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Macron abre hueco a Sánchez en el panel internacional cediéndole sitio en el G-7
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España se suma a los grandes debates

Macron abre hueco a Sánchez en el panel internacional cediéndole sitio en el G-7

El presidente español se suma al debate de temas como el cambio climático y las relaciones con Irán mientras los líderes de las siete potencias más industrializadas tratan de recuperar peso global

Foto: Pedro Sánchez y Emmanuel Macron junto a sus esposas, Begoña Gómez y Brigitte Macron.
Pedro Sánchez y Emmanuel Macron junto a sus esposas, Begoña Gómez y Brigitte Macron.

Invitado personalmente por Emmanuel Macron, Pedro Sánchez aterrizó en Biarritz la tarde del domingo para unirse a la cumbre del G-7. Un convite que prueba, en palabras de la Moncloa, “la participación activa y creciente influencia de España y del presidente en los grandes debates globales”. Una influencia que desde 2009, cuando José Luis Rodríguez Zapatero participó en la cumbre del G-8, brillaba por su ausencia.

En el marco de una cita internacional salpicada por la ferviente actualidad, el presidente en funciones ha podido conversar con Boris Johnson, su homólogo británico, y con el presidente del Banco Mundial, David Malpass. Una ocasión excepcional para marcar la posición de España en el dosier del Brexit y dar a conocer sus ambiciones en el plano económico.

Johnson y Sánchez han mantenido un largo primer contacto directo entre ambos en el que el Brexit ha sido el tema central. El primer ministro británico ha mantenido la misma línea manifestada con otros líderes europeos en las últimas semanas mientras que el presidente del Gobierno en funciones ha insistido en que la salida del Reino Unido de la UE se produzca con acuerdo, de manera ordenada. Han hablado también de la necesidad de garantizar de manera recíproca los derechos de los británicos que residen en España y de los españoles que residen en Reino Unido.

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Durante la cena, el presidente francés ha agradecido la colaboración del gobierno de España y de Pedro Sánchez en particular para la realización de esta cumbre. Sánchez ha conversado también con otros mandatarios, como el presidente de Senegal, Macky Sall, con el que ha hablado de migración y cooperación al desarrollo con África.

Sánchez llegó junto a su esposa a las 19.00 de la tarde, sin tiempo para rodeos ni ruedas de prensa. El presidente en funciones puso rumbo al Hotel du Palais, en el corazón de la ciudad francesa, donde le recibió Macron personalmente y se unió a la cena que congregó a los líderes del G-7. El evento se desarrolló completamente cercado por un dispositivo de seguridad sin precedentes. La lucha contra las desigualdades, la igualdad de género, el cambio climático, la protección de la biodiversidad, la transformación digital y la cooperación con África son algunas de las temáticas inscritas en el breviario de la cumbre y sobre las cuales Pedro Sánchez tuvo la oportunidad de debatir con sus homólogos durante el convite.

Los tiempos del evento impidieron las citas bilaterales que se habían marcado para el presidente español. Pero Sánchez salvó el contratiempo manteniendo conversaciones durante la cena tanto con Johnson como con el presidente del Banco Mundial.

Los devastadores incendios en el Amazonas; el divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea; la guerra comercial entre Washington y Pekín; la crisis ucraniana y, sobre todo, la tensión entre Estados Unidos e Irán y la hipotética escalada nuclear en la región, marcaron el ritmo del G-7 eclipsando la agenda oficial.

placeholder Sánchez, junto a su esposa Begoña Gómez, a su llegada a Biarritz.
Sánchez, junto a su esposa Begoña Gómez, a su llegada a Biarritz.

Una agenda tan variada como inabarcable: economía y comercio, seguridad internacional, lucha contra las desigualdades, colaboración del G-7 con África, son solo algunas de las temáticas inscritas en el programa inicial, deslucido ineludiblemente por la ferviente actualidad y la inopinada visita del ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif.

Irán, la baza sorpresa de Macron

¿Un evento fortuito o una puesta en escena meticulosamente calculada? La presencia de Javad Zarif, en la cumbre del G-7 en Biarritz, sorprendió a propios y extraños, marcando a su paso la segunda jornada del encuentro. Mientras a primera hora de la mañana surgía el primer desencuentro en el seno del G-7 en torno a la crisis protagonizada por Estados Unidos e Irán, a las 14.00 la cuestión iraní se impuso en el tablero, convirtiéndose en la sorpresa diplomática de Emmanuel Macron, decidido a convertirse en un actor cardinal en la resolución del conflicto. La web FlightRadar24.com señaló el aterrizaje de un avión iraní en el aeropuerto de Biarritz, dando la señal de alarma sobre la participación de Irán en la cumbre liderada este año por Francia.

