Cuatro opciones de Govern: entre Junqueras y Arrimadas con Iceta a la espera
El bloque independentista, el de izquierdas y el constitucionalista, con el transversal del PSC en segundo plano, opciones para una investidura con dificultades aritméticas y políticas
Las elecciones catalanas del 21-D se resolverán por un puñado de votos, en un ambiente y en unas circunstancias tan excepcionales que hacen imprevisibles los resultados finales y, mucho más, las alianzas posteriores para lograr formar Govern.
Con las expectativas y las posiciones fijadas por cada uno de los partidos se vislumbran tres grandes bloques posibles y una alternativa transversal, condicionados a que alcancen los 68 escaños necesarios y a que cada uno de lo tres partidos que, al menos, lo formarían superen y asuman las contraindicaciones que les supondría. En cada una de las opciones, la combinación puede incluir la posibilidad de abstenciones que faciliten la investidura de un candidato y, por tanto, eviten la repetición de elecciones. La gran novedad podría ser el ascenso de Ciudadanos e incluso una victoria de la lista de Inés Arimadas podría desarticular el independentismo, aunque los secesionistas tuvieran la mayoría absoluta de los escaños.
Los últimos restos pueden decidir pero, al menos según las encuestas publicadas y las previsiones de todos los partidos, la presidencia de la Generalitat podría estar entre Oriol Junqueras e Inés Arrimadas, con Miquel Iceta a la espera de que fracasen los intentos de los otros dos. El candidato de ERC tiene posibilidades en dos de las opciones o bloques y la de Ciudadanos tiene menos margen de acuerdos.
Además de esos tres bloques, hay una opción transversal, la que más le gusta a Pedro Sánchez (PSOE): una especie de revancha de la investidura fallida de 2016, con Miquel Iceta como candidato y apoyo o abstención de Ciudadanos, comunes y hasta PP.
Bloque independentista
Lo formarían de nuevo ERC y Junts per Catalunya (que fueron juntos en 2015), con el apoyo de la CUP. La primera incógnita es si el próximo 'president' es de ERC, previsiblemente Oriol Junqueras, o Carles Puigdemont, dependiendo de cuál sea finalmente la lista más votada.
En todo caso, los dos están imputados, uno encarcelado y otro huido de la Justicia, y si fuera investido uno de los dos ya se produciría otra situación insólita en Cataluña. Y en pocos meses podrían ser sentenciados por el Tribunal Supremo a condenas que suponen penas de inhabilitación, es decir, su presidencia sería temporal y supeditada al horizonte penal.
El primer escollo sería lograr el apoyo de la CUP, siempre y cuando se llegue a la mayoría absoluta. La formación antisistema ya condicionó en su momento su voto a Puigdemont a la puesta en marcha del proceso independentista y ahora se supone que no aceptaría ninguna opción que no sea insistir de nuevo en la vía unilateral.
Y en esas circunstancias, el Gobierno de Mariano Rajoy se plantearía qué hacer con la aplicación del artículo 155. Legalmente, su vigencia termina en el momento en el que tome posesión el nuevo Govern, pero Mariano Rajoy podría solicitar una nueva autorización al Senado para prorrogarlo si se produjeran movimientos o decisiones encaminadas a sostener esa vía unilateral.
La posibilidad de que se forme este bloque es la peor para Rajoy y para el futuro de la legislatura en España.
"Será muy difícil seguir adelante si el partido más votado en Cataluña es Cs, aunque no pueda formar Gobierno", asegura un dirigente independentista
Los independentistas temen que aunque sumen 68 escaños y tengan la mayoría del Parlament, una victoria de la lista de Ciudadanos que encabeza Inés Arrimadas deslegitime un proceso independentista. "Será muy difícil seguir adelante si el partido más votado en Cataluña es Ciudadanos, aunque no pueda formar Gobierno", asegura un dirigente independentista.
Si este bloque no tiene la mayoría absoluta, podrían intentar buscar el apoyo de los comunes para la investidura, pero Xavier Domènech ha repetido que no permitiría con su voto o abstención un presidente independentista. Para Pablo Iglesias sería un lastre político en el resto de España.
