El Rey advierte: en Cataluña debe imponerse "la pluralidad, la estabilidad y el respeto"
El mensaje de Felipe VI se centra en el nuevo horizonte catalán pero alude también a la desigualdad, el terrorismo, el cambio climático, la violencia de género, la presencia española en Europa y la corrupción
El Rey ha condensado su mensaje de Navidad de 2017 en 1.431 palabras sin dejarse ni un solo tema en el tintero. Si alguien creyó que el monarca eludiría con eufemismos el conflicto catalán y las elecciones del pasado jueves, se confundió, porque a ese asunto tan crucial ha dedicado buena parte de su intervención. Felipe VI ha reconocido que este ha sido “un año difícil para nuestra vida en común; un año marcado, sobre todo, por la situación de Cataluña”, una situación que ha enmarcado en “una España abierta y solidaria, no encerrada en sí misma; una España que reconoce y respeta nuestras diferencias, nuestra pluralidad y nuestra diversidad, con un espíritu integrador; una España inspirada en una irrenunciable voluntad de concordia”.
La alusión a la concordia –un concepto utilizado por el catalanismo, intencionalmente empleado por el Rey- ha precedido al balance positivo del Jefe del Estado de los logros conseguidos que consideró como “un gran triunfo de todos los españoles” enlazando así con el nuevo ambiente de reivindicación nacional que se registra en la sociedad española tras la intentona separatista catalana y las movilizaciones por la unidad de España y la integridad del Estado de Derecho que el monarca reivindicó en su estratégica intervención del 3 de octubre pasado de la que este mensaje de Navidad quiere ser una continuación en términos positivos, de aliento y de medida advertencia.
[Lea aquí el discurso íntegro]
Se ha referido a la democracia española como "madura, donde cualquier ciudadano puede pensar, defender y contrastar democráticamente sus ideas"
Desmintiendo la “narrativa” secesionista, el Rey se ha referido a la democracia española como “madura, donde cualquier ciudadano puede pensar, defender y contrastar, libre y democráticamente sus opiniones y sus ideas, pero no imponer las ideas propias frente a los derechos de los demás”, palabras previas a la advertencia del Jefe del Estado a los dirigentes catalanes para que, tras las elecciones del 21-D, respeten “la pluralidad” y lo hagan “pensando en el bien común de todos”. Más aún: “el camino no puede llevar de nuevo al enfrentamiento o la exclusión…que sólo generan discordia, incertidumbre, desánimo y empobrecimiento moral, cívico –y por supuesto- económico a toda una sociedad”.
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Felipe VI se ha explayado sobre la situación catalana pidiendo “la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo; de manera que las ideas no distancien ni separen a las familias y a los amigos”. Es preciso también según el Rey que en Cataluña “renazca la confianza, el prestigio” y su “mejor imagen” y también que se afirmen allí “los valores que la han caracterizado siempre en su propia personalidad” y que le han dado “los mejores momentos de su historia: su capacidad de liderazgo y esfuerzo, su espíritu creativo y vocación de apertura, su voluntad de compromiso y su sentido de la responsabilidad”.
El Rey Felipe VI insta a que se "recupere" el "protagonismo en el proyecto europeo" ya que ahora "requiere una mayor vitalidad e impulso"
El Jefe del Estado sin embargo ha ampliado el angular de su tradicional mensaje a las realidades más complejas de nuestra convivencia. Así ha considerado un “objetivo esencial y prioritario” la creación de puestos de trabajo y evitar “la desigualdad y las diferencias sociales” que afectan especialmente a los jóvenes. El recuerdo a los atentados de Barcelona y Cambrils de agosto pasado ha llevado al Rey a alertar ante el “terrorismo yihadista”. Felipe VI constata también que “la corrupción se mantiene como una de las principales preocupaciones de los españoles y pide medidas para “su completa erradicación”. Reconociendo que España ha perdido posiciones en la Unión Europea, Felipe VI insta a que se “recupere” el “protagonismo en el proyecto europeo” ya que ahora “requiere una mayor vitalidad e impulso”.
El Jefe del Estado, atento a los acontecimientos, se manifiesta por la “defensa del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático” reclamando que España –en estos tiempos de negacionismo- se “mantenga firme en sus compromisos ante un problema que afecta a todo el planeta y que requiere soluciones no sólo globales, sino verdaderamente urgentes”. Con más énfasis aún, el rey ha dedicado una mención muy especial a las mujeres que “sufren la violencia de género” que ha tildado de “lacra inadmisible que nos hiere en nuestros sentimientos más profundos y nos avergüenza e indigna”.
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“Sintámonos orgullos” ha pedido el Rey a los españoles en un ejercicio medido de realismo, advertencia, ilusión y de recorrido por los principales problemas de España tras un año difícil marcado por la crisis de Cataluña en la que la Corona ha tenido una intervención determinante.
El Rey ha condensado su mensaje de Navidad de 2017 en 1.431 palabras sin dejarse ni un solo tema en el tintero. Si alguien creyó que el monarca eludiría con eufemismos el conflicto catalán y las elecciones del pasado jueves, se confundió, porque a ese asunto tan crucial ha dedicado buena parte de su intervención. Felipe VI ha reconocido que este ha sido “un año difícil para nuestra vida en común; un año marcado, sobre todo, por la situación de Cataluña”, una situación que ha enmarcado en “una España abierta y solidaria, no encerrada en sí misma; una España que reconoce y respeta nuestras diferencias, nuestra pluralidad y nuestra diversidad, con un espíritu integrador; una España inspirada en una irrenunciable voluntad de concordia”.