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'Lost in Translation' en el juicio del 'procés': los observadores a los que asesoró el Govern
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PRIMERA JORNADA 'INTERNACIONAL'

'Lost in Translation' en el juicio del 'procés': los observadores a los que asesoró el Govern

La Fiscalía se metió este miércoles ella sola en un jardín y elevó a la categoría de expertos a dos extranjeros en un loco interrogatorio

Foto: Bernhard von Grünberg, con su traductor, en el Supremo. (EFE)
Bernhard von Grünberg, con su traductor, en el Supremo. (EFE)

El juicio del 'procés' vivió durante la jornada del miércoles uno de esos momentos en que, el realismo mágico que sobrevuela el procedimiento a diario, triunfó por encima del realismo a secas. Durante la mañana, la sala parecía la ONU, aunque el contenido de las declaraciones estuviera repleto de elementos fantásticos en la narración, aliñados con toques de comedia. Era la primera jornada de los observadores del 1-O y, de idioma a idioma, fue evidente que su actividad fue tutelada y asesorada por el Govern de Carles Puigdemont, a través de Diplocat.

El Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña guió al grupo al que pertenecía el primer testigo. A las 10 de la mañana, Manuel Marchena dio paso a su declaración pronunciando un nombre larguísimo e indudablemente germano. Ni siquiera le faltaba el 'von' de las películas del Barón Rojo. Se trataba de Bernhard Felix von Grünberg, exdiputado regional socialdemócrata, que dijo que él fue a Cataluña por "interés personal". Acabó reconociendo, a preguntas de la abogada del Estado, que estuvo especialmente fina en este trance internacional, que a él y a su grupo les llevaron de la manita durante toda la visita.

Foto: Bernhard Felix von Grünberg, exdiputado regional socialdemócrata, a la izquierda de Gonzalo Boye, abogado de Carles Puigdemont, en un encuentro el pasado febrero.

La abogada Rosa María Seoane estuvo incisiva. Logró pintarle como un 'observador' profesional al que, personal de Diplocat, llevó de excursión a centros electorales y que reconoció que no era capaz de distinguir un mosso de un guardia civil. Pero no fue el caso de Consuelo Madrigal. La fiscal se metió ella sola en su propia trampa. En un intento de desacreditar al antiguo parlamentario del Bundestag, lo que consiguió fue justamente lo contrario. Dar crédito a su opinión y elevarla a la categoría de un experto acreditado.

Tuvo que ser el magistrado Manuel Marchena el que cortara la deriva que comenzaba a tener el interrogatorio, en el que la fiscal, además de enfadarse con el tribunal —"¡Lo quiero descalificar!", lanzó desabrida—, quiso mostrar su conocimiento del idioma alemán y dejó caer que entendía "un poquito" lo que decía el testigo. No fue la única. Andreu Van den Eynde también aprovechó su don de lenguas y señaló que el 'Von' había empleado para describir la situación el vocablo 'angst' (miedo) hasta tres veces.

Con miedo o sin él, el diputado trató de introducir en su discurso su valoración política sobre 'el conflicto'. Con la excepción de los versados en alemán ya mencionados, la sala accedía al sentido de sus palabras a través de la voz ronca de un traductor que, sentado a su lado, se creció a ratos hasta el punto de contestar directamente sin atender al testigo. 'Lost in Translation', solo alcanzó a decir que su interés, su vocación, su deseo incluso, era contribuir a encontrar una solución democrática al conflicto catalán. En otro momento, la fiscal, metida en su cepo, hasta le echó un capote para que luciera currículo y se interesó por si conocía conflictos "similares" al de Cataluña "en su propio país" "Su opinión es muy respetable, pero prescindible", cortó Marchena.

Cuando ya parecía que no podía pasar nada más y la sala se había convertido en el festival del humor, llegó el turno de otra de las 'observadoras', Helena Catt. Esta vez en inglés, la neozelandesa mostró una preocupante capacidad de olvidar datos importantes. A regañadientes, acabó reconociendo que Diplocat le pagó 8.000 euros por coordinar un equipo de 12 personas y, además, sufragó sus gastos de manutención y de alojamiento. Antes de admitirlo, jugó al despiste y dijo que tenía muy mala memoria, e incluso dudó si el dinero se lo abonó el ente de Exteriores o un tal 'John'.

Foto: Helena Catt, la mujer que lideró a 12 'observadores' internacionales en el referéndum.

La cuestión es que avaló, en un informe disfrazado de estudio científico, el 1-O como un "proceso democrático pacífico". Por arte de magia y pese a encontrarse en Barcelona desde el 4 de septiembre, no recordaba las movilizaciones del día 20. No vio ni escuchó mucho, metida en la sala desde la que coordinaba a su equipo. La paciencia del tribunal se agotó cuando, desde la defensa de Òmnium, se le preguntó si apreció supuestas vulneraciones de derechos humanos el día del referéndum. Marchena, que tuvo una tarde agitada, volvió a intervenir para destacar que Catt no está dotada de categoría alguna como experta para valorar algo así y que la decisión sobre lo que hubo o no hubo dependerá de los siete magistrados. Lo dicho. 'Lost in Translation'.

El juicio del 'procés' vivió durante la jornada del miércoles uno de esos momentos en que, el realismo mágico que sobrevuela el procedimiento a diario, triunfó por encima del realismo a secas. Durante la mañana, la sala parecía la ONU, aunque el contenido de las declaraciones estuviera repleto de elementos fantásticos en la narración, aliñados con toques de comedia. Era la primera jornada de los observadores del 1-O y, de idioma a idioma, fue evidente que su actividad fue tutelada y asesorada por el Govern de Carles Puigdemont, a través de Diplocat.

Juicio procés Tribunal Supremo Manuel Marchena
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