El PSOE confía en que 40 o 42 escaños de Illa estabilicen la legislatura de Sánchez

Semana clave para Pedro Sánchez y su anhelo de estabilizar la legislatura. Su decisión de conceder la amnistía para retener la Moncloa y el proceso de apaciguamiento político de Cataluña se somete este domingo a votación. La victoria de Salvador Illa se da por descontada, el PSC ya ganó en 2021. El examen real es que no haya suma independentista y el candidato socialista pueda gobernar.

Si eso ocurre, si los catalanes "pasan página", el presidente del Gobierno tiene un relato al que agarrarse que le da fuelle para aguantar. Si por el contrario hay una mayoría suficiente para investir a Carles Puigdemont, su proyecto se vería seriamente dañado. Incluso antes del interín de los cinco días de su casi dimisión, Sánchez ya estaba determinado a volcarse en la campaña electoral. Este viernes cierra en Barcelona pero es posible que tenga otro acto el jueves.

A seis días del 12-M, en el PSOE piensan que si Illa alcanza los 40 o 42 escaños, con una distancia reseñable con el segundo partido, que sería Junts, se abriría un escenario muy favorable para sus intereses. Primero, porque piensan que una victoria de ese calibre facilitaría un pacto con ERC y los comunes, una opción a la que ya apunta de manera explícita el propio Illa. Y segundo, porque ese resultado sería un "impulso tremendo" para los socialistas, de cara a las elecciones europeas del 9 de junio.

Todo unido, daría profundidad a la legislatura. Las encuestas de Ferraz apuntan a que Junts y ERC están más igualados y que, por tanto, la diferencia respecto a Puigdemont será más amplia. Y en el PSOE la sensación es que el 'expresident' ha tocado "techo", mientras que el PSC todavía puede crecer esta semana porque "recoge voto de muchos sitios", en alusión sobre todo a ERC y a los comunes. Su propósito es conseguir también que el domingo salgan de casa los catalanes que normalmente votan en generales pero deciden abstenerse en unas autonómicas. "Hay que decirles que esto también importa", señalan en la dirección socialista, en referencia al mensaje de las generales, cuando el miedo a un gobierno de PP y Vox actuó como palanca para el voto de izquierdas.

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A que esto pase podría contribuir la movilización del voto progresista y la polarización que Sánchez ha buscado con su amago de renuncia y su campaña para ponerse al frente de la "regeneración democrática". Fuentes del PSOE y del PSC ratifican que ayudará a convencer a los indecisos para decantarse por Illa. "Si lográramos movilizar 200.000 o 300.000 votos en la provincia de Barcelona", el gran granero del socialismo catalán, tanto por el volumen de población en la ciudad como por el llamado 'cinturón rojo', estiman en Ferraz, eso significaría "dos o tres diputados más".

Las elecciones en Cataluña del domingo se han configurado para muchos analistas como la gran bola de partido de la legislatura, en el sentido de que ERC y Junts, que votaron a favor de la investidura de Sánchez, retirarían automáticamente su apoyo al Gobierno, si se queden fuera de un virtual gobierno del PSC (en el caso de que no haya suma de las formaciones separatistas).

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Esta es una posibilidad acariciada por el PP, con la ayuda incluso de Puigdemont, desde el fiasco del 23-J. Génova ha llegado a apuntar a la presentación de una moción de censura que saldría adelante con los votos de Vox, PNV y Junts, una vez pase el 12-M.

Fuentes de los posconvergentes matizan bastante los efectos que las catalanas pueden tener en la gobernabilidad de España. Si la situación sigue como ahora, con ellos ya desterrados de la Generalitat (abandonaron a su suerte al presidente Pere Aragonés) y negociando su apoyo a Sánchez en cada votación en el Congreso, no auguran ningún cambio. El problema, explican, se presentaría si Puigdemont queda primero y una alianza de PSC y ERC o cualquier otro pacto le impide gobernar. Si se repite, destacan, lo que ocurrió en Barcelona, donde ganó Xavier Trias pero acabó de alcalde Jaume Collboni, gracias a los votos de Ada Colau y del PP. Si al 'president' no se le "arrebata" el Govern, en Junts apuntan a que en Madrid "nada debe cambiar".

La sensación en el socialismo catalán es que ninguno de los dos partidos catalanes retirará su respaldo a Sánchez, en un momento de debilidad. Esa jugada a corto o medio plazo conduciría a unas nuevas elecciones. Por mucho que en Moncloa mantengan que seguirían en cualquier circunstancia, todo el mundo sabe que es extremadamente complejo hacerlo sin unos nuevos presupuestos -los de este año ya están prorrogados- y sin capacidad de aprobar nada en el Congreso, a no ser que se aspire a la parálisis total.

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Otras generales, razonan en el PSC, no interesarán ni a Junts ni a ERC porque los dos tendrán probablemente que reorganizarse y apostar por nuevos liderazgos, y porque sería muy arriesgado afrontar otros comicios si salieran mal parados el domingo. Lo que se ha ido difuminando también es la posibilidad de una repetición electoral en Cataluña. En Moncloa no lo ven y en Junts tampoco. Los de Puigdemont lo justifican en que ERC se está desangrando -su tesis es que por eso adelantó las elecciones Pere Aragonés- y que si hay segundas, aún les iría peor.