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Puigdemont ataca al Rey y calma a sus socios: no negociará la independencia
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cacerolada de protesta durante su discurso

Puigdemont ataca al Rey y calma a sus socios: no negociará la independencia

Mientras en las calles de Barcelona atronaba una cacerolada en protesta contra el 'president', en el Palau se lanzaba un mensaje de 'tranquilidad' a la CUP, Ómniun y la ANC

Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante la declaración institucional. (EFE)
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante la declaración institucional. (EFE)

Ni un paso atrás. Esa es la respuesta del presidente del Gobierno catalán, Carles Puigdemont, al discurso del Rey y a la exigencia de Moncloa de que retire el pleno del lunes y la amenaza de la declaración unilateral de independencia como requisito indispensable para empezar a buscar una mediación. Al contrario, y mientras en las calles de Barcelona atronaba una cacerolada, Puigdemont mantuvo su intención de acudir al Parlament el lunes con "el mandato claro" emanado de su referéndum ilegal. La "puerta abierta" a una mediación parece, una vez más, una frase hueca, como le recordaron inmediatamente la vicepresidenta del Gobierno y el portavoz del PSOE que, esta vez sí, se mostró sin fisuras al lado del Ejecutivo.

Puigdemont, solo en un rincón del Palau de la Generalitat —tras un día en que las noticias de las disensiones en el seno de Junts pel Sí alimentaban los mentideros de Barcelona—, no se anduvo por las ramas para contestar a Felipe VI: “Con su decisión de ayer, usted decepcionó a mucha gente en Cataluña, gente que esperaba de usted otro tono y una apelación al diálogo y a la concordia”. El 'president' trufó los ataques al Rey con apelaciones constantes a que "este es el momento de la mediación" y ataques al Gobierno español, "que nunca nos ha respondido de manera positiva".

Puigdemont, al Rey: “Así no. Usted ayer decepcionó a mucha gente”

Horas antes de su intervención, el diputado del PDeCAT Carles Campuzano anunciaba en el Congreso que su formación estaba dispuesta a aceptar la proposición de Podemos de buscar un mediador entre Moncloa y la Generalitat. Pablo Iglesias, deseoso de tener protagonismo en este momento, había llamado a ambos interlocutores con su propuesta. La respuesta de Moncloa fue clara: "O se retira la amenaza de la DUI o no hay nada que hablar".

Las disensiones entre las formaciones que sujetan a Puigdemont —ERC, PDeCAT y la CUP, junto a Òmnium y ANC— y las noticias de los intentos de mediación habían forzado a los 'cupaires' a convocar una rueda de prensa para anunciar lo que el 'president' y su gente querían evitar: que en el pleno convocado el lunes se proclamará la independencia. En la CUP temían que las negociaciones fructificaran y que se abriera de verdad "una puerta a la mediación" por la que Puigdemont intentara escabullirse de la DUI.

Foto: El presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, durante su respuesta al mensaje institucional del Rey. (Reuters) Opinión
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Los hechos demostraron que no tenían nada que temer: primero, en el Congreso, el diputado de ERC Joan Tardà anunciaba que entendían como "un no de Moncloa" la exigencia de retirar la DUI. Horas después, en su discurso, Puigdemont se vanagloriaba de "que en los próximos días volveremos a enseñar la mejor cara de nuestro país cuando las instituciones de Cataluña hayamos de aplicar el resultado del referéndum”. En otras palabras: que mantiene la amenaza de declarar la independencia sí o sí, a pesar de la falta de garantías de la consulta del domingo.

Cacerolada contra el 'president'

Mientras Puigdemont sacaba pecho en el Palau, en las calles de Barcelona se vivía un ambiente muy diferente: justamente cuando comenzaba a hablar, se inició también una sonora cacerolada en la capital catalana, tan estruendosa como la realizada por los independentistas durante los pasados días contra la ‘represión policial' y durante el discurso real. La llamada 'mayoría silenciosa' se hizo oír durante un cuarto de hora, con petardos y cohetes incluidos, mucho más tiempo que el que Puigdemont estuvo leyendo su discurso. Una cacerolada que viene a desmentir las ufanas palabras de Puigdemont, que asegura tener tras de sí "a todo un pueblo" apoyando el referéndum.

