Es noticia
La extinción de los grupúsculos ultra tras la irrupción de Vox: "No hay nada que hacer"
  1. España
casi desaparecidos

La extinción de los grupúsculos ultra tras la irrupción de Vox: "No hay nada que hacer"

Sea por la falta de avales, por no tener espacio para presentarse o por haber visto miles de votos perdidos, estas siglas han desaparecido prácticamente en todo el país a nivel electoral

Foto: Celebración de un mitin de Vox. (EFE)
Celebración de un mitin de Vox. (EFE)

Hace un año, el 10 de noviembre de 2019, los españoles consolidaron a Vox como tercera fuerza nacional en unas elecciones generales que derivaron en el primer Gobierno de coalición desde que se reinstaurara la democracia. Los 52 diputados cosechados fueron la confirmación de que el partido de Santiago Abascal había llegado para quedarse y, por ende, de una alternativa a la derecha del PP para el electorado conservador en el país. Esto supuso, a su vez, una pesadilla hecha realidad para pequeñas formaciones ultranacionalistas sin representación que han visto cómo prácticamente han desaparecido a nivel electoral desde su irrupción.

Partidos ultranacionalistas o ultraconservadores, e incluso neofascistas, se han repartido en las dos últimas décadas varias decenas de miles de votos en las generales. Concurriendo en unas votaciones y ausentándose en otras, con oscilaciones entre las 30.000 y las 74.000 papeletas, estas formaciones han logrado entre 2000 y 2011 captar en distintos contextos a un público siempre minoritario pero que prefería estas siglas sin opciones de representación en lugar de respaldar partidos más moderados y mayoritarios. Esto empezó a cambiar de forma significativa después de la fundación de Vox.

Tras su fracaso electoral en los comicios europeos de 2014, Abascal concurrió a las generales en 2015 y 2016 sin ningún éxito, pero aglutinando varias decenas de miles de votos. La entrada de Vox, pese a sus pésimos resultados, supuso la puntilla para estas otras siglas. Esos partidos de peso ínfimo han ido desapareciendo de las elecciones nacionales desde entonces. Si durante los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero estas siglas repuntaron hasta llegar a las casi 75.000 papeletas, en 2015 y 2016 (ya con Vox en escena) cayeron hasta unos 10.000 votos. Tras las elecciones andaluzas, que supusieron la entrada de Abascal en las instituciones, Vox llegó con la intención de voto disparada a los dos comicios de 2019. Entonces ya solo quedaba una de estas formaciones, concretamente, una de las marcas falangistas, que no llegó ni a 700 votos cuando el falangismo —a través de distintas entidades— había alcanzado en 2004 un pico de 27.000.

Sea por la falta de avales, por considerar que no tienen espacio para presentarse o porque han visto miles de votos perdidos, estas siglas han desaparecido prácticamente en todo el país a nivel electoral. En algunos casos, sus dirigentes han reconvertido sus espacios en grupúsculos ultranacionalistas enfocados a las movilizaciones y el asociacionismo tratando de captar ahora parte de un descontento contra la gestión de la pandemia y las restricciones, un ámbito que ya está explotando Vox con mucho más éxito y repercusión.

Berta Barbet, politóloga en la Universidad Autónoma de Barcelona, pone el foco en la modificación de los requisitos para presentar una candidatura en cada circunscripción a través de la reforma de la ley electoral en 2011. Esta frenó a algunos partidos minoritarios. La norma data de inicios de 2011, meses antes de las últimas generales previas a la aparición de Vox.

Pero la experta incide sobre todo en la tendencia a concentrarse en el actor de mayor rango. "Hay un factor de coordinación alrededor del que tiene más éxito. Cuando no es evidente quién tiene el liderazgo de un espacio, es más fácil que quede repartido. Pero a la mínima que uno se erige como principal líder del espacio, está comprobado que hay mucha coordinación del voto y toda la gente que está cercana se coordina alrededor de Vox. El salto de Vox para estar por encima, un poco primero y ahora mucho, influyó en esto por ser el que más opciones tenía de salir", explica.

Algo similar plantea Ana Sofía Cardenal, profesora de Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya, que ve "lógica" la desaparición electoral de estas siglas desde 2015. "Vox aglutina todo lo que hay a la derecha del PP, que por ser un partido de gobierno atraía a parte de este electorado, pero no a todos", comenta la docente catalana, que entiende que Abascal sí llega a "todos estos insatisfechos o muy al extremo", que sí se sentirían representados bajo su paraguas. Ella explica que un elemento clave por el que por ahora se ha podido hacer con todo ese voto de insatisfacción es que "es un partido que hasta ahora ha sido oposición y ahí puedes prometer lo que te dé la gana", mientras que la apuesta por abolir el Estado autonómico llama a este tipo de seguidores.