Bloque de izquierdas
Lo formarían ERC, PSC y Catalunya en Comú-Podem (los comunes) por el orden que queden finalmente. Está muy lejano, porque en ninguna encuesta publicada llegan a los 68 escaños y, por ejemplo, en la del CIS se quedaban en 62 y necesitarían la abstención de otro grupo que no sea izquierdas.
A esas dudas aritméticas se unen las importantes dificultades estratégicas y políticas. El partido de Oriol Junqueras asegura que no apoyará ni a Miquel Iceta, ni a Xavier Doménech en una investidura. Y ambos aspiran a llegar a la presidencia de la Generalitat, aunque no sean los más votados, en una difícil carambola sin muchos precedentes en España.
PSC y comunes coinciden también en el desgaste que supondría para sus partidos asociados en el resto de España (PSOE y Podemos) cualquier acuerdo con los independentistas. Por eso, ambos se necesitan como coartada política de un posible acuerdo con ERC para repartir las consecuencias en el resto de España intentando vender la idea de que de esa forma se restablece la legalidad y se devuelve al independentismo a la senda de la legalidad.
Iceta ya ha expresado su voluntad de ofrecer un Govern de independientes y en minoría para afrontar un hipotético proceso de negociación con el Estado para cambiar la Constitución y, en su caso, el Estatut. Y Domènech abandera la petición de un referéndum pactado con el Estado, muy difícil de encajar en la legalidad constitucional.
Este complicadísimo y remoto acuerdo de los tres partidos en Cataluña podría dar hasta para una moción de censura a Rajoy en el Congreso.
Bloque constitucionalista
También conocido como bloque de unionistas o bloque del 155. Lo forman Ciudadanos, PP y PSC, aunque el partido de Iceta ha hecho lo imposible durante la campaña para diferenciarse.
No es probable que lleguen a los 68 escaños, porque, por ejemplo, el CIS les dio 60 y en las demás no pasan de 62. De todas las encuestas se deduce que no hay trasvase entre los partidos constitucionalistas y los independentistas, es decir, los que suben y bajan lo hacen a costa o gracias a los de ese mismo bloque.
Domènech tendría también en su mano con su voto o abstención hacer presidenta a Arrimadas, pero también ha rechazado esta opción.
Para Ciudadanos sería un espaldarazo en el resto de España; para Rajoy es la mejor opción porque aleja cualquier nuevo proceso soberanista y permite levantar el 155; y para el PSOE supondría un problema porque le alejaría del espectro político de la izquierda que pretende arrebatar Pedro Sánchez a Podemos desde que ganó en mayo las primarias.
Opción transversal
Otras combinaciones imaginativas que pueda permitir la arimética parlamentaria resultan sumamente complicadas. Ciudadanos y PP, en principio, se declaran incompatibles con cualquier otro partido que no sea el PSC. Obviamente, la CUP y los dos independentistas no apoyarían un Govern con Ciudadanos y PP. Y ningún partido que no sea ERC y CUP aceptan investir a Puigdemont.
Es decir, solo los comunes y el PSC tienen una cierta flexibilidad en sus vetos, aunque muy limitada porque, por ejemplo, no parece que pueda tenerse en cuenta la opción de acuerdos entre Domènech y Arrimadas.
Iceta y Domènech aspiran a una investidura transversal. Su mejor defensa es la presión para evitar una repetición de elecciones y requeriría el cambio radical de opinión de alguno de los partidos. Domènech tiene menos margen de maniobra y lo tiene mucho más complicado porque no es fácil imaginar que le puedan apoyar Ciudadanos y PP y, además, sus expectativas son mucho peores.
La más posible, aunque difícil, de las opciones transversales sería la de Iceta con votos o abstenciones de Ciudadanos, comunes y hasta PP. Todas las encuestas lo dan como posible aritméticamente. Para Sánchez sería una especie de revancha de su investidura frustrada de 2016, con la idea de que los socios de Podemos no pueden volver a evitar que gobierne un socialista, en este caso Iceta. El candidato del PSC ha prometido para esa opción un Govern de independientes que ponga en marcha la reforma constitucional.
Las elecciones catalanas del 21-D se resolverán por un puñado de votos, en un ambiente y en unas circunstancias tan excepcionales que hacen imprevisibles los resultados finales y, mucho más, las alianzas posteriores para lograr formar Govern.