que muchas personas que sí estaban al principio todavía tengan cierto miedo o hayan sufrido un cambio de residencia, pero ya estamos trabajando en una campaña para que se animen a participar en la que también en su cooperativa”, tal y como explicita el responsable de participación.

La nevada y posterior helada que trajo consigo Filomena tampoco les ayudó. Apenas llevaban un mes abierto cuando se dieron cuenta de la importancia de abrir sus puertas, excepcionalmente, a cualquier persona del barrio, aunque no participara directamente en 'La Osa'. Tal y como lo cuenta María Nájera, socia número 131, “la vida en el barrio también es una prioridad para nosotros, así que en aquellos días nuestros productos estuvieron al alcance de cualquier persona que no se podía desplazar muy lejos de sus casas”. Ella misma cuenta que la idea del súper, aunque novedosa en la capital, no lo es a nivel mundial. Encontraron la inspiración en un supermercado de Brooklyn, donde alcanzan los 17.000 cooperativistas, y otro de París también les ayudó a materializar lo que hasta entonces era un sueño.

placeholder José María posa en el departamento de frutas y verduras. (G.M.)
José María posa en el departamento de frutas y verduras. (G.M.)

Más caros, más justos

Nájera realiza sus tareas en 'La Osa' un día de la primera semana del mes, de 20 a 23 horas, el último turno. Junto con sus compañeros, se encarga de limpiar los 400 metros cuadrados que tiene el supermercado entre superficie de venta, oficinas, pasillos, cámaras frigoríficas y aseos. “Yo, por ejemplo, no tengo como prioridad que todo el producto que compro sea esencialmente ecológico, sino que primo la cercanía y su huella de carbono, así que sigo comprando en los comercios de mi barrio”, argumenta la cooperativista.

Esta profesional de la comunicación incide en que la cadena de valor también es un factor muy importante en 'La Osa'. Así, el equipo gestor se esfuerza en encontrar productos, empresas, proveedores que con sus servicios fijen la población rural en la España vaciada. “Creemos que el consumo es un acto político, y no estamos aquí porque la cesta de la compra sea más barata, que ya lo conseguiremos, sino que sea más justa”, aduce Nájera antes de afirmar que “mientras Madrid se llena de Carrefour Express y Mercadonas, aquí hay más de mil personas que queremos y estamos logrando demostrar que otro modelo de consumo es posible”, finaliza.

La encargada de la sección de frutas y verduras tiene 79 años recién cumplidos, quien gestiona las compras del súper trabajó 9 años como administrativa en una gestoría y el coordinador del turno es un educador especializado en medios de comunicación. Todos se conocen, tienen sus vidas, pero durante tres horas cada cuatro semanas coinciden en 'La Osa', el punto neurálgico de aquellos que quieren un consumo responsable, de proximidad y ecológico, tal y como afirma José Antonio Villarreal, aunque allí todos le conocen como Villa.

Organizados en una cooperativa, 'La Osa' parece un supermercado más, pero solo desde fuera. Un portón para la recepción de los pedidos, grandes escaparates que dan la espalda a la amplia Avenida de Asturias y dos puertas automáticas flanquean un interior en el que las cosas no funcionan como en cualquier establecimiento. Siempre que alguien entra, otro comprueba que ha realizado las tareas que tiene asignadas para poder acceder al derecho a compra, y baja una pequeña rampa que abre los pasillos en los que se encontrará un 80% de productos ecológicos.

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