Cacerolada en Barcelona contra Puigdemont

El 'president' —convocó su mensaje hasta a la misma hora— quiere compararse con Felipe VI y denunciar que el Rey, sin embargo, se dirigió solo a “una parte de la población... e ignora deliberadamente a los millones de catalanes que no pensamos como ellos. Ignora deliberadamente a los catalanes que han sido víctimas de una violencia policial que ha helado el corazón a medio mundo". Y en el colmo del salto mortal ideológico, fue capaz de decir que los catalanes "queremos seguir contribuyendo a la prosperidad del Estado español" y de atacar al Rey por "no dirigirse a todos los ciudadanos a quien debe la Corona y a los que debe respeto porque así se lo encomienda la Constitución”... que, según él, ya no está en vigor en Cataluña. Fuera, la cacerolada seguí atronando.

Sigue la amenaza de la DUI

Lo que quedó claro tras el discurso institucional es que los independentistas no abandonarán la amenaza de la secesión como elemento indispensable, según creen, para poder "negociar", y lanzó por ello un claro mensaje a sus socios más radicales y a los movimientos cuyos dirigentes afrontarán el viernes una citación en la Audiencia por un delito de sedición. “Quiero garantizar a los ciudadanos que me estáis escuchando que mi Gobierno no se desviará ni un milímetro del compromiso de paz y serenidad, pero al mismo tiempo de firmeza, con que queremos hacer las cosas”.

La sensación que quedó en el aire al final de la jornada es que Puigdemont solo quiso tranquilizar a unos socios de gobierno que le exigen que rompa con España cuanto antes. La Generalitat está siendo 'gobernada' ahora mismo por ANC, Òmnium y la CUP, que dominan la calle y que le recuerdan por escrito que rechazan "cualquier escenario de ‘pacto’ o ‘diálogo’ encaminado a dejar sin validez el resultado del referéndum”. Una amenaza que arrincona cada vez más a Puigdemont y bloquea cualquier puerta hacia una solución.

"Es un dirigente contra la ley, contra las instituciones y contra la mayoría de los catalanes”

El mantra de la mediación había revoloteado ayer por todos los círculos políticos catalanes: desde el abad de Montserrat o el obispo de Barcelona, a los que el Govern habría pedido que intercedieran, pasando por la Conferencia Episcopal, a la que habría consultado Rajoy, hasta llegar al PNV y su fracaso anunciado y terminar con Podemos y Pablo Iglesias. Puigdemont busca una salida —"Este momento pide mediación. Hemos recibido diversas propuestas en las últimas horas, y recibiremos más"—, pero también tiene una coartada —"No hemos recibido nunca ninguna respuesta positiva por parte del Estado"—. Y así seguirá siendo mientras no retire la amenaza de la DUI, como se encargó de recordarle la vicepresidenta Sáenz de Santamaría: "Vive fuera de la ley y la realidad desde hace mucho tiempo".

Ni un paso atrás. Esa es la respuesta del presidente del Gobierno catalán, Carles Puigdemont, al discurso del Rey y a la exigencia de Moncloa de que retire el pleno del lunes y la amenaza de la declaración unilateral de independencia como requisito indispensable para empezar a buscar una mediación. Al contrario, y mientras en las calles de Barcelona atronaba una cacerolada, Puigdemont mantuvo su intención de acudir al Parlament el lunes con "el mandato claro" emanado de su referéndum ilegal. La "puerta abierta" a una mediación parece, una vez más, una frase hueca, como le recordaron inmediatamente la vicepresidenta del Gobierno y el portavoz del PSOE que, esta vez sí, se mostró sin fisuras al lado del Ejecutivo.

Carles Puigdemont Rey Felipe VI
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