Uno de los líderes de aquellas formaciones casi extintas era Rafael Ripoll, expresidente de España 2000 y exconcejal de Alcalá de Henares (Madrid). Tras no conseguir revalidar su acta en el consistorio del municipio madrileño, decidió dejar el partido el pasado febrero y volver a su trabajo anterior como brigadista forestal. España 2000 fue una de aquellas minúsculas organizaciones que se han visto arrastradas por el tsunami que ha supuesto Vox desde finales de 2018 y ahora, como él mismo explica, han reducido su tamaño considerablemente. En los últimos tiempos, han protagonizado una protesta cargada de símbolos preconstitucionales por las calles de Benimaclet (Valencia) y, a finales de 2019, un intento de boicot en una sala de cine contra 'Mientras dure la guerra', la película de Alejandro Amenábar sobre Miguel de Unamuno.

"Cuando una opción publicita un lema que es tu bandera y lo hace con más éxito y con más visibilidad que tú... Está claro que ganan la partida siempre. Cuando hablamos de 'españoles primero' y ellos llegan a más electores... Está claro que gran parte de tu electorado objetivo va a ellos", reconoce Ripoll, que cree que "mientras Vox mantenga este discurso actual, no hay un espacio electoral para fuerzas patriotas". "Vox lo hace con éxito y nosotros hemos fracasado, es un hecho. Tal y como está la situación, no hay nada que hacer", considera.

placeholder Imagen de la manifestación convocada por Vox el pasado 12 de octubre. (EFE)
Imagen de la manifestación convocada por Vox el pasado 12 de octubre. (EFE)

En conversación con este medio, recuerda que antes de que Abascal sorprendiera con sus 12 diputados en el Parlamento andaluz, ese mismo año su partido —con apenas una escasa presencia municipal en algunas zonas del país— había tejido alianzas con otras dos siglas del mismo corte nacionalista que tenían una mínima implantación en otros territorios. Una de ellas era Plataforma per Catalunya, que en las municipales de 2011 sorprendió al hacerse con 67 concejales en la región con un agresivo discurso antiinmigración.

"En 2018, nos embarcamos en Respeto [el nombre de la plataforma conjunta] con PxC y Partido de la Libertad... Ellos se pasaron prácticamente en bloque a Vox", rememora Ripoll. En concreto, el partido catalán anunció su disolución en febrero de 2019 para integrar a parte de su militancia y cargos en la estructura de Abascal en este territorio y aumentar sus bases en un contexto en el que ya habían perdido peso electoral. Pese a esto, Vox ni siquiera alcanzó en 2019 la representación municipal catalana que tenía PxC en 2015, que ya se había desplomado respecto a cuatro años antes.

El presidente de FE JONS admite la caída, aunque destaca que Vox ha empleado algunas consignas falangistas como guiño a sus círculos

Otra de las formaciones que han visto caer en picado sus votos, ya muy minoritarios antes de la aparición de los de Abascal, es la Falange (las distintas marcas que han llevado este término en su denominación). El presidente de FE JONS, Norberto Pico, admite la caída, aunque explica que pretenden seguir presentándose allá donde tengan los apoyos mínimos para poder hacerlo y destaca que Vox ha empleado algunas consignas falangistas como guiño a sus círculos.

Pone el foco en uno de los movimientos recientes más curiosos en este espectro, el de la parlamentaria andaluza Luz Belinda Rodríguez, que dejó el grupo de Vox en la Cámara regional para pasar a no adscritos e inscribirse en la Falange. "En nuestro caso, nos ha dado una representación que no teníamos. Una diputada en el Parlamento andaluz. Nosotros casi salimos ganando", asegura Pico en referencia a este caso.

Hace un año, el 10 de noviembre de 2019, los españoles consolidaron a Vox como tercera fuerza nacional en unas elecciones generales que derivaron en el primer Gobierno de coalición desde que se reinstaurara la democracia. Los 52 diputados cosechados fueron la confirmación de que el partido de Santiago Abascal había llegado para quedarse y, por ende, de una alternativa a la derecha del PP para el electorado conservador en el país. Esto supuso, a su vez, una pesadilla hecha realidad para pequeñas formaciones ultranacionalistas sin representación que han visto cómo prácticamente han desaparecido a nivel electoral desde su irrupción.

Santiago Abascal Nacionalismo Vox
El redactor recomienda