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Grandes éxitos y fracasos del 'mercado Covid': "No ganamos una mierda"
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Reinventarse y morir

Grandes éxitos y fracasos del 'mercado Covid': "No ganamos una mierda"

Muchas empresas tuvieron que reinventarse para subsistir, pero la rápida saturación del mercado y la oscilación de precios han dificultado la permanencia

Foto: Producción de gel hidroalcohólico en la fábrica del grupo Beiersdorf Nivea. (EFE)
Producción de gel hidroalcohólico en la fábrica del grupo Beiersdorf Nivea. (EFE)

La aventura de lanzarse a vender mascarillas y geles hidroalcohólicos ha sido "un camino de espinas" para José Luis García, empresario del sector de eventos. La suya, Abania Eventos, es una más de las muchas empresas que apostaron entre marzo y abril del año pasado por los productos pandémicos para sobrevivir ante el freno absoluto de los ingresos que supuso el coronavirus esos meses.

"Hemos facturado mucho, pero hemos ganado, hablando en plata, una mierda", lamenta García. Al principio, la cosa iba bien, "pero luego todo el mundo se metió a hacer lo mismo". El empresario achaca el fracaso a que, a fin de cuentas, se trataba de un sector muy distinto al suyo: "Lo que hemos hecho ha sido marear el dinero. Hemos hecho compras, hemos hecho ventas, ha habido errores...". "No ha sido una experiencia ni gratificante ni buena económicamente. Básicamente, hemos salido comidos por servidos", zanja.

Tras la escasez inicial, las ventas de mascarillas y geles hidroalcohólicos se dispararon en marzo, abril y mayo. Desde entonces, las ventas han ido en declive, especialmente en el caso de los geles, ya que las mascarillas continúan siendo obligatorias. "Fue un 'boom' el año pasado, luego hubo un repunte en septiembre con la vuelta al cole, pero desde entonces ha ido disminuyendo", cuenta Gema, farmacéutica en Farmacias Trébol.

Los datos del panel de farmacias españolas que realiza IQVIA, empresa consultora del ámbito de la salud, muestran que las ventas de gel hidroalcohólico son ahora un 90,5% menos que en abril de 2020. Pero con todo, el producto se sigue vendiendo casi cinco veces más que antes de que llegase la pandemia.

No ha sido una experiencia ni gratificante ni buena económicamente. Básicamente, hemos salido comidos por servidos

Desde Farmacias Trébol, Gema confirma que aunque la caída es evidente, todavía se venden mucho más que antes de la pandemia. "Creo que se mantendrá un pequeño mercado de geles. Además, está a todos los niveles, en cualquier sitio ves un gel, hasta en los quioscos". La farmacéutica recuerda lo difícil que fue conseguir productos en marzo porque las empresas con las que trabajaban no los servían y el resto no tenían "ni alcohol, ni botes, ni nada de nada".

Los precios, entonces, marcaron máximos, pero la caída llegó rápido y fue estrepitosa: "En una operación en la que compramos bastante material, en cuestión de una semana o diez días empezó a bajar el precio", cuenta García. El análisis de la información de la contratación pública de suministro de mascarillas y geles hidroalcohólicos refleja también el baile de cifras.

Civio mostró, a partir de una base de datos propia con información de precios unitarios basada en contratos públicos durante 2020, que las administraciones habían pagado hasta 40 euros por litro de gel hidroalcohólico (4 euros por cada bote de 100ml, en concreto, la Comunidad de Madrid a la empresa Krape), mientras que otros contratos se adjudicaron por 1,4 euros el litro. La disparidad en los precios se dio asimismo con las mascarillas y otros productos pandémicos. Desde Krape explican que el formato de 100 ml en el que se vendió el gel en ese contrato es más caro que el formato de 500ml o de 1 litro, cuyo precio hubiera sido, en ese momento de máxima escasez y altísima demanda, de 28 euros. "Una lata de 33 cl de Coca Cola no te cuesta lo mismo que la botella de 2 litros", apunta como ejemplo el director de la empresa. La empresa defiende asimismo la elevada calidad de su producto. [Estas aclaraciones han sido incluídas después de la publicación del artículo].