Mohammad Javad Zarif se reunió con su homólogo francés, Jean-Yves Le Drian, con el objetivo de prolongar las conversaciones entabladas entre los líderes de Francia e Irán, un movimiento diplomático destinado a evitar una escalada bélica y a impedir que la república iraní se arme con la bomba nuclear.

placeholder Foto de familia del G-7 en Biarritz. (Reuters)
Foto de familia del G-7 en Biarritz. (Reuters)

Si bien la invitación del ministro iraní podría incomodar a Estados Unidos, en el origen de la crisis tras su decisión de retirarse del acuerdo nuclear en 2018, fuentes diplomáticas citadas por el diario Le Figaro, aseguran que Macron informó a Trump de la visita durante el almuerzo improvisado que ambos mandatarios compartieron este sábado 24 de agosto. A pesar de la presencia de Mohammad Javad Zarif en Biarritz, “no habrá reuniones o negociaciones con la delegación americana en este viaje”, indicó el portavoz iraní de Exteriores, Abbas Mousavi, a través de Twitter. Esta falta de diálogo prueba las gélidas relaciones entre ambos países.

Así, el efecto sorpresa se limitó a la prensa. La baza diplomática de Emmanuel Macron, decidido a convertirse en un actor fundamental en la resolución del conflicto protagonizado por Washington y Teherán, se impuso en los titulares de las cabeceras francesas e internacionales. Un golpe de diplomacia y una estrategia de comunicación encarnada por el propio presidente francés cuyo objetivo no es otro que tratar de reavivar un G-7 criticado por su falta de influencia.

Macron quiere ser un actor fundamental en la resolución del conflicto entre Washington y Teherán y, al tiempo, que el G-7 recupere peso global

La repercusión de los debates y encuentros del G-7, “un club informal”, en palabras del propio Emmanuel Macron, se ha ido debilitando a medida que el equilibrio de fuerzas económicas ha evolucionado. En 1975, año de su fundación, los siete países que conforman el G-7, Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá, representaban el 70% del producto interior bruto mundial; actualmente, las siete potencias reúnen el 45% del PIB mundial.

La diferencia es notable, y se traduce en la debilidad de su autoridad en el panorama internacional y, por consiguiente, en su raquítica influencia en la resolución de los conflictos que trata de abordar. Mientras Macron evocó la necesidad de tratar durante este G-7 los devastadores incendios que consumen buena parte del Amazonas, Brasil no estaba convidado a la cita; cuando el rifirrafe entre Pekín y Washington amenaza la estabilidad de la economía mundial, China surge como el gran ausente; entretanto, la crisis ucraniana está lejos de apaciguarse, pero Rusia, actor fundamental del conflicto, fue expulsado del grupo en 2014 tras la anexión ilegal de Crimea. Ante este panorama, sumado a las divisiones internas en el seno del propio grupo de los siete, Macron anunció que no habrá declaración conjunta ni comunicado alguno para sellar el encuentro que concluye este lunes 26 de agosto.

La decadencia del multilateralismo

Mientras los más críticos aseguran que el G-7 acabará reducido a cenizas en los próximos años, la jornada del domingo puso en evidencia que este encuentro tiene todavía una razón de ser: más allá de las temáticas previstas en torno al lema de la cita, “lucha contra las desigualdades”, esta cumbre se ha convertido en el escenario ideal para hacer gala de diplomacia y para poner de manifiesto la decadencia del multilateralismo en favor del simple bilateralismo.

Sirva como ejemplo que mientras Boris Johnson se enfrenta a la amenaza de un divorcio sin acuerdo con la Unión Europea —lo que se traduciría en consecuencias desastrosas para la economía británica— la cita del G-7 le ha permitido al 'premier' británico encontrarse por primera vez con Donald Trump, quien no dudó en evocar un “rápido” acuerdo comercial entre sendas potencias, convirtiéndose en un auténtico salvavidas para la economía de Reino Unido.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante la recepción de la Cumbre anual del G-7. (Reuters)

La jornada de este lunes comenzará con una sesión de trabajo centrada en el “clima, la biodiversidad y los océanos”, asuntos especialmente sensibles para Trump, quien rechaza la existencia del cambio climático, razón por la que decidió retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París en 2017.

El transcurso del día probará si las relaciones entre los miembros del G-7 son tan buenas como aseguró el propio presidente estadounidense este domingo, o si la cita finiquitará con una rabieta de Trump y un golpe contra la mesa, como ya sucedió en la cumbre del G-7 celebrada en Canadá en 2018.

Invitado personalmente por Emmanuel Macron, Pedro Sánchez aterrizó en Biarritz la tarde del domingo para unirse a la cumbre del G-7. Un convite que prueba, en palabras de la Moncloa, “la participación activa y creciente influencia de España y del presidente en los grandes debates globales”. Una influencia que desde 2009, cuando José Luis Rodríguez Zapatero participó en la cumbre del G-8, brillaba por su ausencia.

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