Para José Luis García, el mercado ha sido "muy pirata". "Compramos en abril las famosas KN95 –cuya venta está prohibida desde enero– a 1,85 y 1,90 euros. Ahora, las FFP2 de fabricación nacional las encuentras a 0,20 y 0,25, y de China las puedes traer por 8 o 9 céntimos. Y son las mismas", cuenta el dueño de Abania Eventos. Además, durante los primeros meses de pandemia, fueron varios los anuncios de retirada de productos adquiridos por distintas administraciones, tanto nacionales como autonómicas. El Gobierno reguló los precios de venta al público de geles y mascarillas en abril y los revisó en mayo.

La experiencia que cuenta Aitor Begolain, director comercial de BECA, es más optimista. Su caso es muy distinto al de Abania porque a diferencia de esta, su empresa, dedicada a la fabricación de productos químicos para artes gráficas e imprentas, pudo continuar con su actividad principal aunque el volumen de trabajo disminuyera. A nivel de ingresos "no ha sido tanto, lo comido por lo servido", define Begolain. Pero asegura que la experiencia les ha venido muy bien como empresa para aprender a "adaptarse". "Nos ha dado mucho aprendizaje, para saber lanzar productos nuevos la experiencia del hidroalcohol nos ha hecho entrenarnos muy bien", resalta.

La empresa contaba además con su propio laboratorio y fábrica para elaborar gel hidroalcohólico. "Al principio eran precios muy altos, porque el alcohol estaba por las nubes. Pasa como con el petróleo o la gasolina y cuando todo estalló había escasez", recuerda. Los precios ahora son más estables y en la empresa pretenden continuar con la producción. "Ha bajado la demanda, es cierto, ya no es como el año pasado. Pero seguimos fabricando y nos siguen pidiendo, es un producto más que se ha añadido a los que ya teníamos".

"Hemos abierto una oficina en Miami"

Si para la mayoría de las empresas el 'mercado covid' ha sido una opción para subsistir, para Mahupa 1941, dueña de la marca Mascarillas Béjar, el cambio ha supuesto toda una revolución que ya es su principal línea de negocio. "Hemos abierto oficina en Miami", cuenta Elsa Martínez, responsable de la dirección comercial. La empresa, que hasta marzo de 2020 se dedicaba a fabricar almohadas en la localidad salmantina, apuesta ahora en mayor medida por la fabricación de guantes de nitrilo, para lo que planean adquirir una fábrica en Torrelavega por más de 60 millones de euros.

"Para nosotros no es un negocio con fecha de caducidad", insiste Martínez en alusión a los planes expansivos de la empresa en Latinoamérica. "Estamos metiendo dinero y queremos ser esa empresa que se queda", asegura.

"Todos los que vengan para quedarse y para hacer el sector más potente son bienvenidos, pero lo que nos parece es que la garantía de calidad tiene que estar por encima de cualquier cosa y que no ha sido así en todos los casos", advierte Javier Muñoz desde la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual (ASEPAL), que engloba a más de 100 empresas del ámbito.

Foto: Varias mascarillas FFP2. (iStock)

"La avalancha que se ha producido en todo el mundo ha propiciado que aparezcan un montón de nuevos jugadores en el entorno de la seguridad y de muchos tipos, que en algunos casos han apostado muy fuerte porque creían que era el negocio del siglo y no han tenido en cuenta el horizonte a largo plazo", añade Muñoz, que opina que por las características de sus productos (EPI y mascarillas como FFP2 y FFP3, que cubren riesgo de muerte), cambiará el escenario, pero no tanto como con las mascarillas quirúrgicas.

García, de Abania Eventos, ha visto de cerca cómo muchas empresas del ámbito de la salud han hecho negocio, "pero bueno, estaban en ese mercado, les ha tocado", reconoce. "Lo mismo que si ahora vienen los felices años 20, me tocará a mí disfrutar del momento, aunque lo dudo bastante porque puedes tener muchas ganas, pero si no tienes cómo pagármelo...".

La aventura de lanzarse a vender mascarillas y geles hidroalcohólicos ha sido "un camino de espinas" para José Luis García, empresario del sector de eventos. La suya, Abania Eventos, es una más de las muchas empresas que apostaron entre marzo y abril del año pasado por los productos pandémicos para sobrevivir ante el freno absoluto de los ingresos que supuso el coronavirus esos meses.

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